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6.1
7,312
2
5 de julio de 2024
5 de julio de 2024
42 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La deriva de Lanthimos hacia la devaluación de valores humanos se hace evidente en este deslavazado film. La deconstrucción continuada de todo lo que pueda tener un atisbo de lógica, de coherencia, de empatia en de las relaciones humanas es un "material de derribo" utilísimo para el director griego. Aquí nos ofrece frente a la supuesta relación fallida de la pareja el triángulo y la promiscuidad como alternativa, pero finalmente afirmando que también esa "otra realidad" supone un gigantesco fracaso.
El film es un continuo ejercicio de nihilismo dividido en tres historias interpretadas por los mismos actores con roles diferentes: El relato del "ejecutivo", "el policía" y " la secta". Si lo que Lanthimos ha pretendido es reírse sin el menor pudor de los que hemos pagado por ver este subproducto, creo que lo ha conseguido plenamente. Si su intención era ofrecer una visión desmitificadora de nuestra actual sociedad inmersa en un irredento vacío existencial, él sabe muy bien que hay otras formas más inteligentes de hacerlo, lo que ya mostró con acierto en alguna pelicula anterior ("Langosta").
En "Pobres Criaturas" había ingenio y una estética pastiche en ocasiones bella, pero aquí no hay nada de eso;"Kinds of Kindness" es un absoluto vacío desarrollado a través de un larguísimo y desesperante metraje. Tampoco cabe cuestionarse si esa aparente absurdidad encierra unas claves de sutil y refinada crítica, su exacerbada ordinariez, sazonada con innumerables escenas de violencia, desvirtúa cualquier clave para ver otra cosa que un subproducto sin atisbo de guión ni dirección donde unos sufridos actores intentan, sin convicción alguna, hacernos creer que los personajes a los que quieren dar vida han existido alguna vez.
Sentí tristeza al ver a los magníficos Emma Stone y Willem DaFoe hacer tan ostensiblemente el ridículo.
El film es un continuo ejercicio de nihilismo dividido en tres historias interpretadas por los mismos actores con roles diferentes: El relato del "ejecutivo", "el policía" y " la secta". Si lo que Lanthimos ha pretendido es reírse sin el menor pudor de los que hemos pagado por ver este subproducto, creo que lo ha conseguido plenamente. Si su intención era ofrecer una visión desmitificadora de nuestra actual sociedad inmersa en un irredento vacío existencial, él sabe muy bien que hay otras formas más inteligentes de hacerlo, lo que ya mostró con acierto en alguna pelicula anterior ("Langosta").
En "Pobres Criaturas" había ingenio y una estética pastiche en ocasiones bella, pero aquí no hay nada de eso;"Kinds of Kindness" es un absoluto vacío desarrollado a través de un larguísimo y desesperante metraje. Tampoco cabe cuestionarse si esa aparente absurdidad encierra unas claves de sutil y refinada crítica, su exacerbada ordinariez, sazonada con innumerables escenas de violencia, desvirtúa cualquier clave para ver otra cosa que un subproducto sin atisbo de guión ni dirección donde unos sufridos actores intentan, sin convicción alguna, hacernos creer que los personajes a los que quieren dar vida han existido alguna vez.
Sentí tristeza al ver a los magníficos Emma Stone y Willem DaFoe hacer tan ostensiblemente el ridículo.

6.6
21,023
3
23 de mayo de 2024
23 de mayo de 2024
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que busca impactar al espectador con una pirotecnia que envidiarian las fallas valencianas, aderezada con el road movie de un grupo de reporteros gráficos a la caza obsesiva de las fotos más sanguinolentas y macabras, no olvidemos que las imágenes de cadáveres (cuantos más mejor) cotizan un montón.
En ella vemos una distopía donde Estados Unidos están en plena guerra civil, aunque las causas no estén claras para nada. Hay cuatro ejércitos que se disputan el pais. Lo de la guerra de secesión ha debido parecerle poca cosa a Alex Gariland, aunque, puestos a echarle imaginación, no entiendo porqué no incluyó en el guión un ejército de cada uno de los cincuenta estados, acaso no vivimos en el reino de la diversidad, eh? Los que llevan la voz cantante son los del Ejercito del Oeste (FO) que avanzan para conquistar Washington defendida por los fieles al gobierno.
