You must be a loged user to know your affinity with edgar_33
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6.1
13,388
7
28 de enero de 2016
28 de enero de 2016
79 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con los machaques constantes de remakes de terror, mis ganas de ver un film de dichas características disminuyen considerablemente año tras año. Un film puro de asesinos y víctimas necesita de una genial factura e imprevisibilidad. Harto de los slashers donde el asesino lleva una máscara andrajosa y todo se ve venir a quilómetros. O de los films de hechos sobrenaturales, posesiones y exorcismos, que pecan de topicazos y que la mayoría de ellos parecen absurdos. Si se pretende provocar miedo con el cine actual, o se realizan films que toquen temáticas más psicológicas o todo se va al traste sino hay una buena dirección y un montaje adecuado.
Green Room no es previsible ni imprevisible, no da tiempo ni a pensarlo. Es seca. Tajante. Si alguien abandona a su bando para irse con el contrario, no sabes si lo hace por emboscada o por traición. Balazo en la sien y adiós. Los skins no atienden a ningún tipo de racionalidad, atacan porque les encanta la violencia, así que la dirección busca el realismo y la crueldad de manera contundente. Posee un ritmo trepidante perfectamente estructurado que no permite desviar la mirada de la pantalla ni un segundo. El gore no falta a la cita y algunas escenas dan un poco de asco, pero tienen sentido dentro de lo que pretende ofrecer la película: ingenua banda de Punk-Rock vs. Skin-heads neonazis. Lógicamente habrá sangre. La inclusión de perros asesinos también aporta una tensión extra. En realidad, es como si los buenos lucharan contra dos equipos: los neonazis y los animales salvajes.
Importante el espacio donde suceden los hechos: un antro claustrofóbico con paredes deterioradas y muebles oxidados, con unas habitaciones pequeñas que sirven para amedrentar a cualquier visitante del recinto y a los espectadores del film. La puesta en escena cobra una importancia vital para que nos sintamos más intimidados por aquello que observamos. Las interpretaciones son muy buenas, teniendo en cuenta que se trata de un thriller/horror: Patrick Stewart lo borda como caudillo de los skinheads e Imogen Poots brilla en cada una de sus intervenciones.
Mis opiniones del cine de terror actual no darán un giro drástico después de Green Room; sigo pensando que continúan fabricándose una inmensa cantidad de películas de terror, de las cuales muchas son bodrios. Tampoco es que sea un género flexible con mucho que explotar, con la de cosas que se han hecho ya todo parece repetitivo. Volver al éxito de antaño es complicado, pero sin embargo, es posible que se realicen films de terror que aunque sean previsibles en argumento consigan ser brillantes en el apartado técnico. Espero que resurja y que las siguientes producciones sigan la estela de Green Room o Eden Lake.
Green Room no es previsible ni imprevisible, no da tiempo ni a pensarlo. Es seca. Tajante. Si alguien abandona a su bando para irse con el contrario, no sabes si lo hace por emboscada o por traición. Balazo en la sien y adiós. Los skins no atienden a ningún tipo de racionalidad, atacan porque les encanta la violencia, así que la dirección busca el realismo y la crueldad de manera contundente. Posee un ritmo trepidante perfectamente estructurado que no permite desviar la mirada de la pantalla ni un segundo. El gore no falta a la cita y algunas escenas dan un poco de asco, pero tienen sentido dentro de lo que pretende ofrecer la película: ingenua banda de Punk-Rock vs. Skin-heads neonazis. Lógicamente habrá sangre. La inclusión de perros asesinos también aporta una tensión extra. En realidad, es como si los buenos lucharan contra dos equipos: los neonazis y los animales salvajes.
Importante el espacio donde suceden los hechos: un antro claustrofóbico con paredes deterioradas y muebles oxidados, con unas habitaciones pequeñas que sirven para amedrentar a cualquier visitante del recinto y a los espectadores del film. La puesta en escena cobra una importancia vital para que nos sintamos más intimidados por aquello que observamos. Las interpretaciones son muy buenas, teniendo en cuenta que se trata de un thriller/horror: Patrick Stewart lo borda como caudillo de los skinheads e Imogen Poots brilla en cada una de sus intervenciones.
