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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de noviembre de 2009
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merece mención y honor el guionista de este filme, Albert Maltz. Antes de "Flecha rota" era de los escritores más famosos y valorados de Hollywood, pero poco tiempo después de esta película, en plena "caza de brujas" contra los comunistas, Maltz pasó a formar parte de la lista negra de vetados, rechazados y segregados. Parece ser que su valiente guión cinematográfico, inusual en el género western hasta ese momento, presentando a los enemigos clásicos (en este caso los indios autóctonos norteamericanos, y más concretamente los apaches-chiricahuas de Arizona, que lucharon bravamente por mantener su identidad y territorio) como personas honestas, civilizadas, cuya palabra tenía valor de ley, capaces de tanta belleza, ternura y sensibilidad como los colonizadores venidos del Este, parece ser que todo esto no fue bien visto a mediados del s. XX por las sesiones del Comité de Actividades Antiamericanas o los directivos de la industria cinematográfica amedrentados por el senador McCarthy y un clima social donde se extendía el fanatismo de descubrir a comunistas infiltrados en la sociedad USA que supuestamente estaban al servicio de la URSS. Recordemos que el inicio de este miedo e histeria persecutoria tuvo lugar a raíz del estallido de la primera bomba atómica soviética en 1949 y del peligro de esta superpotencia bélica que acababa de bloquear Berlín y se extendía ideológicamente cada vez más por el mundo.

Para mí, "Flecha rota", es de las películas más conmovedoras y dignas en cuanto a mostrar la inculturización del occidental tolerante, abierto a la convivencia, a la mezcla, al respeto hacia los auténticos dueños de la tierra americana; así mismo, uno de los primeros y más bellos exponentes en cine del "Oeste americano" del enamoramiento interracial entre hombre-mujer de mundos y vidas en pugna. Al menos "Flecha rota" marcó en el campo cinematográfico una estela de consideración y empatía hacia los nativos autóctonos de Norteamérica, de sacar a la luz relaciones de amor entre nativas y colonizadores, que luego seguirían otros filmes hasta llegar al gran o magnífico "Bailando con los lobos" (Kevin Costner, USA 1990), que sin duda es un producto-nieto del hito fílmico dirigido por Delmer Daves. Lástima que el filme tenga también su churrete impresentable: poner al indio Jerónimo como el malo-malísimo de la película. Se podían haber ahorrado, tanto el guionista como el director, este facilismo histórico, esta deshoneta desacreditación de un nativo que sólo se comportó como un hombre que se resiste a que los invasores de su tierra le avasallen hasta límites humillantes.

La película hace gala de excelentes máximas entre personajes de índole dialogante. De entre todas ellas me quedo con una que sale por la boca del nativo Cochise (dignísimamente interpretado por Jeff Chandler): "Hablar de paz es sencillo, pero vivirla no."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y sobre todo, la película cuenta con una boda interracial —entre la adolescente apache Sonseeahray, interpretada por la encantadora Debra Paget, que esos momentos contaba con 16 años más o menos y el explorador colono Tom Jeffords interpretado por James Stewart, quien tenía aproximadametne unos 41 años de edad real—, de las más preciosas celebraciones matrimoniales, solemnemente sencillas, entrañables y a recordar por su embeleso, que en mi vida he visto; y con un mensaje de bienaventurada unión que el oficiante o chamán le dirige a los contrayentes o novios, del que bien podían tomar nota muchos clérigos de las grandes religiones monoteístas, porque ya quisieran para sí palabras, liturgia y ceremonia tan naturales y tocadas por un halo de bendición divina o universal.