Los fotoperiodistas aprovechan el enfrentamiento para carroñear cebandose a fondo con los despojos humanos que van encontrando. Los diálogos que salpican el viaje son de una banalidad absoluta. Escenas como la de pasar de un coche a otro por la ventanilla, la del matón con gafas rojas o el presidente pidiendo árnica son grotescas. Ni siquiera alcanza el nivel de parodia de la guerra, todos se lo toman con mucho rigor, lo que empeora la trama a cada paso.
No hay guión que merezca tal nombre ni dirección de actores (que actúan con una total falta de convicción en sus personajes). Al guionista y director, el ya mencionado Alex Gariland, solo le interesó ofrecernos un muestrario de destrucción masiva recreándose en los efectos especiales y sobre manera en las escenas nocturnas, que, sin duda consiguen impactar en los espectadores mas impresionables. Parece que esta fórmula da buenos dividendos en taquilla.
Cine vacío de contenido, casquería para un público inmaduro que solo busca alucinar con ruido y acciones violentas y macabras. procurando alejarse a marchas forzadas de ese lema que se mantuvo vivo durante décadas y que tantas satisfacciones nos ha dado: hacer reflexionar, emocionar y divertir con argumentos inteligentes cualquiera que sea su género y su época.
La deriva del cine es más que preocupante, tengo la sensación, cada día más firme, de que hay una conjura creada para destruir la lucidez del aficionado, sembrando su mente de elementos dispersos y acriticos, llevándole por el camino de ideologías manipuladoras y disolventes.
Entramos en un proceso de cine idiotizante difícil de subvertir. Espero y confío que los verdaderos aficionados sepan responder con su asistencia a esos cines que todavía nos ofrecen películas dignas, donde el Séptimo Arte aún encuentra su lugar.
En ella vemos una distopía donde Estados Unidos están en plena guerra civil, aunque las causas no estén claras para nada. Hay cuatro ejércitos que se disputan el pais. Lo de la guerra de secesión ha debido parecerle poca cosa a Alex Gariland, aunque, puestos a echarle imaginación, no entiendo porqué no incluyó en el guión un ejército de cada uno de los cincuenta estados, acaso no vivimos en el reino de la diversidad, eh? Los que llevan la voz cantante son los del Ejercito del Oeste (FO) que avanzan para conquistar Washington defendida por los fieles al gobierno.
Los fotoperiodistas aprovechan el enfrentamiento para carroñear cebandose a fondo con los despojos humanos que van encontrando. Los diálogos que salpican el viaje son de una banalidad absoluta. Escenas como la de pasar de un coche a otro por la ventanilla, la del matón con gafas rojas o el presidente pidiendo árnica son grotescas. Ni siquiera alcanza el nivel de parodia de la guerra, todos se lo toman con mucho rigor, lo que empeora la trama a cada paso.
No hay guión que merezca tal nombre ni dirección de actores (que actúan con una total falta de convicción en sus personajes). Al guionista y director, el ya mencionado Alex Gariland, solo le interesó ofrecernos un muestrario de destrucción masiva recreándose en los efectos especiales y sobre manera en las escenas nocturnas, que, sin duda consiguen impactar en los espectadores mas impresionables. Parece que esta fórmula da buenos dividendos en taquilla.
Cine vacío de contenido, casquería para un público inmaduro que solo busca alucinar con ruido y acciones violentas y macabras. procurando alejarse a marchas forzadas de ese lema que se mantuvo vivo durante décadas y que tantas satisfacciones nos ha dado: hacer reflexionar, emocionar y divertir con argumentos inteligentes cualquiera que sea su género y su época.
