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Críticas ordenadas por utilidad
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7.2
88,336
9
22 de enero de 2012
22 de enero de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí Babel es el gran relato que alguien, en algún punto de nuestro momento histórico, tenía que hacer. Una vez hecho puede resultar obvio. Pero había que hacerlo. Nuestra Babel es un poco mejor ahora. ¡Gracias!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En un mundo "globalizado", donde los únicos que viajan con total libertad son los malos entendidos, vemos que todavía hay muchas cosas que nos separan. La incomunicación, la ignorancia, las fronteras (geográficas o generacionales), las atalayas morales que a veces se invierten y desde las que puedes resultar violentado, si no disparado... todo esto evidencia el largo camino que todavía queda por recorrer.
Y como siempre, allí donde no hay diferencias, entre la basura, siguen creciendo flores. Ese abrazo que ocurre cuando ya te has desnudado del todo, esa valentía que surge cuando has perdido al que jugaba contigo a resistir al viento, o ese beso que sólo puede llegar estando sucia, meada y herida... todo esto nos rescata.
Y como siempre, allí donde no hay diferencias, entre la basura, siguen creciendo flores. Ese abrazo que ocurre cuando ya te has desnudado del todo, esa valentía que surge cuando has perdido al que jugaba contigo a resistir al viento, o ese beso que sólo puede llegar estando sucia, meada y herida... todo esto nos rescata.

6.0
24,757
6
10 de diciembre de 2011
10 de diciembre de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Una nueva peli de Cronenberg y encima sobre Freud! ¡Cómo perdérmela! Y más todavía si explicaba el asunto de la separación entre Freud y Jung. ¿Cómo la habría resuelto este hombre, alguien siempre muy interesado (y acertado) en mostrarnos los mecanismos de la mente humana, esos sobre los que el padre del psicoanálisis había dado las pistas fundamentales? ¿Podría hacerlo también con la mente del propio Freud? ¿De dónde iba a sacar la fuerza dramática? El reto era magnifico, impresionante.. ¿imposible?
Me alegro mucho de haberla visto. Aparte de confirmar algo que intuía, que Cronenberg bebe de Freud en cada uno de sus trabajos (por mucho que él remarque el hecho de nunca haberse psicoanalizado), ¡he aprendido tanto! Sabía que habrían pocos como él para acercarme más a Freud. El gesto que ha conseguido en Vigo Mortensen, sobre todo, tan contenido, tan sabio, lo dice todo. Creo que en él está condensada toda la admiración que Cronenberg siente por Freud.
Me alegro mucho de haberla visto. Aparte de confirmar algo que intuía, que Cronenberg bebe de Freud en cada uno de sus trabajos (por mucho que él remarque el hecho de nunca haberse psicoanalizado), ¡he aprendido tanto! Sabía que habrían pocos como él para acercarme más a Freud. El gesto que ha conseguido en Vigo Mortensen, sobre todo, tan contenido, tan sabio, lo dice todo. Creo que en él está condensada toda la admiración que Cronenberg siente por Freud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y quizás sea esa admiración tan entregada hacia Freud y ese conocimiento tan claro de su teoría lo que le hayan impedido hacer una buena película. Lo discursivo muchas veces choca con lo dramático y con lo artístico. Y aunque sí que ha intentado dotar a Freud de contradicciones y sentimientos (que los tenía, por supuesto) no ha conseguido separarse lo suficiente de su figura ni encontrar una trama que encajara con ellos. El resultado ha sido una historia en la que Freud está pero no está, y en la que el resto de personajes, supuestos psicoanalistas, caen presa de la mayor contradicción en la que se puede caer en este campo: la infidelidad al propio deseo... de forma que la película va a la deriva, dejanándose arrastrar hacia las antipodas de Freud: hacia el aburrido tópico de "lo nuestro es imposible". ¡Vaya, ya van dos veces que sale esta palabrita, "imposible"!
Por esta doble imposibilidad es por lo que hago parentesis cinematográfico, le perdono a Cronenberg el parto y paso a disfrutar de todo lo valioso del documento que para mi es "Un método peligroso".
Primeramente, ¡qué bonitas son las interpretaciones de los sueños, cuánto dicen de los personajes! Es esclarecedor también ver cómo se forjan nuestros deseos; esas palizas eróticas son por fin entendidas, y yo diría que comprendidas.
