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7.1
8,157
7
10 de abril de 2022
10 de abril de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta de Tod Browning la he visto en diferentes edades en mi vida, desde mi infancia, hasta la actualidad.
Pero me faltaba comentarla aquí. En realidad ¿Qué más se puede agregar a este clásico, no sólo del terror, sino del cine en general?
Pero hay que analizarla en su contexto. Es una producción de hace más de 90 años. Y se nota.
La película tiene un comienzo estremecedor, ese viaje en carruaje es puro goticismo (si me permiten el término), esa atmósfera lúgubre y ese castillo realmente siniestro. Esos lugareños atemorizados, todo muy fidedigno y tributario de la obra literaria, particularmente cuando la acción transcurre en los paisajes y ambientes interiores transilvanos. La cinta tiene un comienzo absorbente, crea una gran expectación y envuelve en su misterio atemorizante. Me imagino el impacto que produjo en los espectadores de su época e incluso de algunas décadas después.
Hasta que irrumpe en escena el impresionante protagonista central, nuestro Drácula, enigmático y señorial, alejándose completamente de la imagen que se muestra de él en la novela de Stoker. Y bien que sea así, volveré sobre el punto más abajo.
Sin embargo, suscribo lo que se ha mencionado en algunas páginas cinéfilas, que el tránsito del cine mudo al sonoro le pasó factura a este clásico. Y eso se aprecia en la excesiva gestualidad de sus intérpretes (ya hablaremos de Lugosi), en los prolongados silencios, la escasa banda sonora (salvo al principio) y el cansino ritmo general de la cinta. Por otra parte, el guión (que introduce cambios respecto a la obra literaria), no es tan coherente como para generar un desarrollo que vaya anunciando un clímax acorde con el suspenso y ritmo propios de una película de terror. Aquí se observan irregularidades que le restan fuerza a la narración. Y un final bastante anodino, falto de nervio y tal vez apresurado.
Como producción cinematográfica tiene sus décadas sí, y por ende, responde a otros códigos del cine. Pero ese antecedente no es justificación para explicar sus carencias. Si la comparamos con otras películas del género (de la misma época y el mismo estudio Universal), está bastante por debajo. Por ejemplo, con las dos primeras notables cintas del Frankenstein del gran director James Whale y el inmenso Boris Karloff, quien hizo una creación inmortal y definitiva del monstruo.
En cuanto a los personajes e interpretaciones, en general bastante teatrales, mucha participación de Renfield trastocando el rol con Harker (aquí como un personaje insulso). Aunque el "comemoscas" está muy bien caracterizado por Dwigth Frye, finalmente se pasa de rosca en su histrionismo. Un Van Helsing (Edward Van Sloan) sólo correcto, algo pasivo, pero cumple. Y aparece el Dr. Seward, con lo justo. Respecto a las bellas, Helen Chandler, como Mina, se lleva el peso y sale airosa. Lucy casi inexistente.
Pero el alma y motor de la película es Bela Lugosi. Con ese estilo de actuación inconfundible, más propio del cine mudo, gesticulador, modulador, con largas pausas y muy teatral. En la cinta de Browning todo gira en torno a su figura. Un Conde expresivo, locuaz, elegante, seductor, carismático y con esa mirada hipnótica marca de la casa. Aquí puede convertirse en murciélago o a veces, en lobo. Vista hoy, en realidad se ve casi ridícula esa conversión. Y no es necesaria en el espíritu del personaje, en esa especie de dualismo entre humanidad y maldad al mismo tiempo. Está claro que esa transformación es fiel a la novela, pero estimo que para los cánones del personaje está de más.
Alejándose de la figura de la obra original (ese Drácula decrépito y horripilante), Lugosi, pese a las reservas que se pueden tener respecto a su actuación, grabó a fuego el arquetipo esencial del Conde. El uso de la capa, esa figura imponente, ese señorío y galantería, su poder magnético, y los elementos naturales y culturales que lo destruyen. En fin, marcó para el futuro cómo debía ser el personaje. Y de paso, encasilló su carrera cinematográfica para siempre.
Aunque posteriormente otro actor, entre los más emblemáticos del género, mantuvo los rasgos anteriores, pero desarrolló como nadie la bestialidad y un mayor erotismo, con verdaderos actos de posesión sobre las féminas. Hizo del vampiro un acechante depredador nocturno, llevando a un sitial aún más alto y yo diría definitivo -hasta la actualidad- al carismático personaje. Me refiero, por cierto, a la magnífica creación de Christopher Lee.
