Quizás para que se entienda la imparcialidad o no de mi crítica, empezaré por decir que Star Wars para mi es más que una saga más, es LA saga por antonomasia. Es cine en mayúsculas. La primera película que he visionado en una sala de cine fue la denostada Amenaza Fantasma, yo tenía solo 3 años y el artífice fue mi padre, que a su vez se inició en su día con La Guerra de las Galaxias. Así he crecido viendo la saga incontables veces, en orden de estreno, en orden cronológico, emocionándome siempre (inclusive con los cuestionables episodios I y II).
Cuando en 2015 continuaron la saga hice el esfuerzo de valorar el refrito cutre de El despertar de la Fuerza y darle un voto de confianza, confianza que había desaparecido por completo con el muy irregular e inverosímil episodio VIII. Por lo que podréis imaginar, no esperaba nada de este cierre de la nueva trilogía e iba solo con la curiosidad propia de cómo iban a resolver el entuerto.
Pues si mis expectativas eran inexistentes, el resultado en un insulto doble a la inteligencia del espectador: como cinéfilo, porque es francamente mala; y como amante de la saga porque es un completo ultraje a la mitología e idiosincrasia de la misma.
Para empezar, el ritmo narrativo es lento, tremendamente lento, por momentos desconectaba de la peli y el futuro que le deparara a los personajes me daba exactamente igual. Esto también debido a que probablemente esta saga cuenta con los personajes menos carismáticos que te puedas imaginar y un desarrollo totalmente nulo de ellos que arrastra de los dos largometrajes anteriores. Pero claro, como ser partícipe de la historia si el guión es una concatenación de sin sentidos y deux ex machina, porque sí, porque tocaba y queremos llevar la historia por ahí. ¿Coherencia interna? No, ninguna. ¿Respetar todo lo que hemos mostrado anteriormente sobre el universo jedi? Para que. ¿Añadir material del pasado que no tiene ningún sentido dentro de la historia de la saga? Por qué no. Y de verdad, que alguien le diga a los productores que no es necesario meter humor innecesario en todas las escenas que se suponen de tensión, ojalá esta moda pase pronto por Dios.
Además del repetitivo recurso infantil de mostrar algo previamente en una escena a la sazón irrelevante para al volver a mostrar exactamente lo mismo haciendo una gran revelación para disimular que no habían dejado caer ninguna explicación previa. Mira si te lo vas a sacar de la chistera hazlo y punto, no tomes al espectador por tonto de forma tan explícita. Y si no fuera suficiente con todas esas incongruencias vamos a sobre explicar todo porque eso seguro que agiliza la narración, no vaya a ser que el espectador despistado no haya pillado todas las referencias nostálgicas en las que hemos basado esta nueva trilogía sacacuartos. Deja de ser un guiño simpático a ser un burdo copia-pega descarado.
Visualmente deja mucho que desear, algo imperdonable en 2019 con su presupuesto y la mastodóntica Disney tirando de los hilos. Los efectos visuales son normaluchos como mucho, mediocres la mayor parte y directamente esperpénticos en cierta escena que parece sacada de los 80, utilizando decorado de cartón piedra. Hay ciertos planos que también chirrían por lo antiestéticos que son, resultando rídiculos y que te sacan de la historia en algunos momentos de clímax de la película. En este episodio tampoco tendremos imágenes impactantes de diferentes tipos de planetas. La fotografía se empeña en darle un toque oscuro, pero el resultado resulta genérico, sin personalidad.
Creo que a estas alturas me he explayado suficiente en todos los errores que le achaco a este engendro cinematográfico; y a pesar de todo esto, lo verdaderamente imperdonable es que en más de 2 horas no me he emocionado ni una sola vez, no hay épica, no hay frescura, no hay nada que te haga decir esto es Star Wars.