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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Desaparecido (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2016
7.7
3,821
Animación
9
20 de marzo de 2016
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de ver el supuesto último capítulo, no he podido evitar la tentación de dar mi opinión sobre este anime del que pronto leeré el manga de Kei Sanabe en el que se basa. Sus virtudes, para mí, son muchas: personajes interesantes cuyas interacciones resultan aún más interesantes, una elegante puesta en escena, un ritmo estupendo y una bella banda sonora. Todo para enmarcar una historia a priori no muy original pero que se desarrolla de forma valiente y más atrevida de lo habitual hasta el punto de que se desmarca de sus referentes y adquiere personalidad propia.

El punto de partida como ya digo no es algo novedoso y hay bastantes obras que beben de la misma idea o de otras muy similares. Animes como la magnífica Steins;Gate o el largometraje Toki o Kakeru Shōjo (en el que trabajó el propio Tomohiko Ito) ya abordaban la idea de un/a protagonista con la capacidad de volver al pasado para desfacer entuertos. Sin embargo, en el anime que nos ocupa ese elemento se emplea sólo como punto de partida y excusa para desarrollar una trama que poco o nada tiene que ver con los viajes en el tiempo de forma literal. Aquí se nos habla de otra cosa, de las relaciones paterno-filiales, de abandonar la infancia y de algunos temas más peliagudos que pocos se atreven a abordar (y que no mencionaré aquí por no spoilear básicamente). Con un pulso y un tono bien medidos, sin dejar que el melodrama se apodere de la función en ningún momento, Boku Dake Ga Inai Machi hace uso del tacto y el sutil sentido del humor que pueden encontrarse en obras maestras como Paranoia Agent, Colorful o Mahō Shōjo Madoka Magika.

En resumen, un gran anime que derrocha emoción y sensibilidad por los cuatro costados, prescinde del relleno, engancha desde su primer capítulo y nos obsequia con una animación muy buena (algo de apreciar tal y como está la industria del anime ahora mismo) y una banda sonora de aúpa.

9/10
27 de mayo de 2017
38 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que se puede decir de este producto prefabricado es que es deshonesto y manipulador. Pretender colgarse la medalla de la concienciación social y el acto pionero de hablar de una problemática seria en este formato es algo que no cuadra con la superficialidad impostada de lo que realmente es un melodrama para adolescentes emocionalmente sugestionables.

Siguiendo a línea de cosas como Crepúsculo o Melrose Place, nos presentan a un reparto de veinteañeros (treintañeros en algunos casos) que estarían más ubicados desfilando en una pasarela de moda que pateando los pasillos de un instituto de anuncio de Tommy Hilfiger. Durante 13 soporíferas horas de metraje les vemos deambular por las mismas escenas y situaciones forzadas, soltando frases ácidas y elocuentes, poniendo cara de intensos. Pero nunca llegamos a saber nada acerca de ellos ni de sus sentimientos. Los guionistas están convencidos de que con mostrarnos sus respectivos domicilios con progenitores ausentes (de la pantalla nada más) y hacerles espetar cuatro frases de telenovela ya es suficiente para hacerlos creíbles.

El resto de sus esfuerzos los gastan en escenitas lacrimógenas a base de caras idem y música escogida al azar de alguna lista de las que te ofrece spotify si escribes "teen angst" en su buscador. Eso y dos capazos de morbo y violencia injustificada en una larga serie de catastróficas desdichas bastante rebuscadas.

Todo ello para hablarnos, supuestamente, del bullying, los problemas emocionales de la adolescencia y la depresión en que desembocan muchos casos. Eso sí, sin que nada de eso haga acto de presencia en la historia por ningún lado. La protagonista hace gala de un comportamiento inusitadamente retorcido e incoherente, buscando meterse en situaciones en las que ser vejada para luego victimizarse, maltratar a su vez a los demás y terminar suicidándose simplemente por venganza.

Si esta es la forma en la que los de Netflix (cuyo co-fundador es pariente de Freud y sobrino nieto de Edward Bernays) creen que debe tratarse un problema que va en aumento estamos apañados. Plasmar el suicido adolescente como una cuestión caprichosa y casual es la peor forma en la que se puede encarar el asunto y la cosa sólo empeora cuando se recubre de una pátina de frivolidad que se hace pasar por pretendida seriedad.

