Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Celuloide
Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Cassandro, the Exotico!
Documental
Francia2018
6.4
144
Documental, Intervenciones de: Cassandro
8
27 de marzo de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cassandro, the exotico!" es la historia de alguien que lleva peleando toda su vida, contra sus rivales en el ring de la lucha libre y contra sí mismo y sus adicciones cada mañana. Alguien que ha dedicado su vida a dignificar la labor de los homosexuales en la lucha libre a través de su talento y su tesón.

Saúl Armendariz, más conocido como Cassandro, lleva 26 años en el mundo de la lucha libre mejicana, un mundo de machos en el que un homosexual como él ha tenido que trabajar el doble para lograr destacar. Su vida, su familia, sus entrenamientos, sus confesiones, todo eso forma parte de este documental, tan interesante en el fondo como en la forma.

Marie Losier es la "culpable" de haber conocido a este personaje que atrae e impacta a partes iguales. Ella sigue a Cassandro con su cámara de 16 mm, que maneja con pasmosa habilidad y le graba en su camerino preparándose para el combate (una excelente secuencia inicial), en su casa o mientras conduce su coche. Ahí se nos muestra al Saúl que se mantiene dentro de Cassandro, una persona frágil interiormente, con muchas dudas sobre si seguir maltratando su cuerpo y con un pasado de adicciones al alcohol y a las drogas.

El llamado Liberace de la lucha libre mexicana, mantiene un amor incondicional por esta mezcla de deporte y circo que, según sus propias palabras, le salvó la vida en numerosas ocasiones. Pero a su edad su cuerpo, pleno de heridas, operaciones y conmociones cerebrales, está empezando a decir basta. No obstante Cassandro se resiste a dejar su gran pasión por varias razones y, en el ocaso de su carrera, el fantasma de las adicciones sobrevuela de nuevo su persona.

Un documental poderoso en su fondo y llamativo en su forma. Rodado en 16 mm y pantalla cuadrada, la directora Marie Losier mezcla las conversaciones con Cassandro, con las imágenes de archivo de sus combates, donde daba rienda suelta a su habilidad. Cassandro a sus 48 años sigue luchando, pero ya no en el ring.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
24 de marzo de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inauguramos las películas del periodo silente del cine con la película "Garras Humanas" (The unknown, 1927), dirigida por Tod Browning y protagonizada por Lon Chaney, Joan Crawford y Norman Kerry.

El argumento de esta pesadilla fascinante es el siguiente: en Madrid está acampado un circo compuesto por gitanos, en él Alonzo (Lon Chaney) es el hombre sin brazos, que lanza cuchillos con los pies a la bella Nanon (Joan Crawford) que es la hija de Zanzi (Nick de Ruiz), el dueño del circo. Alonzo está enamorada de Nanon, al igual que Malabar (Norman Kerry) el forzudo del circo. Nanon se siente muy a gusto con Alonzo, ya que tiene una fobia muy especial, no soporta que ningún hombre la toque con sus manos, sin embargo la supuesta deformidad de Alonzo no es real, si no que éste oculta sus brazos bajo un corsé por una razón muy poderosa....

Este retorcido argumento, escrito por el mismo Tod Browning con la colaboración de Waldemar Young, es únicamente la punta del iceberg de una obra cinematográfica compleja, sucia y alucinante. En ella se tocan temas tan delicados como el fetichismo, la obsesión malsana, el incesto, el asesinato o la deformidad física. Todos estos temas aparecerán también en la obra más escandalosa del director y a la que ya aludimos anteriormente: "La parada de los monstruos" (Freaks, 1932). Sin embargo, en la obra que nos ocupa, estos tamas son tratados de una forma diferente al relato realista (casi documental) que es "La parada de los monstruos". Aquí todo adquiere un tono irreal, pesadillesco, en el que la prodigiosa interpretación de Lon Chaney se te clava en el alma para quedarse allí para siempre. La película no es una obra de terror al uso, sin embargo es difícil que se te borre de la mente la cara de Alonzo tras visionar el film.

La actuación de Lon Chaney merece un punto y aparte, ya que en esta ocasión no es el maquillaje el gran protagonista en la creación del personaje como ocurre en sus dos películas más famosas, "El jorobado de Notre Dame" (The hunchback of Notre Dame, 1923 Wallace Worsley) y "El fantasma de la opera" (THe phantom of the opera, 1925 Rupert Julian). La clave de la interpretación de Chaney en esta película son sus miradas y expresiones, las cuales no dejan lugar a dudas sobre las intenciones en cada momento del personaje que interpreta.

