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6.4
21,086
6
3 de marzo de 2014
3 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Crimen Perfecto" tiene un comienzo brillante, lleno de insinuaciones, presenta a los personajes, imágenes seductoras, contrapuntos elocuentes. Un avejentado Anthony Hopkins interpreta correctamente a un ingeniero aeronáutico que, al constatar la infidelidad de su atractiva esposa, decide asesinarla al llegar a casa, entregándose de inmediato a la policía. Luego entra en escena un joven y arrogante fiscal, interpretado sin brillo por Ryan Gosling. Aquí comienza un duelo de inteligencias por decirlo así y en eso la película es novedosa y atrae en sus inicios. Pero conforme avanza, se va desdibujando la trama, entran elementos un poco fuera de lugar que le quitan el carácter de trhiller al filme (como el pseudo coqueteo del fiscal con la abogada) , en suma, la cinta pierde fuerza. Alguien ha comparado a "Crimen Perfecto" con la clásica serie de TV de los setenta, "Columbo" con el inigualable Peter Falk. Yo vi esa serie y para mi es de culto. La verdad es que no veo muchos puntos de comparación, el detective Columbo tenía una personalidad y un estilo muchísimo más definido que el del fiscal de esta película. Y las tramas de esa famosa serie eran más consistentes y más redondas, claro, menos parafernálicas que esta película (y otras similares) , menos glamorosas, pero más coherentes.
Terminando con "Crimen Perfecto", ésta presenta situaciones imprevistas y que asombran al espectador -que no vamos a revelar aquí- pero con un final precipitado, algo brusco.
En síntesis, una película que insinúa mucho, pero que se queda corta y, paradojalmente además, al final se hace también muy extensa con pasajes prescindibles. Hopkins es un maestro sí, pero un maestro cansado.
Terminando con "Crimen Perfecto", ésta presenta situaciones imprevistas y que asombran al espectador -que no vamos a revelar aquí- pero con un final precipitado, algo brusco.
En síntesis, una película que insinúa mucho, pero que se queda corta y, paradojalmente además, al final se hace también muy extensa con pasajes prescindibles. Hopkins es un maestro sí, pero un maestro cansado.
21 de mayo de 2020
21 de mayo de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El método pedagógico del profesor boliviano radicado en California, EEUU, Jaime Escalante, permitió que estudiantes deprivados social, económica y culturalmente pudieran acceder a estudios universitarios, en un contexto en el que el porcentaje de alumnos que lo lograban era casi nulo. Y por lo tanto, las expectativas de las autoridades del Colegio, de los profesores y de los mismos estudiantes, eran bajísimas en el posible éxito en las pruebas de selección universitaria. Y contra todo pronóstico, el profesor Escalante consigue lo que parecía imposible.
La película -traducida como "Con ganas de triunfar" en Latinoamérica y disponible en DVD- se basa en esta historia real y deja planteada una pregunta fundamental en el ámbito educativo: ¿ La educación, depende de la calidad del profesor o de la capacidad del estudiante? Y de paso, también deja de manifiesto que el llamado Efecto Pigmalión no es sólo teoría sociológica, sino una realidad en el mundo de la enseñanza. Aplicado a la educación, el Efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las expectativas o creencias que los profesores depositan en sus estudiantes, modificarán el comportamiento de éstos, haciendo que se cumplan dichas expectativas.
Escalante -brillantemente interpretado por Edward James Olmos, nominado al Oscar 1988- desarrolla su labor como profesor de matemáticas en la Escuela Garfield de Los Ángeles, una institución escolar neutralizada por reglamentos, prácticas rutinarias y temores de sus funcionarios y profesores. Se enfrenta a un curso de los llamados "conflictivos" y se propone impulsar un buen aprendizaje de sus estudiantes, cambiando rotundamente el método tradicional de un modelo educativo burocrático y anquilosado.
El profesor se da cuenta inicialmente que sus estudiantes adolecen de problemas de razonamiento lógico y que continuar con una educación solamente conductista no los llevará a ninguna parte. Entonces empieza a utilizar en clases ejemplos de la vida cotidiana, analogías y mucha gestualidad y los transforma en casos didácticos de fácil entendimiento, para la mejor asimilación de los estudiantes, de una materia siempre compleja y abstracta, como las matemáticas (en este caso, el cálculo).
Con muy buen manejo de situaciones en el aula y gran convicción en su sistema, el carismático pedagogo va ganándose la confianza primero y el cariño después, de sus alumnos, incluso a algunos de ellos logra aislarlos de sus pandillas e interesarlos en la educación. Cada dificultad la enfrenta como una oportunidad de enseñar, hasta es amenazado en clases, pero el maestro no cae en el juego del matonaje, al contrario, usa el humor y la empatía y así se gana el respeto del alumnado. Ellos pueden aprender matemáticas, se propone firmemente Escalante.
Entonces, plantea al Consejo de Profesores y al director de la Escuela, su filosofía pedagógica, que destaco con mayúsculas: “ PARA ENSEÑAR SÓLO SE NECESITAN GANAS”.
Debe luchar contra el escepticismo e incredulidad de sus colegas. Se entrega en cuerpo y alma a su labor, hasta sacrificando su vida familiar y su propia salud en cierto momento.
Debido a su duración (no extensa) la cinta no alcanza a mostrar en detalle la larga evolución de los cambios conductuales y académicos de los estudiantes. En la vida real se entiende que todo esto habrá tomado más tiempo que lo mostrado en la película, pero esto no le resta mérito alguno, ya que se muestra lo esencial y se capta el mensaje de fondo.