La deriva del cine es más que preocupante, tengo la sensación, cada día más firme, de que hay una conjura creada para destruir la lucidez del aficionado, sembrando su mente de elementos dispersos y acriticos, llevándole por el camino de ideologías manipuladoras y disolventes.
Entramos en un proceso de cine idiotizante difícil de subvertir. Espero y confío que los verdaderos aficionados sepan responder con su asistencia a esos cines que todavía nos ofrecen películas dignas, donde el Séptimo Arte aún encuentra su lugar.
12 de mayo de 2024
12 de mayo de 2024
28 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utilizar estereotipos ofrece pingües beneficios, en especial si tiene como centro el victimismo. Esta "fórmula" a pesar de.los años transcurridos no deja de alimentarse desde todos los ámbitos y, en el caso que nos ocupa, es de innegable evidencia.
Una película busca la taquilla desesperadamente y tiene su lógica pues su producción, aunque se realice con medios modestos, tiene un alto coste. Por tanto hay que apostar sobre seguro y en "Siempre nos quedará mañana" Paola Cortellesi ha sabido jugar sus cartas con éxito. Presentar al hombre como "sexo tiránico" sea cual sea su momento histórico puede dar hoy mucho juego. El cine a sabido mostrar todas las variantes posibles dentro del comportamiento humano desde cualquier género que deseemos elegir.
El problema comienza cuando se convierte en tema recurrente con un claro componente ideológico, y es aquí donde considero que la película es descaradamente manipuladora.
Su enclave al final de la segunda guerra mundial la hace apetecible para mostrar las situaciones límite de una población agobiada por carencias de subsistencia básicas. El personaje de Delia es admirable (casi heróico) sacrificándose hasta el límite por su familia, cómo ama de casa abnegada, modista y practicante. Pero a esto que resulta ejemplar y auténtico se contrapone una visión sesgada de violentos y obtusos comportamientos masculinos por muy "comedia a la italiana" que nos quieran vender..
No me parecen creíbles los personajes y situaciones como: la del policía militar americano repentinamente enamorado de Delia y facilitandole la voladura de la pastelería de los padres del ex novio de la hija, ni aceptable la escena, de "suavizada" violencia, del baile con el marido que la propina una serie de bofetadas a cámara lenta mientras dan brincos y se abrazan al compás de la música.
Cortellesi, en esta su ópera prima, pudo haber sido más ecuánime en su trato hacia los personajes masculinos principales sin necesidad de llegar al extremo de caricatura zafia, agresiva y degradante que nos ofrece de ellos (aunque haberlos los hay).
No voy a negar que la película tiene escenas graciosa como el banquete o el funeral del suegro, diálogos en jerga de casticismo romano y un buen ritmo narrativo. Los actores, en conjunto, cumplen bien con la tipología de sus personajes, destacando, sin duda, Paola Cortellesi que encara su papel con convicción y acierto.
La película ha cosechado un importante éxito de público en Italia y sigue por el mismo camino en España. Posee los ingredientes necesarios: victimismo, personajes femeninos abnegados, actitud agresiva e insensible por parte de los hombres y una ambientación de barrio romano humilde muy cercano a una época que también vivimos nosotros.
El final, sin duda, causará cierta sorpresa.
.
Una película busca la taquilla desesperadamente y tiene su lógica pues su producción, aunque se realice con medios modestos, tiene un alto coste. Por tanto hay que apostar sobre seguro y en "Siempre nos quedará mañana" Paola Cortellesi ha sabido jugar sus cartas con éxito. Presentar al hombre como "sexo tiránico" sea cual sea su momento histórico puede dar hoy mucho juego. El cine a sabido mostrar todas las variantes posibles dentro del comportamiento humano desde cualquier género que deseemos elegir.
El problema comienza cuando se convierte en tema recurrente con un claro componente ideológico, y es aquí donde considero que la película es descaradamente manipuladora.
Su enclave al final de la segunda guerra mundial la hace apetecible para mostrar las situaciones límite de una población agobiada por carencias de subsistencia básicas. El personaje de Delia es admirable (casi heróico) sacrificándose hasta el límite por su familia, cómo ama de casa abnegada, modista y practicante. Pero a esto que resulta ejemplar y auténtico se contrapone una visión sesgada de violentos y obtusos comportamientos masculinos por muy "comedia a la italiana" que nos quieran vender..
