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7
1 de octubre de 2024
1 de octubre de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parodia encantadora. Crítica sutil y descarnada, si eso se puede dar a la vez. La vi hace 20 años y no quiero volver a verla.
Prefiero quedarme con el recuerdo de mi padre completamente desternillado mientras me explica los chistes entre hipo e hipo.
Ahora, 20 ans après, me inspira un relato, en spoiler, por supuesto.
Prefiero quedarme con el recuerdo de mi padre completamente desternillado mientras me explica los chistes entre hipo e hipo.
Ahora, 20 ans après, me inspira un relato, en spoiler, por supuesto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1- Mientras, en el cielo. (Suena espérame en el cielo, de Antonio Machín.)
Él y Franco cantan y sueñan juntos.
-Sé que el amor de mi vida es una campana que dobla, algo llevado, desesperación, se arranca Machín.
-Claro que sí Antonio. Dale. Ea.
-Espérame en el cielo, sigue Machín.
-¡Ea!
-Si no fuese pecado, segaría mi vida, continúa el cubano, contenido pero intenso.
-Me encanta tu música, dice Franco, sincero.
-Espérame en el cielo, cariñito adorado. Si no fuese pecado, segaría mi vida y así estar a tu lado, juntos así los dos.
-Novios de la muerte, Antonio, novios de la muerte. Franco está a punto de conmoverse.
La canción continúa mientras los dos bailan, Machín cogido a su guitarra y Franco agarrado a una escoba que se ha encontrado por allí tirada.
-¿Le gustó? pregunta el músico al dictador cuando la música acaba.
Franco tiene la lengua fuera y está besando los pelos de la escoba. Mira a Antonio, que afortunadamente ya está muerto y sonríe.
-Sí, ejem, sí, mucho, gracias Antonio.
-Perdone, caudillo.
- Aquellos ojos verdes de la preciosa in the mood for love parece le estaban guiñando, añade, juguetón.
-No, pero casi, dice Franco, que se pone a llorar, elevado, místico, soñador.
2-Un sueño de vida.
Franco sueña con el Pitina de Florentino, con un yate más grande, con una mujer mejor y la suerte de los hombres que no se tienen que preocupar por cosas más grandes que ellos mismos. Su legado, su legado es lo importante. Intenta apartar a las mamachichos de su mente.
-Mi legado, mi legado, mi legado. Eso es lo que importa. ¿Entiendes?
-Entiendo, dice Antonio, que no lo entiende en absoluto.
Sueña un sueño de muerte Francisco Franco Bahamondes.
¡Cuántas en su vida de todopoderoso! sueña.
Empieza a contar y le faltan dedos, le faltan ministros, le faltan conocidos.
-¡Qué vida! ¡Qué vida me he perdido! sueña.
Sueña el puñal su sueño de tigre.
3-La realidad, otro sueño.
-¡Cuádrense!
Nos reímos.
-¡Cuádrense!
Nos reímos. Ahora, ya no tanto.
-¡Cuádrense!
Nos cuadramos.
-¡Cuádrense, coño!
Nos cuadramos lo mejor que podemos. No queremos ser el recluta patoso.
-Les he dicho que se cuadren.
Nos cagamos. Lo somos.
Él y Franco cantan y sueñan juntos.
-Sé que el amor de mi vida es una campana que dobla, algo llevado, desesperación, se arranca Machín.
-Claro que sí Antonio. Dale. Ea.
-Espérame en el cielo, sigue Machín.
-¡Ea!
-Si no fuese pecado, segaría mi vida, continúa el cubano, contenido pero intenso.
-Me encanta tu música, dice Franco, sincero.
-Espérame en el cielo, cariñito adorado. Si no fuese pecado, segaría mi vida y así estar a tu lado, juntos así los dos.
-Novios de la muerte, Antonio, novios de la muerte. Franco está a punto de conmoverse.
La canción continúa mientras los dos bailan, Machín cogido a su guitarra y Franco agarrado a una escoba que se ha encontrado por allí tirada.
-¿Le gustó? pregunta el músico al dictador cuando la música acaba.
Franco tiene la lengua fuera y está besando los pelos de la escoba. Mira a Antonio, que afortunadamente ya está muerto y sonríe.
-Sí, ejem, sí, mucho, gracias Antonio.
-Perdone, caudillo.
- Aquellos ojos verdes de la preciosa in the mood for love parece le estaban guiñando, añade, juguetón.
-No, pero casi, dice Franco, que se pone a llorar, elevado, místico, soñador.
2-Un sueño de vida.
