¿Cómo es posible que esta película sea candidata al Óscar? Es uno de esos misterios que nunca podremos resolver, aunque no es difícil deducir que los intereses de la industria cinematográfica tienen algo que ver. Pero, ¿de verdad nos quieren vender esta historia tal como está? ¿De verdad no hay nadie con un mínimo de imaginación, ingenio y, por qué no, un poco de respeto por el espectador que se atreva a crear algo que tenga un mínimo de sustancia sin recurrir a la pseudo ciencia ficción barata?

Las actuaciones de las protagonistas son prácticamente inexistentes. No se pueden valorar porque realmente no aportan nada. La fotografía ni siquiera merece una mención, ya que ni se molesta en tratar de impresionar. Y el guion... bueno, el guion es tan superficial que ni siquiera se molesta en construir personajes o una trama que se pueda seguir sin querer salir corriendo a los cinco minutos.

Y lo peor de todo: la casa donde se desarrolla gran parte de la acción, que, sinceramente, parece sacada de un catálogo de “ambientación genérica para películas de bajo presupuesto”. Si la idea es que nos sentemos y nos identifiquemos con lo que está sucediendo, creo que hemos perdido completamente el rumbo. ¿En serio? ¿Un programa de aerobic arruinando la vida de una persona hasta el punto de sentir que su mundo se derrumba? ¿Qué clase de mensaje es ese?

¿Es que no hay más historias para contar sobre mujeres de cierta edad, o es que esta era la única idea que se les ocurrió? Está claro que esta película no tiene mucho que ofrecer, y se podría decir que es una estafa... con mayúsculas.

En resumen, este “producto” ni merece una reflexión, porque a pesar de todas las preguntas que pueda generar, las respuestas nunca valen la pena.

¿El finlandés es el idioma más feo del mundo? Bueno, probablemente sí, aunque claro, siempre hay competencia, ¿no? Finlandia, ese país que parece estar todo el tiempo envuelto en niebla, ¡es una fiesta de grises! Pero claro, no cualquier gris: es el gris emocional, porque cuando Aki Kaurismäki entra en escena, las cosas se ponen interesantes. De pronto, toda esa melancolía se transforma en algo completamente absorbente, y el país triste y apagado se convierte en un escenario perfecto para beber litros y litros de cerveza mientras suena un tango. ¡Sí, tango! Porque, ¿por qué no? El tango es argentino, pero, por alguna razón mística, le queda como anillo al dedo a Finlandia.
Los personajes, esos sí, son lo mejor. No hay grandes dramones ni actores haciendo caras raras. Nada de eso. Son personas auténticas, con las que puedes empatizar inmediatamente. Te cuentan sus vidas, llenas de alcoholismo, precariedad laboral y soledad, que, por cierto, no son tan distintas de las que encuentras en otros países (¡Sorpresa! No somos tan originales después de todo). Pero, al final, te quedas con un buen sabor de boca porque, en este caos finlandés, hay quienes todavía creen en el amor y en dar un giro a la vida. O al menos, en dar un giro a su vida… para luego seguir tomando cerveza.
Ahora, hablando de la parte técnica: Aki Kaurismäki es un genio. Con tan poco, crea una gran película. Es como cuando tú usas cuatro ingredientes y haces un plato gourmet, pero en lugar de cocinar, lo que hace Aki es jugar con la cámara como un maestro. Y la banda sonora, que, por si no lo sabías, parece que tiene una magia secreta para meterte en el ánimo justo en cada momento. Y esos colores básicos… Te sumergen en un mundo que es todo menos aburrido
En resumen, Finlandia no es tan sombría como parece, al menos no cuando Aki está al mando. ¡Una obra maestra minimalista, por decirlo de alguna manera!