Buenas interpretaciones de los y las adolescentes "problemáticos", los profesores y autoridades, tanto del colegio como de la Agencia Estatal de Educación. Destacan un excelente Lou Diamond Phillips como el pandillero que se convence del valor de la educación y un acertado Andy García, en un papel diferente a sus habituales, y aquí -como funcionario de la educación estatal- se enzarza en un estupendo debate con Escalante.
¿Qué le falta a la película? Aunque están presentes claramente, tal vez haber profundizado un poco más los temas del racismo,la marginación, los prejuicios sociales hacia la población latina en EEUU, la discriminación y burocracia del sistema educacional y los criterios evaluativos de los exámenes de selección. Pero hubiera terminado siendo una cinta de 5 horas, con lo que sería un despropósito.
En resumen, una película para volver a ver y analizar, como ruptura de paradigmas educativos y sociales.
Lo mejor y lo peor de la película es:
Lo Mejor: Edward James Olmos, interpreta -notablemente imbuido de su papel- a un profesor apasionado por lo que hace, con fuertes convicciones y una vocación admirable.
Lo Peor: la corta duración.
La película -traducida como "Con ganas de triunfar" en Latinoamérica y disponible en DVD- se basa en esta historia real y deja planteada una pregunta fundamental en el ámbito educativo: ¿ La educación, depende de la calidad del profesor o de la capacidad del estudiante? Y de paso, también deja de manifiesto que el llamado Efecto Pigmalión no es sólo teoría sociológica, sino una realidad en el mundo de la enseñanza. Aplicado a la educación, el Efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las expectativas o creencias que los profesores depositan en sus estudiantes, modificarán el comportamiento de éstos, haciendo que se cumplan dichas expectativas.
Escalante -brillantemente interpretado por Edward James Olmos, nominado al Oscar 1988- desarrolla su labor como profesor de matemáticas en la Escuela Garfield de Los Ángeles, una institución escolar neutralizada por reglamentos, prácticas rutinarias y temores de sus funcionarios y profesores. Se enfrenta a un curso de los llamados "conflictivos" y se propone impulsar un buen aprendizaje de sus estudiantes, cambiando rotundamente el método tradicional de un modelo educativo burocrático y anquilosado.
El profesor se da cuenta inicialmente que sus estudiantes adolecen de problemas de razonamiento lógico y que continuar con una educación solamente conductista no los llevará a ninguna parte. Entonces empieza a utilizar en clases ejemplos de la vida cotidiana, analogías y mucha gestualidad y los transforma en casos didácticos de fácil entendimiento, para la mejor asimilación de los estudiantes, de una materia siempre compleja y abstracta, como las matemáticas (en este caso, el cálculo).
Con muy buen manejo de situaciones en el aula y gran convicción en su sistema, el carismático pedagogo va ganándose la confianza primero y el cariño después, de sus alumnos, incluso a algunos de ellos logra aislarlos de sus pandillas e interesarlos en la educación. Cada dificultad la enfrenta como una oportunidad de enseñar, hasta es amenazado en clases, pero el maestro no cae en el juego del matonaje, al contrario, usa el humor y la empatía y así se gana el respeto del alumnado. Ellos pueden aprender matemáticas, se propone firmemente Escalante.
Entonces, plantea al Consejo de Profesores y al director de la Escuela, su filosofía pedagógica, que destaco con mayúsculas: “ PARA ENSEÑAR SÓLO SE NECESITAN GANAS”.
Debe luchar contra el escepticismo e incredulidad de sus colegas. Se entrega en cuerpo y alma a su labor, hasta sacrificando su vida familiar y su propia salud en cierto momento.
Debido a su duración (no extensa) la cinta no alcanza a mostrar en detalle la larga evolución de los cambios conductuales y académicos de los estudiantes. En la vida real se entiende que todo esto habrá tomado más tiempo que lo mostrado en la película, pero esto no le resta mérito alguno, ya que se muestra lo esencial y se capta el mensaje de fondo.
Buenas interpretaciones de los y las adolescentes "problemáticos", los profesores y autoridades, tanto del colegio como de la Agencia Estatal de Educación. Destacan un excelente Lou Diamond Phillips como el pandillero que se convence del valor de la educación y un acertado Andy García, en un papel diferente a sus habituales, y aquí -como funcionario de la educación estatal- se enzarza en un estupendo debate con Escalante.
¿Qué le falta a la película? Aunque están presentes claramente, tal vez haber profundizado un poco más los temas del racismo,la marginación, los prejuicios sociales hacia la población latina en EEUU, la discriminación y burocracia del sistema educacional y los criterios evaluativos de los exámenes de selección. Pero hubiera terminado siendo una cinta de 5 horas, con lo que sería un despropósito.
En resumen, una película para volver a ver y analizar, como ruptura de paradigmas educativos y sociales.
Lo mejor y lo peor de la película es:
Lo Mejor: Edward James Olmos, interpreta -notablemente imbuido de su papel- a un profesor apasionado por lo que hace, con fuertes convicciones y una vocación admirable.
Lo Peor: la corta duración.
8 de mayo de 2020
8 de mayo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ánimo de reiterar las fortalezas y algunas debilidades que ya se han mencionado sobre esta interesante película de 1974, destaco lo siguiente:
1) La exquisita ambientación y reconstrucción epocal, con un tren de esos que ya no se ven (pura nostalgia personal).
2) Los estupendos diálogos, propios de las obras policiales de la autora.
3) El desenlace, pese a lo afectado del Poirot de Albert Finney.
Sobre el reparto estelar, un gusto para todo cinéfilo ver en pantalla a tanta figura reunida en la misma cinta.