Mis opiniones del cine de terror actual no darán un giro drástico después de Green Room; sigo pensando que continúan fabricándose una inmensa cantidad de películas de terror, de las cuales muchas son bodrios. Tampoco es que sea un género flexible con mucho que explotar, con la de cosas que se han hecho ya todo parece repetitivo. Volver al éxito de antaño es complicado, pero sin embargo, es posible que se realicen films de terror que aunque sean previsibles en argumento consigan ser brillantes en el apartado técnico. Espero que resurja y que las siguientes producciones sigan la estela de Green Room o Eden Lake.

7.9
36,715
9
17 de septiembre de 2015
17 de septiembre de 2015
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Barry Lyndon” es una obra infravalorada de Stanley Kubrick. Tal cual. Sin contar las películas con más fama como The Shining, Full Metal Jacket o Clockwork Orange, la primera que se le ocurre a un aficionado al cine es 2001, Espartaco o Teléfono Rojo. Tampoco obtuvo mucha fama en su estreno, fue con el paso del tiempo que se convirtió en película de culto. Siempre está en la sombra, aunque sea un film soberbio.
Kubrick vuelve a instruir un máster de dirección en todos los aspectos, tanto artística como fotográficamente, y obviamente en el montaje. Una peli completamente diferente a cualquiera que haya hecho, con una temática de tipo histórico y mucho más densa de lo que parece. Hay un sinfín de planos generales dignos de Óscar a mejor fotografía; una perfecta utilización de zooms, y unos travellings extraordinarios.
Es una reinvención del genio inglés dentro de un género que hasta ese entonces ni había olido, para mostrarse como el director más completo de todos los tiempos. Si en The Shining utilizaba magistralmente el sonido y la luz, en Barry Lyndon desempeña toda su experiencia en el arte fotográfico y plasma lo escrito en el guión de la mejor manera posible, como el genio que es.
Hay varios géneros en el film igualmente. Es normal, si dura 3 horas, más chicha hay que meter. El género principal: drama; drama de época concretamente. Luego aparecen como géneros secundarios, los romances, aventuras, duelos a lo Western y partes de road movie. Cada uno rodado con un estilo diferente, acorde con sus características.
Cuando la dirección llega a lo más alto es en los duelos. Ojo! Que nadie diga que son escenas lentas. Sería un error. Son largas, no lentas. Deberíamos tatuar en nuestras mentes que la palabra “lento” es mala; estamos acostumbrados a llamar “lenta” una escena que en el fondo nos muestra cada uno de los elementos que hay en escena. Se debería llamar detallismo o algo similar. Como la vida misma. El detallismo aporta naturalidad y realismo.
En el año 1997, Haneke estrenó Funny Games, peli que impactó por su violencia. Vi antes el remake norteamericano hecho por él mismo en 2007. Me gustó pero acabé desquiciado en algún momento. En la escena donde el marido intenta levantarse después de haber sido apaleado, me fui a mear, a hacerme un café y a bajar la basura. Cuando volví aún quedaba la mitad de la escena. Dura nada más y nada menos que 14 minutos! Pensaba que debía ser la película más lenta que existía. Definitivamente, es muy lenta. Aunque es sólo una forma más de contar algo. Igualmente, aunque sea otra forma de contar algo, es innecesario observar a alguien levantarse durante 14 minutos. Todo lo contrario que con los duelos de Barry Lyndon, en especial el segundo: se baten en duelo, el rival se da cuenta que su arma no está cargada, se produce un gatillazo, luego la llena de pólvora para cargarla y finalmente ambos se baten en duelo. Dura 30 minutos. Si esta escena uno la logra ver sin fatigarse, comprende lo que significa Stanley Kubrick y porque algunos lo ponen en el top del top 10 de los mejores directores de la historia del cine.
