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Críticas ordenadas por utilidad
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6.9
17,593
10
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy trabajadora sexual desde hace 10 años y me sumo a las compañeras y compañeros que han reconocido la veracidad de “Anora”.
Como en casi todas las demás pelis de Baker el tema principal a pesar de girar en torno a una trabajadora sexual no es el trabajo sexual, ni siquiera diría que lo es en “Tangerine”, como “Matrix” no va del trabajo de informático ni “Titanic” de la hetereosexualidad o “Retrato de una mujer en llamas” de la homosexualidad. Baker muestra no más a los seres humanos en una realidad descarnada en la que se desenvuelven como pueden, en todo su absurdo, dolor y ternura, en todas sus dimensiones, no sólo la del trabajo.
Pero su atracción por el tema viene pienso de por cómo en el trabajo sexual queda expuesta de forma más desgarrada la esencia de las relaciones de poder que nos atraviesan, cómo queda uno puesto a prueba en ellas. En sus pelis esto es faro al desfile de personas en diferentes oficios que lucha por sobrevivir, tratando mejor o peor a quien le está subordinado.
Es magistral como se acerca a esto con una delicadeza finísima pero no desde lo ideológico o moral, no más haciendo lupa a la realidad humana desarmante. Con todo si hay una frase que considero es estandarte de la película es «Fuck your boss».
Hay infinidad de historias en este trabajo, como dice el director, y “Anora” muestra las concretas en torno a un club de Brooklyn. Algunos mencionan, sin haber trabajado en esto y con tono de reproche, que no aparecen realidades mucho más precarias y me pregunto por qué no dicen lo mismo cuando aparece en pantalla, por ejemplo, la vida de una camarera bien pagada, como si otras realidades anularan la suya.
Baker ha demostrado sin embargo (“Red Rocket”, “Starlet”, “Florida Project”) que está comprometido con la multiciplicidad de la realidad, mostrando a la que trabaja en la calle, en la casa (como la mayoría, aunque no aparezca en las estadísticas mágicas), el día a día de los que trabajan en la industria porno, y todo apunta a que seguirá desvelando más espacios.
Aun dada la variedad de condiciones, el trato con el cliente tiene unas generalidades y Baker siempre que lo aborda y “Anora” en su inicio representan fielmente el intercambio humano y cómo lo gestiona la trabajadora. Se nota el tremendo asesoramiento y convivencia que tuvieron con trabajadoras del gremio, que pareciera han metido la cámara en uno de mis servicios (día mejor y peor arriba y abajo, como los de todo el mundo). “Closer” es otra película que refleja esto bien, con una enorme Natalie Portman como Alice-Jane.
Destacan en especial de “Anora” las interpretaciones, todas soberbias, pero cuya naturalidad cruda creo responde a la dirección de Baker, como los mismos actores han apuntado, igual en el resto de sus pelis, favorecida por la libertad que les da, que les permita improvisar y acepte sus sugerencias. Se nota confianza, escucha y un trabajo colectivo que saca el mayor partido del plurilingüismo de la cinta.
Mikey Madison transpira grandeza pero Yura Borisov corta el aliento con la sutileza quirúrgica de su intensidad. De las entrevistas he entendido que muchas sugerencias del actor, en las que pienso arrastra la sensibilidad de la hermosísima “Compartimento nº 6”, en la que sí interpreta al `gopnik´ que niega ser en “Anora”, se han quedado en el montaje final. Que Igor reciba un puñetazo, responda con un grito a otro, coma a lo guarro, como la chica del “Compartimento”, su cumple, la piel sensible, el cotidiano buenas noches... Sin estas aportaciones el clímax no sería tan potente.
“Compartimento nº 6” trata del amor como cuestión de ver y ser visto, de reconocer al otro tras capas culturales, sexuales, sociales, aterrizando la proyección en la intimidad del compartimento físico compartido de la existencia, reconciliación con la dureza de la vida que nos hace sentir y habitar las costuras de ser humanos que por igual comen y contemplan la belleza y sienten el frío de una tormenta de nieve. Pienso que “Anora” va también de esto.