Aunque se ven bastante contenidas y ajustadas a sus roles, que tampoco dan espacio para deslumbrar, hay por ahí algunos chispazos interpretativos a la altura de su fama respectiva (Bergman, Gielgud, Widmarck, Connery). Pero me sorprendió (y no para bien) ver a Anthony Perkins representando -exteriormente hablando- nuevamente una especie de Norman Bates, con los mismos gestos y tics, con similar actitud timorata, insegura y atormentada. Porque su gestualidad en el Expreso de Oriente no puede ser más parecida a la de aquel icónico personaje que le dio merecida celebridad por su brillante interpretación. Pero que, lamentablemente, lo encasilló.
En resumen, la versión de Lumet es una película que entretiene (pero hay que meterse en su ritmo), con un innegable sabor a clásico, que despierta añoranzas, pero me parece que le falta algo de nervio, una banda sonora más ad-hoc y otros elementos, como para ser una obra redonda. En todo caso, superior a la prescindible versión de Kenneth Branagh del 2017.
1) La exquisita ambientación y reconstrucción epocal, con un tren de esos que ya no se ven (pura nostalgia personal).
2) Los estupendos diálogos, propios de las obras policiales de la autora.
3) El desenlace, pese a lo afectado del Poirot de Albert Finney.
Sobre el reparto estelar, un gusto para todo cinéfilo ver en pantalla a tanta figura reunida en la misma cinta.
Aunque se ven bastante contenidas y ajustadas a sus roles, que tampoco dan espacio para deslumbrar, hay por ahí algunos chispazos interpretativos a la altura de su fama respectiva (Bergman, Gielgud, Widmarck, Connery). Pero me sorprendió (y no para bien) ver a Anthony Perkins representando -exteriormente hablando- nuevamente una especie de Norman Bates, con los mismos gestos y tics, con similar actitud timorata, insegura y atormentada. Porque su gestualidad en el Expreso de Oriente no puede ser más parecida a la de aquel icónico personaje que le dio merecida celebridad por su brillante interpretación. Pero que, lamentablemente, lo encasilló.
En resumen, la versión de Lumet es una película que entretiene (pero hay que meterse en su ritmo), con un innegable sabor a clásico, que despierta añoranzas, pero me parece que le falta algo de nervio, una banda sonora más ad-hoc y otros elementos, como para ser una obra redonda. En todo caso, superior a la prescindible versión de Kenneth Branagh del 2017.
8 de junio de 2023
8 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto varios productos del intenso cine de Peckinpah, y entre ellos, tres o cuatro espléndidas películas, que cada tanto vuelvo a visionar. Por eso, esperaba más de "Quiero la cabeza de Alfredo García", que tenía pendiente, no obstante ser una obra bastante interesante y en general bien realizada.
Ha sido complicada de analizar y calificar, por su desproporción y altibajos. Me pregunto ¿Dónde poner el foco? Tiene ciertas incoherencias en su guión, rayando en el absurdo por momentos, junto a aspectos muy destacados, como el buen ritmo en determinadas secuencias (apoyado en el uso de la cámara para la acción y la violencia, marca de la casa) y la construcción del protagonista, quien evoluciona desde un personaje simplón y básico hacia uno firme, con carácter y que defiende sus fines y dignidad con resolución, aunque tenga que recurrir a la violencia homicida.
Como si Peckinpah (con rabia y varias copas de más) volcara aquí todos sus demonios, sus insatisfacciones y sus anhelos de hacer el cine que él quería, más allá de la crítica llamada "seria y especializada", más allá de los lugares comunes y de lo políticamente correcto. En suma, más allá del deber ser. Pero, a mi juicio, le salió una película heteróclita y desigual, si bien personalísima y con méritos propios.
La cinta es un cruce de géneros, con elementos de western urbano, elementos de thriller y del gangsterismo, con dosis de humor negro, y por último, algunos rasgos de romanticismo, tosco y seco, entre personajes socialmente marginales (la pareja protagónica), con un perfil psicológico de trazo rústico, quienes esbozan una relación amorosa que no se caracteriza precisamente por su congruencia.
Vemos personajes secundarios en general correctos, pero aparecen unos sujetos que no cuadran ni calzan en la película, como esos motociclistas sin carisma (incluyendo un opaco y efímero Kristofferson), para terminar siendo eliminados a balazos (véase spoiler). Bien, es la carta de presentación, en cuanto al estilo del director. Y sirve para lucir a la sabrosa Isela Vega.
Tenemos un buen, pero desaprovechado, Robert Webber, como uno de los asesinos a sueldo. Y el ¨Indio¨ Fernández, en un breve papel al inicio y al final (pero fundamental para esta historia), cumple con su oficio habitual. Pero son Warren Oates, como Bennie, y la propia Isela, como Elita, quienes cargan el protagonismo de toda la película. Bueno, ella, solamente hasta dos tercios de la cinta.
La película combina momentos de gran ritmo, con otras secuencias lentas, casi planas, aunque se supone que tienen un halo de sentimentalismo. Pero se alargan demasiado, hasta casi cruzar la "delgada línea roja" (o sea, la del aburrimiento, cosa seria en una película). Digo "casi", porque afortunadamente llega la acción, se dinamiza la trama y la película vuelve a levantar.
En los primeros 5 minutos ya sabemos el meollo del asunto y para dónde va la cosa. Después nos vamos enterando que la historia no es tan simple.
Un potentado y déspota hacendado mexicano que vive en una fortaleza rodeado de guardias, lacayos y sirvientas, en un ambiente de opulencia, religiosidad, hipocresía y matonaje, ofrece un millón por la cabeza (así, tal cual) del hombre que ha embarazado a su hija. Un antiguo trabajador suyo (“era como un hijo para mí” exclama el Jefe).
Y a partir de ahí se desata la frenética búsqueda del sujeto. Unos matones a sueldo ofrecen una recompensa menor a Bennie por cumplir tan peligrosa tarea. En rigor, le están pagando por matar. Como anticipo le entregan 200 mezquinos dólares ¿Quién acepta ese indigno anticipo por labor tan peligrosa?
