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Documental

6.2
117
8
31 de marzo de 2024
31 de marzo de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel Summers (Sevilla, 1935 – loc. cit. 1993) fue un director de cine y televisión, guionista, productor, actor y humorista gráfico en prensa escrita, entre otras profesiones. Su obra como creador audiovisual abarca casi tres decenios, de 1963 a 1991. Su figura tiene sin embargo perfiles propios que hacen de su filmografía una "rara avis" difícilmente encuadrable en ningún movimiento o fenómeno cinematográfico. Hombre de prodigiosa torrencialidad creativa y de rebeldía innata, se las tuvo tiesas con la Censura del régimen franquista y después con el gobierno de Felipe González, además de arruinarse y enriquecerse varias veces con sus películas, en una continua montaña rusa económica que probablemente no tiene parangón en el cine español.
Miguel Olid (Sevilla, 1965) es doctor "cum laude" en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla, en la especialidad de Historia del Cine, ha dirigido varios films, mayormente en formato de cortometraje, ha escrito un puñado de libros sobre cine, publicado artículos sobre temas audiovisuales en periódicos de tan distinta laya como El país y ABC, trabajado en Canal Sur Radio y Televisión, donde mantiene desde hace años un programa radiofónico titulado “Andalucía y el Cine”, y da clases en la universidad en la que se graduó. Miguel es persona polifacética con una capacidad para el trabajo casi tan grande como su tenacidad en los temas a los que se dedica absolutamente. Hizo su tesis doctoral sobre Eduardo García Maroto, aunque a instancias de Rafael Utrera Macías, que se la dirigió, puso sus ojos en la figura de Summers, y desde 2015 se ha consagrado a saberlo todo del cineasta sevillano y a reivindicar su figura, sepultada por los siempre absurdos sectarismos ideológicos que sufrió por su insobornable independencia, por decir exactamente lo que se le antojaba, sin mirar si era conveniente o no para él.
"Summers el rebelde" es un documental en el que, a nuestro entender, Olid ha sabido plasmar la esencia del cineasta sevillano, a la par que ha conseguido hacer una obra propia y personal. Aunque con un esquema inicial de documental clásico, con entrevistas a personas que le conocieron alternándose con muestras de la filmografía del personaje biografiado, Miguel introduce algunos elementos muy interesantes: uno sería la inclusión entre los entrevistados de un "personaje" que actúa a la manera de abogado del diablo, alguien que, en contra de la generalidad del resto de personas que hablan sobre Summers, tiene una postura radicalmente en contra del polifacético artista andaluz. Ese “personaje” es el crítico Mirito Torreiro, profesor universitario, colaborador habitual de medios de prensa escrita y digital, ciertamente un peso pesado de la crítica española.
Mirito está en el documental por expreso deseo de Miguel, que quería que no todo fueran parabienes para Summers, porque no buscaba la hagiografía sino el contraste de pareceres. Aún así, las palabras de Torreiro pronto se ve que están guiadas más por la animadversión personal que por una auténtica y razonada postura sobre una obra artística: visto y oído lo que dice Mirito, es evidente que Summers le caía gordo, y no se corta un pelo. Pero eso, que podría parecer un tiro por la culata para Olid como creador del documental, en realidad es, como decimos, un acierto, porque permite apreciar a ese sector de la crítica (y no solo de la crítica) que, en su momento, cuando Summers hacía su cine, tenía anteojeras ideológicas contra él, hacían prevalecer sus prejuicios políticos sobre la figura de un cineasta que hizo siempre lo que quiso, y que, en contra de lo que dice el propio Mirito en su libelo contra Summers, nunca pudo sentirse con red de seguridad por haber sido su padre alto cargo del régimen franquista: que se lo digan si no cuando estuvo a punto de ir a la cárcel por el "grave delito" de publicar en prensa un dibujo anticlerical.
Entre los entrevistados hay gente de toda laya; además de Mirito, que hace de Pepito Grillo (permítannos la broma: de Mirito Grillo...), están entre otros los directores José Luis Garci y Fernando Trueba, el crítico y novelista sevillano José Luis Ordóñez, el productor José Antonio Sáinz de Vicuña, el director de fotografía Tote Trenas, los periodistas Luis María Anson y Ángel Pérez Guerra, y sus familiares David (hijo) y Guillermo Summers (hermano), que además fueron colaboradores de Manuel en varias de sus películas; además de Beatriz Galbó, actriz en varios de sus films, aparte de su compañera sentimental durante dos décadas.
El conjunto es válido y muy interesante, una mirada evidentemente pro-Summers, reivindicando su figura, pero sin esconder sus aspectos más controvertidos, como sus a veces muy polémicas opiniones, en las muchas declaraciones ante una cámara que el cineasta hizo a lo largo de su vida profesional, en las que nunca tuvo pelos en la lengua. Por poner algún pero al documental, hubiéramos echado en falta algo más de tiempo en pantalla de las viñetas humorísticas de Summers, con frecuencia retiradas demasiado pronto, sin dar tiempo a leer los “bocadillos” y, con ello, entender la gracia sandunguera, con frecuencia “destroyer”, ácrata, casi nihilista, de este “gamberro”, como lo llaman varios de los entrevistados, un “gamberro” que hizo de su vida y de su obra algo que ya le gustaría poder decir a la inmensa mayoría del género humano: vivió como le dio la gana, creó su obra artística como le pareció oportuno, habló con una libertad como muy poca gente lo ha hecho.
