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Críticas ordenadas por utilidad
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5.5
8,288
9
4 de diciembre de 2018
4 de diciembre de 2018
122 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ayer acudí al preestreno de la película en Madrid, entusiasmado ante la nueva película de José Luis Cuerda, pero con las expectativas calmadas por las críticas no excesivamente positivas. Y mis expectativas se superaron con creces. Película muy divertida, en la que al humor surrealista (o inclasificable) y brillante de Amanece, que no es poco se suma un excelente retrato de la lucha de clases. De sobra es conocida la ideología de Cuerda, que quiso exiliarse a la URSS en su juventud, y en esta película consigue caricaturizar a los elementos representativos del orden establecido hasta el extremo, así como destapar las vergüenzas de la izquierda (y de la juventud), dejando reflexiones políticas y referencias a la historia de España de gran calado (ver Spoiler).
En el último edificio en pie del planeta, el sistema capitalista sobrevive, liderado por un Rey que impone su ridícula voluntad haciéndose valer de las fuerzas vivas: Iglesia, Benemérita, Marina, Policía Municipal y alcalde. En las afueras, un poblado chabolista donde se juntan los parados de todo el mundo bajo una constante locución de megafonía alienante y clerical. Un parado entra en el edificio a vender su limonada, y un conflicto en el interior del mismo desencadenará una guerra entre clases.
Las actuaciones principales están a gran nivel. Miguel Rellán sobresaliente (sin llegar a ser, pero aproximándose, a José Sazatornil en su papel de guardia Civil), Roberto del Álamo (parado líder) y Blanca Suárez (jefa de gabinete) resuelven sus papeles protagonistas con excelencia, y actuaciones muy destacadas como las de Antonio de la Torre (cura), Manolo Solo (alcalde), Gabino Diego (Rey), o Carlos Areces (conserje del edificio). La trama principal de la película se centra en el confrontamiento entre clases, alternada acertadamente con subtramas como la de los barberos o los eclesiásticos, y sketches efectivos. El primer tercio de la película se carga excesivamente de lenguaje filosófico y retórico, que junto con el habitual surrealismo de Cuerda puede resultar excesivo para el espectador que desconoce su obra, como han expresado en una crítica anterior, es necesario ver la película con la mente abierta y sin prejuicios. Sin embargo, a medida que avanza la historia el tono se relaja y se acopla perfectamente al desarrollo. La banda sonora es extraordinaria, sosteniendo el ritmo de la película y retomando la trama principal y el tono cómico después de los discursos de más calado y las reflexiones más ácidas. Aunque la película no destaca por su imagen, la estética del edificio y sobre todo la del poblado están muy acertadas.
Se aprecian referencias cinematográficas a películas como Dr. Strangelove de Kubrick, en la que ni un escenario postapocalíptico supondría la eliminación del sistema, y unas marcadas referencias visuales a Plácido de Berlanga, con los parados entre el polvo o la subida de las escaleras.
En comparativa con el tótem Amanece que no es poco, a la que se dedican algunos guiños, la filosofía humorística y la forma principal se mantienen, pero la carga política aumenta en explicitud y peso en Tiempo Después por la propia naturaleza del argumento. El ya mítico “En resumen, hemos ganado los de siempre” se convierte en el mensaje principal, derrotista y subyacente, del global de la película como analogía de la situación política actual, aunque con un hilo de optimismo al final.
Película llena de matices, al igual que Amanece, que no es poco, en la que en cada nuevo visionado captaremos algo nuevo. No dejen de verla.
En el último edificio en pie del planeta, el sistema capitalista sobrevive, liderado por un Rey que impone su ridícula voluntad haciéndose valer de las fuerzas vivas: Iglesia, Benemérita, Marina, Policía Municipal y alcalde. En las afueras, un poblado chabolista donde se juntan los parados de todo el mundo bajo una constante locución de megafonía alienante y clerical. Un parado entra en el edificio a vender su limonada, y un conflicto en el interior del mismo desencadenará una guerra entre clases.