Bueno, en realidad, Bennie no es un sicario ni un mercenario profesional, es un sujeto decadente, de moral laxa, alcohólico y necesita dinero, movido por la codicia. Y quiere construir (y financiar) una vida de pareja con Elita, la ¿ex? prostituta que ahora lo acompaña y ella también tuvo su affaire con el perseguido Alfredo.
Como son “muchos pájaros en la misma rama”, pronto surgirán los problemas para Bennie, y empezará a desquiciarse, y con razón. Ahí la película va ganando décimas.
Al final, y después de un reguero de muerte y sangre en su camino, de vuelta en la oficina de los inescrupulosos y engolados secuaces del Jefe, que tienen mujeres a su servicio cual geishas mal entendidas, Bennie pregunta, con rabia, dispuesto a no dejarse humillar y levantando la voz “¿Cuánto creen que vale mi trabajo?”.
En realidad, es un momento conmovedor. Es el último recodo de la dignidad y está dispuesto a defenderla. Ya no es sólo el dinero. Uno termina por empatizar con él. Detalles en spoiler.
La trama se desarrolla en pueblos provincianos, caminos interiores, algo de Ciudad de México, oficinas de fachada del crimen, ambientes sórdidos, burdeles, alcohol, miseria moral y material. Hay un tono nihilista y veo una crítica social implícita.
Tiene escenas surrealistas: los guardias inspeccionan a Bennie y revisan la cesta con la cabeza de García y en paralelo aparece la imagen de la cabecita del bebé en el bautismo, luego en el interior de la casona, la guagua en brazos del Patrón frente a Bennie con la cesta en la mano y su macabro trofeo adentro. "Lleva la cabeza" dicen los invitados, niños revisando a los muertos, y algunas más. Y otras hiperreralistas, como las moscas alrededor de esa cabeza, el niño mirando hacia adentro del auto, los tugurios de mala muerte, las ladillas, etc.,
Finalmente, destaco el trabajo de Oates, que va de menos a más (con gafas oscuras hasta en escenas de cama) y una magnífica Isela Vega (hasta canta), que además nos regala sus atributos físicos. La labor de ambos y el tremendo cierre levantan la valoración global de la película, que -guste más, guste menos o no guste- indudablemente tiene un sello de autor, que influyó en cineastas posteriores.
Trama y Desarrollo = 7.0
Final = 8.0
Ambientación y fotografía = 8.0
Personajes principales = 9.0
Personajes secundarios = 5.0
Música = 6.0
PROMEDIO = 7.2
Ha sido complicada de analizar y calificar, por su desproporción y altibajos. Me pregunto ¿Dónde poner el foco? Tiene ciertas incoherencias en su guión, rayando en el absurdo por momentos, junto a aspectos muy destacados, como el buen ritmo en determinadas secuencias (apoyado en el uso de la cámara para la acción y la violencia, marca de la casa) y la construcción del protagonista, quien evoluciona desde un personaje simplón y básico hacia uno firme, con carácter y que defiende sus fines y dignidad con resolución, aunque tenga que recurrir a la violencia homicida.
Como si Peckinpah (con rabia y varias copas de más) volcara aquí todos sus demonios, sus insatisfacciones y sus anhelos de hacer el cine que él quería, más allá de la crítica llamada "seria y especializada", más allá de los lugares comunes y de lo políticamente correcto. En suma, más allá del deber ser. Pero, a mi juicio, le salió una película heteróclita y desigual, si bien personalísima y con méritos propios.
La cinta es un cruce de géneros, con elementos de western urbano, elementos de thriller y del gangsterismo, con dosis de humor negro, y por último, algunos rasgos de romanticismo, tosco y seco, entre personajes socialmente marginales (la pareja protagónica), con un perfil psicológico de trazo rústico, quienes esbozan una relación amorosa que no se caracteriza precisamente por su congruencia.
Vemos personajes secundarios en general correctos, pero aparecen unos sujetos que no cuadran ni calzan en la película, como esos motociclistas sin carisma (incluyendo un opaco y efímero Kristofferson), para terminar siendo eliminados a balazos (véase spoiler). Bien, es la carta de presentación, en cuanto al estilo del director. Y sirve para lucir a la sabrosa Isela Vega.
Tenemos un buen, pero desaprovechado, Robert Webber, como uno de los asesinos a sueldo. Y el ¨Indio¨ Fernández, en un breve papel al inicio y al final (pero fundamental para esta historia), cumple con su oficio habitual. Pero son Warren Oates, como Bennie, y la propia Isela, como Elita, quienes cargan el protagonismo de toda la película. Bueno, ella, solamente hasta dos tercios de la cinta.
La película combina momentos de gran ritmo, con otras secuencias lentas, casi planas, aunque se supone que tienen un halo de sentimentalismo. Pero se alargan demasiado, hasta casi cruzar la "delgada línea roja" (o sea, la del aburrimiento, cosa seria en una película). Digo "casi", porque afortunadamente llega la acción, se dinamiza la trama y la película vuelve a levantar.
En los primeros 5 minutos ya sabemos el meollo del asunto y para dónde va la cosa. Después nos vamos enterando que la historia no es tan simple.
Un potentado y déspota hacendado mexicano que vive en una fortaleza rodeado de guardias, lacayos y sirvientas, en un ambiente de opulencia, religiosidad, hipocresía y matonaje, ofrece un millón por la cabeza (así, tal cual) del hombre que ha embarazado a su hija. Un antiguo trabajador suyo (“era como un hijo para mí” exclama el Jefe).
Y a partir de ahí se desata la frenética búsqueda del sujeto. Unos matones a sueldo ofrecen una recompensa menor a Bennie por cumplir tan peligrosa tarea. En rigor, le están pagando por matar. Como anticipo le entregan 200 mezquinos dólares ¿Quién acepta ese indigno anticipo por labor tan peligrosa?
