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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
29 de octubre de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito de Joker en el año 2019, el director Todd Philips (Resacón en las Vegas), regresa a la gran pantalla con esta esperada secuela titulada en esta ocasión, Joker: Folie à deux. En psiquiatría se entiende por folie à deux como aquel trastorno psicótico compartido que afecta a dos o más personas, normalmente, miembros de una misma familia. Bajo esta premisa, discurre esta nueva entrega de uno de los villanos más célebres de Gothan City. Repite en el papel de Arthur Fleck o Joker el actor Joaquin Phoenix y en el papel de su compañera sentimental, Harley Quinn o Lee, la actriz Lady Gaga. Espléndidos ambos dos. En esta ocasión, el director Todd Philps ha querido arriesgar un poco más en su propuesta cinematográfica y nos propone una película que oscila entre el género carcelario, musical, amoroso y judicial. Tal vez sea éste uno de los problemas de la película, que quiera ser demasiadas cosas y en ocasiones no acabe siendo ninguna. La película arranca con nuestro protagonista, Arthur, ingresado en el centro psiquiátrico de Arkham, esperando a ser juzgado por los crímenes cometidos en la primera entrega y sumido en una profunda depresión. Es ahí donde conoce a Lee, una interna que siente una fascinación fatal por el alter ego de Arthur, el Joker. Entre ambos, surge un flechazo inmediato y por primera vez, Arthur se siente querido y la vida, por fin, tiene un sentido gracias al amor. Como ya sabemos los que vimos la primera parte de Joker, hay situaciones y acciones que sólo se producen en la cabeza del protagonista debido a los severos trastornos mentales que padece. Es ahí, en la mente de Arthur, donde la música irrumpe con toda su magia y esplendor al presentarnos una serie de canciones magníficamente escogidas e interpretadas por Joaquin Phoenix y Lady Gaga. Destacan, por encima de todas, To love somebody de los Bee Gees y Gonna build a mountain de Sammy Davis Jr. Es posiblemente éste el principal problema de la película, ya que, en ocasiones, el exceso de actuaciones musicales entorpece el normal desarrollo de la trama. Aún a pesar de esto, es una película entretenida en la que se agradece el valor, la entrega, el inconformismo y por qué no la originalidad de Todd Philips, Joaquin Phoenix y Lady Gaga.
21 de noviembre de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta adaptación cinematográfica del conde Drácula llevada a cabo por Francis Ford Coppola (El padrino, La conversación, Apocalypse Now) supuso el regreso triunfal de este aclamado director a principios de los años noventa. Tras haber cosechado durante la década anterior, sonoros fracasos comerciales (Corazonada) y discretas recaudaciones en taquilla (Rebeldes, La ley de la calle) el director, sumido en una profunda crisis financiera y personal, accedió a realizar este encargo de Columbia Pictures.

La película está inspirada en la novela publicada por Bram Stoker en 1897 y en esta ocasión, el guion corrió a cargo de James V Hart. Tanto la trama como la personalidad de algunos personajes difieren sustancialmente del espíritu original de la obra, pero aun así la película es una de las adaptaciones más fieles que se han hecho hasta la fecha. Buena prueba de ello, es que la cinta respeta el carácter epistolar de la novela y los hechos (salvo algunas excepciones) se suceden de la misma manera a como lo hacen en el libro.

Para la realización de esta película, Coppola se rodeó de una serie de actores que, aunque si es cierto que alguno de ellos era muy bien en el momento del rodaje, atesoraban un talento descomunal. Así y entre otros muchos, Gary Oldman encarnó al Conde Drácula, Winona Ryder a Mina Murray, Keanu Reeves a Jonathan Harker, Sadie Frost a Lucy Westenra y nada más y nada menos, que Anthony Hopkins al cazador de vampiros Van Helsing.

En la película se nos narra el viaje que el joven abogado, Jonathan Harker, realiza a Transilvania para asesorar al Conde Drácula en la adquisición de una propiedad en Londres. En uno de los encuentros que éstos mantienen en el castillo, el conde Drácula ve una foto de Mina Murray, la prometida de Jonathan Harker, que le recuerda sobremanera a la que fue su mujer cuatro siglos atrás, Elizabetha. Convencido como está de que Mina Murray es la reencarnación de su esposa, viaja a Londres con la intención de seducirla y hacerla suya.