No me parecen creíbles los personajes y situaciones como: la del policía militar americano repentinamente enamorado de Delia y facilitandole la voladura de la pastelería de los padres del ex novio de la hija, ni aceptable la escena, de "suavizada" violencia, del baile con el marido que la propina una serie de bofetadas a cámara lenta mientras dan brincos y se abrazan al compás de la música.
Cortellesi, en esta su ópera prima, pudo haber sido más ecuánime en su trato hacia los personajes masculinos principales sin necesidad de llegar al extremo de caricatura zafia, agresiva y degradante que nos ofrece de ellos (aunque haberlos los hay).
No voy a negar que la película tiene escenas graciosa como el banquete o el funeral del suegro, diálogos en jerga de casticismo romano y un buen ritmo narrativo. Los actores, en conjunto, cumplen bien con la tipología de sus personajes, destacando, sin duda, Paola Cortellesi que encara su papel con convicción y acierto.
La película ha cosechado un importante éxito de público en Italia y sigue por el mismo camino en España. Posee los ingredientes necesarios: victimismo, personajes femeninos abnegados, actitud agresiva e insensible por parte de los hombres y una ambientación de barrio romano humilde muy cercano a una época que también vivimos nosotros.
El final, sin duda, causará cierta sorpresa.
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25 de junio de 2024
25 de junio de 2024
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decrepitud de un genio.
No puedo evitar la comparación de este film con aquel de John Huston de 1962 "Freud, la pasión secreta'. En él se hacia un recorrido por las diferentes etapas de su vida y el apasionante proceso de creación del sistema psicoanalítico. No faltaban ejemplos de terapia con pacientes difíciles ni escenas de sugerente onírismo. Montgomery Clift se identificaba admirablemente con el doctor Freud aportando una sólida madurez al personaje que le hacia creíble en todo momento.
En "La ultima sesión...' Matt Brown nos presenta un Sigmund Freud in artículo mortis, apenas unas semanas antes de su fallecimiento en Londres y recién estrenada la segunda guerra mundial (sep. 1939). Se conforma con dar unas pinceladas de los aspectos de su teoria en el diálogo que mantiene con el escritor CS Lewis sobre la inexistencia de Dios.
La riqueza temática de una teoría de la mente absolutamente revolucionaria en su momento histórico da, evidentemente, para mucho más. Tampoco es presumible que una película recoja sus contenidos en un par de horas, pero si que nos muestre algunos aspectos singulares del interior de la mente humana en su bien desarrollada tesis psicoanalítica. No se menciona para nada las diferencias de los postulados freudianos frente a los del que que pudo ser su sucesor: Carl Gustav Jung. Hubiera sido apasionante escuchar algo sobre sus criterios personales que terminaron derivando en escuelas muy diferentes.
CS Lewis apenas réplica al maestro que se desgañita despotricando contra la religion en medio de un continuo dolor de mandíbula y bajo el sonido de las sirenas y los bombarderos de la RAF que vuelan al continente para combatir al ejército aleman.
También su hija Anna tiene protagonismo con sus conflicto edípico en relación con el padre y su lesbianismo.
No brilla demasiado Anthony Hopkins como el Dr Freud, dando al personaje un estilo gruñón de viejo cascarrabias en continua disputa con
CS Lewis (Matthew Gode) que cumple discretamente con su papel.
Creo que un genial investigador del alma humana como Sigmund Freud era merecedor de un tratamiento mejor.
No puedo evitar la comparación de este film con aquel de John Huston de 1962 "Freud, la pasión secreta'. En él se hacia un recorrido por las diferentes etapas de su vida y el apasionante proceso de creación del sistema psicoanalítico. No faltaban ejemplos de terapia con pacientes difíciles ni escenas de sugerente onírismo. Montgomery Clift se identificaba admirablemente con el doctor Freud aportando una sólida madurez al personaje que le hacia creíble en todo momento.