Bueno, en realidad, Bennie no es un sicario ni un mercenario profesional, es un sujeto decadente, de moral laxa, alcohólico y necesita dinero, movido por la codicia. Y quiere construir (y financiar) una vida de pareja con Elita, la ¿ex? prostituta que ahora lo acompaña y ella también tuvo su affaire con el perseguido Alfredo.
Como son “muchos pájaros en la misma rama”, pronto surgirán los problemas para Bennie, y empezará a desquiciarse, y con razón. Ahí la película va ganando décimas.
Al final, y después de un reguero de muerte y sangre en su camino, de vuelta en la oficina de los inescrupulosos y engolados secuaces del Jefe, que tienen mujeres a su servicio cual geishas mal entendidas, Bennie pregunta, con rabia, dispuesto a no dejarse humillar y levantando la voz “¿Cuánto creen que vale mi trabajo?”.
En realidad, es un momento conmovedor. Es el último recodo de la dignidad y está dispuesto a defenderla. Ya no es sólo el dinero. Uno termina por empatizar con él. Detalles en spoiler.
La trama se desarrolla en pueblos provincianos, caminos interiores, algo de Ciudad de México, oficinas de fachada del crimen, ambientes sórdidos, burdeles, alcohol, miseria moral y material. Hay un tono nihilista y veo una crítica social implícita.
Tiene escenas surrealistas: los guardias inspeccionan a Bennie y revisan la cesta con la cabeza de García y en paralelo aparece la imagen de la cabecita del bebé en el bautismo, luego en el interior de la casona, la guagua en brazos del Patrón frente a Bennie con la cesta en la mano y su macabro trofeo adentro. "Lleva la cabeza" dicen los invitados, niños revisando a los muertos, y algunas más. Y otras hiperreralistas, como las moscas alrededor de esa cabeza, el niño mirando hacia adentro del auto, los tugurios de mala muerte, las ladillas, etc.,
Finalmente, destaco el trabajo de Oates, que va de menos a más (con gafas oscuras hasta en escenas de cama) y una magnífica Isela Vega (hasta canta), que además nos regala sus atributos físicos. La labor de ambos y el tremendo cierre levantan la valoración global de la película, que -guste más, guste menos o no guste- indudablemente tiene un sello de autor, que influyó en cineastas posteriores.
Trama y Desarrollo = 7.0
Final = 8.0
Ambientación y fotografía = 8.0
Personajes principales = 9.0
Personajes secundarios = 5.0
Música = 6.0
PROMEDIO = 7.2
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sé que Peckinpah tiene muchos seguidores acérrimos que disfrutan de su cine visceral y, en cierta forma, incómodo. Como indiqué al inicio de este comentario, destaco 3 o 4 magníficas películas del bueno de Sam, que por supuesto tengo en mi videoteca.
Pero ésta, la "del descabezado", siendo interesante, no es un producto redondo, de ahí mi calificación, que sobrepasa levemente el 7.0
En referencia a la escena en que la pareja es atacada por los rufianes motorizados, se produce una situación bastante ambigua, en la casi-violación de Isela. Después de que ella le propina dos cachetadas a su atacante, éste se retira. Y ella va detrás de él, lo busca, lo encuentra y se besan. Hasta le dice "por favor". ¿Cómo interpretar este comportamiento? ¿Manipulación de una mujer ducha en el trato con los hombres malos? Y luego llega Bennie y los ve recostados en la maleza besándose. ¿Lo entiende como que ella manejó la situación para evitar ser violentada? Pero ella lo hace por gusto. Extraño todo, no le veo coherencia.
Unos matones a sueldo bien compuestos y que pretenden ser severos, letales y muy duchos en su oficio (en apariencia), le ofrecen escuálidos 1.000 dólares a Bennie, por conseguir información sobre el paradero de Alfredo García. Y luego, después de un tira y afloja, son 5 mil los que ofrecen y finalmente, 10 mil, recibirá Bennie, por traer la cabeza de García.
Por otro lado ¿Cómo se entera Bennie de que el Jefe paga un millón? ¿Aparece la cifra también en la tarjetita que obtiene del gángster ya liquidado?
En el desenlace de la película, cuando Bennie ingresa a la finca del hacendado para entregar ¨el botín, (lo revisan, pero nadie le encuentra la pistola que porta), y ahora agrega motivaciones adicionales, como es vengarse por el asesinato de su pareja. Cuando el Patrón pone frente a sus ojos el maletín que contiene el millón de dólares de la recompensa, ahora la venganza y la ira es mayor que la codicia. Entonces, se despacha a balazos, con una simple pistola, a varios guardias y secuaces bien armados dentro de la casona, incluyendo al propio Jefe, ante la mirada impávida de su hija con la guagua en brazos. Y todo eso lo hace solo. Esos guardias ¿No son capaces de apuntarle un solo tiro con sus escopetas a Bennie, si éste hasta les de la espalda en algún momento? Esos guardaespaldas deben cambiar de rubro. Bueno, todos murieron...ja..
Y al retirarse de la casona, deja la cesta en la mesa (que tenía para él tanto valor sentimental) llevándose la cabeza en la bolsa maloliente.
¿Qué destino le esperaba al desorientado Bennie después de dicha acción cuando arranca en el Datsun verde a toda velocidad, rompiendo hasta el portón de entrada?
Evidentemente uno solo y es "crónica de una muerte anunciada": morir acribillado, y con las gafas puestas, por supuesto.
Final a "lo Peckinpah", hasta apuntándole al espectador con un cañón humeante, en la última escena. Sensacional cierre, hay que reconocerlo.
