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7.4
38,887
6
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conozco la trayectoria de su director, por lo que quizá peque a causa de esa ignorancia y pido disculpas... Pero está claro que hay ciertos géneros y ciertas tendencias para los que hace falta estar tocado por algún tipo de divinidad, como le ocurría Fellini, y ese no es el caso de Paolo Sorrentino.
Revisar "La Dolce Vita" con respeto es un logro en esta película, pero la brillantez, la sátira mordaz de una alta sociedad decrépita, y, hasta la crítica feroz del patriarcado imperante, que Fellini nos brinda con un guiño y un sonrisa, no se ven en este film. Sorrentino realiza una hermosa (por qué no decirlo) exposición de hechos sin que asome la menor traza de juicio o reprobación, acercándose peligrosamente, a los ojos del espectador, al elogio o la apología.
Tampoco el papel de los personajes femeninos parece haber sido cubierto de la mínima capa de reproche. El asistente puede salir del cine con la sensación de que todas las mujeres estamos encantadas de ser las sirvientas en la cama de hombres que nos triplican la edad, cuya posición económica y social tiene suficiente peso para anular definitivamente cualquier opción de elección o decisión personal de las mujeres.
Aunque quiero insistir en que los guiños a “La dolce vita” son muy respetuosos (escena subiendo una escalera apenas iluminada con un candelabro), perjudican a la película, porque las comparaciones son odiosas. El protagonista colectivo, tan característico otrora del Neorrealismo, que Fellini recoge, adapta (y dulcifica) en su obra maestra, desaparece aquí, para dar paso a una suerte de onanismo protagónico en el que el resto de los personajes SIRVEN a las necesidades y opciones narrativas del principal. Todo ello nada criticable, si su protagonista tuviera suficiente profundización psicológica para llenar las otras carencias, centrando así la atención del público en un esfuerzo por empatizar con él y comprenderlo. Pero, desgraciadamente, esto no ocurre. Apenas sabemos nada de Jep Gambardella (un periodista con un alto poder adquisitivo que solo ha escrito un libro en su vida y que vive gozosamente, sin el mínimo esfuerzo, gracias a su alto poder adquisitivo), ni de sus emociones, sus miedos, sus metas...
En fin, la película habría tenido, siempre a mi juicio, más autoridad si hubiese sido capaz de desprenderse de las deudas a Fellini y nacer como algo nuevo, diferente, aunque hubiera coincidencias en la temática.
Revisar "La Dolce Vita" con respeto es un logro en esta película, pero la brillantez, la sátira mordaz de una alta sociedad decrépita, y, hasta la crítica feroz del patriarcado imperante, que Fellini nos brinda con un guiño y un sonrisa, no se ven en este film. Sorrentino realiza una hermosa (por qué no decirlo) exposición de hechos sin que asome la menor traza de juicio o reprobación, acercándose peligrosamente, a los ojos del espectador, al elogio o la apología.
Tampoco el papel de los personajes femeninos parece haber sido cubierto de la mínima capa de reproche. El asistente puede salir del cine con la sensación de que todas las mujeres estamos encantadas de ser las sirvientas en la cama de hombres que nos triplican la edad, cuya posición económica y social tiene suficiente peso para anular definitivamente cualquier opción de elección o decisión personal de las mujeres.
Aunque quiero insistir en que los guiños a “La dolce vita” son muy respetuosos (escena subiendo una escalera apenas iluminada con un candelabro), perjudican a la película, porque las comparaciones son odiosas. El protagonista colectivo, tan característico otrora del Neorrealismo, que Fellini recoge, adapta (y dulcifica) en su obra maestra, desaparece aquí, para dar paso a una suerte de onanismo protagónico en el que el resto de los personajes SIRVEN a las necesidades y opciones narrativas del principal. Todo ello nada criticable, si su protagonista tuviera suficiente profundización psicológica para llenar las otras carencias, centrando así la atención del público en un esfuerzo por empatizar con él y comprenderlo. Pero, desgraciadamente, esto no ocurre. Apenas sabemos nada de Jep Gambardella (un periodista con un alto poder adquisitivo que solo ha escrito un libro en su vida y que vive gozosamente, sin el mínimo esfuerzo, gracias a su alto poder adquisitivo), ni de sus emociones, sus miedos, sus metas...
En fin, la película habría tenido, siempre a mi juicio, más autoridad si hubiese sido capaz de desprenderse de las deudas a Fellini y nacer como algo nuevo, diferente, aunque hubiera coincidencias en la temática.
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