El título de la crítica no hace referencia al maravilloso mundo de la mente del director, tampoco hace referencia a quienes hayan disfrutado de esta película. Realmente el título de la crítica hace referencia a la poco sana envidia que tengo de mi querida hermana y su asombrosa capacidad de dormir viendo películas. Daría mi reino por poder dormirme durante una película diría mi persona si fuese el otrora príncipe Felipe el Preparado. Lamentablemente no dispongo de dicha habilidad y tuve que tragarme este film en su totalidad.

El mundo se ha vuelto inhabitable y toda la humanidad se ha visto reducida a un único tren que discurre el mundo sin parar. Una sucesión de vagones, una sucesión de grupos de personas, una sociedad estratificada por naturaleza y una revolución social. Todos los ingredientes necesarios para crear una obra maestra, realmente parece muy difícil realizar semejante bodrio a partir de una idea tan brillante y atractiva como esta.

La película comienza realmente bien gracias al brillante planteamiento arriba expuesto. Pero no te dejes engañar por esos primeros mágicos minutos. La película decae a un ritmo estrepitoso, casi esperpéntico. Las actuaciones son absolutamente deplorables, el guión hace aguas por todas partes, se abren hilos argumentales que no se vuelven a tratar, los personajes son totalmente asépticos y carentes de interés para el espectador, con unos diálogos sin sentido, la sociedad, supuestamente poco deseable (en ningún momento me provoca ningún tipo de repugnancia), se presenta de una forma absolutamente superficial sin llegar a profundizar realmente en la insatisfación provocada por la estratificación inherente al hecho de vivir en una sucesión de vagones. Cuando finalmente llega la cumbre del tren, y de la película, la decepción se consuma.

En definitiva no te recomiendo ver esta película, yo juro que tras desahogarme y lograr por fin conciliar el sueño perdido la olvidaré para no volver a pensar jamás en ella. No me pararé a desgranar las incoherencias y sinsentidos que se van acrecentando a medida que nuestros protagonistas van ascendiendo en el tren, dejando vagones atrás y acercándose a un clímax que jamás se produce. En dos palabras, decepción y envidia de quienes hayan podido dormir viendo esta película.