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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
4 de septiembre de 2020
53 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
En I'm Thinking of Ending Things, Charlie Kaufman construye un viaje que empieza como un incomodísimo reflejo de nuestra realidad emocional. Un naufragio romántico y la voz protagónica de la consciencia como vía de escape, sometida al escrutinio de todos aquellos que la pueden escuchar en una odisea que es imposible de considerar en cualquier ambiente que anteceda a la pósverdad moderna.

El reparto en estado de gracia y dirigido con increíble cuidado, envueltos en la melancólica y surreal cinematografía de Łukasz Żal (colaborador recurrente de Pawel Pawlikowski), respetuoso en todo momento de la parquedad audiovisual de Kaufman pero entregado al ambiente de extrañeza surrealista que arropa todo el filme.

Ambiente que se alza protagónico desde el principio. Lo que empieza como un viaje a través de la memoria, en proporción 4:3, progresivamente se convierte en una reflexión que por enfermiza y horripilante no pierde un ápice de verosimilitud emocional ni deja de comentar tópicos de interés contemporáneo (viruses, amor, homosexualidad, salud, sociedad, capital, vejez, trabajo).

Pero el eje central de todo lo que Kaufman quiere decir está engranado a la noción del tiempo como agente.

Y es que a medida que el metraje progresa, aquello que en un principio resultaba simplemente curioso, como si se tratase de sucesos extraños vistos a través de un enfoque incómodamente voyeur (enfatizado por el lenguaje audiovisual de Kaufman y Żal), termina convirtiendose en una dificilísima pesadilla que no nos deja otra alternativa a seguir mirando. El tiempo moviéndose a través de sus personajes y no al revés. Se trata de un hueso duro de roer (como lo mejor de su carrera, honestamente) y no serán pocos los detractores de esta película que prefieran recordar al Charlie Kaufman menos cáustico de una o dos décadas atrás. Uno que, siendo perfectamente honestos, no existe desde Synecdoche, NY.

La prosa de Kaufman tan afilada como siempre, su herida sangrante todavía, aunque ahora la vierta no como prodigio de su propia originalidad, sino como prodigio de cómo construir una adaptación, que tampoco es que sea la primera vez en su carrera.

I'm Thinking of Ending Things es una película auténtica. Auténticamente real, que en sus primeros veinte minutos está reflexionando sobre la naturaleza del cine y cómo la proyección de la "realidad cinematográfica" no ha hecho más que corromper y diluir nuestra realidad, entre muchas otras reflexiones furiosas e igual de sinceras, todas siempre apuntando a la yugular de la identidad, y que funciona narrativamente en planos más temporales que emocionales.

La exploración de sus personajes funciona en un nivel casi meta, donde exploramos varias facetas de sus personalidades de manera no-lineal, en un esfuerzo que resulta deliberado no por estilo, sino por conciencia de las facultades del cine (y su tiempo) como medio artístico. Algo que resulta irónico después de la disertación sobre la realidad cinematográfica o el cine de Cassavetes.

De lejos, lo mejor del 2020. Cita obligada y actualmente lo mejor que puede ofrecer el catálogo de Netflix.

Maravillosa pesadilla.
2 de noviembre de 2018
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al otro lado del viento es, efectivamente, un ejercicio de meta-cine. Quizá no sea el más depurado ejercicio de metacine, pero lo que si supone es la obra más íntima de su creador, el mítico Orson Welles. Ahora bien, Al otro lado del viento no es una película para ver en el mismo estado mental en el que se puede disfrutar el resto de la obra de su creador. En lo absoluto.

Es un meta-comentario del director sobre su propio desencanto con el medio. Es una película única no por su formato, (aunque para fines del año 1972 definitivamente habría sido una revolución), sino por el retrato tan íntimo que representa de Welles y la figura del director clásico de Hollywood. Es una película que únicamente pudo haber sido realizada por este hombre, y por ello supone tanto un éxito magistral que la eleva a la categoría de alto-arte, a la vez que la condena a la incomprensión.

¿Por qué esta dicotomía? Pues bien, es una película influída por todo el contexto vivido por Welles. Su paso por Europa luego de haberse establecido como el más importante director del Hollywood clásico y su contacto con la Nueva Ola. Es interesantísima su realización por esa cualidad "Godard", casi improvisacional. Es algo parecido a un hipotético neorrealismo norteamericano, pero enmarcado dentro de la realidad del stardom de Hollywood, particularmente el Hollywood al que Welles se enfrentó durante toda su carrera.

Es una sátira durísima, ocurrente, cómica, macabra y auto destructiva. Es la película más personal de Orson Welles y dentro de esa presunción del cine como arte, y del arte como expresión, representa la película más importante de su carrera. Pero, por ello, es su película más disfuncional. Es una obra maestra. No se la recomendaría a nadie.

