Hilarante y original comedia francesa que engloba unas interpretaciones más que correctas con un guión desternillante y muy logrado. Cabe destacar el doble papel de Christian Clavier. El histriónico actor consigue sacarnos algunas de las risas más sinceras de la película.

Una grata sorpresa para un domingo lluvioso.

Roberto Benigni acomete esta empresa rescatando de un periodo terrible, como es la Segunda Guerra Mundial, una entrañable historia humana. Fracasa. Las situaciones increíbles, los diálogos inefables y ese aire de que lo que cuenta importa hacen naufragar a un film que viaja sin sentido hacia el absurdo.

El histriónico Benigni saca de quicio más que divierte y transforma la película en un instrumento de lucimiento personal. El problema es que no luce, sino que se convierte en un agujero negro que impide ver las cualidades de una de las películas italianas más ambiciosas de los últimos tiempos, pero también de las más fallidas.

Excepcional film de uno de los mejores Rohmer. A los cuasi-perfectos diálogos hay que añadir la soberbia interpretación de Melvil Poupaud y Amanda Langlet que conforman una amistad tan creíble como hermosa en un momento de la vida tan difícil como es el fin de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta.

Una reflexión sobre el amor y la vida que no deja indiferente y que transmite una profunda sensación de cercanía.