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Críticas ordenadas por utilidad
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8.0
51,411
5
1 de marzo de 2016
1 de marzo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos un grupo de amigos que deja atrás la juventud para adentrarse del modo más cruel en la edad adulta. Pero estos actores ya son talluditos, lo que será un lastre para la historia. En los setenta esos hombretones deberían ser los primos mayores de los soldados del Vietnam. Por otra parte, tenemos el personaje de Streep, que es un quiero y no puedo, no percibo la angustia de la mujer que espera a que el soldado regrese del frente, no veo en ningún momento a esa chica que sueña con Nick, y que quiere maternalmente a Mike. Tampoco está conseguido el choque (y sé que nos lo quieren mostrar), del soldado con la cotidianeidad. El vacío, la falta de identidad del soldado cuando vuelve a casa, (que tan bien se nos muestra en “Acorralado”), o el abismo que hay entre el soldado que viene y la mujer que recibe, entre el que no entiende que ella quiera comprender lo que él sabe imposible de explicar, (que clavan en “Testamento de Juventud”, por ejemplo). Aquí es todo pretensión caída en saco roto. Todo ello hace de Mike un personaje inconsistente, sobre el que gira la historia, en detrimento de otros personajes, como el de Nick, más interesante y conseguido, pero desaprovechado. Nos privan de ver su recorrido emocional, mostrándonos sólo el resultado en un final decepcionante, (ver spoiler).
En definitiva, la película se hace larga y no consigue mantener la tensión narrativa, tiene picos de emotividad, el resto es aburrimiento que termina en hastío. Aspira a que el espectador quiera a los personajes, se emocione con ellos y se llene de nostalgia, pero no cuaja. Sin embargo, merece la pena ver a Streep y Cazale juntos, en la última película de él, ya enfermo. Sus escenas fueron rodadas en primer lugar en previsión del fatal desenlace, aunque De Niro tuvo que mediar con los aseguradores y comprometerse a correr con los gastos en el caso de que no llegara a término. Llegó, y nos ha quedado todo un documento de la verdadera historia de amor que esconde esta película, la de Meryl Streep y John Cazale. Al Pacino, su gran amigo, dijo: “no he visto casi nadie tan devoto a alguien que está muriendo", "verla en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable”.
En definitiva, la película se hace larga y no consigue mantener la tensión narrativa, tiene picos de emotividad, el resto es aburrimiento que termina en hastío. Aspira a que el espectador quiera a los personajes, se emocione con ellos y se llene de nostalgia, pero no cuaja. Sin embargo, merece la pena ver a Streep y Cazale juntos, en la última película de él, ya enfermo. Sus escenas fueron rodadas en primer lugar en previsión del fatal desenlace, aunque De Niro tuvo que mediar con los aseguradores y comprometerse a correr con los gastos en el caso de que no llegara a término. Llegó, y nos ha quedado todo un documento de la verdadera historia de amor que esconde esta película, la de Meryl Streep y John Cazale. Al Pacino, su gran amigo, dijo: “no he visto casi nadie tan devoto a alguien que está muriendo", "verla en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El ansia de Nick por encontrar la muerte no se desarrolla, se nos fuerza a intuirla con un desenlace de lo más rocambolesco: es imposible que Nick sobreviva siquiera un tiempo a ese juego, y muy forzado que precisamente le toque la bala cuando juega con Mike. No hay por dónde cogerlo. Aunque a esas alturas de película ya importa poco, te das por satisfecho con que muera alguien y cierren de una vez la historia.

6.2
9,045
5
10 de abril de 2016
10 de abril de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carpenter nos envuelve con su niebla y nos aprisiona en una especie de cuento sobre maldiciones y pueblecitos marineros. Antes de verla estaba convencida que sería la niebla la que hiciera las fechorías, y no los espectros camuflados en ella, era una idea que me entusiasmaba y me resultaba de lo más sugestiva. Así que cuando he visto las oscuras figuras con las hoces la cosa ha perdido mucho del atractivo esperado.
De todas formas, resulta inquietante y el encanto no se lo quita nadie. Es un placer dejarse llevar y sentir, oler incluso, esa niebla resplandeciente que avanza sin piedad sobre los personajes. Sin prisas pero sin pausas, la historia, como la niebla, avanza hasta llegar a un tramo final que pretende verse poderoso. Pero confieso que a mí no me lo ha parecido, me ha dejado un poco fría, sin ese climax para el que todo parecía dispuesto.
Es correcta y cumple, aunque sepa a poco.
De todas formas, resulta inquietante y el encanto no se lo quita nadie. Es un placer dejarse llevar y sentir, oler incluso, esa niebla resplandeciente que avanza sin piedad sobre los personajes. Sin prisas pero sin pausas, la historia, como la niebla, avanza hasta llegar a un tramo final que pretende verse poderoso. Pero confieso que a mí no me lo ha parecido, me ha dejado un poco fría, sin ese climax para el que todo parecía dispuesto.