En resumen, el Drácula de 1931 es una película de visionado obligatorio para todo aficionado al género. Más allá de sus imperfecciones ya señaladas (que me impiden darle mejor nota), tiene el sabor de lo clásico en estado puro.
Pero me faltaba comentarla aquí. En realidad ¿Qué más se puede agregar a este clásico, no sólo del terror, sino del cine en general?
Pero hay que analizarla en su contexto. Es una producción de hace más de 90 años. Y se nota.
La película tiene un comienzo estremecedor, ese viaje en carruaje es puro goticismo (si me permiten el término), esa atmósfera lúgubre y ese castillo realmente siniestro. Esos lugareños atemorizados, todo muy fidedigno y tributario de la obra literaria, particularmente cuando la acción transcurre en los paisajes y ambientes interiores transilvanos. La cinta tiene un comienzo absorbente, crea una gran expectación y envuelve en su misterio atemorizante. Me imagino el impacto que produjo en los espectadores de su época e incluso de algunas décadas después.
Hasta que irrumpe en escena el impresionante protagonista central, nuestro Drácula, enigmático y señorial, alejándose completamente de la imagen que se muestra de él en la novela de Stoker. Y bien que sea así, volveré sobre el punto más abajo.
Sin embargo, suscribo lo que se ha mencionado en algunas páginas cinéfilas, que el tránsito del cine mudo al sonoro le pasó factura a este clásico. Y eso se aprecia en la excesiva gestualidad de sus intérpretes (ya hablaremos de Lugosi), en los prolongados silencios, la escasa banda sonora (salvo al principio) y el cansino ritmo general de la cinta. Por otra parte, el guión (que introduce cambios respecto a la obra literaria), no es tan coherente como para generar un desarrollo que vaya anunciando un clímax acorde con el suspenso y ritmo propios de una película de terror. Aquí se observan irregularidades que le restan fuerza a la narración. Y un final bastante anodino, falto de nervio y tal vez apresurado.
Como producción cinematográfica tiene sus décadas sí, y por ende, responde a otros códigos del cine. Pero ese antecedente no es justificación para explicar sus carencias. Si la comparamos con otras películas del género (de la misma época y el mismo estudio Universal), está bastante por debajo. Por ejemplo, con las dos primeras notables cintas del Frankenstein del gran director James Whale y el inmenso Boris Karloff, quien hizo una creación inmortal y definitiva del monstruo.
En cuanto a los personajes e interpretaciones, en general bastante teatrales, mucha participación de Renfield trastocando el rol con Harker (aquí como un personaje insulso). Aunque el "comemoscas" está muy bien caracterizado por Dwigth Frye, finalmente se pasa de rosca en su histrionismo. Un Van Helsing (Edward Van Sloan) sólo correcto, algo pasivo, pero cumple. Y aparece el Dr. Seward, con lo justo. Respecto a las bellas, Helen Chandler, como Mina, se lleva el peso y sale airosa. Lucy casi inexistente.
Pero el alma y motor de la película es Bela Lugosi. Con ese estilo de actuación inconfundible, más propio del cine mudo, gesticulador, modulador, con largas pausas y muy teatral. En la cinta de Browning todo gira en torno a su figura. Un Conde expresivo, locuaz, elegante, seductor, carismático y con esa mirada hipnótica marca de la casa. Aquí puede convertirse en murciélago o a veces, en lobo. Vista hoy, en realidad se ve casi ridícula esa conversión. Y no es necesaria en el espíritu del personaje, en esa especie de dualismo entre humanidad y maldad al mismo tiempo. Está claro que esa transformación es fiel a la novela, pero estimo que para los cánones del personaje está de más.
Alejándose de la figura de la obra original (ese Drácula decrépito y horripilante), Lugosi, pese a las reservas que se pueden tener respecto a su actuación, grabó a fuego el arquetipo esencial del Conde. El uso de la capa, esa figura imponente, ese señorío y galantería, su poder magnético, y los elementos naturales y culturales que lo destruyen. En fin, marcó para el futuro cómo debía ser el personaje. Y de paso, encasilló su carrera cinematográfica para siempre.