Buen producto audiovisual, entonces, que reivindica (con sus matices: para vida de santos ya están otras películas...) la figura de uno de esos hombres realmente extraordinarios que, de puro heterodoxo, de puro iconoclasta, es incómodo para todos, porque no se presta a ser incluido en esas etiquetas que críticos e historiadores manejan, manejamos, para hacer más fácil, más sencilla (también más elemental...) la clasificación de los artistas.
Enrique Colmena (Criticalia)
Miguel Olid (Sevilla, 1965) es doctor "cum laude" en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla, en la especialidad de Historia del Cine, ha dirigido varios films, mayormente en formato de cortometraje, ha escrito un puñado de libros sobre cine, publicado artículos sobre temas audiovisuales en periódicos de tan distinta laya como El país y ABC, trabajado en Canal Sur Radio y Televisión, donde mantiene desde hace años un programa radiofónico titulado “Andalucía y el Cine”, y da clases en la universidad en la que se graduó. Miguel es persona polifacética con una capacidad para el trabajo casi tan grande como su tenacidad en los temas a los que se dedica absolutamente. Hizo su tesis doctoral sobre Eduardo García Maroto, aunque a instancias de Rafael Utrera Macías, que se la dirigió, puso sus ojos en la figura de Summers, y desde 2015 se ha consagrado a saberlo todo del cineasta sevillano y a reivindicar su figura, sepultada por los siempre absurdos sectarismos ideológicos que sufrió por su insobornable independencia, por decir exactamente lo que se le antojaba, sin mirar si era conveniente o no para él.
"Summers el rebelde" es un documental en el que, a nuestro entender, Olid ha sabido plasmar la esencia del cineasta sevillano, a la par que ha conseguido hacer una obra propia y personal. Aunque con un esquema inicial de documental clásico, con entrevistas a personas que le conocieron alternándose con muestras de la filmografía del personaje biografiado, Miguel introduce algunos elementos muy interesantes: uno sería la inclusión entre los entrevistados de un "personaje" que actúa a la manera de abogado del diablo, alguien que, en contra de la generalidad del resto de personas que hablan sobre Summers, tiene una postura radicalmente en contra del polifacético artista andaluz. Ese “personaje” es el crítico Mirito Torreiro, profesor universitario, colaborador habitual de medios de prensa escrita y digital, ciertamente un peso pesado de la crítica española.
Mirito está en el documental por expreso deseo de Miguel, que quería que no todo fueran parabienes para Summers, porque no buscaba la hagiografía sino el contraste de pareceres. Aún así, las palabras de Torreiro pronto se ve que están guiadas más por la animadversión personal que por una auténtica y razonada postura sobre una obra artística: visto y oído lo que dice Mirito, es evidente que Summers le caía gordo, y no se corta un pelo. Pero eso, que podría parecer un tiro por la culata para Olid como creador del documental, en realidad es, como decimos, un acierto, porque permite apreciar a ese sector de la crítica (y no solo de la crítica) que, en su momento, cuando Summers hacía su cine, tenía anteojeras ideológicas contra él, hacían prevalecer sus prejuicios políticos sobre la figura de un cineasta que hizo siempre lo que quiso, y que, en contra de lo que dice el propio Mirito en su libelo contra Summers, nunca pudo sentirse con red de seguridad por haber sido su padre alto cargo del régimen franquista: que se lo digan si no cuando estuvo a punto de ir a la cárcel por el "grave delito" de publicar en prensa un dibujo anticlerical.
Entre los entrevistados hay gente de toda laya; además de Mirito, que hace de Pepito Grillo (permítannos la broma: de Mirito Grillo...), están entre otros los directores José Luis Garci y Fernando Trueba, el crítico y novelista sevillano José Luis Ordóñez, el productor José Antonio Sáinz de Vicuña, el director de fotografía Tote Trenas, los periodistas Luis María Anson y Ángel Pérez Guerra, y sus familiares David (hijo) y Guillermo Summers (hermano), que además fueron colaboradores de Manuel en varias de sus películas; además de Beatriz Galbó, actriz en varios de sus films, aparte de su compañera sentimental durante dos décadas.
El conjunto es válido y muy interesante, una mirada evidentemente pro-Summers, reivindicando su figura, pero sin esconder sus aspectos más controvertidos, como sus a veces muy polémicas opiniones, en las muchas declaraciones ante una cámara que el cineasta hizo a lo largo de su vida profesional, en las que nunca tuvo pelos en la lengua. Por poner algún pero al documental, hubiéramos echado en falta algo más de tiempo en pantalla de las viñetas humorísticas de Summers, con frecuencia retiradas demasiado pronto, sin dar tiempo a leer los “bocadillos” y, con ello, entender la gracia sandunguera, con frecuencia “destroyer”, ácrata, casi nihilista, de este “gamberro”, como lo llaman varios de los entrevistados, un “gamberro” que hizo de su vida y de su obra algo que ya le gustaría poder decir a la inmensa mayoría del género humano: vivió como le dio la gana, creó su obra artística como le pareció oportuno, habló con una libertad como muy poca gente lo ha hecho.
Buen producto audiovisual, entonces, que reivindica (con sus matices: para vida de santos ya están otras películas...) la figura de uno de esos hombres realmente extraordinarios que, de puro heterodoxo, de puro iconoclasta, es incómodo para todos, porque no se presta a ser incluido en esas etiquetas que críticos e historiadores manejan, manejamos, para hacer más fácil, más sencilla (también más elemental...) la clasificación de los artistas.
Enrique Colmena (Criticalia)
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