Las actuaciones principales están a gran nivel. Miguel Rellán sobresaliente (sin llegar a ser, pero aproximándose, a José Sazatornil en su papel de guardia Civil), Roberto del Álamo (parado líder) y Blanca Suárez (jefa de gabinete) resuelven sus papeles protagonistas con excelencia, y actuaciones muy destacadas como las de Antonio de la Torre (cura), Manolo Solo (alcalde), Gabino Diego (Rey), o Carlos Areces (conserje del edificio). La trama principal de la película se centra en el confrontamiento entre clases, alternada acertadamente con subtramas como la de los barberos o los eclesiásticos, y sketches efectivos. El primer tercio de la película se carga excesivamente de lenguaje filosófico y retórico, que junto con el habitual surrealismo de Cuerda puede resultar excesivo para el espectador que desconoce su obra, como han expresado en una crítica anterior, es necesario ver la película con la mente abierta y sin prejuicios. Sin embargo, a medida que avanza la historia el tono se relaja y se acopla perfectamente al desarrollo. La banda sonora es extraordinaria, sosteniendo el ritmo de la película y retomando la trama principal y el tono cómico después de los discursos de más calado y las reflexiones más ácidas. Aunque la película no destaca por su imagen, la estética del edificio y sobre todo la del poblado están muy acertadas.
Se aprecian referencias cinematográficas a películas como Dr. Strangelove de Kubrick, en la que ni un escenario postapocalíptico supondría la eliminación del sistema, y unas marcadas referencias visuales a Plácido de Berlanga, con los parados entre el polvo o la subida de las escaleras.
En comparativa con el tótem Amanece que no es poco, a la que se dedican algunos guiños, la filosofía humorística y la forma principal se mantienen, pero la carga política aumenta en explicitud y peso en Tiempo Después por la propia naturaleza del argumento. El ya mítico “En resumen, hemos ganado los de siempre” se convierte en el mensaje principal, derrotista y subyacente, del global de la película como analogía de la situación política actual, aunque con un hilo de optimismo al final.
Película llena de matices, al igual que Amanece, que no es poco, en la que en cada nuevo visionado captaremos algo nuevo. No dejen de verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El mensaje político que quiere transmitir Cuerda se refleja en algunas escenas de la película.
Al principio el parado irrumpe en el edificio a vender limonada y contesta con inteligencia al conserje: es un enemigo peligroso. Los pobres, cuanto más ignorantes, menos se rebelan.
El discurso de la jefa de gabinete sobre los parados: no son casualidad, cumplen su función en el sistema, abaratan la fuerza de trabajo.
La juventud rebelde: “Me imaginaba que al enteraros montaríais una protesta o algo”, “A nosotros nos la sudas”. Sin duda una de las críticas más acertadas, y de las que más me escocieron, al reflejar la casi nula conciencia de clase de la juventud actual.
La manipulación de las masas: el truco de la embarazada, hacerles creer que entrarán en el edificio por la fuerza… cualquier montaje vale para defender los intereses del sistema. El guardia civil dice “Realidad, ¿entiendes? Re-a-li-dad”: la realidad no es la verdad, si no la que interese al sistema.
Los discursos por megafonía (medios de comunicación) para mantener a los pobres tranquilos y alienados: “Al igual que a los pájaros, Dios os reparte sus migajas”.
La religión como opio del pueblo, en la misa belicista del cura (“Los más desgraciados en la Tierra tienen un sitio asegurado en el Cielo”, con borregas en la capilla incluidas) y en la megafonía del poblado.
Críticas a la izquierda: esta revolución es nuestra, pero un poco más mía; desarme ideológico, aceptación de los engaños del sistema, etc. “¿Vosotros os acordáis de la conmoción que se vio el día en que todos los valores tradicionales de la izquierda cayeron al precipicio por culpa de un desarme ideológico esterilizante y de una praxis política insultantemente pragmática? ¿Os acordáis?”, ”Joder que si me acuerdo, si no se hablaba de otra cosa”.
Sistema capitalista: “Esto es una maquinaria, todo lo que le eches te lo envasa al vacío y te lo vende”, “¿También las ideas?”, “Las ideas sobre todo”.
Un cura asesinando con una escopeta (y mostrando la actitud chulesca del fascismo), al que desconozca la historia de España, o conozca la que nos quieren contar, le puede sorprender esta imagen. Cuerda pone de manifiesto el papel de la Iglesia durante la guerra y el franquismo, en esta escena y en la del discurso bélico del cura.
La preparación de los parados en la montaña, antes de enfrentarse a la maquinaria, y con escasos medios, recuerda a los Maquis de la posguerra. Y guiño a la Aviación, que se mantuvo fiel a la República, con los hombres voladores.