Aunque posteriormente otro actor, entre los más emblemáticos del género, mantuvo los rasgos anteriores, pero desarrolló como nadie la bestialidad y un mayor erotismo, con verdaderos actos de posesión sobre las féminas. Hizo del vampiro un acechante depredador nocturno, llevando a un sitial aún más alto y yo diría definitivo -hasta la actualidad- al carismático personaje. Me refiero, por cierto, a la magnífica creación de Christopher Lee.
En resumen, el Drácula de 1931 es una película de visionado obligatorio para todo aficionado al género. Más allá de sus imperfecciones ya señaladas (que me impiden darle mejor nota), tiene el sabor de lo clásico en estado puro.
22 de marzo de 2022
22 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta película de la saga, con la imponente presencia de Christopher Lee nuevamente, presentando algunas líneas más de diálogo.
Como se sabe, comienza donde terminó la cinta anterior. No es un mal inicio, pero después algo desperdiciado, por el carácter absolutamente secundario del personaje inicial, la línea de venganza que adquiere la trama y la manera en que renace el vampiro.
Tiene otros aportes interesantes, como ese contexto social y familiar de los personajes de la clase alta londinense y la especie de doble moral (y doble vida) que ellos manifiestan. Muy bien interpretados los tres, especialmente el que hace de padre de la bella Alice, un rol de carácter, pero que en sí mismo encierra una debilidad psicológica. En ese sentido -si bien Lee demora en entrar en escena- la película tiene un estupendo inicio.
Buenos diálogos, en general, cierta flema inglesa, y el sabroso ingrediente de ese buen personaje extravagante y extrovertido que hace las veces del lacayo de Drácula y que contribuirá a su resurrección. Aunque un renacer del vampiro bastante curioso (por no decir absurdo). Hasta ahí, la historia iba bien, llevada con cierta altura, había novedad e interés, pero luego empieza a diluirse, no obstante la presencia dominante del maligno Conde. Claro, ya se terminaban las ideas y no se puede volver a insistir en lo mismo de versiones anteriores. Esto también vale para el final, que trata de ser original. Por lo menos, ese desenlace rompe el molde típico de los finales de la serie. Tiene fortalezas y debilidades.
Las féminas en lo suyo, lo típico, eso sí, se aprecia más carga de erotismo, particularmente en el verdadero acto de posesión con claro simbolismo sexual que hace el Conde de sus bellas víctimas en el momento de la mordida. Se ha interpretado como un acto orgásmico.
Los jóvenes bastante deslavados, lo mismo la historia romántica de la pareja principal.
Música y ambientación, como siempre, es un punto destacado en estas cintas de la Hammer. Magnífica atmósfera gótica, carruajes, locaciones, gente que pulula por ahí y allá y vivos colores en exteriores.
En resumen, Drácula sigue respirando, aunque más lentamente..
Como se sabe, comienza donde terminó la cinta anterior. No es un mal inicio, pero después algo desperdiciado, por el carácter absolutamente secundario del personaje inicial, la línea de venganza que adquiere la trama y la manera en que renace el vampiro.
Tiene otros aportes interesantes, como ese contexto social y familiar de los personajes de la clase alta londinense y la especie de doble moral (y doble vida) que ellos manifiestan. Muy bien interpretados los tres, especialmente el que hace de padre de la bella Alice, un rol de carácter, pero que en sí mismo encierra una debilidad psicológica. En ese sentido -si bien Lee demora en entrar en escena- la película tiene un estupendo inicio.
Buenos diálogos, en general, cierta flema inglesa, y el sabroso ingrediente de ese buen personaje extravagante y extrovertido que hace las veces del lacayo de Drácula y que contribuirá a su resurrección. Aunque un renacer del vampiro bastante curioso (por no decir absurdo). Hasta ahí, la historia iba bien, llevada con cierta altura, había novedad e interés, pero luego empieza a diluirse, no obstante la presencia dominante del maligno Conde. Claro, ya se terminaban las ideas y no se puede volver a insistir en lo mismo de versiones anteriores. Esto también vale para el final, que trata de ser original. Por lo menos, ese desenlace rompe el molde típico de los finales de la serie. Tiene fortalezas y debilidades.
Las féminas en lo suyo, lo típico, eso sí, se aprecia más carga de erotismo, particularmente en el verdadero acto de posesión con claro simbolismo sexual que hace el Conde de sus bellas víctimas en el momento de la mordida. Se ha interpretado como un acto orgásmico.