Mención especial merece la clara y para mi sugerente presentación que Cronenberg hace de las diferencias entre un Freud más científico y un Jung más místico. Un místico que sin embargo no ha resuelto todavía los pasos previos que le pide su maestro, y sin los cuales es difícil avanzar en un estudio que Jung quiso acometer por adelantado pero cuyo tiempo todavía no ha llegado: el abordaje cientifico de la prodigiosa maquina de calcular que llevamos dentro (en el ultimo sueño que Jung cuenta a su amada anticipa la Primera Guerra Mundial). Pero antes de eso, nuestros problemas vienen del puro encuentro con nuestro deseo, y eso Freud, aún con todas sus fobias autoritarias, lo conocía.
Y lo más importante para mí: compartir con Cronenberg, a partir de la hermosa serenidad del rostro de Vigo, la admiración profunda por la figura de Freud y sus enseñanzas.
Por último, y dado que no dispongo de otros foros por no ser un profesional del psicoanálisis, quiero aprovechar esta oportunidad para dejar dos hipótesis mías en relación con construcción que inició Freud:
Deseos reales; realidades posibles. Eso son los sueños.
La sexualidad es, en el mundo moderno, la mayor de las metáforas que encuentra el Yo (Conciencia) para tomar distancia (y así poder verse, reConocerse) del Ello (Naturaleza/Verdad).
Por esta doble imposibilidad es por lo que hago parentesis cinematográfico, le perdono a Cronenberg el parto y paso a disfrutar de todo lo valioso del documento que para mi es "Un método peligroso".
Primeramente, ¡qué bonitas son las interpretaciones de los sueños, cuánto dicen de los personajes! Es esclarecedor también ver cómo se forjan nuestros deseos; esas palizas eróticas son por fin entendidas, y yo diría que comprendidas.
Mención especial merece la clara y para mi sugerente presentación que Cronenberg hace de las diferencias entre un Freud más científico y un Jung más místico. Un místico que sin embargo no ha resuelto todavía los pasos previos que le pide su maestro, y sin los cuales es difícil avanzar en un estudio que Jung quiso acometer por adelantado pero cuyo tiempo todavía no ha llegado: el abordaje cientifico de la prodigiosa maquina de calcular que llevamos dentro (en el ultimo sueño que Jung cuenta a su amada anticipa la Primera Guerra Mundial). Pero antes de eso, nuestros problemas vienen del puro encuentro con nuestro deseo, y eso Freud, aún con todas sus fobias autoritarias, lo conocía.
Y lo más importante para mí: compartir con Cronenberg, a partir de la hermosa serenidad del rostro de Vigo, la admiración profunda por la figura de Freud y sus enseñanzas.
Por último, y dado que no dispongo de otros foros por no ser un profesional del psicoanálisis, quiero aprovechar esta oportunidad para dejar dos hipótesis mías en relación con construcción que inició Freud:
Deseos reales; realidades posibles. Eso son los sueños.
La sexualidad es, en el mundo moderno, la mayor de las metáforas que encuentra el Yo (Conciencia) para tomar distancia (y así poder verse, reConocerse) del Ello (Naturaleza/Verdad).
9
19 de abril de 2011
19 de abril de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ana y Otto se sienten predestinados el uno para el otro. En Otto Ana quiere guardar el recuerdo mítico de su padre. En Ana Otto pretende proteger la pasión que siente por su madre. Además, ambos deciden que no hay otros depositarios posibles. Trágica coincidencia. Mortal casualidad a la que no están dispuestos a renunciar.
Aunque el nexo es tan determinado, no se consuma la unión. Siempre hay una barrera invisible que les separa: la íntima certeza en ambos de que, siendo así las cosas, nunca podrán estar juntos. Lo que pretenden conservar no se retiene en ningún envase, ni siquiera en uno de carne y hueso.
Otto y Ana, los amantes del circulo polar. Sus nombres también son círculos: consonantes que no se pueden escapar.
Aunque el nexo es tan determinado, no se consuma la unión. Siempre hay una barrera invisible que les separa: la íntima certeza en ambos de que, siendo así las cosas, nunca podrán estar juntos. Lo que pretenden conservar no se retiene en ningún envase, ni siquiera en uno de carne y hueso.
Otto y Ana, los amantes del circulo polar. Sus nombres también son círculos: consonantes que no se pueden escapar.

7.8
117,014
8
15 de febrero de 2023
15 de febrero de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Según he leído por aquí, Kubrick concibió "2001: Una odisea del espacio" como una experiencia sensorial. Yo, sin embargo, encuentro más placer en las cosas cuando les encuentro sentido, y quería indagar, si fuera posible, en el de esta enorme película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por aquello de empezar por donde quería Kubrick, en mi búsqueda he decidido fijarme primero en la música de la película. Y en ella me ha parecido distinguir dos tipos diferentes de emociones o estados.
