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Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de septiembre de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Netflix saben generar fenómenos. Su marketing 2.0 y la manera en la que tiran del Big Data para producir series ajustadas a los diferentes intermercados son estrategias para quitarse el sombrero. ¡Chapó por sus showrunners! Particularmente, casos como 'House of Cards' han arrojado resultados que van más allá del fenómeno y que se sustentan más por la calidad y frescura del proyecto que por una ingeniosa campaña. En el caso de 'Stranger Things' no lo veo tan claro. Sí, se trata de una producción amable con apariencia de blockbuster y alma de falsa serie-B, pero no llega ni a un polo ni al otro, probablemente por su pretensión de agradar a todos los segmentos de público jugando a la réplica, que no a resultar personal.

Ok como ejercicio de estilo y memorabilia. Sin ser un adicto al fandom aunque reconociéndome seguidor de la fantaciencia desde la niñez, no puedo decir que me amargue tamaño chute de referencias (Spielberg, Carpenter, Cronenberg, King, Raimi, Burns, Arneson-Gygax, Tolkien, Lucas, Giger, Moebius...). Vista desde otra óptica que no sea la simple nostalgia recauchutada, la historia acaba resultando un "ploff" soporífero, un chicle masticado y estirado incomprensiblemente en una matinée de barrio.

Sin ritmo, sin personajes, llena de obviedades y cayendo en picado en la peligrosa pleitesía, la serie acaba entrando irremediablemente en la trampa de la morriña que provoca lo vintage, con una Winona Ryder insufrible y sobreactuada y un cúmulo de lugares comunes que, por excesivos, terminan claudicando en pos de la simple búsqueda de guiños a la serie-B de cartón piedra. Sí, desde luego que resulta gratificante el ejercicio melancólico de andar atrapando alusiones como si de un Pokemon-Go televisivo se tratara (ahora un póster de 'Jaws' o 'Evil Dead'; ahora una imagen de 'The Thing'; ahora un guiño a 'El imperio contraataca'; ahora una escena calcada de 'Carrie', 'The Dead Zone', 'American Graffiti' o 'E.T. El Extraterrestre'...). Pero cuando los trucos de 'Dungeons & Dragons' sobre los que Matt y Ross Duffer intentan vertebrar los ocho episodios de su serie comienzan a desinflarse por acumulación, al final no queda más que un guión fofo digno de los momentos más tibios de 'The Twilight Zone'. Sí, hay algo de Spielberg en la serie, pero le falta el ingenio y la mala uva que el reverenciado realizador suele destilar en la mayoría de sus producciones, pese a lo patriota y políticamente correcto que puede llegar a resultar el director de 'Encuentros en la tercera fase'. También hay algo de Richard Donner, pero sin alcanzar la perspicaz brillantez del creador de 'The Goonies' (el salto generacional se salda aquí con una réplica de lo que los Duffer Brothers interpretan que pudieron ser los ochenta según una serie de referentes). Y el sopor a John Carpenter que destila la serie no le llega ni por asomo a condensar la imaginativa puesta en escena de la que el master of horror sigue haciendo gala.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿De veras hay que tragarse cualquier artificio narrativo solo por tratarse de una historia fantástica salpicada por el ABC de las viejas horror films de los ochenta? ¿Así, sin más, sin poder cuestionarte los motivos por los que suceden las cosas con una cierta coherencia dramática? ¿De veras se necesitan más de ocho horas para terminar destapando a un monstruo sin esencia ni personalidad que se diría deslucido personaje secundario de la nueva extensión de 'Resident Evil'? ¿Realmente tengo que aceptar la coartada del "tránsito generacional hacia la adolescencia" con la que han intentado colarme un fenómeno que tiene de todo menos de original?

