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7
5 de noviembre de 2017
5 de noviembre de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema asesinos en serie me apasiona, así que cuando me enteré de la existencia de esta serie, y viendo la nota tan alta que le habían puesto, tenía que verla sí o sí. Una vez vista, decir que es una buena serie al más puro estilo Fincher y que la recomiendo encarecidamente, pero también decir que la nota que se le ha puesto me parece exagerada. Y os diré por qué: todos sabemos de sobras que toda serie aspira a tener éxito, es decir, a tener el máximo de audiencia posible. El dinero manda. Pero una cosa es eso y otra muy distinta que, para lograrlo, se haya creado una serie sobre asesinos en serie en la que no aparece absolutamente nada desagradable visualmente. Sí, la serie no se centra en los asesinatos de los asesinos sino en cómo se creó en el FBI todo el tema de ciencias del comportamiento, así que el que se espere algo mínimamente desagradable se va a dar con un canto en los dientes. Ni sangre, ni los asesinos en acción: lo más inquietante de toda la serie que vais a ver son los comentarios de los asesinos durante las entrevistas, sobre todo durante las realizadas a Kemper. Escalofría su amabilidad y la tranquilidad con la que explica sus asesinatos. Pero nada más.
Técnicamente, la serie es puro Fincher, pero ausente de toda la oscuridad y el ambiente opresivo de otros trabajos como Se7en. Lo más destacable, más que la calidad de las interpretaciones (que son correctas) es cómo se ha tratado la evolución de los tres personajes protagonistas, los policías. El joven, más abierto y ávido de conocimientos pero inocente e ingenuo, acabará siendo un personaje manipulador y siniestro que acabará aplicando lo de que el fin justifica los medios. El veterano, por su parte, y a pesar de ser de carácter más intransigente, es perro viejo y tiene claro en qué fregados meterse y dónde están los límites. Y la psicóloga es presentada como una persona altiva y ambiciosa, pero a la vez respetuosa con los derechos de los detenidos o entrevistados y totalmente en contra de manipularlos.
Como curiosidad, sorprende que algo actualmente tan importante como ciencias del comportamiento del FBI se originara casi de casualidad, prácticamente de cero en medios y corpus teórico, y que fuese evolucionando en muchas ocasiones a partir de la prueba-error, es decir, a partir de cagarla y meter la pata.
Yo le doy un 7.
Técnicamente, la serie es puro Fincher, pero ausente de toda la oscuridad y el ambiente opresivo de otros trabajos como Se7en. Lo más destacable, más que la calidad de las interpretaciones (que son correctas) es cómo se ha tratado la evolución de los tres personajes protagonistas, los policías. El joven, más abierto y ávido de conocimientos pero inocente e ingenuo, acabará siendo un personaje manipulador y siniestro que acabará aplicando lo de que el fin justifica los medios. El veterano, por su parte, y a pesar de ser de carácter más intransigente, es perro viejo y tiene claro en qué fregados meterse y dónde están los límites. Y la psicóloga es presentada como una persona altiva y ambiciosa, pero a la vez respetuosa con los derechos de los detenidos o entrevistados y totalmente en contra de manipularlos.
Como curiosidad, sorprende que algo actualmente tan importante como ciencias del comportamiento del FBI se originara casi de casualidad, prácticamente de cero en medios y corpus teórico, y que fuese evolucionando en muchas ocasiones a partir de la prueba-error, es decir, a partir de cagarla y meter la pata.
Yo le doy un 7.
16 de julio de 2017
16 de julio de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Permitidme la ida de olla (nunca mejor dicho), pero, tras su visionado, considero a “Swiss army man” como una preciosa y durísima alegoría de la enfermedad mental.
La película inicia con su protagonista Hank (Paul Dano) naufrago, solo y a punto de suicidarse vía ahorcamiento en una pequeña isla desierta, lo que constituye un símil de la “enfermedad mental*": la soledad del “enfermo” mental ante la no comprensión, la no aceptación y la estigmatización de su situación. Decía el poeta y “loco” Leopoldo María Panero: “Qué solos están los locos”. Y tenía razón.