Los jóvenes bastante deslavados, lo mismo la historia romántica de la pareja principal.
Música y ambientación, como siempre, es un punto destacado en estas cintas de la Hammer. Magnífica atmósfera gótica, carruajes, locaciones, gente que pulula por ahí y allá y vivos colores en exteriores.
En resumen, Drácula sigue respirando, aunque más lentamente..

6.5
1,902
7
15 de marzo de 2022
15 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El luchador" (que debería llamarse El peleador, porque no es película de luchas, sino de peleas a puño limpio), es una cinta correctamente ambientada en la Gran Depresión en EEUU, estado de Nueva Orleans, y la trama gira en torno a las peleas clandestinas y las apuestas consiguientes, en ambientes lúgubres y decadentes, propios de la crisis económica y social de dicha época.
Película sin mayores pretensiones, una historia muy simple, no hay profundidad psicológica en sus personajes, subtramas ni nada parecido. Es directa y al grano. Peleas y apuestas, hay que ganar dinero como sea en tiempos difíciles. Y ser más astuto que los demás.
Charles Bronson -buena interpretación en lo que cabe- en uno más de sus papeles clásicos: el del hombre taciturno, parco y de origen semi-desconocido. Que llega, hace y se va. Y sin concesiones en materia sentimental (aquí con la bella, pero fría Jill Ireland, su esposa en la vida real). Según algunas fuentes, Bronson tenía 53 años de edad para la filmación de la película y no utilizó dobles. Aunque ya había filmado la primera de la exitosa saga "El vengador anónimo", que lo consolidó en el firmamento del cine de acción.
James Coburn, por su parte, realiza un brillante papel del manager del peleador. Un sujeto carismático, cínico, sonriente, bromista, oportunista y vividor. Sólo lo mueven los dólares, allí donde estén. Y en este caso, descubre el potencial ganador del bueno de Bronson. Pero éste sorprenderá al demostrar un espíritu incorruptible. Lástima que el director no profundiza en esa arista del personaje, como una posible mirada crítica a ese mundo y a las estrategias personales para salir de la crisis.
Los secundarios cumplen correctamente, sin destacar ninguno en particular, como una galería de personajes que no pasan de lo episódico, pero cumplen su rol respectivo.
Peleas en general bien coreografiadas, sin efectismos, aunque les faltó algo de realismo sanguinolento. Mal que mal, son peleas a puño limpio.
Pero la película entretiene con un ritmo sobrio, sin aspavientos. Cumple con lo suyo.
Película sin mayores pretensiones, una historia muy simple, no hay profundidad psicológica en sus personajes, subtramas ni nada parecido. Es directa y al grano. Peleas y apuestas, hay que ganar dinero como sea en tiempos difíciles. Y ser más astuto que los demás.
Charles Bronson -buena interpretación en lo que cabe- en uno más de sus papeles clásicos: el del hombre taciturno, parco y de origen semi-desconocido. Que llega, hace y se va. Y sin concesiones en materia sentimental (aquí con la bella, pero fría Jill Ireland, su esposa en la vida real). Según algunas fuentes, Bronson tenía 53 años de edad para la filmación de la película y no utilizó dobles. Aunque ya había filmado la primera de la exitosa saga "El vengador anónimo", que lo consolidó en el firmamento del cine de acción.
James Coburn, por su parte, realiza un brillante papel del manager del peleador. Un sujeto carismático, cínico, sonriente, bromista, oportunista y vividor. Sólo lo mueven los dólares, allí donde estén. Y en este caso, descubre el potencial ganador del bueno de Bronson. Pero éste sorprenderá al demostrar un espíritu incorruptible. Lástima que el director no profundiza en esa arista del personaje, como una posible mirada crítica a ese mundo y a las estrategias personales para salir de la crisis.
Los secundarios cumplen correctamente, sin destacar ninguno en particular, como una galería de personajes que no pasan de lo episódico, pero cumplen su rol respectivo.
Peleas en general bien coreografiadas, sin efectismos, aunque les faltó algo de realismo sanguinolento. Mal que mal, son peleas a puño limpio.
Pero la película entretiene con un ritmo sobrio, sin aspavientos. Cumple con lo suyo.