Algunas de las burradas a continuación:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hannah Baker, a pesar de ser envidiablemente atractiva, inteligente, con facilidad para hacer amigos y tener unos padres atentos y cariñosos, se victimiza constantemente, desprecia a los demás (incluyendo a los que la tratan bien) y se humilla ella sola poniéndose en situaciones claramente dañinas ("he perdido la pasta de mis padres, voy a casa del violador de mi amiga a meterme en bragas en su jacuzzi a ver qué pasa"). Decide entonces suicidarse como colofón a un elaborado y retorcido plan de venganza contra aquellos que no actuaron como ella esperaba.

Sus compañeros, por otro lado, parecen tener todos sus propios problemas. Digo parece porque apenas se nos muestran ni se nos habla de ellos. Hemos de asumir que son así por capricho y que sus comportamientos no tienen ningún tipo de trasfondo:

Alex se pega un tiro porque tiene un padre policía autoritario (al que vemos dos veces) y un treintañero (al que vemos tres veces) se mete con él en los pasillos del insti. Justin es un gallito porque su madre se droga y se tira a camellos que le usan de felpudo. Zach es así porque sus padres tienen mucha pasta. Tyler hace fotos a todos para sacar partido a su equipo digno de un reportero de National Geographic. Jessica es una zorra porque la han mimado mucho. Courtney es otra zorra porque no quiere salir del armario para proteger a sus padres gays. Tony es gay católico, tiene mucho tiempo libre y también padre autoritario (al parecer, porque sólo sale una vez) y Bryce viola porque tiene una casa muy grande y nadie le vigila...

Y por encima de todo esto, un rebaño de adultos planos y sin mácula que no se enteran de nada porque están ofuscados en sus propios asuntos, sean cuales sean, y cuya presencia en la trama es realmente anecdótica, a pesar de la supuesta relevancia que tienen en el devenir de los acontecimientos.

Todo envuelto en una cuidada estética ochentera que ya huele un poco y preparadito para una segunda temporada de más líos inverosímiles, morbo barato y dos capazos de pop-rock indie para amenizar. Y todo con el beneplácito de la crítica, que parece saber tanto de los adolescentes como el psicólogo de este más que improbable instituto a la americana montado a base de cochazos, fiestones, silicona y batidos de proteinas.

Lástima de 13 horas, no volveré a picar.
26 de noviembre de 2012
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Básicamente eso resume lo que es la película: un agujero de guión que no dice nada.

Curiosamente en su primera escena ya nos anticipan, como si fuese una broma sin gracia, lo que podemos esperar del resto del metraje: una feria. Una de esas férias sórdidas y decadentes en las que atracciones como El Tren De La Bruja arrancan unos cuantos sustos tontos a los niños pequeños. Y de sustos de esos está llena la cinta.

Teniendo en bandeja la oportunidad de crear algo interesante y con personalidad que se distancie de los fiascos de este género llegados de Hollywood, resulta triste ver como la codicia se lleva por delante hasta el más mínimo rastro de cine propiamente dicho.

No contenta con mearse a la vez en la película original de Christophe Gans (una maravilla al lado de esta) y en el 3er juego de la saga (una obra de arte en sí misma), esta secuela nos castiga con un guión absurdamente infantil.

Los detalles en el spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Ritmo totalmente acelerado. Ni se crea atmósfera, ni te permite sumergirte en la ambientación, ni asimilar lo que van vomitando los "personajes".

- Personajes que ni siquiera son tales. A excepción de la sufrida protagonista (con unos cambios de actitud descacharrantes) y de su desorientado acompañante, el resto tienen reservado 1 minuto de metraje para aparecer, soltar un diálogo explicativo que aclare la supuesta trama y desaparecer sin dejar rastro.

- El nivel de cutrez también es alarmante. De acuerdo con que esta película cuenta "sólo" con 20 millones en lugar de los 50 de la primera, pero se dilapidan de forma absurda en un innecesario 3D y una sobresaturación de efectos CGI. Y para los decorados no queda nada: parecen sacados de un parque temático en construcción. Y pensar que cosas como El Laberinto Del Fauno se han hecho con 7 millones...

- La total incoherencia de la trama. Lo que en el juego era ambiguo pero coherente, aquí se vuelve un sinsentido arbitrario ahogado en palabrería forzada.