Fej Delvahe
8 de octubre de 2010
35 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie de TVE, compuesta por siete capítulos, es sin duda una de las mejores producciones que sobre la vida de un torero, el ambiente taurino y la fiesta del toreo se han hecho en toda la historia (por no decir la mejor). La serie "Juncal" es excelente por varias razones. Una, porque nos acerca a los sentimientos que sienten las personas que gustan y aman la fiesta de los toros o del toreo, una fiesta española que se ha exportando a América Latina, a Francia y a otros lugares del mundo. Dos, porque los actores que interpretan los diferentes papeles de la narración están a cual mejor y luciendo un realismo despampanante, empezando por el magnífico Francisco Rabal (como Juncal), Rafael Álvarez (como "Búfalo"), Emma Penella (como Teresa) o Carmen de la Maza (como Julia Muñoz), en especial estos cuatro bordan sus personajes con encaje de seda y oro. Tres, porque, nos cuenta una historia muy humana y entrañable, se mire por donde se mire, acerca de un torero viejo, derrotado por la vida, que tiene mucha jeta, es un sinvergüenza, un mujeriego, un vividor del "carpe diem", cuando se ve con los achaques propios de la vejez y trata por todos los medios de buscarse un lugar seguro, familiar, donde hallar cobijo, consuelo y jubilación auténtica a la espera de la muerte. Y por último, porque además esta serie cuenta con una música y un pasodoble que se creó para la misma que son una maravilla y se han constituido con el tiempo en unos de los más preciosos, oídos y tarareados pasodobles de la tradición española. El autor a quien debemos esta preciosa obra musical es el compositor Enrique Pareja Bosch, y la versión cantada que oímos durante los inicios de cada capítulo de la serie se la debemos al dúo femenino "Vaina Doble" que formaban Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen, colaboradoras del genial Jaime de Armiñán en diversos trabajos fílmicos. He aquí la letra del mismo:

Vainica Doble
Juncal

¿Quién es la maravilla
Que arma la marimorena?
Un torero de Sevilla
Con sangre murciana en sus venas.

A Dios le rezo y pido
Que le acompañe en la arena
La Virgen de los Peligros
Y también la Macarena.

Juncal es un torero
Más artista que Belmonte,
Más valiente que Espartero,
Triunfal con el capote,
Genial banderillero.
Juncal es el lucero,
Más brillante de la plaza,
Más valioso que el dinero,
La sal de nuestra raza,
Arrogante y bandolero y muy cabal.

Juncal es un torero
Más artista que Belmonte,
Más valiente que Espartero.
Juncal es el primero,
Juncal es el primero.
Juncal, el caballero
Ante el cual todos los hombres
Nos quitamos el sombrero,

Juncal es el torero ¡Olé!
Genial, inmortal ¡y Olé!
¡Olé, Olé tu salero!
No tienes rival ¡y Olé!
En la Fiesta Nacional.


Fej Delvahe
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A destacar también frases como "Tomo nota" que se hicieron populares a partir de esta serie, así como esta reflexión que, en el capítulo cuarto, el presbítero Domingo Camprecios (interpretado por Fernando Fernán Gómez) le señala al caradura de Juncal cuando éste le miente descaradamente: "El clero tiene muchos defectos, pero es muy difícil encontrar a un cura tonto".


En fin, "Juncal" es una serie muy recomendable para que la vean y cojan sintonía (en el sentido empático del término) aquellos que siente animadversión hacia la fiesta nacional de España: Los toros o el toreo. Y así no aniden en sus corazones tanta incultura y gilipollismo contra España y lo español por historia, idiosincrasia, cojones y cuernos. Pues no todos los seres humanos han venido a este mundo a tener un perrito en casa al que darle besos en sus huevecillos y sacarlo a cagar y a mear diariamente por las aceras de la ciudad. Hay también individuos con más salero.

¡Tomen nota!
13 de julio de 2009
45 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película en blanco y negro es una de las mejores representaciones y emblemas del excelente cine británico de humor, drama, ironía y crítica social.

Alexander MacKendrick logra un filme de enorme calado crítico, con un desarrollo simpático, dinámico, tan agarrador de nuestra atención que ya quisieran los mejores directores de cine de los actuales años dos mil y pico llegarle a él en magistralidad realizadora aunque fuera tan solo al borde de la caja porta celuloides.

Y además con un genial Alec Guinness, que consigue con su interpretación que lo admiremos y nos amiguemos a su persona para siempre, incluso hasta la "Guerra de las Galaxias" y más allá si cabe.

