El posible espectador se encontrará una película con buenos diálogos, una trama medianamente creíble y un Tom Cruise que hace un buen papel. Pero para la desgracia del espectador todo lo mencionado anteriormente se evapora para dejar paso a la trama previsible y el final políticamente correcto. Y es a partir de ahí, de su final, cuando la película empieza a ir cuesta abajo, con situaciones inverosímiles y bastante absurdas, y es que después de más de 1 hora de buena película encontrarse con semejante esperpéntico final provoca que el mal humor del espectador alcance su máximo nivel.