¿Cómo definir Al otro lado del viento? Pues tendría que remitirme a la frase que el periódico The Guardian atribuyó al propio Welles durante una conversación con John Huston: "Es sobre un director bastardo, egocéntrico, que atrapa personas, las crea y las destruye; es sobre nosotros, John".
4 de noviembre de 2018
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los primeros tres capítulos, Bodyguard se alza con una voz propia intensa y muy interesante. El build-up del suspense y la acción están dirigidas con una confianza que a la televisión le cuesta mucho alcanzar, pero la dirección de Thomas Vincent y la actuación de Madden (impresionante lo que este hombre hace) suman enteros muy rápido. Antes de darme cuenta ya iba por el cuarto capítulo y estaba totalmente metido en la premisa de la serie.

Y la serie sería una obra maestra si no fuese por lo que viene después. No es que sea malo, en absoluto. Sigue siendo una de las mejores series de acción que he visto y su formato de miniserie le ayuda muchísimo. El problema está en que la plausibilidad de la trama disminuye mientras crece en estupidez. En ningún momento deja de ser divertida, eso si.

De hecho, no vi la serie antes porque tenía la certeza de que sería estupidez gratuita. Me equivoqué. Al menos con los primeros episodios, que sigo y por un buen tiempo seguiré considerando clases magistrales del suspense para televisión. Es divertidísima y paga muy bien el tiempo que le inviertas con una trama satisfactoria, una estética bastante depurada (teniendo en consideración el bajo presupuesto de la serie) y una interpretación de Richard Madden FANTÁSTICA. Richard Madden es fácilmente lo mejor dentro de todo el paquete ofrecido por Bodyguard.

Buena, fácil de ver y corta.
10 de octubre de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada cinematográfica hacia el ojo mecánico de la cámara. Obra maestra atemporal que revitaliza las posibilidades artísticas del medio con un comentario que atraviesa de lleno la epistemología del cine. Bellamente filmada, interpretada y armada; simple y llanamente una de las mejores películas de la historia, inimitable, inabarcable, y por eso mismo: siempre vigente.

Con tanto debate sobre qué es y qué no es cine, Sunset Boulevard será por siempre y de manera definitiva el remedio, el antídoto, la purificación. El cine dentro de sí mismo.

Billy Wilder hizo la mejor película de todo el crepúsculo del Star System. Un verdadero crepúsculo de los dioses que soportará la metralla del tiempo y reinará en la memoria de aquellos dichosos que la vieron, la sintieron y la vivieron.
15 de marzo de 2021
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
- ¿Y si el Sabbat no existiese? ¿Si sólo fuese un sueño?
- Si sólo fuese un sueño, ¿cómo tantas mujeres podrían tener el mismo sueño?

Así empieza Akelarre. Lo que en un principio pueda parecer que irá en dirección del horror étnico vasco al que nos acostumbró De La Iglesia unos años atrás da un giro copernicano sobre su propuesta para convertirse en una cruentísima (pero fabulosa) crónica histórica.

Con inteligencia y tacto, Akelarre atraviesa la propuesta (simbólica) de Satán para la mujer. El sueño rebelde, condenatorio pero vivo; femenino; libre. El guion, reivindicativo pero cruento, logra una lectura interesantísima de la feminidad y su emancipación a través de los símbolos que, sea por casualidad, causalidad o simple y llana resistencia se oponen a los estatutos de poder. El poder como institución directamente antagónica a la mujer, que en sus rasgos humanos encuentra la mesura neutral capaz de ver más allá del fundamentalismo de los hombres; uno tan determinado con su propósito como ciego para los propósitos ajenos.

Agüero comenta con gusto y truculencia la reinvindicación de los sueños de Sabbat, provocativos y liberadores. Su reparto, genial. Un melodrama de época vasco que explora los primeros fuegos de reinvindicación femenina; con ascuas que arden durísímo todavía. La potentísima musicalización y diseño de sonido logran crear una atmósfera de cercana extrañeza, entre el tono que logró Eggers con su excelentísima The Witch en el 2015, y el ecléctico sentido de lugar del que dotó Robin Hardy a The Wicker Man.

El reparto, maravilloso. Sin buscar armar un estudio de personaje, el estudio que ofrecen Agüero y Guillou es uno que rearma un mosaico antropológico de abuso sistemático en el que sólo la imaginación y los sueños articulan escape alguno.

En su minuto final, la tesis es clara:

"Vuelan", dijo el juez.

Claro que vuelan. Maravillosa.
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