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10
12 de junio de 2020
12 de junio de 2020
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se equivoca el crítico de The Guardian en su afán simplificador.
Hablar de House of Cards y de Los Soprano para referirse a Baron Noir está fuera de lugar. La primera no deja de ser un ejercicio de fuegos de artificio al servicio de Spacey, en el que la política y la presidencia de los Estados Unidos son nada más que el escenario para un depredador. A estas alturas, hablar de Gandolfini&Friends es hablar de otra historia. Magistral, pero otra cosa.
Puestos a relacionarla con otras series, Baron Noir se hermanaría con Gomorra, con Succesion y, por qué no decirlo, con la tercera temporada de The Wire.
Para hablar de Baron Noir hay que hacerlo de la historia reciente y presente. De la europea, de la francesa y también de la española. Es hablar de la naturaleza de nuestras democracias, de su auge y de su aparente y perseguido (por algunos) declive. Es hablar del error histórico de algunas de las izquierdas, por esa tercera vía que no ha llevado a sitio alguno y es también examinar al microscopio al populismo, esa oscura pretensión que anida en los medios y en las redes sociales. Es hablar de la corrupción y del poder de algunos políticos, pero también de su dedicación y vocación por hacer una sociedad mejor, del arrepentimiento y el servicio público. Es hablar de una sociedad de expectadores e irresponsables (nosotros) que, pudiendo cambiar la sociedad, se limitan a ver los toros desde la barrera.
Para hablar de Baron Noir hay que ir a la historia reciente de Europa y, por ejemplo, haber leído algo de Tony Judt, quizá uno de los últimos y mejores historiadores de este siglo y quien explica bien por qué estamos donde estamos. La serie es una auténtica lección de Historia.
Hablando del cine que lleva dentro, no existe el 11 aquí pero se lo daría. A la dirección, al guión, a la música, a la fotografía. Al reparto, perfecto. Matrícula para el cine francés.
A ese Barón Negro llamado Kad Merad (quién diría que es un cómico), creible hasta la extenuación. Inolvidable la escena final.
Baron Noir es una llamada a salvar lo que queda de nuestras democracias, desde la participación, desde la implicación ciudadana, desde el compromiso personal y colectivo. Contra quienes las acechan y esperan su caída. Desde la esperanza.
No os la perdáis.
Hablar de House of Cards y de Los Soprano para referirse a Baron Noir está fuera de lugar. La primera no deja de ser un ejercicio de fuegos de artificio al servicio de Spacey, en el que la política y la presidencia de los Estados Unidos son nada más que el escenario para un depredador. A estas alturas, hablar de Gandolfini&Friends es hablar de otra historia. Magistral, pero otra cosa.
Puestos a relacionarla con otras series, Baron Noir se hermanaría con Gomorra, con Succesion y, por qué no decirlo, con la tercera temporada de The Wire.
Para hablar de Baron Noir hay que hacerlo de la historia reciente y presente. De la europea, de la francesa y también de la española. Es hablar de la naturaleza de nuestras democracias, de su auge y de su aparente y perseguido (por algunos) declive. Es hablar del error histórico de algunas de las izquierdas, por esa tercera vía que no ha llevado a sitio alguno y es también examinar al microscopio al populismo, esa oscura pretensión que anida en los medios y en las redes sociales. Es hablar de la corrupción y del poder de algunos políticos, pero también de su dedicación y vocación por hacer una sociedad mejor, del arrepentimiento y el servicio público. Es hablar de una sociedad de expectadores e irresponsables (nosotros) que, pudiendo cambiar la sociedad, se limitan a ver los toros desde la barrera.
Para hablar de Baron Noir hay que ir a la historia reciente de Europa y, por ejemplo, haber leído algo de Tony Judt, quizá uno de los últimos y mejores historiadores de este siglo y quien explica bien por qué estamos donde estamos. La serie es una auténtica lección de Historia.
Hablando del cine que lleva dentro, no existe el 11 aquí pero se lo daría. A la dirección, al guión, a la música, a la fotografía. Al reparto, perfecto. Matrícula para el cine francés.
A ese Barón Negro llamado Kad Merad (quién diría que es un cómico), creible hasta la extenuación. Inolvidable la escena final.
Baron Noir es una llamada a salvar lo que queda de nuestras democracias, desde la participación, desde la implicación ciudadana, desde el compromiso personal y colectivo. Contra quienes las acechan y esperan su caída. Desde la esperanza.
No os la perdáis.
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