A continuación llega alguien a la isla, el protagonista ya no está solo. Que esta persona sea un cadáver carece de importancia (¡!) pues Manny (Daniel Radcliffe), a pesar de estar muerto, comenzará a hablar. Ahora Hank tiene a alguien con quien hablar, estar, hacer cosas juntos... Si uno lo piensa, no es casualidad que sea entonces cuando ambos consiguen abandonar esa isla minúscula y llegar a otra isla más grande o, quién sabe, incluso a un continente. El tamaño del medio va en proporcionalidad al nivel de soledad.
Es entonces y allí cuando se desarrolla el nudo y parte más extensa de la película: en su búsqueda de civilización o vuelta a casa, ambos protagonistas inician y desarrollan una relación de amistad en la que Hank enseña y ayuda a su amigo Manny a comprender la vida y el amor. Las escenas de la fiesta y la historia de amor del autobús, a pesar de su marcado tono cómico, son preciosas. Como la amistad.
El final es durísimo: se descubre el pasado trágico de Hank, la verdad de su situación actual y lo peor de todo: se repite el rechazo hacia su persona de el resto de personas “sanas”. La escena final de Manny surcando de nuevo los mares cual lancha acuática impulsada por ventosidades no es más que una nueva alucinación, la reacción de alguien sin herramientas que necesita de ayuda y no la recibe, una vía de escape desesperada.
La película, entendida como alegoría de la “enfermedad” mental, es un viaje de vuelta a casa fallido, desde la locura (la isla pequeña e incomunicada) hasta la curación o búsqueda de ayuda y comprensión. En este aspecto “Swiss army man” tiene tintes de road movie.
Como curiosidad aclaratoria, el título “Swiss army man” hace referencia a las navajas suizas multiusos, donde la navaja que ayudará e incluso salvará la vida de Hank es Manny o, lo que es lo mismo, la amistad y el fin de la soledad.
Vi “Swiss army man” por pasar el rato y descubrí una película como la copa de un pino que me emocionó, divirtió y me hizo pensar. Quedarse solo en su humor escatológico (las famosas ventosidades) es un error que compruebo que muchos han cometido. Yo la conceptuaría, aparte de alegoría sobre la "enfermedad mental", como una tragicomedia sobre la soledad, el amor y la amistad, pero no lo confundan con “comedia romántica”: la comedia aquí es negrísima y absurda, el romanticismo no es ñoño y la tragedia que encierra es durísima.
*Nótese que los términos “enfermedad mental” o “estar sano” van entrecomillados.
La película inicia con su protagonista Hank (Paul Dano) naufrago, solo y a punto de suicidarse vía ahorcamiento en una pequeña isla desierta, lo que constituye un símil de la “enfermedad mental*": la soledad del “enfermo” mental ante la no comprensión, la no aceptación y la estigmatización de su situación. Decía el poeta y “loco” Leopoldo María Panero: “Qué solos están los locos”. Y tenía razón.
A continuación llega alguien a la isla, el protagonista ya no está solo. Que esta persona sea un cadáver carece de importancia (¡!) pues Manny (Daniel Radcliffe), a pesar de estar muerto, comenzará a hablar. Ahora Hank tiene a alguien con quien hablar, estar, hacer cosas juntos... Si uno lo piensa, no es casualidad que sea entonces cuando ambos consiguen abandonar esa isla minúscula y llegar a otra isla más grande o, quién sabe, incluso a un continente. El tamaño del medio va en proporcionalidad al nivel de soledad.
Es entonces y allí cuando se desarrolla el nudo y parte más extensa de la película: en su búsqueda de civilización o vuelta a casa, ambos protagonistas inician y desarrollan una relación de amistad en la que Hank enseña y ayuda a su amigo Manny a comprender la vida y el amor. Las escenas de la fiesta y la historia de amor del autobús, a pesar de su marcado tono cómico, son preciosas. Como la amistad.
El final es durísimo: se descubre el pasado trágico de Hank, la verdad de su situación actual y lo peor de todo: se repite el rechazo hacia su persona de el resto de personas “sanas”. La escena final de Manny surcando de nuevo los mares cual lancha acuática impulsada por ventosidades no es más que una nueva alucinación, la reacción de alguien sin herramientas que necesita de ayuda y no la recibe, una vía de escape desesperada.
La película, entendida como alegoría de la “enfermedad” mental, es un viaje de vuelta a casa fallido, desde la locura (la isla pequeña e incomunicada) hasta la curación o búsqueda de ayuda y comprensión. En este aspecto “Swiss army man” tiene tintes de road movie.