Es correcta y cumple, aunque sepa a poco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena de la cruz de oro es un poco cutre y está cogida con pinzas. El sacerdote no le imprime fuerza a la imagen y los espectros ahí dan penita. Nada que ver con la escena final, que corta la respiración.

8.2
42,669
5
8 de abril de 2016
8 de abril de 2016
15 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arranque es potente, no podemos por menos que acomodarnos en el asiento, todo apunta a que veremos algo grande hoy. Pero una vez se cierran las puertas de la cárcel, el tono cae en picado y no remonta en todo el metraje, lo que parecía iba a ser un drama de altura, queda reducido a comedieta mediocre, costumbrista y plana. Y peor que otras tantas de la época, porque los personajes ni siquiera resultan agradables, (¿por qué se gritan malhumorados todo el tiempo?), aunque los actores logran sacar de ellos lo que no hay, y resuelven la papeleta aportando luz y carisma. Al final, la escena en la que atraviesan el patio quiere recuperar el tono, pero sabe a poco y es ya tarde, el poder de esa imagen clavada en el patio, el sombrero caído, la puerta que se cierra, no basta para remontar lo que ya es un fiasco consumado. A buenas horas, mangas verdes.
Aquí no hay ni alegato contra la pena de muerte, ni crítica al régimen franquista, ni salto sobre la censura, ni humor negro ni ácido, ni mordiente dulce, salá, ni nada de nada. Que una cosa es lo que queremos ver, o lo que nos cuentan que vemos, y otra bien distinta lo que realmente vemos. Es una comedia de enredos con los típicos personajes del cine español de los sesenta, lo mismo le podrían haber hecho verdugo a José Luis que pescador en alta mar, y de igual modo habría reaccionado, y la misma reflexión y el mismo fondo tendría la película: osea, ninguno. Es más, yo que soy firmemente contraria a la pena de muerte, y como diría Victor Hugo, es si acaso una de las pocas convicciones que he mantenido siempre, veo en “El verdugo” una banalización de la misma, que si bien no me ha resultado ofensiva, sí me ha incomodado en algunos momentos.
Las pajas mentales del personal con Berlanga, su verdugo, y este pretendido ejercicio de análisis social y político, sólo se pueden explicar desde la histeria colectiva antifranquista de nuestros días (y creciendo, como sigan así, terminarán ganando la guerra en 2039), y por la obsesión por los señores censores de la dictadura reunidos en oscuros sótanos con el lápiz rojo. Es lógico que la fina y sutil censura de hoy, alimente el recuerdo de aquella burda, paleta e inepta del pasado. Mientras levitamos admirando aquella supuesta valentía y aquellos supuestos elevados alegatos, no los buscamos en el presente, no sea que, como entonces, no los encontremos y nos dé por pensar.
Aquí no hay ni alegato contra la pena de muerte, ni crítica al régimen franquista, ni salto sobre la censura, ni humor negro ni ácido, ni mordiente dulce, salá, ni nada de nada. Que una cosa es lo que queremos ver, o lo que nos cuentan que vemos, y otra bien distinta lo que realmente vemos. Es una comedia de enredos con los típicos personajes del cine español de los sesenta, lo mismo le podrían haber hecho verdugo a José Luis que pescador en alta mar, y de igual modo habría reaccionado, y la misma reflexión y el mismo fondo tendría la película: osea, ninguno. Es más, yo que soy firmemente contraria a la pena de muerte, y como diría Victor Hugo, es si acaso una de las pocas convicciones que he mantenido siempre, veo en “El verdugo” una banalización de la misma, que si bien no me ha resultado ofensiva, sí me ha incomodado en algunos momentos.
Las pajas mentales del personal con Berlanga, su verdugo, y este pretendido ejercicio de análisis social y político, sólo se pueden explicar desde la histeria colectiva antifranquista de nuestros días (y creciendo, como sigan así, terminarán ganando la guerra en 2039), y por la obsesión por los señores censores de la dictadura reunidos en oscuros sótanos con el lápiz rojo. Es lógico que la fina y sutil censura de hoy, alimente el recuerdo de aquella burda, paleta e inepta del pasado. Mientras levitamos admirando aquella supuesta valentía y aquellos supuestos elevados alegatos, no los buscamos en el presente, no sea que, como entonces, no los encontremos y nos dé por pensar.
8
8 de abril de 2016
8 de abril de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable y divertida historia sobre una familia que, bendita (maldita) suerte la suya, es agraciada en un sorteo con un pequeño cordero blanco, al que llamarán “Bolita”. Las peripecias de los niños, el padre y la madre, en vísperas de Navidad por Madrid, al son de un cordero cuyo destino parece escrito, dan para unas risas y agradarán a pequeños y grandes. Es ésta una película sencilla, sin mayores pretensiones, para ver en familia y dejarse llevar.
