Sophie Scholl es una película que te atrapa desde el primer segundo hasta el último. Nos ayuda a hacer memoria de la barbarie y nos obliga a reflexionar acerca de la naturaleza del mal. Esta película, basada en hechos reales, muestra una historia de valentía y coraje, una historia de quienes son capaces de dar su vida por la causa de la libertad y la justicia. En el mundo desbocado que, de alguna manera, hoy también habitamos, los ecos de estas luchas, de estas vidas, de estas esperanzas, no nos pueden dejar indiferentes.

Esta película es un mazazo a las conciencias de los occidentales que vivimos en la opulencia y nos permitimos exigir más y más control de fronteras. El retrato de la inmigración africana clandestina, más allá de las imágenes de los medios, más allá de lo políticamente correcto para no incomodar al espectador. Las consecuencias de nuestras políticas migratorias, que favorecen la proliferación de negocios que trafican con sueños y esperanzas y la violación de los Derechos Humanos más fundamentales de las personas inmigrantes. Los crímenes que se relatan en la película se han podido documentar en numerosas ocasiones y se cometen con la complicidad de aquellos que queremos preservar nuestros privilegios a toda costa. Un vivo retrato del crimen organizado por todos en el escenario mundial del capitalismo más brutal. Imprescindible.

Recomiendo esta película a todas aquellas personas que quieran conocer un poco más de los mundos escondidos y estigmatizados que forman parte de nuestra realidad más o menos cercana. Un grupos de mujeres que ejercen la prostitución en un barrio marginal de Guatemala crean un equipo de futbol como vía de expresión de sus reivindicaciones de seguridad, respeto y dignidad. Rostros de humanidad que recuperan, durante hora y media, parte de nuestra mermada capacidad de sentir.

Esta película es una obra de arte. Un instrumento para sacudir nuestra deteriorada conciencia acerca de lo que significa ser humano. Desde el primer minuto, las voces e imágenes te llevan a una profunda reflexión sobre el sentido de la vida, el amor, la felicidad... y no te dejan indiferente. El director logra que cada fragmento de la película, cada palabra de sus protagonistas, cada mirada, conecte con algo de lo que llevamos dentro. Una película que, sin adornos ni sensiblería hueca, consigue un efecto loable: despertar el afecto hacia lo humano en todas sus manifestaciones.

Los ataques con ácido en Pakistán, una aberración muy extendida y muy desconocida en Occidente, son abordados en este documental desde la lucha, el coraje y la valentía de las víctimas y desde la solidaridad de esos profesionales que, con su trabajo voluntario, devuelven la dignidad a la especia humana. Muy recomendable.