Como curiosidad aclaratoria, el título “Swiss army man” hace referencia a las navajas suizas multiusos, donde la navaja que ayudará e incluso salvará la vida de Hank es Manny o, lo que es lo mismo, la amistad y el fin de la soledad.
Vi “Swiss army man” por pasar el rato y descubrí una película como la copa de un pino que me emocionó, divirtió y me hizo pensar. Quedarse solo en su humor escatológico (las famosas ventosidades) es un error que compruebo que muchos han cometido. Yo la conceptuaría, aparte de alegoría sobre la "enfermedad mental", como una tragicomedia sobre la soledad, el amor y la amistad, pero no lo confundan con “comedia romántica”: la comedia aquí es negrísima y absurda, el romanticismo no es ñoño y la tragedia que encierra es durísima.
*Nótese que los términos “enfermedad mental” o “estar sano” van entrecomillados.

7.4
69,481
8
14 de marzo de 2017
14 de marzo de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los géneros o palos del cine, debido a la gran cantidad de títulos, se encuentran en la actualidad tan sobados que cuesta encontrar títulos que contengan, como mínimo, originalidad. "La llegada/Arrival" lo consigue con creces, y no por su temática (la llegada de naves extraterrestres al planeta tierra) sino por la forma de abordarla: los intentos por parte de la humanidad de comunicarse con esta nueva civilización extraterrestre. "Arrival", repito, lo logra, y sin recurrir al fácil recurso de los grandilocuentes efectos especiales.
El film es una oda a la comunicación, o a la ausencia de esta. La recomiendo encarecidamente, pues logra mantenerte pegado al sillón mediante una de las características del ser humano: la curiosidad, que traspasa la pantalla del televisor desde los protagonistas hasta los espectadores. El título elegido para esta crítica no es gratuito, ni ninguna broma: ya lo comprenderán cuando vean la película, y si es que la entienden como la entendí yo.
El film es una oda a la comunicación, o a la ausencia de esta. La recomiendo encarecidamente, pues logra mantenerte pegado al sillón mediante una de las características del ser humano: la curiosidad, que traspasa la pantalla del televisor desde los protagonistas hasta los espectadores. El título elegido para esta crítica no es gratuito, ni ninguna broma: ya lo comprenderán cuando vean la película, y si es que la entienden como la entendí yo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
12 naves extraterrestres aterrizan en diferentes puntos del planeta. En la nave aterrizada en los EEUU (ombligo del mundo), una experta en lenguaje y un físico son contratados por el ejército con el fin de lograr comunicación con los extraterrestres así como de dilucidar el motivo de su llegada. A pesar de sus avances no tardarán en surgir, por parte de ejército y gobierno, las peores características de la humanidad: recelo, desconfianza y, en definitiva, miedo hacia los extraterrestres y el resto de gobiernos afectados.
El film aborda cuestiones relativas a la filosofía, el pensamiento, la ciencia, el lenguaje y el tiempo. Y su final, la cuestión del libre albedrío frente a la predeterminación en lo relativo a la posibilidad del conocimiento del futuro. La solución predeterminista a sabiendas de lo que va a suceder en el futuro, sustituyendo la resignación religiosa por un positivismo/aceptación a lo carpe diem, es, a pesar de muy bonito, poco creíble y un poco cogido con pinzas. Estoy seguro de que la humanidad sería incapaz de ello. Es mi único "pero" a la película.
El film aborda cuestiones relativas a la filosofía, el pensamiento, la ciencia, el lenguaje y el tiempo. Y su final, la cuestión del libre albedrío frente a la predeterminación en lo relativo a la posibilidad del conocimiento del futuro. La solución predeterminista a sabiendas de lo que va a suceder en el futuro, sustituyendo la resignación religiosa por un positivismo/aceptación a lo carpe diem, es, a pesar de muy bonito, poco creíble y un poco cogido con pinzas. Estoy seguro de que la humanidad sería incapaz de ello. Es mi único "pero" a la película.
1 de julio de 2017
1 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
T2: Trainspotting no está mal, se deja ver e incluso divierte. Pero aquí hemos venido a poner a parirla, así que comencemos.