El asalto final al edificio como analogía de la transición española: “Tranquilizaos, ¿o queréis que el cura loco siga matando gente?, dadnos vuestros nombres para el censo, habéis ganado, estáis dentro” Dentro del sistema/democracia, donde mandan los de siempre, y os enfrentaréis entre vosotros mientras sacamos beneficio. El protagonista decepcionado proclama “No era esto, no era esto”.
El idealismo transitorio de la jefa de gabinete, tras su aventura con los parados vuelve como parte activa del sistema, “censando a sus camaradas”.
El final de la película, nuestro líder de la “Revolución de los limones” decide escaparse del sistema que enfrenta a los “exparados”, y fuera está condenado a la miseria (parados gateando por el polvo). Visión pesimista con un hilo de esperanza final, con la aparición del “rearme” y la locución de Cuerda en la que dice que el edificio acabará cayendo.
Al principio el parado irrumpe en el edificio a vender limonada y contesta con inteligencia al conserje: es un enemigo peligroso. Los pobres, cuanto más ignorantes, menos se rebelan.
El discurso de la jefa de gabinete sobre los parados: no son casualidad, cumplen su función en el sistema, abaratan la fuerza de trabajo.
La juventud rebelde: “Me imaginaba que al enteraros montaríais una protesta o algo”, “A nosotros nos la sudas”. Sin duda una de las críticas más acertadas, y de las que más me escocieron, al reflejar la casi nula conciencia de clase de la juventud actual.
La manipulación de las masas: el truco de la embarazada, hacerles creer que entrarán en el edificio por la fuerza… cualquier montaje vale para defender los intereses del sistema. El guardia civil dice “Realidad, ¿entiendes? Re-a-li-dad”: la realidad no es la verdad, si no la que interese al sistema.
Los discursos por megafonía (medios de comunicación) para mantener a los pobres tranquilos y alienados: “Al igual que a los pájaros, Dios os reparte sus migajas”.
La religión como opio del pueblo, en la misa belicista del cura (“Los más desgraciados en la Tierra tienen un sitio asegurado en el Cielo”, con borregas en la capilla incluidas) y en la megafonía del poblado.
Críticas a la izquierda: esta revolución es nuestra, pero un poco más mía; desarme ideológico, aceptación de los engaños del sistema, etc. “¿Vosotros os acordáis de la conmoción que se vio el día en que todos los valores tradicionales de la izquierda cayeron al precipicio por culpa de un desarme ideológico esterilizante y de una praxis política insultantemente pragmática? ¿Os acordáis?”, ”Joder que si me acuerdo, si no se hablaba de otra cosa”.
Sistema capitalista: “Esto es una maquinaria, todo lo que le eches te lo envasa al vacío y te lo vende”, “¿También las ideas?”, “Las ideas sobre todo”.
Un cura asesinando con una escopeta (y mostrando la actitud chulesca del fascismo), al que desconozca la historia de España, o conozca la que nos quieren contar, le puede sorprender esta imagen. Cuerda pone de manifiesto el papel de la Iglesia durante la guerra y el franquismo, en esta escena y en la del discurso bélico del cura.
La preparación de los parados en la montaña, antes de enfrentarse a la maquinaria, y con escasos medios, recuerda a los Maquis de la posguerra. Y guiño a la Aviación, que se mantuvo fiel a la República, con los hombres voladores.
El asalto final al edificio como analogía de la transición española: “Tranquilizaos, ¿o queréis que el cura loco siga matando gente?, dadnos vuestros nombres para el censo, habéis ganado, estáis dentro” Dentro del sistema/democracia, donde mandan los de siempre, y os enfrentaréis entre vosotros mientras sacamos beneficio. El protagonista decepcionado proclama “No era esto, no era esto”.
El idealismo transitorio de la jefa de gabinete, tras su aventura con los parados vuelve como parte activa del sistema, “censando a sus camaradas”.
El final de la película, nuestro líder de la “Revolución de los limones” decide escaparse del sistema que enfrenta a los “exparados”, y fuera está condenado a la miseria (parados gateando por el polvo). Visión pesimista con un hilo de esperanza final, con la aparición del “rearme” y la locución de Cuerda en la que dice que el edificio acabará cayendo.
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