7.5
2,656
7
13 de junio de 2020
13 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto muchas películas del género carcelario (no sub-género) y las tramas y elementos son similares. Los códigos lingüísticos, las mafias internas, la conquista y control del poder, el hacerse respetar dentro del mundo del hampa, las prácticas sodomíticas (y el consabido "pescado fresco"), la corrupción funcionaria, las dificultades de rehabilitación social fuera de la prisión, y obviamente las fugas (cuando se trata de ellas).
Todos estos elementos son tratados con mayor o menor calidad y estilo (cinematográficamente hablando), según la película de que se trate, pero en general son cintas que destilan emoción e intensidad.
En "Sangre por Sangre", a todo lo anterior agregamos la sub-cultura de las pandillas de chicanos en Los Ángeles, EEUU, y, en ese sentido, nos muestra una visión interesante y que nos acerca a ese mundo, tan estereotipado.
La historia me parece muy atractiva, llena de acción, diálogos y situaciones verosímiles, episodios propios del tema, buena recreación de esa sub-cultura, en sus costumbres, rituales, mitologías, jergas, vestimentas y, especialmente, en el férreo espíritu de cuerpo a nivel de las relaciones familiares que demuestran sus integrantes.
Sin embargo, en mi opinión la película flaquea en dos puntos esenciales:
1) La débil interpretación de sus tres protagonistas (incluso, los secundarios parecen estar mejor).
2) Su excesiva duración. 180 minutos se hace pesada y en el último tercio de película, me parecía estar viendo "Sangre por sangre II ". Explico en spoiler.
Estos dos déficits disminuyen el puntaje en mi calificación, que, no obstante, alcanza la categoría de "buena".
Todos estos elementos son tratados con mayor o menor calidad y estilo (cinematográficamente hablando), según la película de que se trate, pero en general son cintas que destilan emoción e intensidad.
En "Sangre por Sangre", a todo lo anterior agregamos la sub-cultura de las pandillas de chicanos en Los Ángeles, EEUU, y, en ese sentido, nos muestra una visión interesante y que nos acerca a ese mundo, tan estereotipado.
La historia me parece muy atractiva, llena de acción, diálogos y situaciones verosímiles, episodios propios del tema, buena recreación de esa sub-cultura, en sus costumbres, rituales, mitologías, jergas, vestimentas y, especialmente, en el férreo espíritu de cuerpo a nivel de las relaciones familiares que demuestran sus integrantes.
Sin embargo, en mi opinión la película flaquea en dos puntos esenciales:
1) La débil interpretación de sus tres protagonistas (incluso, los secundarios parecen estar mejor).
2) Su excesiva duración. 180 minutos se hace pesada y en el último tercio de película, me parecía estar viendo "Sangre por sangre II ". Explico en spoiler.
Estos dos déficits disminuyen el puntaje en mi calificación, que, no obstante, alcanza la categoría de "buena".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Encontré muy larga la película. Hasta la parte del reingreso del chico blanco a prisión (con pierna ortopédica y todo), la historia iba muy bien. Se muestran claramente los caminos tan distintos que toman en la vida los tres jóvenes de los "vatos locos". Interesante y entretenida. Pero desde aquel momento, se hace espesa, reiterativa, más de lo mismo, va perdiendo interés y empieza a tomar el carácter casi de una segunda parte.

7.9
36,715
7
1 de mayo de 2020
1 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kubrick, uno de mis directores preferidos. Tiene verdaderas joyas del cine y otras producciones con ciertos altibajos. Curiosamente, no se destacó por presentar grandes interpretaciones de sus actores/actrices en sus películas, con las claras excepciones de Peter Sellers (en Dr. Strangelov) y Malcolm Mc Dowell (en La Naranja Mecánica). A Jack Nicholson no lo incluyo, pues lo considero desaforado y excesivo en su interpretación en El Resplandor.
Las obras de Kubrick -que generalmente son adaptaciones personales de libros exitosos- destacan (y mucho) por la dirección, aspectos técnicos (como la fotografía, montaje, vestuario, estética en general) y por supuesto, las notables bandas sonoras adaptadas. Algunas de ellas hasta hoy son utilizadas en la publicidad y han quedado impregnadas en el público. Podríamos decir que sus películas -gusten mucho o gusten poco- son únicas e irrepetibles, no disponibles para remakes, ese filón comercial propio del cine del siglo XXI.