Como en casi todas las demás pelis de Baker el tema principal a pesar de girar en torno a una trabajadora sexual no es el trabajo sexual, ni siquiera diría que lo es en “Tangerine”, como “Matrix” no va del trabajo de informático ni “Titanic” de la hetereosexualidad o “Retrato de una mujer en llamas” de la homosexualidad. Baker muestra no más a los seres humanos en una realidad descarnada en la que se desenvuelven como pueden, en todo su absurdo, dolor y ternura, en todas sus dimensiones, no sólo la del trabajo.
Pero su atracción por el tema viene pienso de por cómo en el trabajo sexual queda expuesta de forma más desgarrada la esencia de las relaciones de poder que nos atraviesan, cómo queda uno puesto a prueba en ellas. En sus pelis esto es faro al desfile de personas en diferentes oficios que lucha por sobrevivir, tratando mejor o peor a quien le está subordinado.
Es magistral como se acerca a esto con una delicadeza finísima pero no desde lo ideológico o moral, no más haciendo lupa a la realidad humana desarmante. Con todo si hay una frase que considero es estandarte de la película es «Fuck your boss».
Hay infinidad de historias en este trabajo, como dice el director, y “Anora” muestra las concretas en torno a un club de Brooklyn. Algunos mencionan, sin haber trabajado en esto y con tono de reproche, que no aparecen realidades mucho más precarias y me pregunto por qué no dicen lo mismo cuando aparece en pantalla, por ejemplo, la vida de una camarera bien pagada, como si otras realidades anularan la suya.
Baker ha demostrado sin embargo (“Red Rocket”, “Starlet”, “Florida Project”) que está comprometido con la multiciplicidad de la realidad, mostrando a la que trabaja en la calle, en la casa (como la mayoría, aunque no aparezca en las estadísticas mágicas), el día a día de los que trabajan en la industria porno, y todo apunta a que seguirá desvelando más espacios.
Aun dada la variedad de condiciones, el trato con el cliente tiene unas generalidades y Baker siempre que lo aborda y “Anora” en su inicio representan fielmente el intercambio humano y cómo lo gestiona la trabajadora. Se nota el tremendo asesoramiento y convivencia que tuvieron con trabajadoras del gremio, que pareciera han metido la cámara en uno de mis servicios (día mejor y peor arriba y abajo, como los de todo el mundo). “Closer” es otra película que refleja esto bien, con una enorme Natalie Portman como Alice-Jane.
Destacan en especial de “Anora” las interpretaciones, todas soberbias, pero cuya naturalidad cruda creo responde a la dirección de Baker, como los mismos actores han apuntado, igual en el resto de sus pelis, favorecida por la libertad que les da, que les permita improvisar y acepte sus sugerencias. Se nota confianza, escucha y un trabajo colectivo que saca el mayor partido del plurilingüismo de la cinta.
Mikey Madison transpira grandeza pero Yura Borisov corta el aliento con la sutileza quirúrgica de su intensidad. De las entrevistas he entendido que muchas sugerencias del actor, en las que pienso arrastra la sensibilidad de la hermosísima “Compartimento nº 6”, en la que sí interpreta al `gopnik´ que niega ser en “Anora”, se han quedado en el montaje final. Que Igor reciba un puñetazo, responda con un grito a otro, coma a lo guarro, como la chica del “Compartimento”, su cumple, la piel sensible, el cotidiano buenas noches... Sin estas aportaciones el clímax no sería tan potente.
“Compartimento nº 6” trata del amor como cuestión de ver y ser visto, de reconocer al otro tras capas culturales, sexuales, sociales, aterrizando la proyección en la intimidad del compartimento físico compartido de la existencia, reconciliación con la dureza de la vida que nos hace sentir y habitar las costuras de ser humanos que por igual comen y contemplan la belleza y sienten el frío de una tormenta de nieve. Pienso que “Anora” va también de esto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras un esbozo a su vida, le llega a Ani como cliente el hijo de un magnate ruso, Iván, y después de una semana le pide que se casen. Un `scrolling´ de escenas brillantes nos introduce con montaje de Baker en su piel. Como ella nos disociamos y dejamos llevar por el encanto pese a que la actitud de Iván indica lo que indica.