No fue ésta la única vez que actor y director trabajaron juntos, ya que tuvieron una estrecha colaboración que ensalzó la carrera de ambos. Otras películas que hicieron juntos fueron: "Fuera de la ley" (Outside the law, 1920), "El trío fantástico" (The unholy three, 1925), "La sangre manda" (The road to Mandalay, 1926), "Maldad encubierta" (The blackbird, 1926), "La casa del horror" (London after midnight, 1927), "Los pantanos de Zanzibar" (West of Zanzibar, 1928) y "Oriente" (Where east is east, 1929). Esta relación hubiese continuado con la primera película de terror sobrenatural hecha en los Estados Unidos, me refiero al "Dracula" (Dracula, 1931) que dirigió Browning y para el que contaba con Chaney en el papel del conde. Sin embargo, el 26 de Agosto de 1930, un cancer de garganta se llevó para siempre al actor mas singular que ha dado la historia del cine. Este triste suceso hizo que, sin embargo, la carrera de otro actor despegara convirtiéndose en uno de los iconos populares más reconocibles del siglo XX. Me refiero, claro está, a Bela Lugosi, cuya interpretación y la imagen que creo del inmortal personaje de Stoker son ya legendarias, pero esa es otra historia....

Pero no sólo la interpretación de Lon Chaney es destacable, ya que una jovencísima Joan Crawford, que había debutado en Hollywood apenas dos años antes, hace una gran interpretación de un personaje como es el de Nanon, que es más complicado y tenebroso de lo que parece en un principio. Esta sí sería la única vez que la Crawford se pondría a las órdenes de Tod Browning, ya que enseguida la Metro Goldwing Mayer la escogeria para hacer sus grandes dramas sonoros en los primeros años de la decada de 1930. Las primeras de estas películas fueron: "Danzad, locos, danzad" (Dance, fools, dance, 1931), "Amor en venta" (Possesed, 1931), "Salvada" (Laughin sinners, 1931), "Gran Hotel" (Grand Hotel, 1932) o "Bajo la lluvia" (Rain, 1932).

Como ya hemos reseñado antes, uno de los puntos fuertes de la película es la ambientación, ya que Browning y su director de fotografía Merritt Gerstad consiguen crear un ambiente sórdido durante toda la película que refleja la maldad encubierta que hay en practicamente todos los personajes. Así mismo el uso de la luz y de algunos decorados (como la consulta del cirujano) hacen que todo parezca un sueño, uno de esos sueños de los que quieres despertar, pero no lo consigues porque te atrapa y no te deja escapar.

Al igual que otras grandes obras del cine mudo, la película estuvo desaparecida durante muchos años, hasta que en 1968 se encontró una copia en condiciones bastante aceptables y, a partir de ella, se pudieron recuperar 47 minutos de los 63 que duraba la cinta originalmente.

Gabriel Menéndez Piñera
Https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
28 de septiembre de 2021
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 91 años Clint Eastwood se vuelve a poner delante y detrás de la cámara, para traernos la que seguramente será su última película como actor. "Cry macho" decepcionará a los que busquen en esta película rastros del Eastwood violento de "Sin Perdón" ("Unforgiven", 1992), o el Eastwood cínico de "Gran Torino" (2008), ya que en este caso el ex-alcalde de Carmel nos trae su visión más amable de la vida, en una cinta para toda la familia la cual, sin embargo, funciona gracias, entre otras cosas, al talento narrativo de Eastwood como director.

Mike Milo (Clint Eastwood) es un antiguo vaquero de rodeo que, desde hace muchos años, se gana la vida como entrenador de caballos. Un día, su antiguo jefe le pide un favor muy especial, ir a México a buscar a su hijo de 13 años y sacarlo de las garras de su disoluta madre. Cómo suele pasar en este tipo de películas, las cosas ni son como parecen, ni saldrán como estaban previstas.

Vuelve Eastwood a territorio de sobra conocido en cuanto a temática y personajes principales. Mike Milo se suma a la larguísima lista de protagonistas de sus películas, con características comunes. Es decir, perdedores con un talento único para una especialidad determinada, en este caso la doma de caballos salvajes. Así mismo, la familia en sus múltiples variantes vuelve a ser el tema principal de una de sus películas. De nuevo, al igual que sucedía en "Million dollar baby" (2004), o "Gran Torino" (2008), la mejor familia (casi la única) es la que te encuentras por el camino.

Si hay algo que llama la atención en esta historia crepuscular es la habilidad de Clint Eastwood como director, a sus 91 años cumplidos. La calidad narrativa del film, así como la excelente puesta en escena, eclipsan todos sus defectos (que los hay), de tal manera que un espectador atento puede disfrutar de toda una lección de clasicismo cinematográfico, algo casi imposible de disfrutar a día de hoy en una pantalla de cine de estreno.

