Nunca tendrá perdón artístico el haber publicado este filme, totalmente prescindible, que no agrega absolutamente nada positivo a la superlativa saga, las únicas explicaciones plausibles son el afán por ganar algo de pasta y la pretensión de lanzar como actriz a Sofía Coppola, cuya única actuación solvente de su vida fue cuando se le filmó recién nacida en el papel del bebé de Connie Corleone y Carlo Rizzi en El Padrino I.
Todo aquí es prescindible: la trama, los personajes y el desenlace.
Pero además, no sé si intencionalmente, se echa por tierra el rol de Don de Michael, ya bastante baldado al final de la segunda parte de la saga, con el horrible asesinato de Fredo, el más inútil, trágico e innecesario de los crímenes atribuíbles al Don; bastaba con el impactante final de la segunda parte, con un Michael solo enfrentado a la vida pasada de la juventud en la aparición sorprendente de sus hermanos.
Esta tercera parte nos presenta a un Don Michael exageradamente degradado en lo físico, si entre el derrocamiento de BAtista (1959) que es la referencia cronológica de la segunda parte, y las muertes de los papas Pablo VI y Juan Pablo I (1978), que es su equivalente de la tercera parte, transcurren 18 años, en la tercera parte el Don está excesivamente acabado, como bien señala alguien en este foro, parece que le hubieran caído encima no 20, sino 40 años.
Además su rol de verdadero Don se resiente de la excesiva influencia que le concede a la arpía Connie, quien nunca pasó de ser una histérica mal follada y después se metaforsea en una vieja bruja con demasiada influencia en las instancias de poder de la familia.
Andy García no calza para nada los puntos para suceder a ninguno de los grandes protagonistas de las Partes I y II, si hubiese tenido la edad suficiente para participar en estas obras gigantes no hubiese pasado de interpretar alguno de los "soldados" de los caporegimi Tessio y Clemenza, o alguno de los matones secundarios de Don Barzini.