No es fácil analizar Barry Lyndon. Ya se ha dicho bastante en esta misma página y en otras similares, es una película estupenda técnicamente, extraordinario uso de la iluminación, con brillante ambientación de época (siglo XVIII europeo) y vestuario, batallas bien recreadas, muchas escenas son prácticamente obras de arte pictóricas.
Una maravilla visual, no cabe duda.
Pero -desde otra perspectiva- algunas de esas mismas imágenes, parecen también piezas de museo (no lo digo en sentido peyorativo, sino como algo inerte, sin vida). Vemos ciertos diálogos interesantes, pero sus personajes son poco trascendentes, no quedan en la memoria del espectador. ¿Quién podría recordar bien a uno solo de ellos, incluso al propio protagonista Barry? Hablando de él, y de la floja interpretación de Ryan O´Neal (aunque Kubrick logró sacarle más registro a un actor conocido por su ausencia de brillo interpretativo), observamos un personaje deslavado, que despierta poco interés a lo largo de la trama. Lo mismo sucede con el personaje femenino principal, una Marisa Berenson de indudable belleza, pero fría, inexpresiva y distante, con poco perfil psicológico y dramático. Los personajes secundarios están correctos, pero pecan del mismo defecto: la frialdad, la falta de nervio, la falta de profundidad psicológica, la carencia de diálogos para la historia (salvo excepciones, como ciertas situaciones provocadoras y algún momento cómico). Me parece que algunas escenas son demasiado largas, extendiendo innecesariamente la duración total de la película, con lo que ésta se hace algo pesada. Pese a su calidad técnica.
¿La música? Magnífica, como es el sello de fábrica de Kubrick. Aunque quizás, se abusa de ella en algunas escenas, que ameritan el silencio.
En resumen, la película casi no emociona, casi no conmueve, existiendo tema para ello, pues sí hay drama a lo largo de la historia que se nos cuenta. Es formalmente una obra artística del cine, pero que le falta alma.
Las obras de Kubrick -que generalmente son adaptaciones personales de libros exitosos- destacan (y mucho) por la dirección, aspectos técnicos (como la fotografía, montaje, vestuario, estética en general) y por supuesto, las notables bandas sonoras adaptadas. Algunas de ellas hasta hoy son utilizadas en la publicidad y han quedado impregnadas en el público. Podríamos decir que sus películas -gusten mucho o gusten poco- son únicas e irrepetibles, no disponibles para remakes, ese filón comercial propio del cine del siglo XXI.
No es fácil analizar Barry Lyndon. Ya se ha dicho bastante en esta misma página y en otras similares, es una película estupenda técnicamente, extraordinario uso de la iluminación, con brillante ambientación de época (siglo XVIII europeo) y vestuario, batallas bien recreadas, muchas escenas son prácticamente obras de arte pictóricas.
Una maravilla visual, no cabe duda.
Pero -desde otra perspectiva- algunas de esas mismas imágenes, parecen también piezas de museo (no lo digo en sentido peyorativo, sino como algo inerte, sin vida). Vemos ciertos diálogos interesantes, pero sus personajes son poco trascendentes, no quedan en la memoria del espectador. ¿Quién podría recordar bien a uno solo de ellos, incluso al propio protagonista Barry? Hablando de él, y de la floja interpretación de Ryan O´Neal (aunque Kubrick logró sacarle más registro a un actor conocido por su ausencia de brillo interpretativo), observamos un personaje deslavado, que despierta poco interés a lo largo de la trama. Lo mismo sucede con el personaje femenino principal, una Marisa Berenson de indudable belleza, pero fría, inexpresiva y distante, con poco perfil psicológico y dramático. Los personajes secundarios están correctos, pero pecan del mismo defecto: la frialdad, la falta de nervio, la falta de profundidad psicológica, la carencia de diálogos para la historia (salvo excepciones, como ciertas situaciones provocadoras y algún momento cómico). Me parece que algunas escenas son demasiado largas, extendiendo innecesariamente la duración total de la película, con lo que ésta se hace algo pesada. Pese a su calidad técnica.
¿La música? Magnífica, como es el sello de fábrica de Kubrick. Aunque quizás, se abusa de ella en algunas escenas, que ameritan el silencio.
En resumen, la película casi no emociona, casi no conmueve, existiendo tema para ello, pues sí hay drama a lo largo de la historia que se nos cuenta. Es formalmente una obra artística del cine, pero que le falta alma.
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