En "La ultima sesión...' Matt Brown nos presenta un Sigmund Freud in artículo mortis, apenas unas semanas antes de su fallecimiento en Londres y recién estrenada la segunda guerra mundial (sep. 1939). Se conforma con dar unas pinceladas de los aspectos de su teoria en el diálogo que mantiene con el escritor CS Lewis sobre la inexistencia de Dios.
La riqueza temática de una teoría de la mente absolutamente revolucionaria en su momento histórico da, evidentemente, para mucho más. Tampoco es presumible que una película recoja sus contenidos en un par de horas, pero si que nos muestre algunos aspectos singulares del interior de la mente humana en su bien desarrollada tesis psicoanalítica. No se menciona para nada las diferencias de los postulados freudianos frente a los del que que pudo ser su sucesor: Carl Gustav Jung. Hubiera sido apasionante escuchar algo sobre sus criterios personales que terminaron derivando en escuelas muy diferentes.
CS Lewis apenas réplica al maestro que se desgañita despotricando contra la religion en medio de un continuo dolor de mandíbula y bajo el sonido de las sirenas y los bombarderos de la RAF que vuelan al continente para combatir al ejército aleman.
También su hija Anna tiene protagonismo con sus conflicto edípico en relación con el padre y su lesbianismo.
No brilla demasiado Anthony Hopkins como el Dr Freud, dando al personaje un estilo gruñón de viejo cascarrabias en continua disputa con
CS Lewis (Matthew Gode) que cumple discretamente con su papel.
Creo que un genial investigador del alma humana como Sigmund Freud era merecedor de un tratamiento mejor.

5.8
2,339
5
24 de abril de 2024
24 de abril de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Bestia y la Navaja.
La IA está dando cada vez más juego a guionistas y directores. La cuestion radica en como saber introducirla para que la película alcance la coherencia necesaria y no se pierda en secuencias confusas, escenas dislocadas o diálogos banales. El tema de la IA no es un asunto baladí y un film debe ser fiel a cierto rigor estético y argumental sin tener que perderse en la nebulosa del caos.
Las distopias también tiene su lógica por mucho que naveguen en un mundo de ficción pesimista. Creo que Bertrand Bonello ha pretendido ofrecernos una obra suprema donde se dan cita: la encarnacion, la fantasía onírica, el romanticismo, e impere la fría razón sobre los sentimientos para sojuzgar implacablemente el mundo de las emociones. Aquí, su modus operandi se pierde en reiteraciones innecesarias cargadas de un lenguaje incongruente y confuso que nada añaden al contenido argumental. Le falta la capacidad resolutiva de un David Lynch para solventar determinadas situaciones.
La película nos sitúa en 2044 momento en que la IA, asumiendo un valor salomónico, nos protege de la barahúnda emocional que ha arrastrado al ser humano desde el principio de los tiempos a una tragedia de enfrentamientos continuos. En La Bestia, los avances de la ciencias han llegado al punto de pemitir que una persona logre purificar su ADN y liberarse de traumas y vivencias dolorosas.
Bonello nos lleva a un pasado en dos fechas: 1910 y 2014.
En la primera la protagonista vive el recuerdo de una aventura amorosa encarnando en una afamada pianista que desde un lujoso salón de París inicia un idilio que marcará el resto de su vida. Pero, tras varios encuentros en lugares cargados de un bucólico entorno novecentista sucumbe (con su amante) a la inexorable ley del fatum, quedando aislados en una fábrica de muñecas invadida por el agua y el fuego. A mi juicio la escena posee una carga onírica muy poderosa de una estética exquisita, creo que es el mejor momento de la película.
