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Críticas ordenadas por utilidad
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6.3
30,027
10
22 de septiembre de 2017
22 de septiembre de 2017
573 de 798 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te das un paseo por la calle de Alcalá y observas la estatua de Espartero detenidamente, comprobarás que el equino al que está subido el General tiene unos testículos diminutos en comparación con los del cineasta Darren Aronofsky.
Siendo uno de los directores con más talento de las últimas décadas, esta arriesgadísima cinta no tiene mucho que enviarle a sus anteriores hazañas. Estoy seguro de que Aronofsky sabía que le lloverían las críticas más descarnadas, que le insultarían, que lo tildarían de pretencioso, pedante, que abuchearían su violencia a priori gratuita, su falta de verosimilitud, las extrañas y aparentemente incoherentes interpretaciones de los actores. Sin embargo hizo la película que quería hacer, sin concesiones a nadie, sin paños calientes.
Resulta difícil trazar una línea entre lo que es spoiler y lo que no. A pesar de que no mencionaré ni una sola palabra de la trama, prosigo en el apartado de spoiler por si acaso el lector quiere llegar completamente virgen al visionado de la película, algo que en cualquier caso parece impensable en los tiempos que vivimos.
Siendo uno de los directores con más talento de las últimas décadas, esta arriesgadísima cinta no tiene mucho que enviarle a sus anteriores hazañas. Estoy seguro de que Aronofsky sabía que le lloverían las críticas más descarnadas, que le insultarían, que lo tildarían de pretencioso, pedante, que abuchearían su violencia a priori gratuita, su falta de verosimilitud, las extrañas y aparentemente incoherentes interpretaciones de los actores. Sin embargo hizo la película que quería hacer, sin concesiones a nadie, sin paños calientes.
Resulta difícil trazar una línea entre lo que es spoiler y lo que no. A pesar de que no mencionaré ni una sola palabra de la trama, prosigo en el apartado de spoiler por si acaso el lector quiere llegar completamente virgen al visionado de la película, algo que en cualquier caso parece impensable en los tiempos que vivimos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mother! es más que una película. Es un grito desesperado de impotencia, es el vértigo ante el final de los tiempos, ante la super población del planeta, es el Jardín de las Delicias pero con menos saturación cromática. Es la agonía de la madre Tierra y la tozudez de Dios, que en su aburrimiento se empecina en poblar la misma. Es la costilla de Adán, la envidia de Caín, el pecado original, la expulsión del paraíso y la progresiva autodestrucción de la humanidad. Es el fanatismo religioso, el canibalismo de la comunión y la vanidad del Creador.
Aronofsky, ayudado desde luego por monstruos de la interpretación y por un equipo técnico formidable, bajo el paraguas y apariencia de un thriller psicológico, y en una sola localización, consigue agarrarte con fuerza del saco escrotal desde el minuto cero y no soltarte hasta el final, estrujándotelo progresivamente y sin descanso conforme van pasando los minutos. Como en casi todas sus películas, estira, estira y estira hasta romper la cuerda. Lleva la locura hasta más allá de límites imaginables por el espectador, en una bacanal de sinrazón, en un infame infierno circense. Utiliza todos los elementos necesarios para hacer llegar su tesis al espectador, sin escatimar ningún recurso o hipérbole visual. Porque para un mensaje tan ambicioso (pretencioso dirán algunos) hace falta poner toda la carne en el asador, nunca mejor dicho.
Mother! es una película que se sufre durante su ingestión y se disfruta en su digestión. Pero es un sufrimiento placentero, es la contemplación estética de lo más sublime y terrorífico que nos puede brindar la naturaleza y el ser humano, sólo disfrutable desde una cómoda butaca. La frenética y subjetivísima utilización magistral de la cámara no hace más que ayudar a vivir esa experiencia sensorial y emocional, a llevarte de la mano a través de ese viaje psicodélico y casi alucinógeno, y a introducirte de lleno en la locura más demencial antes de que tengas tiempo para protegerte.
Mother! es una experiencia única, brutal, desquiciada, un tsunami visual que dividirá sin duda al público en dos trincheras difícilmente reconciliables.
Aronofsky, ayudado desde luego por monstruos de la interpretación y por un equipo técnico formidable, bajo el paraguas y apariencia de un thriller psicológico, y en una sola localización, consigue agarrarte con fuerza del saco escrotal desde el minuto cero y no soltarte hasta el final, estrujándotelo progresivamente y sin descanso conforme van pasando los minutos. Como en casi todas sus películas, estira, estira y estira hasta romper la cuerda. Lleva la locura hasta más allá de límites imaginables por el espectador, en una bacanal de sinrazón, en un infame infierno circense. Utiliza todos los elementos necesarios para hacer llegar su tesis al espectador, sin escatimar ningún recurso o hipérbole visual. Porque para un mensaje tan ambicioso (pretencioso dirán algunos) hace falta poner toda la carne en el asador, nunca mejor dicho.
