La estructura de la película regresa, tras el experimento de Skyfall, a los viejos derroteros pero sin resultar inocua. Daniel Craig vuelve a interpretar el Bond más sensible, Léa Seydoux interpreta una chica Bond que no termina de cuajar, Ralph Fiennes personifica a un M atrapado en una nueva era y Christoph Waltz a una némesis cuya actitud y motivaciones no convencen para cerrar el círculo. Este film de Mendes es una ocasión más de denunciar la cada vez más próxima omnivigilancia orwelliana y de los atentados provocados por intereses privados. Muy nostálgica y entretenida.

Al contrario que la primera, que supuso un soplo de aire fresco dentro del cine español, esta secuela aparece en medio de un tsunami de series y monólogos que explotan hasta el cansancio el tema de los tópicos españoles con mayor o menor éxito. Tiene algunas gracias y situaciones al límite de lo correcto, lo cual la hacen entretenida, pero por lo demás el uso de la moda hipster hace que el Pau interpretado por Berto Romero sea, en mi humilde opinión, muy cansino. El Koldo de Karra Elejalde parece que se ha empeñado en sonar más pueblerino que en la primera película, sacrificando calidad por la gracia que al público le hace los personajes paletos.También es muy flagrante la publicidad hecha a la conocida empresa que gestiona los trenes de alta velocidad españoles.
Esperemos que no haya más secuelas si siguen con esta tónica. Pero está bien para pasar las tardes aburridas.