La película sigue el esquema de un western, en muchos casos de forma descarada: unos nativos que viven en paz con el entorno, que sin ningún rubor se les arma con arcos y flechas, cabalgan "a pelo", y siguen el culto a los dioses de la naturaleza y veneran a sus antepasados. ¿A quién no se le viene a la mente las películas del oeste y las tribus de indios? Para estropear la paz vienen los hombres "civilizados", con sus ejércitos, con sus armas superiores, que no dudan en masacrar naturaleza, indígenas, y lo que se ponga por delante, con tal de obtener su preciado mineral (léase, oro, en las películas del oeste). Como siempre, un grupo de estos hombres, ayudan a los indígenas a que no se extingan y ganen la batalla.

Hay muchos más préstamos y referencias: la diosa de Pandora y su similitud con la teoría de Gaia de nuestra Tierra. El homenaje a Sigourney Weaver, dándole un papel que recuerda al interpretado en "Gorilas en la niebla", etc.

A pesar de todo esto, y quizá debido a que todo nos resulta familiar, la película funciona a la perfección, una gran película que nos envuelve en un mundo de ficción, pero que nos devuelve a nuestra realidad, haciendo que nos preguntemos qué estamos haciendo con nuestro mundo, cuánto hace que no usamos nuestras piernas para echar una carrera o por qué no podemos llevarnos bien con nuestros congéneres.

Avatar se convertirá, si no me equivoco, en todo un fenómeno con secuelas (o ¿acaso alguien duda de que los humanos volverán?) y precuelas que permitan admirar esos paisajes y esos efectos espectaculares de luz, vegetación exhuberante y montañas colgantes.