Franco sueña con el Pitina de Florentino, con un yate más grande, con una mujer mejor y la suerte de los hombres que no se tienen que preocupar por cosas más grandes que ellos mismos. Su legado, su legado es lo importante. Intenta apartar a las mamachichos de su mente.
-Mi legado, mi legado, mi legado. Eso es lo que importa. ¿Entiendes?
-Entiendo, dice Antonio, que no lo entiende en absoluto.
Sueña un sueño de muerte Francisco Franco Bahamondes.
¡Cuántas en su vida de todopoderoso! sueña.
Empieza a contar y le faltan dedos, le faltan ministros, le faltan conocidos.
-¡Qué vida! ¡Qué vida me he perdido! sueña.
Sueña el puñal su sueño de tigre.
3-La realidad, otro sueño.
-¡Cuádrense!
Nos reímos.
-¡Cuádrense!
Nos reímos. Ahora, ya no tanto.
-¡Cuádrense!
Nos cuadramos.
-¡Cuádrense, coño!
Nos cuadramos lo mejor que podemos. No queremos ser el recluta patoso.
-Les he dicho que se cuadren.
Nos cagamos. Lo somos.

5.7
18,820
2
6 de agosto de 2024
6 de agosto de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice una corriente del historicismo que la Historia la escriben los personajes singulares. En seguida, aparece la escuela contraria, que argumenta que surgen éstos como bien podrían haber surgido otros cualesquiera. Serían los grandes hombres y mujeres fruto de sus circunstancias, geográficas, económicas, personales, sí, pero estructuradas y guiadas socialmente. El debate es apasionante.
Ridley Scott no pertenece a ninguna de las dos escuelas. Se pasa por el forro cualquier debate y nos toma por subnormales, directamente. Se lo inventa todo. Así que yo voy a hacer lo propio con él. Me inventaré sus motivaciones para rodar esta película (aporto jugosa información en zona spoiler) y dibujaré en mi crítica un retrato psicológico del veterano director inglés. Algo he investigado, seguro que más de lo que él investigó al gran general.
¿Es Napoleón su peor película? No es fácil responder a esta pregunta. Cuando Scott se vende, cuando un inglés se vende, que es desde que tiene dos duros para hacer lo que la productora quiera, o peor, lo que él mismo quiere, hay mucho donde elegir. Cuanto más dinero tiene, peor peli hace, compruébenlo. Su carrera va cuesta abajo y sin frenos y desde American gangster (2007), que tampoco es para tirar cohetes, no hace algo medio decente. Consigue estrenar incomprensible y milagrosamente mucha película con olor a repollo recocido. La ristra de churros es larga. Personalmente, me quedo con Prometheus, una reinterpretación ridícula y risible de Alien, que ha dejado en FilmAffinity críticas míticas, un blockbuster fallido capaz de joderte la trilogía original si te la tomas medio en serio. Como buen militante de la pérfida Albión, país construido por gente que vendería a su madre por un plato de Poorridge, las gachas de toda la vida, no digamos por un “boeuf à la bourguignon”, nos ofrece una visión distorsionada, errática, guiada por las pasiones más mundanas, el olor a sexo, la ambición desmedida y el “sentido del follar” de un depravado que llega a emperador por la fuerza de sus cojones. O por algo, no se sabe qué, pero por algo llega al trono.
Ridley trata a Napoleón como si fuese inglés, y encima, plebeyo. Es una película tremendamente facciosa. El octogenario director proyecta lo peor de sí mismo en un personaje que le viene enorme. No hay más que ver a su mujer, paseada como trofeo poco apetecible ya por las alfombras rojas de medio mundo para darse cuenta de la incapacidad de Ridley para oler más allá de las bragas limpias o sucias de lo que en la vida de un gran hombre, es cosa anecdótica. La obsesión del entrañable viejo verde con las braguitas sólo es comparable a la de Chicho Terremoto o José Luis Torrente. Pregunten a Sigourney Weaver. Desde Alien el octavo pasajero, con una braga por bandera. ¡Claro que sí, Ridley! Y lo bien que te salió en esa ocasión con la teniente Rippley, sola y medio desnuda contra el Xenomorfo en la Nostromo. Igualito que en Napoleón. Casi, Ridley, casi.
Y encima quiere el tío que haya unanimidad en la crítica en aplaudirle con las orejas. Como Jesús (de Ubrique, no de Natharet, ¡qué más quisiera él!), Ridley reclama que le lancemos nuestras bragas al escenario. ¡TÓOA, TÓOA, TÓOA, Ridley, TE NECESITO, TÓOA,TÓÓÁ! Nos desnudamos las partes… ¡Mójanos, Ridley! La firma y su fama puede desatar a la groupie que llevamos todas dentro. O no.