Es Barry Lyndon… lenta o tediosa? Suceden muchas cosas. Los duelos alargan el metraje y es obligado que sean largos, son los momentos claves, momentos de vida o muerte para el protagonista, y tienen que aportar tensión, por lo que necesitamos que sean longevos. Además, la historia narra la ascensión de un tipo humilde que vivía en un pueblo irlandés, qué pasa por el ejército hasta ser lord. Hay mucha tela que cortar. Dura 3 horas y es totalmente entendible.
No soy muy amigo de la máxima “no importa lo que se cuenta, sino cómo se cuenta”, nunca me ha gustado demasiado. A veces, me parece oportunista. Sin embargo, Kubrick es capaz de elaborar todas las imágenes necesarias para aguantar un dramón con argumento simple apto para libros de historia moderno y con un elenco de actores modesto, que narrado por cualquier otro director sería francamente aburrido.
Kubrick vuelve a instruir un máster de dirección en todos los aspectos, tanto artística como fotográficamente, y obviamente en el montaje. Una peli completamente diferente a cualquiera que haya hecho, con una temática de tipo histórico y mucho más densa de lo que parece. Hay un sinfín de planos generales dignos de Óscar a mejor fotografía; una perfecta utilización de zooms, y unos travellings extraordinarios.
Es una reinvención del genio inglés dentro de un género que hasta ese entonces ni había olido, para mostrarse como el director más completo de todos los tiempos. Si en The Shining utilizaba magistralmente el sonido y la luz, en Barry Lyndon desempeña toda su experiencia en el arte fotográfico y plasma lo escrito en el guión de la mejor manera posible, como el genio que es.
Hay varios géneros en el film igualmente. Es normal, si dura 3 horas, más chicha hay que meter. El género principal: drama; drama de época concretamente. Luego aparecen como géneros secundarios, los romances, aventuras, duelos a lo Western y partes de road movie. Cada uno rodado con un estilo diferente, acorde con sus características.
Cuando la dirección llega a lo más alto es en los duelos. Ojo! Que nadie diga que son escenas lentas. Sería un error. Son largas, no lentas. Deberíamos tatuar en nuestras mentes que la palabra “lento” es mala; estamos acostumbrados a llamar “lenta” una escena que en el fondo nos muestra cada uno de los elementos que hay en escena. Se debería llamar detallismo o algo similar. Como la vida misma. El detallismo aporta naturalidad y realismo.
En el año 1997, Haneke estrenó Funny Games, peli que impactó por su violencia. Vi antes el remake norteamericano hecho por él mismo en 2007. Me gustó pero acabé desquiciado en algún momento. En la escena donde el marido intenta levantarse después de haber sido apaleado, me fui a mear, a hacerme un café y a bajar la basura. Cuando volví aún quedaba la mitad de la escena. Dura nada más y nada menos que 14 minutos! Pensaba que debía ser la película más lenta que existía. Definitivamente, es muy lenta. Aunque es sólo una forma más de contar algo. Igualmente, aunque sea otra forma de contar algo, es innecesario observar a alguien levantarse durante 14 minutos. Todo lo contrario que con los duelos de Barry Lyndon, en especial el segundo: se baten en duelo, el rival se da cuenta que su arma no está cargada, se produce un gatillazo, luego la llena de pólvora para cargarla y finalmente ambos se baten en duelo. Dura 30 minutos. Si esta escena uno la logra ver sin fatigarse, comprende lo que significa Stanley Kubrick y porque algunos lo ponen en el top del top 10 de los mejores directores de la historia del cine.
Es Barry Lyndon… lenta o tediosa? Suceden muchas cosas. Los duelos alargan el metraje y es obligado que sean largos, son los momentos claves, momentos de vida o muerte para el protagonista, y tienen que aportar tensión, por lo que necesitamos que sean longevos. Además, la historia narra la ascensión de un tipo humilde que vivía en un pueblo irlandés, qué pasa por el ejército hasta ser lord. Hay mucha tela que cortar. Dura 3 horas y es totalmente entendible.