En la segunda, aborda el entorno de la ciudad de Los Ángeles donde Gabrielle (Lea Seydoux) recuerda sus años juveniles surgiendo el idilio ahora encarnado en Louis (George McKay), un joven traumatizado por sus fracasos con las chicas. Aquí es donde la película nos encierra, de nuevo, en la desolación de un amor imposible. El merodeador y su presa: puertas bloqueadas, alarmas, miedo, impulsos destructivos, fracaso. Todo desde la perspectiva del recuerdo de la protagonista sumergida en una bañera de barro negro y sometida al poder de una aguja que penetra en su oído para llevarla a la "unicar realidad' posible: la creada por la IA.
Todo ello sumido en un metraje de dos horas y media que resulta de todo punto exhaustivo, evidenciando la falta de medida de un realizador cuyo mayor interés radica en intentar deslumbrar al espectador por medio de la saturación de flashes innecesarios y diálogos pretenciosos, soportables gracias al excelente trabajo de Lea Seydoux, sin duda una de las mejores actrices del momento, plena de belleza y sensualidad, bien secundada, en todo momento, por un convincente George McKay. Parece que Bertrand Bonello olvidó el significado de la Navaja de Ockam.
La IA está dando cada vez más juego a guionistas y directores. La cuestion radica en como saber introducirla para que la película alcance la coherencia necesaria y no se pierda en secuencias confusas, escenas dislocadas o diálogos banales. El tema de la IA no es un asunto baladí y un film debe ser fiel a cierto rigor estético y argumental sin tener que perderse en la nebulosa del caos.
Las distopias también tiene su lógica por mucho que naveguen en un mundo de ficción pesimista. Creo que Bertrand Bonello ha pretendido ofrecernos una obra suprema donde se dan cita: la encarnacion, la fantasía onírica, el romanticismo, e impere la fría razón sobre los sentimientos para sojuzgar implacablemente el mundo de las emociones. Aquí, su modus operandi se pierde en reiteraciones innecesarias cargadas de un lenguaje incongruente y confuso que nada añaden al contenido argumental. Le falta la capacidad resolutiva de un David Lynch para solventar determinadas situaciones.
La película nos sitúa en 2044 momento en que la IA, asumiendo un valor salomónico, nos protege de la barahúnda emocional que ha arrastrado al ser humano desde el principio de los tiempos a una tragedia de enfrentamientos continuos. En La Bestia, los avances de la ciencias han llegado al punto de pemitir que una persona logre purificar su ADN y liberarse de traumas y vivencias dolorosas.
Bonello nos lleva a un pasado en dos fechas: 1910 y 2014.
En la primera la protagonista vive el recuerdo de una aventura amorosa encarnando en una afamada pianista que desde un lujoso salón de París inicia un idilio que marcará el resto de su vida. Pero, tras varios encuentros en lugares cargados de un bucólico entorno novecentista sucumbe (con su amante) a la inexorable ley del fatum, quedando aislados en una fábrica de muñecas invadida por el agua y el fuego. A mi juicio la escena posee una carga onírica muy poderosa de una estética exquisita, creo que es el mejor momento de la película.
En la segunda, aborda el entorno de la ciudad de Los Ángeles donde Gabrielle (Lea Seydoux) recuerda sus años juveniles surgiendo el idilio ahora encarnado en Louis (George McKay), un joven traumatizado por sus fracasos con las chicas. Aquí es donde la película nos encierra, de nuevo, en la desolación de un amor imposible. El merodeador y su presa: puertas bloqueadas, alarmas, miedo, impulsos destructivos, fracaso. Todo desde la perspectiva del recuerdo de la protagonista sumergida en una bañera de barro negro y sometida al poder de una aguja que penetra en su oído para llevarla a la "unicar realidad' posible: la creada por la IA.
Todo ello sumido en un metraje de dos horas y media que resulta de todo punto exhaustivo, evidenciando la falta de medida de un realizador cuyo mayor interés radica en intentar deslumbrar al espectador por medio de la saturación de flashes innecesarios y diálogos pretenciosos, soportables gracias al excelente trabajo de Lea Seydoux, sin duda una de las mejores actrices del momento, plena de belleza y sensualidad, bien secundada, en todo momento, por un convincente George McKay. Parece que Bertrand Bonello olvidó el significado de la Navaja de Ockam.
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