La película es una historia de terror, pero sobre todo de amor. A diferencia de lo que ocurre en el libro, que en ocasiones el relato puede resultar un tanto denso, en la cinta el ritmo de la narración no decae en ningún momento gracias al buen saber hacer del director. Otra diferencia con respecto a la novela, es que aquí los personajes no obedecen necesariamente a los patrones de conducta que cabría esperar de ellos ya que, en determinados momentos, éstos se muestran titubeantes, miserables y contradictorios, humanos vaya.

Finalmente, hay que mencionar que esta película destacó también por la magnífica ambientación victoriana del Londres de finales del siglo SXIX, el maquillaje y el original vestuario de los personajes en especial, el del Conde Drácula. Tampoco hay que desmerecer los efectos especiales no digitales que el director y su equipo supieron crear gracias a espejos, marionetas, luces, sombras y demás artificios analógicos. En definitiva, no es de extrañar que ésta esté considerada por algunos como la última gran película de Coppola.
29 de octubre de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música como antídoto para todo, incluso para el desamor. El director Stephen Fears, (Las amistades peligrosas), estrenó en el año 2000 Alta fidelidad, película protagonizada por John Cusack (Rob Gordon), Jack Black (Barry Judd), Dick (Todd Louiso) e Iben Hjejle (Laura), entre otros. La cinta, aparte de ser un éxito comercial, cosechó críticas favorables y aún a día de hoy, sigue considerada como una extraña película de culto. En ella se narra la historia de Rob, un joven treintañero que regenta una tienda de discos con dos amigos suyos, Barry y Dick, que son dos melómanos igual de insoportables que él.Cuando Laura, la novia de Rob, le deja éste siente que su mundo se vuelve a desmoronar una vez más. Dolido como está en su orgullo, Rob hace, por un lado, un repaso de las cinco rupturas sentimentales que más le han marcado en su vida mientras por otro, intenta recuperar a Laura. En ese viaje introspectivo en el que no pueden faltar las grandes canciones que le han acompañado en cada momento de su vida, Rob descubre que aún a pesar de los años, sigue siendo igual de cretino e inmaduro que siempre. Destacan por encima de todo, las discusiones que el protagonista mantiene con sus dos incondicionales amigos a la hora de incluir en sus listas de “para cada momento” las mejores canciones, discos y grupos de música. Porque, al fin y al cabo, "¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido o estaba deprimido por escuchar música pop?"
20 de diciembre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1975, el director Martin Scorsese dirigió la que está considerada como una de sus grandes obras maestras, Taxi Driver. La película se estrenó en 1976 y, aunque ganó la palma de oro en el Festival de Cannes, fue vilipendiada por parte dela crítica. El guion es de Paul Schrader, la fotografía de Michael Chapman y la música de Bernard Herrmann. Está protagonizada por Robert De Niro (Travis Bickle), Jodie Foster (Iris); Cibyll Sheperd (Betsy), Harvey Keitel (Sport), Albert Brooks (Tom), Leonard Harris (Palantine) y Peter Boyle (Wizard).

Travis Bickle tiene problemas para dormir, se siente solo y desea encontrarle un sentido a su vida mientras conduce un taxi por las calles de Nueva York. Esta película, escrita por Paul Schrader en un momento en el que su vida había descarrilado por completo, nos presenta a una suerte de antihéroe al que tal y como él mismo reconoce, la soledad le ha perseguido desde siempre. En esta ocasión, y a diferencia de lo que sucedió cuando rodó Malas Calles en 1973, Scorsese nos presenta una ciudad de Nueva York enferma y depravada, habitada por seres grotescos, violentos y marginales. Putas, chulos, drogadictos y camellos, éste es el paisanaje habitual que Travis contempla por las noches a través de los cristales de su taxi. “Algún día lloverá de verdad y limpiará la basura de las calles” dice en un momento de la película, mientras suena la inquietante melodía de Bernard Herrmann. El abandono, la falta de notoriedad y, sobre todo, la necesidad que todos tenemos de sentirnos queridos, conducen a Travis al abismo de la locura y la desesperación.
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En su búsqueda de redención personal, Travis se enamora de Betsy, una chica inalcanzable para un tipo como él, a la que idealiza como si de un ángel se tratase y a la que no se le ocurre mejor idea que llevarla a un cine porno en su segunda cita. Conoce a Palantine, el político inmoral para el que trabaja Betsy y que es incapaz de representar a nadie que no sea a él mismo. Intenta proteger a Iris, una prostituta de doce años que trabaja para un proxeneta llamado Sport y que resulta no estar más perdida de lo que está él. Lleva en su taxi a un marido despechado que se quiere vengar de su mujer porque cree que le está siendo infiel y que le muestra a Travis el camino de la violencia. Busca consuelo en unos compañeros de gremio a los que no entiende y que lo sumen en una mayor confusión. Todo esto sucede, mientras la cabeza de Travis se va disolviendo poco a poco como una aspirina en un vaso de agua, y su corazón se va quedando tan desierto como el pasillo que Scorsese nos muestra sutilmente con su cámara.