El contenido de la película es sencillo y grandioso a la vez: el hombre genial, sobresaliente, el uno extraordinario entre millones de convencionales, que ha de pasar largo tiempo, penurias, incomprensiones y rechazos hasta ser valorado en su verdadera singularidad fuera de lo común, si es que lo consigue alguna vez. Algo así como el inventor maravilloso que sólo haya empleo como mozo de almacen, o el magistral teólogo que únicamente lo emplea la Iglesia en la mediocridad de dar catequesis de primera comunión a unos cuantos chavales aburridos, o el lúcido capaz de reveladora prospectiva que lo ponen a guardar papeles de burocracia inútil dentro de un cuartucho sin luz natural. Y que incluso si llega el momento de ser encumbrado, tampoco alcanza la paz porque no se vende (su consciencia) por dinero ni por tentaciones ante las que cualquiera sí se vendería, constituyéndose pues en un peligro público para los logreros, para los comerciantes, para los amos de los negocios sin alma, para los mismísimos obreros o esclavos que adoran su falta de libertad, su trabajera deshumanizante y su sopa boba.

Una película entre mil, de las que de cuando en cuando se hacen y se plantan para siempre junto a nosotros como faros de referencia e iluminación ante la oscuridad que reina por doquier. Y encima llena de optimismo, de gracia, de esperanza, de buenas lecciones como la de que los obstáculos no deben ser más importante que nuestros ánimos por saltárnoslos y seguir para adelante.

"El hombre del traje blanco", filme merecedor de la máxima puntuación que pueda otorgarse. Para mí, una de las cien películas entrañables de la historia del cine.
2 de agosto de 2009
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película por el guión en sí, por la filmación tan buena que hace Fred Schepisi y sobre todo por el papelazo de protagonista principal que encarna la inolvidable Stockard Channing (aquella que jamás olvidaremos por su entrañable papel y canciones de Betty Rizzo en la película, "Grease (Brillantina)", dirigida por Randal Kleiser, USA 1978).

Pues bien, Stockard Channing, aquí en "Seis grados de separación", demuestra que merecía un buen primer papel de calidad, pues sin lugar a dudas lo borda junto a Donald Sutherland. Cierto que Stockard Charnning ha tenido otras películas donde le han dado la oportunidad de lucirse en papeles de protagonista principal, por ejemplo en la reciente "Sparkle", de Tom Hunsinger & Neil Hunter, GB 2007; sin embargo en esta película británica el guión y el papel no resultan atractivos y en cambio en "Seis grados de separación", todo brilla para hacer asimismo brillar, como la estrella que es, a la Channing, tanto que fue nominada al Oscar de ese año aunque no logró que se lo dieran finalmente.

Resumiendo el inicio de la trama: un joven negro se presenta herido en la casa de un rico matrimonio de Nueva York, diciendo que es hijo del gran actor Sidney Poitier, también compañero de sus hijos estudiantes en la Universidad de Haward y camelándolos hasta el tuétano con su excelente oratoria y capacidad de cautivar por medio de las palabras. Pero, ¿todo ese esfuerzo de engaño para qué?, pues cuando es descubierto resulta que no les ha robado nada. Entonces la pareja matrimonial queda tan intrigada del motivo que le movió al extraño a adoptar una identidad falsa e introducirse en sus vidas, que a partir de ahí toda la película será un ir desvelando la madeja enrolladísima que resulta la vida de ese muchacho de tan hábil labia.

Filme muy recomendable para los aprendices a políticos, a vender turrones o mantas en las ferias o simplemente a hipnotizar por medio de la palabrería a cualquier tipo de oyentes, pues con su despliegue argumentativo, ya intelectual ya religioso ya del tipo que sea, y su tono convincente logran en los oyentes la sensación de que están ante un revelador de la VERDAD (en cualquiera de sus campos); luego suele venir el desengaño.

Dos perlas filosóficas del guión:

+ Noy hay peor cobardía que tener miedo de uno mismo.

+ Cada ser humano es una nueva puerta abriéndose hacia otros mundos.
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"Seis grados de separación" es una teoría que intenta probar el dicho de que "el mundo es un pañuelo". La teoría fue inicialmente propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy. El concepto está basado en la idea de que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera; es decir, asegura que es posible acceder a cualquier persona del planeta en tan solo seis “saltos”.

