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5.7
30,360
1
20 de mayo de 2012
20 de mayo de 2012
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se anunció el remake de Karate Kid con el hijo de Will Smith como protagonista ya se podía intuir por dónde iba a ir los tiros: Hollywood iba a violar analmente a nuestra infancia. La realidad es aún peor: La violación se ha producido con un atizador al rojo vivo.
En los 80, Daniel San era un pobre pringado que se mudaba a California con su madre, a un apartamento de mala muerte con un conserje asiático un tanto raruno, y que sufría bullying por parte de los chulacos del instituto, un montón de niños rubios, atléticos y con pasta. Todos nos identificábamos con el bueno de Daniel, a todos nos sorprendió el método de entrenamiento del Sr Miyagi y todos deseábamos que en el torneo final le diesen una buena somanta a los niños monos. Y todos terminamos la peli haciendo la grulla, y todavía la hacemos 30 años después.
En los dosmiles, el protagonista está en China, es negro, por aquello del mestizaje hollywoodiense y tiene una madre negra-estereotipo, cuyo papel de "comic relief" falla a todas luces. El niño, aparte, es inaguantable y bastante más pequeño que Daniel, por lo que queda bastante más inverosímil que aquel. Los malos son solo uno: Un chaval chino de ¿12 años? al que terminas animando para que le rompa las napias a Smith Jr. El señor Miyagi ahora es Jackie Chan, cuya única (y bien divertida) aportación al cine consiste en dar palizas con sillas o lámparas, pero que aquí tiene que hacer de maestro profundo y atormentado, y no, no funciona. Pat Morita se revolvería en su tumba de no haber hecho aquello con Hillary Swank. El método de entrenamiento carece de originalidad, y, eliminada la sorpresa de la original, se hace largo y estúpido. Pero lo peor es el golpe final. Aquella grulla que aquí es serpiente. Aquel golpe sencillo y definitivo, que cualquiera podía "imitar" y que podías creer que un adolescente fuera capaz de realizar, se convierte aquí en una suerte de patada-matrix ejecutada por un niño que no levanta dos palmos del suelo. Esto no es Karate Kid. Esto es Bola de Dragón meets cualquier sitcom noventera.
En los 80, Daniel San era un pobre pringado que se mudaba a California con su madre, a un apartamento de mala muerte con un conserje asiático un tanto raruno, y que sufría bullying por parte de los chulacos del instituto, un montón de niños rubios, atléticos y con pasta. Todos nos identificábamos con el bueno de Daniel, a todos nos sorprendió el método de entrenamiento del Sr Miyagi y todos deseábamos que en el torneo final le diesen una buena somanta a los niños monos. Y todos terminamos la peli haciendo la grulla, y todavía la hacemos 30 años después.
En los dosmiles, el protagonista está en China, es negro, por aquello del mestizaje hollywoodiense y tiene una madre negra-estereotipo, cuyo papel de "comic relief" falla a todas luces. El niño, aparte, es inaguantable y bastante más pequeño que Daniel, por lo que queda bastante más inverosímil que aquel. Los malos son solo uno: Un chaval chino de ¿12 años? al que terminas animando para que le rompa las napias a Smith Jr. El señor Miyagi ahora es Jackie Chan, cuya única (y bien divertida) aportación al cine consiste en dar palizas con sillas o lámparas, pero que aquí tiene que hacer de maestro profundo y atormentado, y no, no funciona. Pat Morita se revolvería en su tumba de no haber hecho aquello con Hillary Swank. El método de entrenamiento carece de originalidad, y, eliminada la sorpresa de la original, se hace largo y estúpido. Pero lo peor es el golpe final. Aquella grulla que aquí es serpiente. Aquel golpe sencillo y definitivo, que cualquiera podía "imitar" y que podías creer que un adolescente fuera capaz de realizar, se convierte aquí en una suerte de patada-matrix ejecutada por un niño que no levanta dos palmos del suelo. Esto no es Karate Kid. Esto es Bola de Dragón meets cualquier sitcom noventera.
14 de mayo de 2012
14 de mayo de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo tenía la primera parte de The Human Centipede era un protagonista con carisma, una base científica (irreal a todas luces, pero verosímil en el universo de la película) y un afán de supervivencia por parte de las víctimas. De todo ello carece esta segunda parte.
El protagonista en esta ocasión es un señor enano, grotescamente gordo, asmático, autista y víctima de abusos sexuales en la infancia, pero, sobre todo, es repulsivo. Lo único que te apetece es que muera de un ataque de asma. Además, lo interpreta un muy mal actor (o ni eso, su único trabajo es éste, además de la secuela que se estrenará el año próximo). Del resto solo destaca Ashlynn Yennie, que aparecía en la primera parte y a la que han debido engañar para que aparezca en esta (la chica no será una actriz de oscar, pero al menos por físico podría optar a alguna otra cosa).
Pues el tipo este, que aparentemente no puede mover su alma más allá de dos pasos sin ahogarse, se las apaña para dejar inconsciente a 12 personas adultas, trasladarlas desde su trabajo en un parking hasta un almacen y graparles (como leen) la cara al culo del prójimo. Un despropósito absoluto.
Total, que si lo que quieres es ver como la gente come excrementos, recomiendo 2 girls 1 cup, que tiene una historia mejor y te ahorras la hora y media de previa hasta que llega ese momento.
El protagonista en esta ocasión es un señor enano, grotescamente gordo, asmático, autista y víctima de abusos sexuales en la infancia, pero, sobre todo, es repulsivo. Lo único que te apetece es que muera de un ataque de asma. Además, lo interpreta un muy mal actor (o ni eso, su único trabajo es éste, además de la secuela que se estrenará el año próximo). Del resto solo destaca Ashlynn Yennie, que aparecía en la primera parte y a la que han debido engañar para que aparezca en esta (la chica no será una actriz de oscar, pero al menos por físico podría optar a alguna otra cosa).
Pues el tipo este, que aparentemente no puede mover su alma más allá de dos pasos sin ahogarse, se las apaña para dejar inconsciente a 12 personas adultas, trasladarlas desde su trabajo en un parking hasta un almacen y graparles (como leen) la cara al culo del prójimo. Un despropósito absoluto.
Total, que si lo que quieres es ver como la gente come excrementos, recomiendo 2 girls 1 cup, que tiene una historia mejor y te ahorras la hora y media de previa hasta que llega ese momento.
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