Es sin duda "Cry macho" una película de otra época, un producto que no se parece en nada a lo que se nos manufactura desde la actual fábrica de sueños, si no que se asemeja a aquellas películas que realizaban, con mayor o menor acierto, a mediados del pasado siglo. Los buenos son muy buenos y los malos quieren serlo, pero se quedan en meras caricaturas. Es tan blanca la historia, que hay más violencia en un episodio de "Autopista hacia el cielo" ("Highway to heaven") que en esta película.

Pero el mayor defecto no es la candidez del guión de Nick Shenk, basado en la novela de N. Richard Nash, y cuyos diálogos parecen sacados de una comedia de situación de la televisión de americana de los años 50. Lo peor del film es la actuación de la mayoría del reparto que acompaña a Mr. Eastwood en la pantalla y que lastran en cierta medida la valoración general. Interpretaciones mediocres, cuya cabeza más visible recae en el personaje de Rafo, el niño al que Milo tiene que ir a buscar, interpretado por Eduardo Minett.

Dejando aparte estas imperfecciones, "Cry macho" es muy disfrutable para todo aquel espectador acostumbrado a ver cine clásico y que no busca emociones fuertes, ni montajes a velocidad supersónica. Al igual que la comida casera, hay que saborearla despacio, sin prisa, dejando que se introduzca en tu cerebro y te deje con una sonrisa en la boca y en el corazón.

Quizás sea la última vez que veamos a Clint Eastwood en una pantalla de cine (y ya sólo eso es razón suficiente para acercarse a esta película) y tanto la última toma, como el tono crepuscular del principio, no hacen más que confirmarme esta sensación. Pero "Cry macho" es bastante más que eso, es emoción, es mostrarnos la felicidad en las cosas sencillas, es nostalgia por un mundo analógico que ya no va a volver, es una película de Clint Eastwood.

Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
7 de abril de 2019 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He oído muchas veces en los últimos años que el cine está en crisis, que ya no se hacen buenas películas, que son todo remakes y continuaciones de otras películas. Me imagino que todas estas personas se refieren al cine Norteamericano (el cual sí es cierto que, salvo honrosas excepciones, lleva muchos años en una grave crisis de ideas), porque el cine Europeo, Asiático y Latinoamericano están todos ellos en uno de sus mejores momentos y esta semana he podido volver a constatarlo, al disfrutar en el cine de una de las mejores películas que he visto en muchos años. Me refiero a "Cold war" (2018, Pawel Pawlikowski), película polaca que es una verdadera obra de arte de principio a fin y que consagra al también director de "Ida" (2013) como uno de los referentes actuales dentro del cine mundial.

La acción transcurre en Polonia, unos años después de la Segunda guerra mundial. Wiktor (Tomasz Kot) es un músico encargado de descubrir nuevos talentos dentro de la música rural polaca, con el objetivo de formas un grupo coral y de bailarines, que transmitan la música popular de su país en diferentes actuaciones por toda Europa. Entre esos jóvenes está Zula (Joana Kulig), la cual impresionará a Wiktor, no sólo por su voz. Sin embargo la difícil situación política que se vive en esos años en el país, dificultará enormemente la relación entre ambos.

Lo que más destaca en la película es la excelsa dirección de Pawlikowski, el cual crea continuamente planos con una profundidad inimaginable, aún en escenas de interior. No sólo eso, formalmente es impresionante, con una fotografía de las que no se olvidan y una puesta en escena original y nada repetitiva. Además, los suaves movimientos de cámara mecen al espectador en una suave melodía que le transporta a otra época, a otro lugar del que no quiere irse cuando finaliza la proyección.

El director polaco, al igual que hiciese en su anterior película "Ida", recurre al blanco y negro y al formato de pantalla 4:3. Ya explicó en su momento que no se imagina otra forma de reflejar la Polonia de la posguerra, durante su periplo comunista, que este blanco y negro tan bello como excluyente. A pesar de las limitaciones del formato de pantalla, Pawlikowski consigue crear verdaderas estampas preciosistas a lo largo del metraje del film, aliviando en parte la tensión originada por el argumento.