Según esta Teoría, cada persona conoce de media, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, a unas 100 personas. Si cada uno de esos amigos o conocidos cercanos se relaciona con otras 100 personas, cualquier individuo puede pasar un recado a 10.000 personas más tan solo pidiendo a un amigo que pase el mensaje a sus amigos.

Estos 10.000 individuos serían contactos de segundo nivel, que un individuo no conoce pero que puede conocer fácilmente pidiendo a sus amigos y familiares que se los presenten, y a los que se suele recurrir para ocupar un puesto de trabajo o realizar una compra.

Este argumento supone que los 100 amigos de cada persona no son amigos comunes. En la práctica, esto significa que el número de contactos de segundo nivel será sustancialmente menor a 10.000 debido a que es muy usual tener amigos comunes en las redes sociales.

Si esos 10.000 conocen a otros 100, la red ya se ampliaría a 1.000.000 de personas conectadas en un tercer nivel, a 100.000.000 en un cuarto nivel, a 10.000.000.000 en un quinto nivel y a 1.000.000.000.000 en un sexto nivel.

En definitiva, sólo seis pasos o círculos de contactos humanos nos separan de conectar con cualquier individuo del planeta.
30 de noviembre de 2009
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es dura. Reparte tanta violencia y golpes que parece como si el espectador tras verla quedara golpeado, tocado, casi noqueado, mucho más que si hubiese pasado por el "Club de la lucha" (David Fincher, USA 1999).

Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: "¡dale, dale, toma cabrón!"

Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
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El protagonista deja para muy tarde su demostración de buen boxeador, dejándose maltratar repetidamente y extendiendo el mal a sus amigos más cercanos, cuando desde un principio él es consciente de su dominio en la lucha cuerpo a cuerpo, a través de la cual puede demostrar a los practicantes del hostigamiento escolar, al menos dentro del cuadrilátero (en ese cuadrado donde toda paliza que le dé un novato a los veteranos no le supondrá expulsión), que él tiene más violencia y cojones que todos ellos. Sin embargo, rehúsa presentarse en el cuadrilátero y que le llamen "rata" cobarde, por imponerse a sí mismo una conducta gandhiana (lo más parecida posible a Gandhi), lo cual a la larga y en este caso concreto se demuestra que no es lo acertado, pues a los malvados del hostigamiento no se les puede tolerar sus abusos, dado que entonces se les promueve y hace más fuerte, para mayor desgracia de los alumnos que seguirán siendo maltratados. Si el protagonista hubiese entrado al cuadrilátero cuando se le convoca al principio de llegar a la escuela, le habría dado a sus enemigos la lección sangrienta que deja para el final de la historia, evitando además la multiplicación que se produjo de la maldad.

Podría haber sido una película mejor de lo que es (que es notable), pero su argumento carece de credibilidad en diversas ocasiones: por ejemplo, el grado tan bárbaro, violento, deshumanizador y de humillaciones que los alumnos hostigadores de cursos más altos ejercen sobre los novatos, el cual parece no tener límite, y encima que se lleve a cabo incluso delante del claustro de profesores y del personal de servicio, no es creíble en ningún sistema escolar de países escandinavos, ni hoy en día ni en los años 50 del siglo pasado. Tampoco nos podemos creer que un tipo tan duro como el muchacho protagonista, que se ha hecho respetar, que le hizo tragar mierda y orines al joven jefe de los malvados acosadores, que le acaba de romper la nariz y torcido un brazo a otros dos de los principales hostigadores de la escuela y en definitiva que ya ha sacado a la luz pública su fuerza, temple, agallas y personalidad temible (tanto ante los alumnos como ante los profesores), después de todo eso se ponga firme ante un bullying más —en forma de inspección de cuarto, por parte de aquellos a los que acaba de zurrar y dejarle claro que con él tienen que andarse con mucho cuidado— y se deje quitar in situ, sin rechistar ni resistirse, una carta suya, personal e intransferible, que él menos que nadie habría permitido que le quitaran en sus propias narices después de todo lo que ha hecho para no dejarse avasallar. Esto es absurdo y no se lo cree ni el que asó la manteca.
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