Pero ésta, la "del descabezado", siendo interesante, no es un producto redondo, de ahí mi calificación, que sobrepasa levemente el 7.0
En referencia a la escena en que la pareja es atacada por los rufianes motorizados, se produce una situación bastante ambigua, en la casi-violación de Isela. Después de que ella le propina dos cachetadas a su atacante, éste se retira. Y ella va detrás de él, lo busca, lo encuentra y se besan. Hasta le dice "por favor". ¿Cómo interpretar este comportamiento? ¿Manipulación de una mujer ducha en el trato con los hombres malos? Y luego llega Bennie y los ve recostados en la maleza besándose. ¿Lo entiende como que ella manejó la situación para evitar ser violentada? Pero ella lo hace por gusto. Extraño todo, no le veo coherencia.
Unos matones a sueldo bien compuestos y que pretenden ser severos, letales y muy duchos en su oficio (en apariencia), le ofrecen escuálidos 1.000 dólares a Bennie, por conseguir información sobre el paradero de Alfredo García. Y luego, después de un tira y afloja, son 5 mil los que ofrecen y finalmente, 10 mil, recibirá Bennie, por traer la cabeza de García.
Por otro lado ¿Cómo se entera Bennie de que el Jefe paga un millón? ¿Aparece la cifra también en la tarjetita que obtiene del gángster ya liquidado?
En el desenlace de la película, cuando Bennie ingresa a la finca del hacendado para entregar ¨el botín, (lo revisan, pero nadie le encuentra la pistola que porta), y ahora agrega motivaciones adicionales, como es vengarse por el asesinato de su pareja. Cuando el Patrón pone frente a sus ojos el maletín que contiene el millón de dólares de la recompensa, ahora la venganza y la ira es mayor que la codicia. Entonces, se despacha a balazos, con una simple pistola, a varios guardias y secuaces bien armados dentro de la casona, incluyendo al propio Jefe, ante la mirada impávida de su hija con la guagua en brazos. Y todo eso lo hace solo. Esos guardias ¿No son capaces de apuntarle un solo tiro con sus escopetas a Bennie, si éste hasta les de la espalda en algún momento? Esos guardaespaldas deben cambiar de rubro. Bueno, todos murieron...ja..
Y al retirarse de la casona, deja la cesta en la mesa (que tenía para él tanto valor sentimental) llevándose la cabeza en la bolsa maloliente.
¿Qué destino le esperaba al desorientado Bennie después de dicha acción cuando arranca en el Datsun verde a toda velocidad, rompiendo hasta el portón de entrada?
Evidentemente uno solo y es "crónica de una muerte anunciada": morir acribillado, y con las gafas puestas, por supuesto.
Final a "lo Peckinpah", hasta apuntándole al espectador con un cañón humeante, en la última escena. Sensacional cierre, hay que reconocerlo.

6.9
40,862
7
29 de mayo de 2023
29 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienzo señalando que había visto el estupendo western original de 1957, (filmado en un preciosista blanco y negro). Y volví a verlo hace poco para tener un punto de comparación cercano, con éste que nos ocupa ahora, el que he revisado para ver qué nos trae el western del siglo XXI. Y claro que voy a comparar, pues estamos hablando de un remake y vi este nuevo teniendo como referencia el antiguo.
Esta versión de James Mangold no está nada mal, al contrario, es más pletórica en la acción, balaceras y espectacularidad, obviamente efectos especiales mediante. Muy metida en los códigos cinematográficos del cine comercial actual. Para bien y para mal. Pero, por lo mismo, se observan algunas escenas y acciones exageradas, otras atropelladas, rozando el efectismo, y una violencia a veces gratuita. Reconozco que, sin abusar de la cámara nerviosa (ese defecto tan propio del cine de hoy), Mangold construye un relato fluido, de notable ritmo, con una atrapante primera media hora, pero que le falta capacidad de intriga, de crear "clima", y deja un tanto de lado el aspecto psicológico y más intimista de la trama original, que tiene esos diálogos bien hilvanados y plenos de sentido, en un clima de mayor tensión (el gran mérito de la versión del '57) para centrarse en la acción pura y dura y en la forma más que en el fondo. No es que esta del 2007 tenga diálogos inferiores, de hecho los hay y buscan una reflexión, sino que se ven rápidos en ese intento, son menos pausados. Me queda la sensación de que el director necesita introducir esos diálogos y especialmente en la aproximación que se produce entre los dos personajes centrales, para ser fiel (en este sentido) al espíritu del original.
Un correcto Russell Crowe de vida al criminal matón que debe ser transportado en el tren de las 3.10, para ser encarcelado y juzgado a nivel federal. Pero su personaje de Ben Wade es mucho más drástico y perverso (no lo veo carismático), en la forma y en el fondo, que el compuesto por Glenn Ford en la original, quien logra en convincente faena, un personaje irónico, de agudeza y persuasión envolvente en la conversación, más relajado, inquietantemente más tranquilo, de miradas, sonrisas y silencios decidores. Hasta Dan Evans se pone celoso de que su esposa converse con este forajido manipulador que interpreta Ford.
Crowe, no obstante lo anterior, da con el tono que probablemente este nuevo guión le exige, se produce un cierto acercamiento con el personaje de Evans, su cancerbero, pero el bandido se muestra más intimidante y menos empático. Sin embargo, en la parte final, hasta tiene su "ablandamiento", y experimenta un cambio psicológico que se me antoja muy repentino y que, en rigor, no se condice con el perfil que ha mostrado en toda esta historia y como él mismo ha señalado, "soy malo, mi alma está podrida hasta el infierno", le reconoce al valiente hijo mayor de Evans, en cierto momento, tal vez con una dosis de sarcasmo, pero lo dice.
