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6.0
12,473
6
28 de septiembre de 2022
28 de septiembre de 2022
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don't worry darling es una película complicada de analizar, incluso es complicado, al menos en mi caso, el tener una opinión clara sobre ella.
Cierto es, que hubo momentos donde veía venir el desastre inminente desde mi butaca del cine y curioso es también, que el final, aunque controvertido y solucionado con cierta prisa, me arreglara bastante la película. Llegué a pensar que Olivia Wilde había creado un prólogo infinito.
No hay lugar a dudas de que lo mejor de la película, e incluso lo que puede ser un motivo para verla, es Florence Pugh, su belleza imanta al espectador distrayéndolo incluso del resto de elementos en pantalla. Es difícil estar más guapa. Su interpretación es además la más sólida e interesante de la cinta. En cambio Harry Styles cumple como puede un papel que quizá le viene grande.
La temática y ambientación no es nueva, nos recuerda a muchas cosas, a mi en concreto a la saga de videojuegos Bioshock, claro que sin la sofisticación de sus universos, el resultado es más burdo.
En lo visual, creo que Olivia Wilde confía demasiado en el poder de esas imágenes recurrentes que buscan un efecto Cisne negro (comparten director de fotografía) pero que dejan al espectador indiferente. Y no es problema de Libatique, que hace un trabajo más que correcto, si no del efecto que quiere crear con ellas la directora y que no consigue, pretendiendo inducir una locura que en muchos casos se queda más en lo estético que en lo psicológico.
El guión también tiene algunos problemas si te pones a indagar más allá de lo que cuenta la película y para mi gusto se queda corto a la hora de profundizar en el cómo y los porqués una vez se nos revela el misterio.
Cierto es, que hubo momentos donde veía venir el desastre inminente desde mi butaca del cine y curioso es también, que el final, aunque controvertido y solucionado con cierta prisa, me arreglara bastante la película. Llegué a pensar que Olivia Wilde había creado un prólogo infinito.
No hay lugar a dudas de que lo mejor de la película, e incluso lo que puede ser un motivo para verla, es Florence Pugh, su belleza imanta al espectador distrayéndolo incluso del resto de elementos en pantalla. Es difícil estar más guapa. Su interpretación es además la más sólida e interesante de la cinta. En cambio Harry Styles cumple como puede un papel que quizá le viene grande.
La temática y ambientación no es nueva, nos recuerda a muchas cosas, a mi en concreto a la saga de videojuegos Bioshock, claro que sin la sofisticación de sus universos, el resultado es más burdo.
En lo visual, creo que Olivia Wilde confía demasiado en el poder de esas imágenes recurrentes que buscan un efecto Cisne negro (comparten director de fotografía) pero que dejan al espectador indiferente. Y no es problema de Libatique, que hace un trabajo más que correcto, si no del efecto que quiere crear con ellas la directora y que no consigue, pretendiendo inducir una locura que en muchos casos se queda más en lo estético que en lo psicológico.
El guión también tiene algunos problemas si te pones a indagar más allá de lo que cuenta la película y para mi gusto se queda corto a la hora de profundizar en el cómo y los porqués una vez se nos revela el misterio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En fin, creo que me estoy explayando más de lo previsto, será porque encuentro esta película extraña, me resulta de lo más bizarro que Olivia Wilde en su segunda película tras Súper empollonas, se haya embarcado en un proyecto de ciencia ficción/thriller psicólogico con Harry Styles como uno de los protagonistas. Un proyecto que mezcla la estética años 50 con la comunidad incel y el metaverso. Pareciera un cóctel con demasiados ingredientes y quizás lo sea, y desde luego la ejecución es errática y torpe en muchos aspectos, pero con todo y con eso, este producto frankensteiniano acaba interesándome, al menos lo suficiente.
8
20 de marzo de 2018
20 de marzo de 2018
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecé viendo esta serie por mi novia, al principio creía que era la típica serie rebelde, un poco antisistema, comedia irónica y poco más, mero entrenamiento. Nada más lejos de la realidad.