No soy muy amigo de la máxima “no importa lo que se cuenta, sino cómo se cuenta”, nunca me ha gustado demasiado. A veces, me parece oportunista. Sin embargo, Kubrick es capaz de elaborar todas las imágenes necesarias para aguantar un dramón con argumento simple apto para libros de historia moderno y con un elenco de actores modesto, que narrado por cualquier otro director sería francamente aburrido.
31 de julio de 2015
31 de julio de 2015
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Festival de Cinema Fantàstic de Sitges -- Noche del 10-11/10/2014 -- Maratón de “Survival Horror”.
Proyección de tres largometrajes de terror de escaso presupuesto.
Primera película que proyectan: White Settlers.
La actriz principal sube a la tarima junto a un par de personas más (un presentador y el director). Descripción para vender el filme: “Señores y señoras! Van a pasar mucho medio, la película os va a mantener en vilo, la tensión se palpará en el ambiente de la sala, os pondréis en el papel de los protagonistas fácilmente, blablabla…”
Historia: una pareja de recién casados va a pasar un fin de semana en una cabaña en la montaña. Es una película de terror. A ver… qué demonios puede suceder...? Va a convertirse la protagonista en osa y a atacar a su marido? Les entrará la locura por vivir aislados como a Jack Torrance? La cabaña se convertirá en una casa robot?
Empiezan a suceder cosas extrañas: ruidos apenas audibles que parecen ser de animal, ruidos más fuertes, desconocidos que entran en la casa, etc. Desconocidos con máscara, evidentemente hay que innovar.
Nunca ha habido villanos con máscaras en la historia del cine de terror slasher, así que el guionista Ian Fenton se le ocurre una original idea. Empieza a ojear catálogos de veterinaria y fauna del planeta Tierra para encontrar el jeto más apropiado para estos sucios y rastreros asesinos. Finalmente descubre el animal perfecto: un jabalí.
Proyección de tres largometrajes de terror de escaso presupuesto.
Primera película que proyectan: White Settlers.
La actriz principal sube a la tarima junto a un par de personas más (un presentador y el director). Descripción para vender el filme: “Señores y señoras! Van a pasar mucho medio, la película os va a mantener en vilo, la tensión se palpará en el ambiente de la sala, os pondréis en el papel de los protagonistas fácilmente, blablabla…”
Historia: una pareja de recién casados va a pasar un fin de semana en una cabaña en la montaña. Es una película de terror. A ver… qué demonios puede suceder...? Va a convertirse la protagonista en osa y a atacar a su marido? Les entrará la locura por vivir aislados como a Jack Torrance? La cabaña se convertirá en una casa robot?
Empiezan a suceder cosas extrañas: ruidos apenas audibles que parecen ser de animal, ruidos más fuertes, desconocidos que entran en la casa, etc. Desconocidos con máscara, evidentemente hay que innovar.
Nunca ha habido villanos con máscaras en la historia del cine de terror slasher, así que el guionista Ian Fenton se le ocurre una original idea. Empieza a ojear catálogos de veterinaria y fauna del planeta Tierra para encontrar el jeto más apropiado para estos sucios y rastreros asesinos. Finalmente descubre el animal perfecto: un jabalí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Unos caracerdo secuestran al marido y lo llevan hasta un almacén abandonado. La mujer escapa, algo normal cuando te rodean 5 tíos con armas. Después de corretear un rato por el campo, la mujer llega al almacén, un habitáculo protegido por dos caracerdo. Entra dentro, ve a su marido, lo desata y ambos huyen. Por el camino se carga a los guardias del almacén. Llenos de sangre, corren campo a través escondiéndose hasta ser capturados de nuevo.
Fade en negro: toda la sala calla. Los dos protagonistas aparecen en un pequeño césped de una casa atados con cuerdas dentro de unos sacos. Los caracerdo los han mandado a casa del vecino. Vivos. El director Simeon Halligan se tomó al pie de la letra el título de la maratón.