Christian Bale, por su parte, me sorprendió positivamente construyendo un personaje (el de Evans) bien perfilado, como ese padre de familia amenazado, en aprietos económicos, disminuido físicamente y temeroso, que evoluciona hacia un sujeto más decidido, menos pusilánime y más expresivo que el original interpretado por Van Heflin, que cumple correctamente, pero con menos matices. Bale logra un registro más variado, más explícito en evidenciar lo que quiere, por lo que lucha, y por demostrar a su familia y especialmente a su hijo, su valentía. Es creíble en gran parte de la película, salvo en el tramo final. Uffff, ese final, que estropea la película.
¿La banda de forajidos de Wade? Despiadados. En realidad y comparando, la banda original resulta ser una cosa de jóvenes entusiastas que cuando quieren se ponen "malos". La del 2007 no. Son la esencia de la maldad, todos y especialmente el lugarteniente de Wade, un muy bien perfilado Ben Foster, que se solaza en la crueldad y la muerte. Foster -con vida propia- llega a eclipsar por momentos a los dos destacados protagonistas. Pero esa pandilla de bandidos, que seguían lealmente a su líder y se dejan la piel por rescatarlo (y por cierto, un reguero de muertes en el camino), no esperaban tener ese final. Y creo que el espectador tampoco.
Hay que considerar eso sí, que esta nueva versión dura 30 minutos más que la original y, por ende, hay más espacio para el registro de personajes, situaciones y conflictos. Todo depende de cómo se utiliza esa media hora adicional.
¿Y qué pasa con el final, qué decir de este despropósito? ¿Qué lectura darle? Por un lado, es descomunal y rupturista. Al director no le tiembla la mano para hacer pedazos ciertos códigos propios de los westerns clásicos. Por el otro, este desenlace lo veo muy poco coherente y además, ese cuarto de hora final es pura acción desenfrenada e hiperbólica, que le resta credibilidad y baja peldaños en la calificación de este "tren modernizado", que hasta antes del clímax, en general se conducía bien. Amerita spoiler.
En resumen, un entretenido producto y remake de un notable clásico del western. Meritorio por mantener este apasionante género aún en vilo, en tiempos post-modernos.
Esta versión de James Mangold no está nada mal, al contrario, es más pletórica en la acción, balaceras y espectacularidad, obviamente efectos especiales mediante. Muy metida en los códigos cinematográficos del cine comercial actual. Para bien y para mal. Pero, por lo mismo, se observan algunas escenas y acciones exageradas, otras atropelladas, rozando el efectismo, y una violencia a veces gratuita. Reconozco que, sin abusar de la cámara nerviosa (ese defecto tan propio del cine de hoy), Mangold construye un relato fluido, de notable ritmo, con una atrapante primera media hora, pero que le falta capacidad de intriga, de crear "clima", y deja un tanto de lado el aspecto psicológico y más intimista de la trama original, que tiene esos diálogos bien hilvanados y plenos de sentido, en un clima de mayor tensión (el gran mérito de la versión del '57) para centrarse en la acción pura y dura y en la forma más que en el fondo. No es que esta del 2007 tenga diálogos inferiores, de hecho los hay y buscan una reflexión, sino que se ven rápidos en ese intento, son menos pausados. Me queda la sensación de que el director necesita introducir esos diálogos y especialmente en la aproximación que se produce entre los dos personajes centrales, para ser fiel (en este sentido) al espíritu del original.
Un correcto Russell Crowe de vida al criminal matón que debe ser transportado en el tren de las 3.10, para ser encarcelado y juzgado a nivel federal. Pero su personaje de Ben Wade es mucho más drástico y perverso (no lo veo carismático), en la forma y en el fondo, que el compuesto por Glenn Ford en la original, quien logra en convincente faena, un personaje irónico, de agudeza y persuasión envolvente en la conversación, más relajado, inquietantemente más tranquilo, de miradas, sonrisas y silencios decidores. Hasta Dan Evans se pone celoso de que su esposa converse con este forajido manipulador que interpreta Ford.
Crowe, no obstante lo anterior, da con el tono que probablemente este nuevo guión le exige, se produce un cierto acercamiento con el personaje de Evans, su cancerbero, pero el bandido se muestra más intimidante y menos empático. Sin embargo, en la parte final, hasta tiene su "ablandamiento", y experimenta un cambio psicológico que se me antoja muy repentino y que, en rigor, no se condice con el perfil que ha mostrado en toda esta historia y como él mismo ha señalado, "soy malo, mi alma está podrida hasta el infierno", le reconoce al valiente hijo mayor de Evans, en cierto momento, tal vez con una dosis de sarcasmo, pero lo dice.
Christian Bale, por su parte, me sorprendió positivamente construyendo un personaje (el de Evans) bien perfilado, como ese padre de familia amenazado, en aprietos económicos, disminuido físicamente y temeroso, que evoluciona hacia un sujeto más decidido, menos pusilánime y más expresivo que el original interpretado por Van Heflin, que cumple correctamente, pero con menos matices. Bale logra un registro más variado, más explícito en evidenciar lo que quiere, por lo que lucha, y por demostrar a su familia y especialmente a su hijo, su valentía. Es creíble en gran parte de la película, salvo en el tramo final. Uffff, ese final, que estropea la película.
¿La banda de forajidos de Wade? Despiadados. En realidad y comparando, la banda original resulta ser una cosa de jóvenes entusiastas que cuando quieren se ponen "malos". La del 2007 no. Son la esencia de la maldad, todos y especialmente el lugarteniente de Wade, un muy bien perfilado Ben Foster, que se solaza en la crueldad y la muerte. Foster -con vida propia- llega a eclipsar por momentos a los dos destacados protagonistas. Pero esa pandilla de bandidos, que seguían lealmente a su líder y se dejan la piel por rescatarlo (y por cierto, un reguero de muertes en el camino), no esperaban tener ese final. Y creo que el espectador tampoco.