The end of the fucking world es algo más que su apariencia. Es el reflejo de una generación, de las vueltas que da la vida, del aburrimiento del nuevo siglo, del querer ser alguien o del hastío en un entorno maquillado de apariencia y falsa originalidad.
Es la vida de dos personajes, Alyssa y James, con unas circunstancias que no han elegido, con una impotencia que les corroe, con un entorno que les asfixia y cuya única salida es la evasión a cualquier precio.
El amor que entre ellos se fragua poco a poco, acaba siendo lo único que sostiene, lo que podríamos catalogar como una serie de catastróficas desdichas. Un amor atípico, dubitativo, inexperto, confuso y tan espontáneo y extraño como la vida misma.
Esta serie retrata a la perfección lo que para muchos serán meras chiquilladas del primer mundo, propias de adolescentes que quieren llamar la atención, pero que esconden un vacío existencialista en una época donde todo está inventado, y donde como dicen algunos, "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Esta serie tiene auténticos momentos de cine, con una originalidad verdadera y no meramente estética. Es un soplo de aire fresco y un grito de ayuda en la llamada sociedad del bienestar, donde todo el mundo pone en su biografía del Twitter lo especial que es y que en realidad no consigue ser. El siglo XXI nos ha criado como estrellas del rock en un show de Truman donde a veces falta el aire.
The end of the fucking world es algo más que su apariencia. Es el reflejo de una generación, de las vueltas que da la vida, del aburrimiento del nuevo siglo, del querer ser alguien o del hastío en un entorno maquillado de apariencia y falsa originalidad.
Es la vida de dos personajes, Alyssa y James, con unas circunstancias que no han elegido, con una impotencia que les corroe, con un entorno que les asfixia y cuya única salida es la evasión a cualquier precio.
El amor que entre ellos se fragua poco a poco, acaba siendo lo único que sostiene, lo que podríamos catalogar como una serie de catastróficas desdichas. Un amor atípico, dubitativo, inexperto, confuso y tan espontáneo y extraño como la vida misma.
Esta serie retrata a la perfección lo que para muchos serán meras chiquilladas del primer mundo, propias de adolescentes que quieren llamar la atención, pero que esconden un vacío existencialista en una época donde todo está inventado, y donde como dicen algunos, "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Esta serie tiene auténticos momentos de cine, con una originalidad verdadera y no meramente estética. Es un soplo de aire fresco y un grito de ayuda en la llamada sociedad del bienestar, donde todo el mundo pone en su biografía del Twitter lo especial que es y que en realidad no consigue ser. El siglo XXI nos ha criado como estrellas del rock en un show de Truman donde a veces falta el aire.
9
26 de abril de 2020
26 de abril de 2020
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando entré a Bojack Horseman no sabía muy bien que esperar, había escuchado todo tipo de elogios, sí, pero siempre te queda ese recelo de que sea otra serie más de animación que intenta ir de irreverente y que acaba siendo la copia de algo muy trillado.
Desde luego no esperaba encontrarme con una obra tan compleja y revisionable.
Bojack Horseman demuestra que cuando da su máximo nivel es de lo mejor que se ha hecho en televisión, el problema es que no siempre mantiene esa excelencia, aunque tampoco baja demasiado, salvo por algún capítulo donde el exceso de humor disparatado ensombrece a la trama.
Dicho esto, he visto pocas obras que traten mejor y con más agudeza, temas como el me too, los medios de comunicación, las redes sociales y en general toda esta era del posmodernismo en la que vivimos.
Por otro lado, su animación es original y excelente, el juego que dan los animales antropomórficos es genial, genera aún más situaciones y conflictos sociales y raciales de los que ya de por sí tenemos en la vida real. Esto le viene como anillo al dedo a la serie, a modo de ejemplificación visual de su discurso general.