Sinceramente, me resultaron mucho más refrescantes otros intentos similares de reivindicar el género, como la primera parte del metraje del 'Super 8' de JJ Abrams, la más que interesante 'It Follows' con la que David Robert Mitchell sí que consiguió recuperar la trasnochada riqueza estética de los ochenta o hasta todas las temporadas de la divertida 'Fringe', que por rocambolesca y friki sí que consiguió generar en mí una simpatía hacia sus personajes y aquellos hilarantes arcos argumentales. Probablemente volveré a caer con la (inevitable) segunda temporada. Porque 'freak' de la Sci-Fi soy un rato. Pero como sucede con el tabaco, no dejaré de recordarme que "esto no es más que una mediocridad que engancha con mi debilidad, nunca con mi fortaleza".
4 de septiembre de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy mal, es lo que siento. Vale que más allá de cualquier devaneo pseudofilosófico nos encontramos ante una saga donde lo que prima es el divertimento. Y probablemente, entrar en apreciaciones sobre la forzada corrección política que impregna la nueva película de ese maestro pirotécnico que es JJ Abrams se antoje una maniobra un tanto espuria. Pero la nueva entrega de la saga ideada por George Lucas arrastra una sensación de déjà vu demasiado empalagosa como para dejarse llevar por la nostalgia; al menos no hasta el punto de perdonar a 'El despertar de la fuerza' su falta de legitimidad como bisagra entre las aburridas precuelas y ese universo expandido que apenas tiene presencia en la historia de Rey, reencarnación de Skywalker en clave “Miyazaki feminista”. La película, excesiva en su minutaje, carece del ritmo suficiente como para que lleguemos a empatizar con unos personajes que se dirían calcos deslucidos de los héroes de esa impecable space opera que muchos añoramos desde que la segunda Estrella de la Muerte acabó hecha añicos.
Y es que aquí falta drama.
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La escena de Han Solo y Kylo Ren en manifiesto conflicto paterno filial hace aguas frente al ya mítico enfrentamiento entre Vader y su hijo, por más que nos hayan colado de nuevo la recurrente pasarela coronando un abismo tecnológico. También falta oscuridad. ¿No es acaso la Primera Orden la peor manera de fagocitar la iconografía del imperio nazi en una suerte de movimiento místico-militar que ya no cuela? El universo heredado por Abrams se muestra ahora demasiado correcto y ni el rescate de algunos de los personajes claves en la franquicia consigue elevar el metraje al nivel de excitante blockbuster. Aunque sí que merece la pena destacar el tratamiento de los paisajes naturales y la fotografía de algunas escenas de guerra (preciosa la imagen de los cazas TIE jalonados por un sol digno de 'Apocalypse Now'). También destacaría al nuevo droide BB-8, una “adaptación Apple” del icónico R2-D2 que por suerte no llega a resultar tan cargante como el marketing pre estreno dejaba entrever. Cuando los lugares comunes acaban convirtiéndose en zonas de tránsito, la mitología comienza a desmoronarse entre bostezos y afanosos intentos por aferrarnos a un pasado que en este caso siempre será mucho mejor.
4 de septiembre de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El muerto al hoyo, asegura el refranero. Y probablemente no haya una verdad más absoluta. El culto a 'Les Revenants' -serie de facturación francesa que arrancó en 2012 y que tuvo que esperar a principios del pasado año para concluir con su segunda temporada- no ha alcanzado las cotas de notoriedad de 'Twin Peaks'. El drama televisivo de Lynch, con el que esta historia basada en un filme de 2004 ('They Came Back') ha sido emparejada, consiguió cautivar al "prime time" a costa de unos códigos audiovisuales tan personales como revolucionarios. No es el caso de los 16 capítulos dirigidos por Fabrice Gobert y Frédéric Mermoud. Tras la emisión de una primera temporada avalada por los connoisseur de la caja tonta, los seguidores de 'Les Revenants' tuvieron que armarse de paciencia ante el incierto futuro de una historia que afortunadamente acabó echando el cierre con una impecable facturación digna del mejor Claude Chabrol. Pero no todo iba a ser HBO, y esta historia sobre fallecidos que regresan en un pequeña comunidad de los Alpes ha conseguido, a la chita callando, ocupar un lugar de referencia entre la reciente hornada de producciones televisivas internacionales. La fría y magnética fotografía unida a la parásita inquietud que destila su banda sonora, una invitación al desasosiego firmada por los escoceses Mogwai, hacen de marco perfecto para un cuento de horror moderno plagado de personajes preñados de deudas y secretos, donde el terror psicológico se funde con el vacío que provocan la pérdida en los que permanecen y la inadaptación en los que regresan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Puede que la segunda temporada se desinfle un tanto desde el momento en el que el guión comienza a desvelar los motivos por los que los muertos regresan a la ciudad. Desde que entendemos la causa por la que el niño Víctor sigue rondando entre los vivos y su capacidad para invocar a los muertos. Desde que comenzamos a intuir cómo el agua (la misma que sepultó a media ciudad arrasando con cientos de vidas en el pasado) es el medio por el que se establece el tránsito entre la muerte y la vida. Y es que lo que dota a esta elegante serie de una identidad propia es el enigma, la manera en la que suceden las cosas sin que podamos darle una explicación lógica. Resuelta la incógnita (o al menos en gran parte), baja el nivel de tensión y desconcieto. No en vano, pienso que la serie habría acabado mucho mejor con el final de la primera temporada, con los vivos encerrados en un recinto mientras oyen a las fuerzas de la ley enfrentándose con los retornados y mostrándose sobrecogidos al descubrir al día siguiente que todo el mundo se ha esfumado y que media ciudad ha vuelto a hundirse bajo el agua. A diferencia de Lynch, aquí sí se busca desvelar las claves del juegos. Y porbablemente por eso 'Les Revenants' no llegue al nivel de serie de rupturista que alcanzó la clásica 'Twin Peaks'. Desde luego que no rompe códigos narrativos ni estéticos. Aunque al final poco importa, porque el resultado en conjunto es tan brillante como sobrecogedor.
4 de septiembre de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta de David R. Mitchell arrancó el pasado marzo con un presupuesto de dos millones de dólares y un tímido estreno en tan solo cuatro salas americanas. 40.000 dólares de recaudación por copia más tarde, la película comenzó a crecer en un boca a boca similar al de la maldición sobre la que se sostiene su perturbadora historia, a medio camino entre el drama adolescente del primer Larry Clark y el Hideo Nakata de 'The Ring'. Puede que el mayor logro de 'It Follows' radique en su falta de pretensiones a la hora de mostrar la manía persecutoria fruto de una mala decisión (la de la protagonista, una Maika Monroe espléndida en el papel de joven en busca de su identidad como mujer) y el conflicto que conlleva esa sexualidad inocentemente demoledora que se disfruta torpemente en el asiento trasero del coche. Todo esto sin olvidar la brillante nostalgia con la que su director señala sin pudor al maestro John Carpenter, con el que el joven realizador norteamericano coincide en el uso de los planos y el sonido. La usencia de efectismo a la hora de afrontar las claves del género, la estética decididamente independiente que lo impregna todo y la acertada banda sonora compuesta por Disasterpeace son claves más que suficientes para que esta perturbadora película destaque muy por encima del resto de la producción cinematográfica de 2015. Poesía del desasosiego teenager y el horror sin identidad que, tras pasar sin demasiadas sacudidas por nuestras salas, aterrizó en el mercado doméstico del DVD donde probablemente consiga mayor fortuna. Horror indie donde el sentido de las cosas es lo de menos y donde lo que verdaderamente importa es la capacidad para generar desasodiego.
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