Queremos creer, y cuando los padres de Iván se enteran y su asistente armenio Toros envía a su hermano Garnik e Igor nos sorprende que ante su llegada para anular el casamiento el nene salga corriendo abandonando a Ani.
Con la huida de Iván viene el núcleo, largo pero que siento correcto contrapuesto a la parte anterior vivida como un sueño. La luz se atenúa, el ritmo mundano se impone. La ´home invasion` parece filmada en tiempo real. La tediosa búsqueda descendiendo a la noche, a ubicaciones reales, con la vida de la gente alterada por el incidente, es una caída en la desilusión pero una entrada en lo real.
La calidez del rojo de Las Vegas sólo permanece en los cuidados, en la bufanda y manta con las que Ani y el raro de Igor se arropan. Del váper se pasa al letal cigarrillo compartido tras los barrotes de la existencia.
El `speech´ de Toros del bar es agua fría para el espíritu de los tiempos: el mundo sigue siendo el que es para una mayoría que no triunfa con una `app´, como bromea Iván.
El presupuesto fue nada, pero el mimo logra la excelencia. En la `home invasion´ no hubo dobles para Mikey y Yuri que ejecutan una coreografía brutal, con reacciones con matices acordes a una situación incierta que aclaran lo que es estar en un regazo de manera consensuada o no.
La comicidad al entrar Garnik y Toros es tierna, no se estira más allá de la natural expresividad mediterránea. Los clichés se disuelven en unos tipos normales forzados a compartir noche y olor a vómito con una chica con mucho aplomo, que ha descubierto la naturaleza contractual, como la de su trabajo, del matrimonio
Referencias a Tarantino aparte, la clara es “Las noches de Cabiria”. Iván como el actor que lleva a Cabiria a su casa y al final el Óscar que oculta la vergüenza de su traición tras las gafas. Cabiria despierta, risas y en negro una lágrima, que le resbala a Ani sobre Igor (oh, sí, papi).
En mi fantasía Ani dice «You don´t Nomi» por “Showgirls”, donde Nomi-Polyana descubre quién es atravesando el teatrillo del Stardust, los roles dominante-dominado mezclados, la ilusión del éxito, pudiendo luego, Alice-NoOne-Jane, distanciarse. Habiendo tenido, como Ani, dignidad en posiciones de vulnerabilidad, no la sumisión de Toros y otros trabajadores de las pelis.
El juego de nombres refiere esta desidentificación con lo aparente y el encuentro con la esencia. Subyace el arquetipo de la virgen-puta Core-Proserpina. La niña a la que la realidad arranca tal identidad pero transforma en una adulta pura, dueña de sí dándose un lugar fiel a un interior en evolución. Granos de granada, la experiencia constante, que la conectan con el fluir de la vida, la autenticidad de la mariposa-ángel del avión contrasta con Iván, en la misma escena reivindicando que no puede decirse sea libre si no pudiera haberse casado igual con un hombre.
En “Showgirls” Crystal es el observador en horizontal del espejo, Virgilio que probó el fruto Dog Chow y ve que todos dejan algo de sí a cambio de algo en este mundo vertical. Todos `whores´, ella quizá la que menos al poder desasirse. No ligado su valor a estas dinámicas, rechaza el ´miss`, filtra con lo que no puede más y se retira.
Nomi la sigue con lo puesto. Ani con el bolso rojo, ayudando en este caso el vínculo con Igor, no lastrado en él la autoexpresión, a la reconciliación con los significados de Anora, ´granada` y `honor´, la «bendita materia» que decía Humbert, lágrimas y sudor de la frente que nos hacen humanos.