- La música de Akira Yamaoka ha sido despedazada por Jeff Danna y convertida en una repetición constante de los mismos samples remezclados como si fuera un disco de Marilyn Manson.

No le pongo un 1 porque los actores se esfuerzan por sostener el despropósito, aunque todo caiga en saco roto.

En definitiva, una película que, como el carrusel en el que se encuentran Heather y Alessa, da muchas vueltas, muy rápido y no va a ninguna parte. La cosa es que después de haber visto Deathwatch, del mismo director, parecía que el tipo era capaz de estar a la altura.
Pero han preferido acercarse a los abortos de Paul W. S. Anderson y Uwe Boll para hacer taquilla. Por suerte no lo han conseguido.
The Imagineering Story (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2019
7.7
450
Documental, Intervenciones de: Walt Disney, John Lasseter, Bob Iger ...
7
19 de mayo de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este más que notable "documental" acerca de la ingeniería que hay detrás del primer fabricante de entretenimiento masivo del mundo está dirigido por la nieta de Ub Iwerks, creador de Mickey Mouse y habitualmente único animador de sus primeros cortos (se dice que podía parir 700 dibujos diarios bajo el látigo de Walt).

Mediante un uso inteligentísimo de ingentes cantidades de material de archivo (en muchos casos inédito) y un amplio abanico de entrevistas de postín, los seis episodios nos trasladan en orden cronológico al periplo de la compañía en su gesta por monopolizar el imaginario colectivo de las sociedades industriales. Como por arte de "magia", Disney aplana, pavimenta, edifica y colorea el paisaje de ensueño que aquel visionario tenía en mente desde que empezó a hartarse de tener que lidiar con animadores en huelga.

En una de las múltiples grabaciones, el fundador de este imperio barroco y excesivo afirma que para él los largometrajes de animación como Blancanieves eran algo muerto e inerte, cuya realidad ansiaba trasladar a nuestro mundo para transformarla en algo vivo y perdurable. Décadas después sus ingenieros levantan un colosal Árbol de la Vida en el centro de uno de sus parques, hecho completamente de acero, cemento y fibra de vidrio.

Como sus propios allegados y herederos reconocen, Disney vivía con un pie en el pasado y otro en el futuro (puede que por esa razón sintiese que el presente no dejaba de tocarle los huevos), aferrado a las imágenes y ambientes de su infancia al tiempo que deliraba con visiones de ciencia-ficción en las que la tecnología sin freno acabaría por llevar a la sociedad a un paraíso de progreso ilimitado y felicidad perenne (tal vez por ello pasó sus últimos meses de vida viviendo en Main Street, aunque este detalle se omita de la narración). No es casualidad que una frase de Ayn Rand adorne la entrada a EPCOT, la utopia individualista y bien ordenada que pretendía servir de plantilla al conjunto de la civilización.

Y aunque muchas de sus pretensiones se han quedado a medio camino, no se puede negar que el ejército de asalariados y maquinaria de que dispone a día de hoy este conglomerado (cuyos activos sobrepasan el PIB de varios países enteros y cuya influencia es palpable en las legislaciones de otros tantos) ha logrado alterar de manera profunda nuestra visión del mundo y nuestras expectativas vitales. Aunque muchos ya no creemos en la "felicidad" plastificada que pregonan y venden, seguimos ansiando el Edén prometido y estamos dispuestos a pagar lo que sea por una entrada a ese recinto masificado y postizo (que no escatima a la hora de falsificar entornos, nótese el esfuerzo puesto en simular una aldea africana "sin recursos" en el parque zoológico añadiendo todas las capas de pintura de envejecimiento y suciedad necesarias y recurriendo exactamente a lo contrario a la hora de representar la edad dorada de América). Porque una vez traspasado el umbral, tenemos a nuestra disposición a un rebaño de sirvientes sonrientes que nos cantan y nos invitan a un colorido festín como el que Lumiere y los demás criados del castillo obsequiaban a Bella por su cara bonita.