Por un lado, creo que la parte del vals "El Danubio Azul" nos llevaría a una dimensión relacionada con el orden, el equilibrio y el control.
Y, por otro, diría que en casi el resto de la banda sonara, encontraríamos sin embargo agitación, misterio e inmensidad, así como la inquietud resultante de una especie de estado de gestación y erupción que yo calificaría de ancestral o primigenio (y que culminaría, en una suerte de alumbramiento, con el "Así hablo Zarathustra").
Como vemos, dos niveles o estratos que en principio parecerían casi antagónicos.
Tanto como lo serían, a mi entender, y según se han nombrado aquí también, el ámbito de lo humano (el de sus anhelos) y el ámbito de lo numinoso o transcendental. De hecho, personalmente me uno a la hipótesis de que es ahí a donde apuntaría "2001: Una odisea del espacio": a mostrarnos el contraste entre ambos mundos. El ámbito transcendental estaría representado, por supuesto, por ese enigmático monolito; un objeto que, paradójicamente, se ofrece ante el "cerco" (así lo llamaba E. Trías) humano mostrando una faz impregnada de las características/deseos de este. Por tanto, la película no solo nos mostraría una disparidad, sino también una posibilidad de comunicación.
En relación con esto último, me gustaría hacer notar además que las cuatro apariciones del monolito en la película se dan a su vez en dos circunstancias opuestas: en dos de ellas, lo numinoso se presenta/impone ante lo humano; en las otras dos, lo humano intenta hacer presa de lo numinoso (con consecuencias, diríamos, negativas, como lo son la soledad o la decrepitud).
La presumible bipolaridad que vengo nombrando la encontraríamos de forma paradigmática en un concepto que me parece clave en "2001: Una odisea del espacio": el de "vacuidad" (simbolizado, en mi opinión, con esos grandes silencios que también hay en la película, unos silencios que a mis oídos llegan como vacíos, espacios o huecos). Por una parte, vacuidad aplicable a lo humano, con exponentes contemporáneos tales como la burguesía o el positivismo; y, por otra, vacuidad aplicable a lo divino, esta ya de carácter intemporal, imponderable e incalificable (ver la concepción de vacuidad en el budismo). "2001: Una odisea del espacio" trataría ambas de forma simultánea.
Recordemos, por último, que una odisea es un largo y dificultoso retorno.
Por un lado, creo que la parte del vals "El Danubio Azul" nos llevaría a una dimensión relacionada con el orden, el equilibrio y el control.
Y, por otro, diría que en casi el resto de la banda sonara, encontraríamos sin embargo agitación, misterio e inmensidad, así como la inquietud resultante de una especie de estado de gestación y erupción que yo calificaría de ancestral o primigenio (y que culminaría, en una suerte de alumbramiento, con el "Así hablo Zarathustra").
Como vemos, dos niveles o estratos que en principio parecerían casi antagónicos.
Tanto como lo serían, a mi entender, y según se han nombrado aquí también, el ámbito de lo humano (el de sus anhelos) y el ámbito de lo numinoso o transcendental. De hecho, personalmente me uno a la hipótesis de que es ahí a donde apuntaría "2001: Una odisea del espacio": a mostrarnos el contraste entre ambos mundos. El ámbito transcendental estaría representado, por supuesto, por ese enigmático monolito; un objeto que, paradójicamente, se ofrece ante el "cerco" (así lo llamaba E. Trías) humano mostrando una faz impregnada de las características/deseos de este. Por tanto, la película no solo nos mostraría una disparidad, sino también una posibilidad de comunicación.
En relación con esto último, me gustaría hacer notar además que las cuatro apariciones del monolito en la película se dan a su vez en dos circunstancias opuestas: en dos de ellas, lo numinoso se presenta/impone ante lo humano; en las otras dos, lo humano intenta hacer presa de lo numinoso (con consecuencias, diríamos, negativas, como lo son la soledad o la decrepitud).