Siento un profundo agradecimiento por “Anora”. Nunca el cine, sí la realidad, me desarmó como la secuencia final, dos chavales con un peta, una tormenta de nieve en el coche de la abuela.
Queremos creer, y cuando los padres de Iván se enteran y su asistente armenio Toros envía a su hermano Garnik e Igor nos sorprende que ante su llegada para anular el casamiento el nene salga corriendo abandonando a Ani.
Con la huida de Iván viene el núcleo, largo pero que siento correcto contrapuesto a la parte anterior vivida como un sueño. La luz se atenúa, el ritmo mundano se impone. La ´home invasion` parece filmada en tiempo real. La tediosa búsqueda descendiendo a la noche, a ubicaciones reales, con la vida de la gente alterada por el incidente, es una caída en la desilusión pero una entrada en lo real.
La calidez del rojo de Las Vegas sólo permanece en los cuidados, en la bufanda y manta con las que Ani y el raro de Igor se arropan. Del váper se pasa al letal cigarrillo compartido tras los barrotes de la existencia.
El `speech´ de Toros del bar es agua fría para el espíritu de los tiempos: el mundo sigue siendo el que es para una mayoría que no triunfa con una `app´, como bromea Iván.
El presupuesto fue nada, pero el mimo logra la excelencia. En la `home invasion´ no hubo dobles para Mikey y Yuri que ejecutan una coreografía brutal, con reacciones con matices acordes a una situación incierta que aclaran lo que es estar en un regazo de manera consensuada o no.
La comicidad al entrar Garnik y Toros es tierna, no se estira más allá de la natural expresividad mediterránea. Los clichés se disuelven en unos tipos normales forzados a compartir noche y olor a vómito con una chica con mucho aplomo, que ha descubierto la naturaleza contractual, como la de su trabajo, del matrimonio
Referencias a Tarantino aparte, la clara es “Las noches de Cabiria”. Iván como el actor que lleva a Cabiria a su casa y al final el Óscar que oculta la vergüenza de su traición tras las gafas. Cabiria despierta, risas y en negro una lágrima, que le resbala a Ani sobre Igor (oh, sí, papi).
En mi fantasía Ani dice «You don´t Nomi» por “Showgirls”, donde Nomi-Polyana descubre quién es atravesando el teatrillo del Stardust, los roles dominante-dominado mezclados, la ilusión del éxito, pudiendo luego, Alice-NoOne-Jane, distanciarse. Habiendo tenido, como Ani, dignidad en posiciones de vulnerabilidad, no la sumisión de Toros y otros trabajadores de las pelis.
El juego de nombres refiere esta desidentificación con lo aparente y el encuentro con la esencia. Subyace el arquetipo de la virgen-puta Core-Proserpina. La niña a la que la realidad arranca tal identidad pero transforma en una adulta pura, dueña de sí dándose un lugar fiel a un interior en evolución. Granos de granada, la experiencia constante, que la conectan con el fluir de la vida, la autenticidad de la mariposa-ángel del avión contrasta con Iván, en la misma escena reivindicando que no puede decirse sea libre si no pudiera haberse casado igual con un hombre.
En “Showgirls” Crystal es el observador en horizontal del espejo, Virgilio que probó el fruto Dog Chow y ve que todos dejan algo de sí a cambio de algo en este mundo vertical. Todos `whores´, ella quizá la que menos al poder desasirse. No ligado su valor a estas dinámicas, rechaza el ´miss`, filtra con lo que no puede más y se retira.
Nomi la sigue con lo puesto. Ani con el bolso rojo, ayudando en este caso el vínculo con Igor, no lastrado en él la autoexpresión, a la reconciliación con los significados de Anora, ´granada` y `honor´, la «bendita materia» que decía Humbert, lágrimas y sudor de la frente que nos hacen humanos.
Siento un profundo agradecimiento por “Anora”. Nunca el cine, sí la realidad, me desarmó como la secuencia final, dos chavales con un peta, una tormenta de nieve en el coche de la abuela.
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