Tierna, encantadora, graciosa. Si es que lo tiene todo, es incluso gamberra. Con qué descaro se ridiculiza y critica al Ejército, aludiendo incluso al oficial de mayor graduación. ¡En los cincuenta! ¡Jesús, María y José! Qué censura más tonta la de entonces, ¿verdad? ¿Estarían buscando escotes y comunistas y no notaron la patada en los huevos?
Bien en cualquier caso por Juan Antonio Bardem, que no sólo nos hace disfrutar como enanos con las andanzas del borrego y familia, sino que además se permite hacer travesuras entre beeeeeee y beeeeeeeee. Así es imposible resistirse. ¡Larga vida a Bolita y… Felices Pascuas!
Tierna, encantadora, graciosa. Si es que lo tiene todo, es incluso gamberra. Con qué descaro se ridiculiza y critica al Ejército, aludiendo incluso al oficial de mayor graduación. ¡En los cincuenta! ¡Jesús, María y José! Qué censura más tonta la de entonces, ¿verdad? ¿Estarían buscando escotes y comunistas y no notaron la patada en los huevos?
Bien en cualquier caso por Juan Antonio Bardem, que no sólo nos hace disfrutar como enanos con las andanzas del borrego y familia, sino que además se permite hacer travesuras entre beeeeeee y beeeeeeeee. Así es imposible resistirse. ¡Larga vida a Bolita y… Felices Pascuas!

6.8
183,202
9
1 de abril de 2016
1 de abril de 2016
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta escandaloso que con un total de ciento sesenta y pico mil votos Titanic aún disfrute de un aprobado alto en esta página. Ahora que está de moda crear comités y organismos para el seguimiento, vigilancia, de lo que sea, tales como “comité anti violencia contra el boniato en el proceso de cultivo y recolección”, y similares, no estaría de más uno que se ocupara de elevar los oportunos informes sobre películas infames como esta.
Contar una historia de amor clásica en vísperas del siglo veintiuno, tirar de aventuras y épica para insertar en ella y narrar magistralmente el hundimiento del más universal de los barcos, aderezarlo todo con una banda sonora que remueve las entrañas hasta de los iceberg; y no dejar que ni por un instante la emoción, la tensión, la magia, la sensación de estar viendo algo verdaderamente grande, decaigan; y encima, usar el naufragio y cada uno de los personajes, como metáfora para hablar de la dignidad del ser humano, en la vida y en la muerte, sin permitirse ni un atisbo de complacencia (esa de la que tanto hacen uso hoy algunos autores para disfrazar lo que no es más que un narcisismo mal digerido)… Vamos, Cameron, cómo te atreviste. Y encima va el tío y lobotomiza a medio planeta para llevarlo a las salas y así forrarse. Y embruja a los carcas de los Oscar para que le regalen unas cuantas estatuillas, que James tenía por entonces unas baldas vacías en el salón de casa y le hacían falta. Y para colmo, el muy hereje se gasta pastón y medio en rodarla, lo que desvirtúa cualquier mérito según el criterio unánime del nuevo pensamiento, porque como todo el mundo sabe, el dinero todo lo compra, incluso las buenas películas. Si está tirao, señores, con dinero hacer esto de hundir el barquito y tal era coser y cantar, aquello de los directores hundidos en producciones titánicas no es más que una leyenda urbana, no nos engañemos, ja, ja, ja.
Odiemos a Cameron, a Di Caprio, (el muy fantoche), unámonos en el desprecio por las cosas bellas, hundamos de nuevo el Titanic. Amén
Contar una historia de amor clásica en vísperas del siglo veintiuno, tirar de aventuras y épica para insertar en ella y narrar magistralmente el hundimiento del más universal de los barcos, aderezarlo todo con una banda sonora que remueve las entrañas hasta de los iceberg; y no dejar que ni por un instante la emoción, la tensión, la magia, la sensación de estar viendo algo verdaderamente grande, decaigan; y encima, usar el naufragio y cada uno de los personajes, como metáfora para hablar de la dignidad del ser humano, en la vida y en la muerte, sin permitirse ni un atisbo de complacencia (esa de la que tanto hacen uso hoy algunos autores para disfrazar lo que no es más que un narcisismo mal digerido)… Vamos, Cameron, cómo te atreviste. Y encima va el tío y lobotomiza a medio planeta para llevarlo a las salas y así forrarse. Y embruja a los carcas de los Oscar para que le regalen unas cuantas estatuillas, que James tenía por entonces unas baldas vacías en el salón de casa y le hacían falta. Y para colmo, el muy hereje se gasta pastón y medio en rodarla, lo que desvirtúa cualquier mérito según el criterio unánime del nuevo pensamiento, porque como todo el mundo sabe, el dinero todo lo compra, incluso las buenas películas. Si está tirao, señores, con dinero hacer esto de hundir el barquito y tal era coser y cantar, aquello de los directores hundidos en producciones titánicas no es más que una leyenda urbana, no nos engañemos, ja, ja, ja.
Odiemos a Cameron, a Di Caprio, (el muy fantoche), unámonos en el desprecio por las cosas bellas, hundamos de nuevo el Titanic. Amén
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