Hay que considerar eso sí, que esta nueva versión dura 30 minutos más que la original y, por ende, hay más espacio para el registro de personajes, situaciones y conflictos. Todo depende de cómo se utiliza esa media hora adicional.
¿Y qué pasa con el final, qué decir de este despropósito? ¿Qué lectura darle? Por un lado, es descomunal y rupturista. Al director no le tiembla la mano para hacer pedazos ciertos códigos propios de los westerns clásicos. Por el otro, este desenlace lo veo muy poco coherente y además, ese cuarto de hora final es pura acción desenfrenada e hiperbólica, que le resta credibilidad y baja peldaños en la calificación de este "tren modernizado", que hasta antes del clímax, en general se conducía bien. Amerita spoiler.
En resumen, un entretenido producto y remake de un notable clásico del western. Meritorio por mantener este apasionante género aún en vilo, en tiempos post-modernos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final.
Primero, esa acción vertiginosamente inverosímil , corriendo por los tejados, saltos acrobáticos, etc. ¿un tullido?
Segundo y lo más cuestionable. ¿Cómo ocurre ese cambio tan drástico, repentino y poco creíble en este bandolero? Este asesino sin escrúpulos, líder de una banda de sanguinarios forajidos y que él mismo reconoce que para liderar a esos bandidos sin Dios ni Ley, hay que tener el alma podrida hasta el infierno, tiene un súbito hálito de bondad o compasión (¿podemos llamarla así?) hacia su cancerbero, que termina vilmente asesinado por sus compinches, antes de subir al tren (gran escena de muerte de Bale). Entonces, el villano Ben Wade decide, ahí mismo, impulsivamente, darse la vuelta y disparar a su lugarteniente y a sus secuaces, que se jugaban la vida por su líder en su intento por rescatarlo, con el mismo revólver que ellos le habían devuelto recién.
¿Qué significa esto? ¿Se transformó en el corto camino hacia el tren al "sensibilizarse" con su custodio? ¿Redención para ir al Cielo y escapar del Infierno? ¿Transmutación? ¿Psicopatía de patio?
Más realista (y tal vez coherente) sería que, por último, si igual se va a escapar, que lo haga. Como llamó a su noble caballo con un silbido, se va en el tren y más allá, salta de él, y se aleja cabalgando con rumbo desconocido. Pero no ese acto demencial de eliminar a sus secuaces, por perversos que fueran (él no lo es menos), y que le han demostrado una lealtad a toda prueba. Poco se comprende. Pero, en un intento de hacerlo, quedaría aceptar que el director nos quiere mostrar que el desalmado Wade ahora es bueno. Se ha redimido. Igual no me lo creo.
Si fuera sólo por el final, mi puntuación para esta película bajaría a 5.0, siendo generoso.
He visto muchísimos westerns clásicos y spaghetti, pero nada parecido. Me refiero al jefe de los maleantes despachando sin piedad a su propia banda que le ha sido leal. Lo único que tiene visos de semejanza, pero totalmente al revés, es decir, contra inocentes y no bandoleros, esto es, los malos asesinan a personas desarmadas de manera sanguinaria, sin el menor respeto por el valor de la vida, es el famoso y lúgubre final de "El gran silencio", el espléndido eurowestern, hoy de culto, de Sergio Corbucci (el director de Django).
Primero, esa acción vertiginosamente inverosímil , corriendo por los tejados, saltos acrobáticos, etc. ¿un tullido?
Segundo y lo más cuestionable. ¿Cómo ocurre ese cambio tan drástico, repentino y poco creíble en este bandolero? Este asesino sin escrúpulos, líder de una banda de sanguinarios forajidos y que él mismo reconoce que para liderar a esos bandidos sin Dios ni Ley, hay que tener el alma podrida hasta el infierno, tiene un súbito hálito de bondad o compasión (¿podemos llamarla así?) hacia su cancerbero, que termina vilmente asesinado por sus compinches, antes de subir al tren (gran escena de muerte de Bale). Entonces, el villano Ben Wade decide, ahí mismo, impulsivamente, darse la vuelta y disparar a su lugarteniente y a sus secuaces, que se jugaban la vida por su líder en su intento por rescatarlo, con el mismo revólver que ellos le habían devuelto recién.
¿Qué significa esto? ¿Se transformó en el corto camino hacia el tren al "sensibilizarse" con su custodio? ¿Redención para ir al Cielo y escapar del Infierno? ¿Transmutación? ¿Psicopatía de patio?
Más realista (y tal vez coherente) sería que, por último, si igual se va a escapar, que lo haga. Como llamó a su noble caballo con un silbido, se va en el tren y más allá, salta de él, y se aleja cabalgando con rumbo desconocido. Pero no ese acto demencial de eliminar a sus secuaces, por perversos que fueran (él no lo es menos), y que le han demostrado una lealtad a toda prueba. Poco se comprende. Pero, en un intento de hacerlo, quedaría aceptar que el director nos quiere mostrar que el desalmado Wade ahora es bueno. Se ha redimido. Igual no me lo creo.
Si fuera sólo por el final, mi puntuación para esta película bajaría a 5.0, siendo generoso.
He visto muchísimos westerns clásicos y spaghetti, pero nada parecido. Me refiero al jefe de los maleantes despachando sin piedad a su propia banda que le ha sido leal. Lo único que tiene visos de semejanza, pero totalmente al revés, es decir, contra inocentes y no bandoleros, esto es, los malos asesinan a personas desarmadas de manera sanguinaria, sin el menor respeto por el valor de la vida, es el famoso y lúgubre final de "El gran silencio", el espléndido eurowestern, hoy de culto, de Sergio Corbucci (el director de Django).
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