Y mientras el mundo real se desmorona fuera de esos muros de fantasía, un montón de disfraces afelpados, montañas rusas, animatronics, hologramas y fuegos artificiales nos protegen de terremotos, hambrunas y epidemias. Aunque el aforo sea limitado no hay de qué preocuparse, pues estas arcas de salvación llegan ya a (casi) todos los continentes y su mensaje ha alcanzado cada rincón (desarrollado) del globo, tamizando las culturas y valores locales en una versión mejorada y aumentada de perpetuo escapismo edulcorado. Eso sí, aunque se invite al público a comportarse como niños malcriados, sepa que los propios empresarios tras la cortina piensan que es usted una insaciable y exigente máquina de engullir experiencias cuya voracidad ha de ser apaciguada y alimentada simultáneamente.

Por lo demás, un documental más relevante de lo que parece, puesto que sirve de testimonio y documento histórico a la ideología sobre la que se levanta USA y que nos ha llevado a las circunstancias actuales. Lo único achacable al margen de su evidente distorsión de los hechos en pos de una versión amable de lo sucedido, es que en su último episodio se abandona por completo al publi-reportaje y se limita a exhibir la colección de propiedades intelectuales que la compañía acumula a día de hoy. La creatividad e innovación de que alardean constantemente queda sometida a las modas del momento dictadas por la métrica de las redes sociales (a saber si Walt predijo también eso).

P.D. Supongo que en el parque de Shangai no habrá referencia alguna a Winnie-the-Pooh, puesto que Xi Jinping no tolera bromas con su persona a pesar de que, según Bob Iger, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción al saber que China tendría parque Disney.
3 de abril de 2017
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que, a pesar de que estoy bien familiarizado con el material original, mi expectativa en ningún caso era la de ver una representación fiel del mismo. El manga de Masamune Shirow ha sido reinterpretado incontables veces en diversas películas y series. Si Oshii y Kamiyama pudieron hacer su versión, Rupert Sanders estaba en su mismo derecho de hacer lo propio. El problema estriba en que aquellos tenían la intención de contar algo (y vaya si lo lograron) y el director de Snow White and the Huntsman no. Ni él ni su docena de ineptos guionistas.

También tengo más que claro que no es comercialmente viable el invertir 110 millones en un PRODUCTO que se maneje tranquilamente con temas filosóficos, metafísicos, socio-políticos y demás al tiempo que coquetea con la pornografía y el gore estilizado. Hacerla accesible al gran público era una necesidad para evitar descalabros como el que sufrió en su día Blade Runner.

Sin embargo, no había razón alguna para reducirla a una loncha de queso mal gratinado, mojigata, cobarde e infantil. The Matrix (deudora de esta misma obra) supuso en su día un esfuerzo comercial equivalente y ello no le impidió atreverse a transgredir los límites de Hollywood, presentar una trama interesante y colgarse de paso una calificación R (+18) para no tener que andarse tapando sangre y desnudos. Y la recompensa fue un tremendo éxito en taquilla y su correspondiente fenómeno fan (responsable de sus nefastas secuelas).

Aquí, en cambio, se nos presenta una historia pobre, plagada de clichés torpes, diálogo explicativo a capazos y mucha cobardía en todos los aspectos no relacionados con sus despampanantes efectos visuales. Los actores se esfuerzan y no desentonan en sus papeles (incluida la protagonista, que realiza un trabajo más que notable), la fotografía hace lucir el conjunto y el fanservice se encarga de intentar tapar los agujeros sin éxito. El resultado es una película aburrida, sin sustancia, pobremente dirigida, peor escrita, carente de ritmo y cuyas escenas de acción (el principal atractivo a priori de este tipo de cintas) están ejecutadas con torpeza supina y editadas de la peor forma imaginable.

LO MEJOR:
- el reparto (incluido Kitano, al que habría que haber sacado más partido y utilizarlo para dar algo de humor al conjunto)
- el diseño de producción, muy cuidado
- la fotografía y sus juegos con el color

LO PEOR:
- trama absurda, hueca y predecible; personajes planos y/o desaprovechados
- diálogos pensados para niños de parvulario
- dirección errática y convencional
- abuso del CGI en ciertos momentos, nada bien resueltos
- banda sonora insulsa y sin fuerza (el tema de Kenji Kawai ha sido desperdiciado)
- la censura descarada y la mojigatería, suprimiendo incluso cosas que estaban en los trailers

En definitiva, no es una oportunidad perdida por apartarse de la obra en que se basa.
Lo es porque se trata de una pésima película que deja indiferente al salir de la sala.
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