Mother! es una película que se sufre durante su ingestión y se disfruta en su digestión. Pero es un sufrimiento placentero, es la contemplación estética de lo más sublime y terrorífico que nos puede brindar la naturaleza y el ser humano, sólo disfrutable desde una cómoda butaca. La frenética y subjetivísima utilización magistral de la cámara no hace más que ayudar a vivir esa experiencia sensorial y emocional, a llevarte de la mano a través de ese viaje psicodélico y casi alucinógeno, y a introducirte de lleno en la locura más demencial antes de que tengas tiempo para protegerte.
Mother! es una experiencia única, brutal, desquiciada, un tsunami visual que dividirá sin duda al público en dos trincheras difícilmente reconciliables.

6.4
9,302
8
9 de mayo de 2018
9 de mayo de 2018
88 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tully es una preciosa fábula sin apariencia de tal que, con la verdad del cine europeo, pero sin renunciar a la agilidad del mejor cine anglosajón, relata las peripecias de una madre a la que su vida no le da más de sí. Pero lejos de ser una simple comedia reivindicativa o de denuncia, la película va mucho más allá. Es una llamada de atención a la capacidad de autoengaño del ser humano. Es la mirada en el espejo del tiempo, y la eterna y temida pregunta que pocos nos atrevemos a preguntarnos, o por lo menos a responder con sinceridad: quiénes éramos, quiénes somos ahora, y si estamos orgullosos de las diferencias entre ambas respuestas.
Tully entrelaza momentos brillantes de humor cómplice e inteligente perfectamente hilvanados con la crudeza de la realidad de una mujer casada, madre de dos hijos y uno por llegar, a la que su marido, un bobalicón con cara de bueno, incapaz de comprender o empatizar con su realidad, le ha convertido en una madre cuasi-soltera. Atrevida en sus formas, y por momentos con un brillante y estilizado montaje, la película muestra la fealdad como parte de la vida, el desgaste del cuerpo sin los edulcorantes a los que Hollywood nos tiene acostumbrados, y el cinismo creciente -y siempre divertido- de una madre pasada de vueltas que mira a la sociedad que la rodea como si fuera un planeta alienígena, y que provoca situaciones hilarantes.
Una película que nos ayudará a empatizar con las mujeres que han sido madres -sobre todo a los que no somos ni mujeres ni madres- y que como toda buena película, planta su temática desde el principio pero pero sin subrayarla, y nos abofetea con toda su fuerza en el último acto, haciendo que cuestionemos la narrativa autoindulgente que hemos creado de nuestra propia vida, a la que hemos asistido como meros espectadores.
Tully entrelaza momentos brillantes de humor cómplice e inteligente perfectamente hilvanados con la crudeza de la realidad de una mujer casada, madre de dos hijos y uno por llegar, a la que su marido, un bobalicón con cara de bueno, incapaz de comprender o empatizar con su realidad, le ha convertido en una madre cuasi-soltera. Atrevida en sus formas, y por momentos con un brillante y estilizado montaje, la película muestra la fealdad como parte de la vida, el desgaste del cuerpo sin los edulcorantes a los que Hollywood nos tiene acostumbrados, y el cinismo creciente -y siempre divertido- de una madre pasada de vueltas que mira a la sociedad que la rodea como si fuera un planeta alienígena, y que provoca situaciones hilarantes.
Una película que nos ayudará a empatizar con las mujeres que han sido madres -sobre todo a los que no somos ni mujeres ni madres- y que como toda buena película, planta su temática desde el principio pero pero sin subrayarla, y nos abofetea con toda su fuerza en el último acto, haciendo que cuestionemos la narrativa autoindulgente que hemos creado de nuestra propia vida, a la que hemos asistido como meros espectadores.
7
22 de septiembre de 2019
22 de septiembre de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me van a perdonar ustedes que yo a mi vez perdone al autor de esta fascinante película la incoherencia mayúscula de este guion, que es nada más y nada menos que que la premisa del mismo. Y, ¿por qué se la perdono? ¿Cómo se atreve un ser blando e indulgente como yo, a transigir con semejante y flagrante ausencia de lógica, convirtiéndola en un excusable pecado venial?
La respuesta es tan subjetiva como cuestionable: porque he sentido esta experiencia en todos los poros de mi piel. Afirmar que esta película es un viaje a los confines de la galaxia -o más bien del sistema solar- para encontrarse a uno mismo, no es una afirmación pedante que blanquea los defectos de la película. Es una impresión emocional, y sobre todo sensorial. Es un viaje que se siente en todos los sentidos -valga la estupidez- a un nivel muy primario. Es un placer para la vista, con unas imágenes icónicas que se quedan en la retina. Es un deleite para el oído, se disfruta de sus silencios, de sus cambios repentinos de densidad sonora. Es una película que se puede tocar con los dedos y sentir sus texturas.
