Es una lástima que un buen guión, como es el final de Billy el niño, se utilice para hacer una película aburrida y larga como ésta. Vale que el género del western necesitara una renovación, vale que la banda sonora es de Bob Dylan, vale que Sam Peckinpah es un genio.., pero el resultado es un petardo.
Kris Kristofferson las enamora con su sonrisa, pero poco más. Como actor tiene pocos recursos y hubiera sido mejor que se dedicara al country y dejara el cine para los profesionales (como James Coburn).
Y qué decir de Bob Dylan? No creo que haga falta decir nada, cualquiera se da cuenta de que en el pack de la banda sonora se incluía el papelito.
Y a propósito de la banda sonora, creo que se podría haber elegido mejor, no porque no me guste Bob Dylan (todo lo contrario), sino porque no tiene coherencia ni oportunidad. La banda sonora debe de estar supeditada a la acción, debe de ayudar a crear el clima adecuado en cada momento para que las imágenes causen mayor impacto en el espectador. Sin embargo aquí la música no pega ni con cola. Salvo en contadas escenas en que la guitarra acústica y la melancólica voz de Bob Dylan inspiran ese sentimiento, en la mayoría de las escenas se echa en falta un tema que produzca tensión, intriga o miedo, dependiendo de cada momento del film.
Las escenas tienden a ser hieráticas, a veces da la impresión que estamos contemplando una tragedia griega y los diálogos enrevesados, pretenciosos y a menudo inconexos.
Qué queremos? Acción! Y cuando la queremos? Ahora!!!
Así que me voy a ver una de Sergio Leone. Ala!

Lo mejor de esta película es el final, más que nada porque se acaba. Mel Gibson horrible, sobreactuando como nos tiene acostumbrados últimamente, y repartiendo mamporros a diestro y siniestro como un diablo de Tasmania borracho.
Y la verdad es que la historia promete, pero el desarrollo deja mucho que desear.
La duración es excesiva, se hace larga y a ratos aburrida, y la historia de amor imposible no conmueve a nadie.
Lo dicho: lo mejor es cuando se acaba.