Bojack Horseman habla de los juguetes rotos, del mundillo de Hollywood, de lidiar con la fama, de la depresión, del alcoholismo, de los traumas del pasado y de innumerables problemas más. Pero tal como yo la entiendo, su esencia radica en unos personajes con un pasado difícil y una forma de ser que resulta de este, que les condena a una infelicidad patológica de la que pretenden escapar. Es el caso por supuesto de Bojack, pero también de Diane o de Princess Carolyn. Así, la personalidad de los personajes suele estar ligada a una infancia turbulenta, como ocurre con el protagonista , la cual le ha llevado a hacer daño a todos los que le rodean a lo largo de su vida. Es aquí donde entra el poder de perdonarse a uno mismo, estableciendo bien el limite entre la autocompasion y la fustigación.
Pero una vez que te consigues perdonar, ¿lo harán los demás? ¿Te mereces que lo hagan?
Y es que si de algo nos habla Bojack Horseman sin velos ni miramientos, es de la infelicidad y de la búsqueda por salir de ella, del querer mejorar como personas a pesar de la frustración de no poder cambiar. ¿Somos exclavos de nosotros mismos?, ¿está la felicidad en cada uno o depende mucho más de las circunstancias? Son preguntas que lanza la serie a través de sus personajes y que no siempre encuentran respuesta.
Pero Bojack Horseman aún es capaz de lanzar más interrogantes a sus personajes y porque no, al espectador.
Aquí entra la existencia o no del karma, y de si nuestras malas acciones nos vienen de vuelta, y de si es posible escapar de ellas.
En este sentido, el creador parece hacernos creer que sí, que hay un karma que nos hará pagar por nuestras malas acciones y que nos alcanzará tarde o temprano. Sinceramente ojalá fuera siempre así, porque a diferencia de Bojack, en esta vida hay más de uno que suele salir airoso.
Llegados a este punto cualquiera que esté leyendo esto podrá pensar que falta un poco de agua en este trago tan amargo, pero a decir verdad, la serie parte de un pesimismo cínico escudado en el humor, para acabar dejando ver algo de luz al final del tunel. Porque como digo en el título, supongo que Bojack Horseman nos enseña que no es tarde para casi nadie, o que al menos debemos de seguir intentándolo, por que no hay nada más primario, nada más intrínseco, que el deseo de ser felices, y porque no, de ser mejores personas.
Desde luego no esperaba encontrarme con una obra tan compleja y revisionable.
Bojack Horseman demuestra que cuando da su máximo nivel es de lo mejor que se ha hecho en televisión, el problema es que no siempre mantiene esa excelencia, aunque tampoco baja demasiado, salvo por algún capítulo donde el exceso de humor disparatado ensombrece a la trama.
Dicho esto, he visto pocas obras que traten mejor y con más agudeza, temas como el me too, los medios de comunicación, las redes sociales y en general toda esta era del posmodernismo en la que vivimos.
Por otro lado, su animación es original y excelente, el juego que dan los animales antropomórficos es genial, genera aún más situaciones y conflictos sociales y raciales de los que ya de por sí tenemos en la vida real. Esto le viene como anillo al dedo a la serie, a modo de ejemplificación visual de su discurso general.
Bojack Horseman habla de los juguetes rotos, del mundillo de Hollywood, de lidiar con la fama, de la depresión, del alcoholismo, de los traumas del pasado y de innumerables problemas más. Pero tal como yo la entiendo, su esencia radica en unos personajes con un pasado difícil y una forma de ser que resulta de este, que les condena a una infelicidad patológica de la que pretenden escapar. Es el caso por supuesto de Bojack, pero también de Diane o de Princess Carolyn. Así, la personalidad de los personajes suele estar ligada a una infancia turbulenta, como ocurre con el protagonista , la cual le ha llevado a hacer daño a todos los que le rodean a lo largo de su vida. Es aquí donde entra el poder de perdonarse a uno mismo, estableciendo bien el limite entre la autocompasion y la fustigación.
Pero una vez que te consigues perdonar, ¿lo harán los demás? ¿Te mereces que lo hagan?