Entre los rodajes de Trainspotting 1 y 2 han pasado 21 años, se dice bien pronto. Eso significa que los que más disfrutaron la primera, es decir, el público joven, ahora ronda o sobrepasa los 40 años. Al igual que sus protagonistas. Aquella primera película, de ritmo más frenético, más cruda y dura (aunque comparada con otras me sigue pareciendo “Bambi”) ha dado paso ahora a una secuela en la que priman la nostalgia y una especie de justicia poética dirigidas al mismo público, que ahora prioriza la seguridad y que arregla los problemas de sus respectivos países desde la comodidad del sillón de sus casas.
El recurso de la nostalgia es bien conocido, efectivo y, en este caso, prácticamente la mitad sobre la que se sustenta esta secuela. Y es que es difícil no esgrimir una sonrisilla ante las constantes referencias y flashbacks a la primera película.
La música continúa siendo una parte importante en la secuela, pero ni mucho menos es tan lograda ni tendrá el éxito que cosechó la BSO de la primera. De hecho, muchas de las canciones son las mismas de la primera pero ralentizadas, en consonancia al ritmo más pausado y al hecho de unos protagonistas ya mayores y que no han logrado hacer realidad sus sueños de juventud.
Y sobre el recurso de la justicia poética, lean por favor el SPOILER.
Basada el el libro “Porno” de Irvine Welsh, T2: Trainspotting es un puro ejercicio de nostalgia. Gustará en general entre el público poco exigente y medio contentará a los fans, pero no logrará ni una décima parte de la repercusión de la primera. Para un público más exigente, T2 es, como suele decirse ahora, un MEH mayúsculo, una oportunidad perdida o tirada a la basura.
Entre los rodajes de Trainspotting 1 y 2 han pasado 21 años, se dice bien pronto. Eso significa que los que más disfrutaron la primera, es decir, el público joven, ahora ronda o sobrepasa los 40 años. Al igual que sus protagonistas. Aquella primera película, de ritmo más frenético, más cruda y dura (aunque comparada con otras me sigue pareciendo “Bambi”) ha dado paso ahora a una secuela en la que priman la nostalgia y una especie de justicia poética dirigidas al mismo público, que ahora prioriza la seguridad y que arregla los problemas de sus respectivos países desde la comodidad del sillón de sus casas.
El recurso de la nostalgia es bien conocido, efectivo y, en este caso, prácticamente la mitad sobre la que se sustenta esta secuela. Y es que es difícil no esgrimir una sonrisilla ante las constantes referencias y flashbacks a la primera película.
La música continúa siendo una parte importante en la secuela, pero ni mucho menos es tan lograda ni tendrá el éxito que cosechó la BSO de la primera. De hecho, muchas de las canciones son las mismas de la primera pero ralentizadas, en consonancia al ritmo más pausado y al hecho de unos protagonistas ya mayores y que no han logrado hacer realidad sus sueños de juventud.
Y sobre el recurso de la justicia poética, lean por favor el SPOILER.
Basada el el libro “Porno” de Irvine Welsh, T2: Trainspotting es un puro ejercicio de nostalgia. Gustará en general entre el público poco exigente y medio contentará a los fans, pero no logrará ni una décima parte de la repercusión de la primera. Para un público más exigente, T2 es, como suele decirse ahora, un MEH mayúsculo, una oportunidad perdida o tirada a la basura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película ronda constantemente sobre la idea de la traición. Begbie, Renton y Sick Boy continúan siendo unos delincuentes-hijos de puta-de cuidado que venderían a su madre por cuatro chavos, pero si bien el móvil para ser así en su juventud era ser el más listo de la clase, ahora el móvil es el rencor y las rencillas que existen entre ellos. Todos ellos son carne de cañón y durante el film todos se dan cuenta de ello y aceptan que lo serán durante el resto de sus vidas. Algo es algo. Así, esto no les impedirá continuar con sus planes de dar el golpe y triunfar en la vida (donde triunfar significa estar podrido de pasta), pero el final del film les deparará una especie de justicia poética en función de su maldad o bondad. Casi todos fracasarán en sus planes: Begbie vuelve a la cárcel, Renton y Sick Boy se ven abocados a una existencia gris y Spud, que aunque drogadicto es el más bueno de los 4, será el único que comenzará a ver la luz al final del túnel. Es justo.