La presumible bipolaridad que vengo nombrando la encontraríamos de forma paradigmática en un concepto que me parece clave en "2001: Una odisea del espacio": el de "vacuidad" (simbolizado, en mi opinión, con esos grandes silencios que también hay en la película, unos silencios que a mis oídos llegan como vacíos, espacios o huecos). Por una parte, vacuidad aplicable a lo humano, con exponentes contemporáneos tales como la burguesía o el positivismo; y, por otra, vacuidad aplicable a lo divino, esta ya de carácter intemporal, imponderable e incalificable (ver la concepción de vacuidad en el budismo). "2001: Una odisea del espacio" trataría ambas de forma simultánea.
Recordemos, por último, que una odisea es un largo y dificultoso retorno.

7.2
4,741
9
31 de marzo de 2019
31 de marzo de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
Me he quedado impresionado ante esta auténtica obra de arte que es El Nadador. Y también ante Ned, su protagonista, ese entrañable Tarzán de las praderas y de las albercas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ya entrado en los 50, la única posesión de Ned, el Nadador, es el escueto bañador que lleva puesto. Nada más. El resto está en su mente, y en su magnífico porte.
De esta guisa deambula, de retorno al hogar, por los verdes parajes de su antiguo vecindario. Y, mientras visita el chalet de un viejo amigo y se refresca en sus instalaciones, se le ha ocurrido la extravagante idea de "nadar" hasta su casa a través de las piscinas de la zona, la mayoría de las cuales se encuentran en fincas de ricos conocidos suyos. Una especie de Oca en Oca y tiro porque me toca que a Ned se le antoja lleno de sentido y continuidad.
Su tenacidad no tiene límites. Y su atractivo y su encanto le abren puertas. Descalzo y descubierto, llega a esas lujosas propiedades y, tras saludar efusivamente a sus ilustres ocupantes, se zambulle en sus estupendas piscinas, recogiendo en sí lo que éstas son o representan. Se baña "de" ellas. Y dorado, continúa, atravesando oníricos campos (fabulosos momentos en su hábitat natural) hasta llegar a la siguiente mansión, a la siguiente piscina, al siguiente baño. Y allí renueva su simbólica apropiación. Pequeñas acciones malsanas en realidad, no exentas, eso sí, de una ingenuidad conmovedora. Sobre todo cuando vemos cómo, poco a poco, las aguas en las que se sumerge empiezan a degradarse y dejan de proporcionarle la pátina protectora brillante que él necesita.
En verdad, lo que Ned siempre deseó fue la libertad. Estaba especialmente dotado para ella. Pero acabó exclavizado. Y esto debido a esa obsesión suya por las gestas más singulares y por utilizar lo ajeno para llevarlas a cabo. De todas formas, Ned nunca verá ni reconocerá esa esclavitud, porque él es demasiado grande para eso. No en vano, a Ned lo encarna el portentoso, el fantástico, el inigualable... ¡Burt Lancaster!
Y ésto último, ésto sí es real.
De esta guisa deambula, de retorno al hogar, por los verdes parajes de su antiguo vecindario. Y, mientras visita el chalet de un viejo amigo y se refresca en sus instalaciones, se le ha ocurrido la extravagante idea de "nadar" hasta su casa a través de las piscinas de la zona, la mayoría de las cuales se encuentran en fincas de ricos conocidos suyos. Una especie de Oca en Oca y tiro porque me toca que a Ned se le antoja lleno de sentido y continuidad.
Su tenacidad no tiene límites. Y su atractivo y su encanto le abren puertas. Descalzo y descubierto, llega a esas lujosas propiedades y, tras saludar efusivamente a sus ilustres ocupantes, se zambulle en sus estupendas piscinas, recogiendo en sí lo que éstas son o representan. Se baña "de" ellas. Y dorado, continúa, atravesando oníricos campos (fabulosos momentos en su hábitat natural) hasta llegar a la siguiente mansión, a la siguiente piscina, al siguiente baño. Y allí renueva su simbólica apropiación. Pequeñas acciones malsanas en realidad, no exentas, eso sí, de una ingenuidad conmovedora. Sobre todo cuando vemos cómo, poco a poco, las aguas en las que se sumerge empiezan a degradarse y dejan de proporcionarle la pátina protectora brillante que él necesita.
En verdad, lo que Ned siempre deseó fue la libertad. Estaba especialmente dotado para ella. Pero acabó exclavizado. Y esto debido a esa obsesión suya por las gestas más singulares y por utilizar lo ajeno para llevarlas a cabo. De todas formas, Ned nunca verá ni reconocerá esa esclavitud, porque él es demasiado grande para eso. No en vano, a Ned lo encarna el portentoso, el fantástico, el inigualable... ¡Burt Lancaster!
Y ésto último, ésto sí es real.
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