Resultado: la buenaza de la chica protagonista se carga a más gente que los asesinos.
Fade en negro: toda la sala calla. Los dos protagonistas aparecen en un pequeño césped de una casa atados con cuerdas dentro de unos sacos. Los caracerdo los han mandado a casa del vecino. Vivos. El director Simeon Halligan se tomó al pie de la letra el título de la maratón.
Resultado: la buenaza de la chica protagonista se carga a más gente que los asesinos.

6.8
6,473
5
26 de febrero de 2020
26 de febrero de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Just Mercy es la de un drama judicial con el retrovisor puesto en To Kill a Mockingbird. Las similitudes entre ambas obras, literarias y cinematográficas, son tan solo argumentales, pues la realización dista mucho en cuanto a calidad. Just Mercy gusta por su bondad; tiene la estructura narrativa de una historia que busca justicia. Presenta un maniqueísmo necesario para construir la historia del opresor contra el oprimido y nosotros comprender las intríngulis de la parcialidad legal. Los personajes son estereotipos propios de una fábula apta para contar a generaciones futuras para que aprendan cómo fue la historia
Sobre la mesa se colocan los elementos establishment de toda película con tintes antirracistas: el héroe incansable con su afán de superación; la víctima escéptica de ayuda que cede ante su último chance; el verdugo al que se trata de vencer o convencer; y la chica que solo acompaña, sin aportar -personaje excesivamente común-. En cierto sentido, funcionan como partes de una fábula, pero uno se pregunta si un ermitaño sin ningún tipo de antecedente informativo comprendería la cuestión del racismo a través de Just Mercy.
El filme nunca ataca el racismo desde la raíz. La lucha aparece endulzada, entre otras causas, por el carácter plano del protagonista, más inclinado por cumplir como persona o abogado que por sentir la sangre hirviendo contra los abusos de poder sistemáticos. De trivializar a no trivializar el racismo puede dibujarse una “delgada” línea entre dibujar matices a un personaje en su implicación con la causa con detalles específicos que lo demuestren. Qué motivos llevaron Stevenson a Alabama? Qué baches tiene que atravesar para penetrar en el sistema judicial de Alabama con su color de piel? Qué detalles nos muestran la brecha social diaria que sufre la población negra contra la blanca? Nada de esto aparece en pantalla.
En resumen, falta chicha en los personajes que tiran del carro, tanto en el héroe como en el sistema racista, nuestro villano aquí. Es esencial acomplejar en un tema tan históricamente tratado por el cine, sea enfocado para un público juvenil o para un público con la barriga llena de cine antirracista.
Sobre la mesa se colocan los elementos establishment de toda película con tintes antirracistas: el héroe incansable con su afán de superación; la víctima escéptica de ayuda que cede ante su último chance; el verdugo al que se trata de vencer o convencer; y la chica que solo acompaña, sin aportar -personaje excesivamente común-. En cierto sentido, funcionan como partes de una fábula, pero uno se pregunta si un ermitaño sin ningún tipo de antecedente informativo comprendería la cuestión del racismo a través de Just Mercy.
El filme nunca ataca el racismo desde la raíz. La lucha aparece endulzada, entre otras causas, por el carácter plano del protagonista, más inclinado por cumplir como persona o abogado que por sentir la sangre hirviendo contra los abusos de poder sistemáticos. De trivializar a no trivializar el racismo puede dibujarse una “delgada” línea entre dibujar matices a un personaje en su implicación con la causa con detalles específicos que lo demuestren. Qué motivos llevaron Stevenson a Alabama? Qué baches tiene que atravesar para penetrar en el sistema judicial de Alabama con su color de piel? Qué detalles nos muestran la brecha social diaria que sufre la población negra contra la blanca? Nada de esto aparece en pantalla.
En resumen, falta chicha en los personajes que tiran del carro, tanto en el héroe como en el sistema racista, nuestro villano aquí. Es esencial acomplejar en un tema tan históricamente tratado por el cine, sea enfocado para un público juvenil o para un público con la barriga llena de cine antirracista.