6.6
47,821
6
14 de mayo de 2017
14 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fan de las películas que abordan la temática del trastorno disociativo de la personalidad, comúnmente conocido como “personalidad múltiple”, llevaba tiempo esperando ver “Múltiple”. Albergaba la esperanza de que esta fuera, por fin, la gran película sobre el género, ya fuera afrontada como un thriller impresionante a lo “Seven” o “El silencio de los corderos”, o como una película más humilde pero centrada en un buen guión (de las de pensar). Pues bien, “Múltiple” es una buena película, pero podemos seguir esperando. No en vano, es a lo que M. Night Shyamalan nos tiene acostumbrados en sus últimos trabajos: buenas películas, por presupuesto y realización, que no llegan al notable y ni mucho menos a la excelencia.
El trastorno disociativo de la personalidad ya ha sido llevado al cine en anteriores ocasiones con dispar resultado (“Sybil”, “Identity”, “El club de la lucha”...) siendo “Laberintos (Dedales)” la que hasta ahora más me ha gustado. La mayoría de ellas, “Múltiple” incluida, presentan los clichés propios de este trastorno, es decir:
1. Existe una personalidad original que, ante una situación traumática insuperable, genera una nueva personalidad capaz de afrontar dicha situación. Si se tiene éxito, la persona irá generando nuevas personalidades a lo largo de su existencia según las circunstancias y necesidades.
Y 2: aunque las personalidades surgen según la necesidad, siempre existe una personalidad, que no ha de ser necesariamente la original, que manda sobre el resto.
Generalmente, las películas sobre personalidad múltiple siempre han sido tachadas de complicadas, liosas, difíciles de entender o de seguir, etc. por el hecho de los cambios de personalidad del personaje que los padece durante el film. Pues bien, “Múltiple” se presenta como el caso de una persona con 23 personalidades, pero no os asustéis, de estas solo aparecen 6 o 7 durante el film y es bastante sencillita de seguirle el hilo. Vamos, que si no la entiendes, dedícate a ver películas de Pajares y Esteso.
Si se hace un análisis más profundo de la película, lo de la personalidad múltiple es solo una manera más, un gancho original, para abordar el verdadero (y manido) tema: el sufrimiento humano ocasionado por los abusos del poderoso frente al débil y la incomprensión de este sufrimiento/trastorno por parte del resto de personas. Pero el espectáculo manda.
El trastorno disociativo de la personalidad ya ha sido llevado al cine en anteriores ocasiones con dispar resultado (“Sybil”, “Identity”, “El club de la lucha”...) siendo “Laberintos (Dedales)” la que hasta ahora más me ha gustado. La mayoría de ellas, “Múltiple” incluida, presentan los clichés propios de este trastorno, es decir:
1. Existe una personalidad original que, ante una situación traumática insuperable, genera una nueva personalidad capaz de afrontar dicha situación. Si se tiene éxito, la persona irá generando nuevas personalidades a lo largo de su existencia según las circunstancias y necesidades.
Y 2: aunque las personalidades surgen según la necesidad, siempre existe una personalidad, que no ha de ser necesariamente la original, que manda sobre el resto.
Generalmente, las películas sobre personalidad múltiple siempre han sido tachadas de complicadas, liosas, difíciles de entender o de seguir, etc. por el hecho de los cambios de personalidad del personaje que los padece durante el film. Pues bien, “Múltiple” se presenta como el caso de una persona con 23 personalidades, pero no os asustéis, de estas solo aparecen 6 o 7 durante el film y es bastante sencillita de seguirle el hilo. Vamos, que si no la entiendes, dedícate a ver películas de Pajares y Esteso.
Si se hace un análisis más profundo de la película, lo de la personalidad múltiple es solo una manera más, un gancho original, para abordar el verdadero (y manido) tema: el sufrimiento humano ocasionado por los abusos del poderoso frente al débil y la incomprensión de este sufrimiento/trastorno por parte del resto de personas. Pero el espectáculo manda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En "Múltiple", este sufrimiento e incomprensión son malentendidos y tergiversados por el protagonista traduciéndose en la creación del convencimiento de que los seres que han padecido abusos, dolor, sufrimiento... son seres puros y más evolucionados, mientras que los que no los han padecido son impuros e inferiores. Finalmente, el sufrimiento se convertirá en odio hacia los que no lo han padecido y provocará la creación de una personalidad final, la más fuerte y violenta, que se encargará de vengarse de todos ellos.
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