El guión, escrito por el propio director junto a Janusz Glowacki, repasa 20 años en la vida de los dos personajes principales. Años en los que la vida (y ellos mismos) les junta y les separa en varias ocasiones. Todo ello narrado con mucha sutileza y sin grandes explicaciones, dejando fluir la historia a través de imágenes y escenas que dejan algunos huecos, los cuales tienen que ser rellenados por el propio espectador. Mención aparte merece el comienzo de la historia, en la que el film se asemeja a un documental sobre la música rural polaca para. a partir de ahí, centrarse en la historia de amor entre Wiktor y Zula. Y por supuesto, hay que hablar (sin desvelar nada) de un final precioso, que deja al espectador pegado a la butaca y con la vana esperanza de que tras los títulos de crédito finales haya más escenas, que la película siga unos minutos más, que no sea verdad que esos personajes que Pawlikovski ha introducido en su mente se vayan para siempre de la pantalla.

Pero no acaban aquí las virtudes de "Cold war", porque la pareja de actores protagonista es una delicia para el espectador. Tanto Joanna Kulig como Tomasz Kot transmiten perfectamente la personalidad de sus personajes, así como los sentimientos que poseen en cada momento el uno por el otro, lo cual no es nada fácil, dado la complejidad de los mismos. Además la voz de Joanna traspasa la pantalla y embriaga los oídos de los espectadores que dificilmente dan crédito a lo que ven y oyen. Junto a la pareja protagonista destaca la gran actriz Agata Kulesza, la cual ya conocía por su enorme papel en "Ida", como la tía de la novicia protagonista.

Sin embargo el tercer protagonista de "Cold war" no es un personaje, si no la música que acompaña al film constantemente. Tanto la música popular polaca, los standares de Jazz que Wiktor interpreta con su grupo durante su estancia en París o las canciones interpretadas por Zula, crean una amalgama de sonidos sencillamente deliciosa y que constituyen uno de los puntos fuerte del film.

Resumiendo, "Cold war" es para mi desde el momento que abandoné la sala de cine, una de las mejores películas de las que he podido disfrutar en mi vida. Una historia de amor durante un periodo de tiempo oscuro y triste, en el que el sacrificio personal, en orden a un supuesto beneficio comunitario, estaba a la orden del día. Pero una vez más, lo importante no es la historia que nos cuenta, si no como esa historia se nos cuenta en la pantalla a través de escenas de una belleza formal enorme y a la vez sencilla. Sin duda una película para ver y disfrutar una y otra vez.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
23 de abril de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces es mejor contar algo ya muy visto, de una manera novedosa, que contar algo original de una forma ya vista miles de veces. "Wildland", el debut en el largometraje de Jeannette Nordahl, se adscribe a la primera de estas dos opciones, ofreciéndonos a las primeras de cambio, una obra de gran calidad y rodada con un estilo muy personal.

Ida (excepcional Sandra Guldberg Kampp) es una joven de 17 años que acaba de tener un accidente de tráfico en el coche que conducía su madre, la cual ha resultado muerta. Tras salir del hospital, va a vivir con su tía Bodil (Sidse Babett Knudsen), la cual junto a sus tres hijos adultos regenta un local de ocio nocturno, el cual es en realidad la tapadera de un negocio clandestino de préstamo de dinero con altos intereses. Poco a poco Ida se irá introduciendo en un mundo nuevo, divertido y salvaje, pese a su reticencia inicial ante la brutalidad de los medios nada ortodoxos que usan sus primos a la hora de cobrar las deudas atrasadas.

El guión de Ingeborg Topsoe poco o nada aporta de nuevo al género de familias aparentemente normales que se dedican a actividades mafiosas, pero sí tiene la virtud de aportar una serie de pequeños detalles, excepcionalmente reflejados en la pantalla, los cuales mejoran notablemente la calidad de la película.

La actriz protagonista, la novata Sandra Guldberg Kampp, sorprende al espectador por su talento a la hora de ir cambiando de registro según avanza la película, mostrando las inseguridades y temores propios de la edad, mezclados con una determinación y personalidad impropios de la misma. Así mismo, es un placer volver a encontrarme en una pantalla con Sidse Babett Knudsen, la inolvidable protagonista de la serie Borgen, aquí en un papel totalmente distinto al que la hizo famosa.

Sin duda lo más llamativo del film, es el buen hacer de su directora Jeannette Nordahl. Esta, no sólo ha creado un film con un ritmo notable, el cual no deja respiro al espectador sin apenas escenas de acción, si no que además ha conseguido crear escenas de un nivel excelso, sólo parejo a su originalidad. Mención aparte merece la forma de mostrar la violencia en la película, la cual apenas se vislumbra de soslayo, de tal forma que el espectador no la ve en pantalla, pero puede observar los suficiente para imaginarse lo que está sucediendo en la escena fuera de campo.

Es "Wildland" un buen espejo en el que deberían mirarse muchos cineastas y descubrir que se puede hacer cine de género con una gran calidad en todos los aspectos.

Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para