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5.1
19,661
3
27 de octubre de 2014
27 de octubre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas intenciones detrás de REC 3 constituyen su primer aspecto positivo. Con el ánimo de seguir ofreciendo algo fresco y estimulante, toda vez que la trama del edificio del Ensanche estaba agotada y el recurso del found footage muerto de puro desgaste, Paco Plaza decidió poner la comicidad en el centro del filme. Un humor derivado de mostrar con mayor claridad que nunca lo abiertamente kitsch de nuestros usos y costumbres nacionales, pero proveniente también de parodiar la propia saga y romper con algunos elementos identificativos. Por ejemplo, el director no duda en mandar al cuerno la pretensión de realismo, una vez superado el primer acto, en favor de una narración omnisciente.
Esta marcada presencia de costumbrismo cómico y auto-parodia confiere al filme un tono carnavalesco, reforzado por un gore exageradísimo, aunque muy crudo y bien rematado, y también por la inclusión de temas musicales del pop/rock español que apuntan nuevamente hacia lo hortera aportando, al mismo tiempo, un agradable deje nostálgico.
Sin embargo, como se suele decir, el infierno está empedrado de buenas intenciones. Para empezar, la adopción del found footage en el tramo inicial constituye un grave error. Empobrece la construcción de personajes y relaciones hasta límites esquemáticos, con lo cual secuencias tan magníficas como la de Clara bajo la lluvia pierden todo su potencial dramático.
Debido, en parte, a la relativa sutileza con que está planteado el humor, la sucesión de gags costumbristas que rellena el segundo acto no tiene ni pizca de gracia, más allá de un par de momentos afortunados.
La estrategia para meter miedo sigue basándose en unos aborrecibles sobresaltos efectistas similares a los empleados en entregas previas, sólo que ahora acompañados por una banda sonora que destila pretenciosa pomposidad en su registro más tenso.
El guión se hace corto en acción, tal como se entiende ésta en el cine de aventuras, así que la odisea de Koldo buscando a su esposa resulta aburrida y sobrecargada de deus ex machina.
Por último, la tibia ejecución de los secundarios tampoco ayuda a que el filme entusiasme, si bien esto queda parcialmente compensado por la excelente labor de la pareja protagonista. Especialmente Leticia Dolera, pues se le exigió bastante más que a su compañero, como demuestra esa breve (aunque brillante) escena donde debió transformarse en trasunto patrio de Thurman, Jovovich, McGowan, etcétera.
Pero, sin duda, lo mejor del filme es, junto a la exquisitez técnica habitual en las obras del director y el buen hacer en maquillaje y SFX, la historia de amor. A juzgar por el magistral desenlace del filme y lo mucho que emociona el momento en que Clara comunica a Koldo cierta noticia vía altavoz, el melodrama romántico, y no el costumbrismo cómico, debería haber constituido el eje de REC 3. De este modo, tal vez hubiéramos podido ser indulgentes con un par de carencias importantes. Por un lado, con el escaso desarrollo del universo REC que contiene el guión de esta entrega. La niña Medeiros hace una mera aparición testimonial y no se profundiza un ápice en los oscuros secretos vaticanos insinuados en películas previas. Más que una precuela sólida, REC 3 constituye un simple prolegómeno de la saga.
Por otro lado, la preponderancia del romanticismo sobre la comedia también hubiera podido disimular lo elemental de los temas planteados. Reflexiones rutinarias acerca del proceso de separación-individuación o la descomposición de la familia, emborronadas por lo abrupto e inconstante del viaje emocional de Clara.
En definitiva, Plaza se queda muy lejos de Raimi, de la Iglesia, la pareja Tarantino-Rodríguez, Peter Jackson, el tándem Spielberg-Lucas y el resto de influencias, al componer un producto que si bien incluye, a lo largo de sus escasos 75 minutos, un puñado de momentos estelares, se antoja en general tan consistente como unas natillas aguadas.
Más en http://ciruelasdeultratumba.tumblr.com
Esta marcada presencia de costumbrismo cómico y auto-parodia confiere al filme un tono carnavalesco, reforzado por un gore exageradísimo, aunque muy crudo y bien rematado, y también por la inclusión de temas musicales del pop/rock español que apuntan nuevamente hacia lo hortera aportando, al mismo tiempo, un agradable deje nostálgico.
Sin embargo, como se suele decir, el infierno está empedrado de buenas intenciones. Para empezar, la adopción del found footage en el tramo inicial constituye un grave error. Empobrece la construcción de personajes y relaciones hasta límites esquemáticos, con lo cual secuencias tan magníficas como la de Clara bajo la lluvia pierden todo su potencial dramático.
Debido, en parte, a la relativa sutileza con que está planteado el humor, la sucesión de gags costumbristas que rellena el segundo acto no tiene ni pizca de gracia, más allá de un par de momentos afortunados.
La estrategia para meter miedo sigue basándose en unos aborrecibles sobresaltos efectistas similares a los empleados en entregas previas, sólo que ahora acompañados por una banda sonora que destila pretenciosa pomposidad en su registro más tenso.
El guión se hace corto en acción, tal como se entiende ésta en el cine de aventuras, así que la odisea de Koldo buscando a su esposa resulta aburrida y sobrecargada de deus ex machina.
Por último, la tibia ejecución de los secundarios tampoco ayuda a que el filme entusiasme, si bien esto queda parcialmente compensado por la excelente labor de la pareja protagonista. Especialmente Leticia Dolera, pues se le exigió bastante más que a su compañero, como demuestra esa breve (aunque brillante) escena donde debió transformarse en trasunto patrio de Thurman, Jovovich, McGowan, etcétera.
Pero, sin duda, lo mejor del filme es, junto a la exquisitez técnica habitual en las obras del director y el buen hacer en maquillaje y SFX, la historia de amor. A juzgar por el magistral desenlace del filme y lo mucho que emociona el momento en que Clara comunica a Koldo cierta noticia vía altavoz, el melodrama romántico, y no el costumbrismo cómico, debería haber constituido el eje de REC 3. De este modo, tal vez hubiéramos podido ser indulgentes con un par de carencias importantes. Por un lado, con el escaso desarrollo del universo REC que contiene el guión de esta entrega. La niña Medeiros hace una mera aparición testimonial y no se profundiza un ápice en los oscuros secretos vaticanos insinuados en películas previas. Más que una precuela sólida, REC 3 constituye un simple prolegómeno de la saga.
Por otro lado, la preponderancia del romanticismo sobre la comedia también hubiera podido disimular lo elemental de los temas planteados. Reflexiones rutinarias acerca del proceso de separación-individuación o la descomposición de la familia, emborronadas por lo abrupto e inconstante del viaje emocional de Clara.
En definitiva, Plaza se queda muy lejos de Raimi, de la Iglesia, la pareja Tarantino-Rodríguez, Peter Jackson, el tándem Spielberg-Lucas y el resto de influencias, al componer un producto que si bien incluye, a lo largo de sus escasos 75 minutos, un puñado de momentos estelares, se antoja en general tan consistente como unas natillas aguadas.
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