Es un viaje emocional tan vasto como el Sistema Solar. Te hace sentir el vacío del universo con la misma intensidad con la que se siente el vacío emocional de su protagonista, que tiene que adentrarse precisamente en ese vacío para encontrar el origen de su propia ausencia y recuperar una esencia que ya daba por perdida. Sé que suena pedante, que rima con cargante, pero es sincero. Creo que es un ejemplo de cine imperfecto pero brillante, maravillosamente lento y disfrutable a muchos niveles.
La respuesta es tan subjetiva como cuestionable: porque he sentido esta experiencia en todos los poros de mi piel. Afirmar que esta película es un viaje a los confines de la galaxia -o más bien del sistema solar- para encontrarse a uno mismo, no es una afirmación pedante que blanquea los defectos de la película. Es una impresión emocional, y sobre todo sensorial. Es un viaje que se siente en todos los sentidos -valga la estupidez- a un nivel muy primario. Es un placer para la vista, con unas imágenes icónicas que se quedan en la retina. Es un deleite para el oído, se disfruta de sus silencios, de sus cambios repentinos de densidad sonora. Es una película que se puede tocar con los dedos y sentir sus texturas.
Es un viaje emocional tan vasto como el Sistema Solar. Te hace sentir el vacío del universo con la misma intensidad con la que se siente el vacío emocional de su protagonista, que tiene que adentrarse precisamente en ese vacío para encontrar el origen de su propia ausencia y recuperar una esencia que ya daba por perdida. Sé que suena pedante, que rima con cargante, pero es sincero. Creo que es un ejemplo de cine imperfecto pero brillante, maravillosamente lento y disfrutable a muchos niveles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...y también me van a perdonar ustedes, pero la escena del puto mandril me ha flipado.

7.7
21,463
8
29 de diciembre de 2020
29 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un tratamiento más propio del thriller -algo que aporta un grado extra de originalidad a su apuesta- Florian Zeller y el grandísimo Hopkins nos sumergen de forma magistral en la mente de un enfermo de alzheimer. Una mente que percibe el tiempo y el espacio de una manera tan desestructurada y deconstruida como la propia narrativa de la película.
"The Father" es una dolorosa experiencia inmersiva donde la forma y el contenido viajan necesaria e inseparablemente de la mano, con el objetivo de multiplicar exponencialmente la empatía hacia su protagonista. Después de ver esos noventa y siete minutos de metraje es imposible ver la demencia senil con los mismos ojos, lo que no sólo convierte a la película en magnífica, sino también en muy necesaria y de obligado visionado.
Aunque la propuesta supone un desafío encomiable, y su autor lo ejecuta de forma soberbia, no puedo dejar de preguntarme qué hubiera pasado si hubiera llevado el envite hasta sus últimas consecuencias, apostando todas las fichas al veintitrés rojo sin concesiones ni excepciones, sin abandonar en ningún momento el punto de vista, viendo el mundo única y exclusivamente a través de los ojos de su protagonista, y estirando el thriller hasta que fuera el espectador -cada uno en su momento- quien rompiera la cuerda y entrara de lleno en el drama, girando ciento ochenta grados su experiencia de visionado.
No sabría decir con certeza si hubiera sido una película diferente, o sencillamente una película mejor, pero lo que es indudable es que esta película me ha hecho volver a creer, o quizá recordar, lo importante que es el cine.
"The Father" es una dolorosa experiencia inmersiva donde la forma y el contenido viajan necesaria e inseparablemente de la mano, con el objetivo de multiplicar exponencialmente la empatía hacia su protagonista. Después de ver esos noventa y siete minutos de metraje es imposible ver la demencia senil con los mismos ojos, lo que no sólo convierte a la película en magnífica, sino también en muy necesaria y de obligado visionado.
Aunque la propuesta supone un desafío encomiable, y su autor lo ejecuta de forma soberbia, no puedo dejar de preguntarme qué hubiera pasado si hubiera llevado el envite hasta sus últimas consecuencias, apostando todas las fichas al veintitrés rojo sin concesiones ni excepciones, sin abandonar en ningún momento el punto de vista, viendo el mundo única y exclusivamente a través de los ojos de su protagonista, y estirando el thriller hasta que fuera el espectador -cada uno en su momento- quien rompiera la cuerda y entrara de lleno en el drama, girando ciento ochenta grados su experiencia de visionado.
No sabría decir con certeza si hubiera sido una película diferente, o sencillamente una película mejor, pero lo que es indudable es que esta película me ha hecho volver a creer, o quizá recordar, lo importante que es el cine.
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