Y es que si de algo nos habla Bojack Horseman sin velos ni miramientos, es de la infelicidad y de la búsqueda por salir de ella, del querer mejorar como personas a pesar de la frustración de no poder cambiar. ¿Somos exclavos de nosotros mismos?, ¿está la felicidad en cada uno o depende mucho más de las circunstancias? Son preguntas que lanza la serie a través de sus personajes y que no siempre encuentran respuesta.
Pero Bojack Horseman aún es capaz de lanzar más interrogantes a sus personajes y porque no, al espectador.
Aquí entra la existencia o no del karma, y de si nuestras malas acciones nos vienen de vuelta, y de si es posible escapar de ellas.
En este sentido, el creador parece hacernos creer que sí, que hay un karma que nos hará pagar por nuestras malas acciones y que nos alcanzará tarde o temprano. Sinceramente ojalá fuera siempre así, porque a diferencia de Bojack, en esta vida hay más de uno que suele salir airoso.
Llegados a este punto cualquiera que esté leyendo esto podrá pensar que falta un poco de agua en este trago tan amargo, pero a decir verdad, la serie parte de un pesimismo cínico escudado en el humor, para acabar dejando ver algo de luz al final del tunel. Porque como digo en el título, supongo que Bojack Horseman nos enseña que no es tarde para casi nadie, o que al menos debemos de seguir intentándolo, por que no hay nada más primario, nada más intrínseco, que el deseo de ser felices, y porque no, de ser mejores personas.

7.2
19,819
8
4 de diciembre de 2023
4 de diciembre de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celine Song con una realización aparentemente sobria pero detallista y estéticamente atractiva, nos cuenta en tres actos temporales diferentes, la historia de un amor imposible por las circunstancias de la vida.
Vidas pasadas es un ejemplo de que en la vida el amor puede llegar en el momento equivocado, de que por ser temprano no tiene porque ser menos importante y de que no siempre se puede acabar con tu media naranja.
Es una película donde sus protagonistas rebosan complicidad en las miradas, en los roces, en los silencios.
Una historia de opuestos: idealismo y pragmatismo, ambición laboral y felicidad personal, cabeza y corazón. Una vista atrás sobre los caminos no elegidos y las repercusiones de las decisiones que tomamos.
Transcurre entre Nueva York y Seúl pero lo que cuenta es universal.
Como espectadores asistimos en primera persona a las posibles vidas pasadas de Nora y Hae Sung, aquellas que no se dieron, a esa espinita clavada, a lo que pudo ser y no fue, al interrogante sin respuesta...
Vidas pasadas es un ejemplo de que en la vida el amor puede llegar en el momento equivocado, de que por ser temprano no tiene porque ser menos importante y de que no siempre se puede acabar con tu media naranja.
Es una película donde sus protagonistas rebosan complicidad en las miradas, en los roces, en los silencios.
Una historia de opuestos: idealismo y pragmatismo, ambición laboral y felicidad personal, cabeza y corazón. Una vista atrás sobre los caminos no elegidos y las repercusiones de las decisiones que tomamos.
Transcurre entre Nueva York y Seúl pero lo que cuenta es universal.
Como espectadores asistimos en primera persona a las posibles vidas pasadas de Nora y Hae Sung, aquellas que no se dieron, a esa espinita clavada, a lo que pudo ser y no fue, al interrogante sin respuesta...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Son muchas las dudas, frustraciones y pasiones oprimidas las que encierra esta historia. Una historia que termina con ese silencio ensordecedor entre ambos, con esa secuencia efímera e interminable a la vez, con ese abrazo después de una velada amarga, a la que el marido americano, villano sin culpa de esta historia, asiste como mero espectador.
Vidas pasadas es una de esas historias agridulces de amor imposible, de las que conmueven y desgarran al mismo tiempo, mis favoritas.
Vidas pasadas es una de esas historias agridulces de amor imposible, de las que conmueven y desgarran al mismo tiempo, mis favoritas.

7.1
27,914
8
22 de abril de 2021
22 de abril de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco vi al fin la nueva película del dúo Vinterberg-Mikkelsen tras La caza.