4.9
694
6
22 de febrero de 2020
22 de febrero de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por una cara tenemos a Ana (Maribel Verdú), doctora, casada y madre de dos hijos, hastiada de su rutina, sin tiempo para ella misma. Por la otra cara tenemos a Eric (Germán Alcarazu) que, con problemas económicos familiares, trabaja en sus ratos libres en una página de sexo virtual. En el chat se conocen y se citan durante un fin de semana. Comparten experiencias y confidencias, pasean, filosofan e intiman. Y con eso, intercambian sus edades.
A través del diálogo, ambos consiguen conocerse y cruzarse las edades. Ana rejuvenece y se transforma en una adolescente emocionalmente inestable: miente por miedo a la situación, se esconde o se suelta la melena en una fiesta. Eric se hace mayor, deja citas sobre la muerte y el tiempo, ejemplificadas en una a lo Benjamin Button “Sería mejor que empezáramos a vivir con 80 años y en nuestra jubilación estuviésemos más guapos, más ágiles y más enérgicos”.
En el universo visual de la película no cabe otro espacio en la imagen que planos medio, corto y detalle de los protagonistas; el resto, el espacio que les rodea, sea cual sea, se nubla, casi siempre desenfocado. La borrosidad de la imagen nos sugiere que nada importa: todo está en sus cabezas, miradas y cuerpos. En focalizarse en tan solo ellos dos, el tu a tu, aumenta la importancia de cada gesto y cada palabra.
Es una película de diálogo y requiere de sutileza tejiendo lo que dice y muestra. Sin embargo, dice demasiado y muestra demasiado poco. Cuando se introducen detalles de la vida de los protagonistas de una historia cualquiera, éstos ganan en profundidad y nos permite como espectadores conocerlos de tal modo que los veamos únicos, con una personalidad que los hace ser ellos. No es el caso. Todo lo nuevo que aprendemos de ellos proviene de lo que hablan, no del lenguaje no-verbal. A sus escenas paseando en silencio juntos les falta sustancia; carece de atención a las particularidades de cada uno. Ante la falta de desarrollo de los caracteres, la narración no anda equilibrada en ritmo e historia y se impregna de clichés.
A través del diálogo, ambos consiguen conocerse y cruzarse las edades. Ana rejuvenece y se transforma en una adolescente emocionalmente inestable: miente por miedo a la situación, se esconde o se suelta la melena en una fiesta. Eric se hace mayor, deja citas sobre la muerte y el tiempo, ejemplificadas en una a lo Benjamin Button “Sería mejor que empezáramos a vivir con 80 años y en nuestra jubilación estuviésemos más guapos, más ágiles y más enérgicos”.
En el universo visual de la película no cabe otro espacio en la imagen que planos medio, corto y detalle de los protagonistas; el resto, el espacio que les rodea, sea cual sea, se nubla, casi siempre desenfocado. La borrosidad de la imagen nos sugiere que nada importa: todo está en sus cabezas, miradas y cuerpos. En focalizarse en tan solo ellos dos, el tu a tu, aumenta la importancia de cada gesto y cada palabra.
Es una película de diálogo y requiere de sutileza tejiendo lo que dice y muestra. Sin embargo, dice demasiado y muestra demasiado poco. Cuando se introducen detalles de la vida de los protagonistas de una historia cualquiera, éstos ganan en profundidad y nos permite como espectadores conocerlos de tal modo que los veamos únicos, con una personalidad que los hace ser ellos. No es el caso. Todo lo nuevo que aprendemos de ellos proviene de lo que hablan, no del lenguaje no-verbal. A sus escenas paseando en silencio juntos les falta sustancia; carece de atención a las particularidades de cada uno. Ante la falta de desarrollo de los caracteres, la narración no anda equilibrada en ritmo e historia y se impregna de clichés.
Más sobre edgar_33
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here