Poco queda que decir ya, empero voy a dar cuenta de algunas verbigracias, habida cuenta de la expectación levantada por esta “parcheada película”.
“Soy azafata de la reina”. Muy bonito guionista. Según el diccionario de la lengua. Así es. Pero ¿era así en el siglo XVII? O era ¿menina? A claro perdón, menina es voz portuguesa. ¿Portugal formaba parte de España en aquella época? Debe dar vergüenza decirlo.
Como español, me jode opinar mal de algo español. Pero, como español, me jode mas que se quieran reír de los españoles. Alatriste nunca lo podrán hacer los americanos, por que los americanos solo podrían hacer Toro Sentado o Jerónimo. Cuando los Alatristes españoles se batían en medio de la nada: no se existían los hoy llamados americanos. Y para una vez, quizás la única vez, dios no lo quiera, que podíamos ser algo mas que un “corral de comedias”, ojo y eso no lo digo con desprecio sino con admiración, para una vez que la magia del cine ponía al alcance de la mano que el gran teatro español sumado a una gran novela, representaría lo que fueron capaces de hacer muchos españoles por España: Morir con dignidad. Para una vez, la cagamos.
De la recatada pluma del GatoNegro, que prefiere decir carbón, por no decir CABRÓN, salen pinceladas del triste Barroco, que firmaría Velázquez, Quevedo, Calderón e incluso el despreciado Cervantes en su época, por que la rima primaba sobre la prosa. Y henos aquí mediatizando Toledana en mano con la Vizcaína en la reserva, de que si esta película marca o no un antes y un después en el cine español.
Esperanza y fe caballeros, confiemos en que algún día, alguien que sea español y valiente nos vengue de tal afrenta. Quizás podamos ver un corral de comedias a la “española” de día y con luz, y no un teatrillo simulado, tal cual aparece en esta “apasionante” para algunos, “grandiosa película del cine español”.
Nada mas señores, cierro mi telón, entierro al “capitán” en mi corazón y mi cabeza, y no quiero saber mas de pastiches ni peteneras, pues bien es sabido que lo que el corazón guarda, no lo guarda un lienzo blanco en la pared de un oscuro cine.