En este nuevo trabajo Vinterberg reflexiona sobre el alcohol en una película honesta, sin moralejas, lecciones o moralismos.
En Druk se trata la importancia del alcohol en la historia de la humanidad, en su función como combustible social y emocional, como causa y solución de nuestros problemas, como liberación y condena.
Todos hemos hecho estupideces con el alcohol de por medio, pero también hemos vivido algunos de los mejores momentos de nuestras vidas. El alcohol nos saca ese lado más humano, tanto para lo bueno como para lo malo. Es algo que forma parte de nuestra sociedad nos guste o no, se bebe en bodas, en funerales, para celebrar, para olvidar, incluso hasta para relajarse después del trabajo.
Los cuatro protagonistas de Druk son un grupo de amigos profesores en plena crisis de los cuarenta que conviven con el estancamiento, la soledad, la monotonía y la sensación de haber dejado de ser ellos mismos. Es entonces cuando para mejorar su vida laboral, social y personal, deciden aplicar la teoría de un psiquiatra, Skårderud, que afirma que todos nacemos con un déficit del 0,05 de alcohol. Los resultados que derivan de ella los dejo para el que vea la película, pero la premisa no es tan disparatada cómo podría parecer, al menos al principio.
Los cuatro actores están especialmente bien, especialmente humanos, quizás sean las borracheras más creíbles que he visto en una pantalla. Mads Mikkelsen en particular está soberbio con esa emotividad contenida y su particular elegancia.
El espíritu tragicómico de la cinta refleja muy bien su temática principal, ya que al igual que con el propio alcohol, a lo largo del metraje no sabes si reir o llorar.
En mi caso es una película que me ha hecho pensar sobre mi propia relación con el alcohol. Sales del cine y no sabes si no volver a probar una gota o llamar a tus amigos y abrazarlos jarra en mano.
En este nuevo trabajo Vinterberg reflexiona sobre el alcohol en una película honesta, sin moralejas, lecciones o moralismos.
En Druk se trata la importancia del alcohol en la historia de la humanidad, en su función como combustible social y emocional, como causa y solución de nuestros problemas, como liberación y condena.
Todos hemos hecho estupideces con el alcohol de por medio, pero también hemos vivido algunos de los mejores momentos de nuestras vidas. El alcohol nos saca ese lado más humano, tanto para lo bueno como para lo malo. Es algo que forma parte de nuestra sociedad nos guste o no, se bebe en bodas, en funerales, para celebrar, para olvidar, incluso hasta para relajarse después del trabajo.
Los cuatro protagonistas de Druk son un grupo de amigos profesores en plena crisis de los cuarenta que conviven con el estancamiento, la soledad, la monotonía y la sensación de haber dejado de ser ellos mismos. Es entonces cuando para mejorar su vida laboral, social y personal, deciden aplicar la teoría de un psiquiatra, Skårderud, que afirma que todos nacemos con un déficit del 0,05 de alcohol. Los resultados que derivan de ella los dejo para el que vea la película, pero la premisa no es tan disparatada cómo podría parecer, al menos al principio.
Los cuatro actores están especialmente bien, especialmente humanos, quizás sean las borracheras más creíbles que he visto en una pantalla. Mads Mikkelsen en particular está soberbio con esa emotividad contenida y su particular elegancia.
El espíritu tragicómico de la cinta refleja muy bien su temática principal, ya que al igual que con el propio alcohol, a lo largo del metraje no sabes si reir o llorar.
En mi caso es una película que me ha hecho pensar sobre mi propia relación con el alcohol. Sales del cine y no sabes si no volver a probar una gota o llamar a tus amigos y abrazarlos jarra en mano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena final es magistral, un climax ebrio y desatado, una explosión de emociones, de contradicciones, con un excelente manejo de cámara siguiendo a Mikkelsen en su locura.
Nunca mejor dicho, brindo por más momentos de auténtico cine como este.
Nunca mejor dicho, brindo por más momentos de auténtico cine como este.
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