La película es un fiel reflejo del sentir popular norteamericano de mediados de los años 70. Scorsese nos muestra una sociedad gobernada y corrompida por los intereses individuales frente a los generales y en la que la gente como Travis, que precisamente acaba de regresar de la guerra de Vietnam, no tiene ningún tipo de acomodo. Tal y como ha reconocido el propio Schrader en alguna ocasión, el personaje de Travis está inspirado en Ethan Edwards de Centauros del Desierto, la película que John Ford dirigió en 1956, y en Michel de Pickpocket, el largometraje que realizó Robert Bresson en 1959. Ambos, son dos hombres desclasados que tienen su propio ético y moral y su particular sentido de la justicia. Travis no es una excepción en este sentido y después de fracasar una y otra vez en su intento de conectar con los demás, decide pasar a la acción, primero intentando atentar contra Palantine y después salvando a Iris de sus explotadores dejando a su paso un auténtico reguero de muerte y sangre.

En esta película, Robert de Niro hizo el que posiblemente sea el mejor papel de su carrera. En cada gesto, en cada mirada, en su ya célebre e improvisado “Are you talking to me?”, De Niro nos hace partícipes del calvario existencial de Travis y de su fatal desenlace. La forma de la narración, en la que Scorsese se sirve, al igual que ha hecho en otras ocasiones, de la voz en off del protagonista para contar la historia, lejos de estorbar, le dota del ritmo necesario que evita que la película se estanque. El resto del elenco brilla igualmente con luz propia, Keitel en su papel de Sport y su magnífica escena improvisada con De Niro, Scorsese como marido despechado y Jodie Foster como Iris que, a pesar de que tenía catorce años cuando se rodó la película, no tiene nada que envidiarle al resto del reparto. En definitiva, Taxi Driver es una de las películas de mi vida, a la que siempre me encanta volver y que, además, dura menos de dos horas.
29 de noviembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Antoine siente no encajar en ningún lugar. Las clases le aburren y su profesor le impone absurdos castigos, sus padres tienen otras urgencias y necesidades que atender y la vida es más excitante fuera del colegio mientras uno sueña con ver el mar.
Los 400 golpes, película dirigida por François Truffaut en el año 1959 y ópera prima del director, supuso el nacimiento de la Nouvelle Vague. La cinta, de carácter autobiográfico, está protagonizada por Jean - Pierre Léaud que interpreta a Antoine Doinel, Patrick Auffay a René, Claire Maurier a Gilberte Doinel, Albert Remi a Julien Doinel y Guy Decomble a Sourpuss.
La película narra las venturas y desventuras de Antoine, un joven rebelde e inconformista al que sus ansias de vivir le llevan por caminos poco recomendables. Pero la cinta también es una crítica a la familia, como institución irreductible, y a la educación, como sistema infalible.
El actor Jean – Pierre Léaud tenía quince años cuando hizo esta película y ya entonces parecía todo un veterano. Qué naturalidad, qué frescura y qué desparpajo en cada gesto, en especial en la mirada.
Y luego está París, ciudad perfectamente reconocible en cada una de sus tomas y que Truffaut supo retratar como nadie. En definitiva, una obra maestra que hay que ver al menos una vez en la vida.
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