¿Es Napoleón una película de las que hay que ver sí o sí? Esta sí es fácil: rotundamente no. Scott le pone un filtro sepia a la fotografía, que algo debe significar (¿sangre?, ¿destrucción?, ¿muerte?, ¿una braga usada…?), y deja todo el curro al espectador, que asiste a un desfile de personajes siniestros que aparecen y desaparecen sin ser presentados y que parecen importantes. Es que no se entiende ni por qué era tan grande el pequeño noble corso, ni lo que le llevó a serlo, ni nada de lo que hizo. No se entiende ni si es un genio militar. Todo pasa muy rápido y el único invariante de la peli es la cara de tonto despistado que pone Joaquín Fénix, entre muecas esporádicas desagradabilísimas, que parecen sacadas de otra película mucho mejor basada en un cómic. Eso, y los muertos incontables, bien contaditos (la mitad del presupuesto se fue en contar muertos).
Se nos presenta al dictador como un pagafantas, celoso y colérico. Un calzonazos, cuyo objetivo es dar placer a su amorcito matando a mucha gente por el camino. El olor a coño como brújula vital. ¿Eh, Ridley? En todo caso, en las cartas de Napoleón a Josefina, y viceversa, hay mucha más verdad, ternura, amor, política, sangre y sexo que en esta peliculilla reduccionista y vergonzante.
En Egipto, Napoleón dijo que él era un enviado de Alá, entre loas a Mahoma. En la película, se pelea a cañonazos con las pirámides y habla con una momia. EJEM. COUGH. COUGH. ¿Aceptamos psicópata de pocas luces como emperador de la Europa Moderna? Falta verosimilitud. ¿Es una sátira? Falta humor. ¿Es un intento de ridiculizar? Falta finura. ¿Qué coño es esto?
Nada de política. Nada de la política napoleónica, quiero decir. De la política de ahora, la peli va sobrada. Del código Napoleónico, por el que nos regimos todos los europeos continentales, le pese a quien le pese, nada.
¿Las batallas? Pues ni mucho menos tan espectaculares como dicen por ahí. Tres minutos Austerlitz y un poco más de recreo en la derrota en Waterloo (casualidades…). Son atropelladas, incomprensibles, peor que las de Marvel que tanto criticó en su día Scott, y demuestran pobreza de espíritu, mala fe o un asombroso desconocimiento de la Historia. Un deplorable cañonazo de falsedades, imprecisiones, mentiras épicas y sangrientas a la mayor gloria de sí mismo (de Ridley). Muchas bolas de cañón, todas dirigidas al hielo, a la nada. Basura. Que no les engañen, por las batallas tampoco merece la pena.
Un timo muy serio. La parte por el todo, olvidando el todo y muy de parte. No vayan al cine. Sólo para brexiteers, gente muy poco leída o fetichistas braguilófilos.
Ridley Scott no pertenece a ninguna de las dos escuelas. Se pasa por el forro cualquier debate y nos toma por subnormales, directamente. Se lo inventa todo. Así que yo voy a hacer lo propio con él. Me inventaré sus motivaciones para rodar esta película (aporto jugosa información en zona spoiler) y dibujaré en mi crítica un retrato psicológico del veterano director inglés. Algo he investigado, seguro que más de lo que él investigó al gran general.
¿Es Napoleón su peor película? No es fácil responder a esta pregunta. Cuando Scott se vende, cuando un inglés se vende, que es desde que tiene dos duros para hacer lo que la productora quiera, o peor, lo que él mismo quiere, hay mucho donde elegir. Cuanto más dinero tiene, peor peli hace, compruébenlo. Su carrera va cuesta abajo y sin frenos y desde American gangster (2007), que tampoco es para tirar cohetes, no hace algo medio decente. Consigue estrenar incomprensible y milagrosamente mucha película con olor a repollo recocido. La ristra de churros es larga. Personalmente, me quedo con Prometheus, una reinterpretación ridícula y risible de Alien, que ha dejado en FilmAffinity críticas míticas, un blockbuster fallido capaz de joderte la trilogía original si te la tomas medio en serio. Como buen militante de la pérfida Albión, país construido por gente que vendería a su madre por un plato de Poorridge, las gachas de toda la vida, no digamos por un “boeuf à la bourguignon”, nos ofrece una visión distorsionada, errática, guiada por las pasiones más mundanas, el olor a sexo, la ambición desmedida y el “sentido del follar” de un depravado que llega a emperador por la fuerza de sus cojones. O por algo, no se sabe qué, pero por algo llega al trono.
Ridley trata a Napoleón como si fuese inglés, y encima, plebeyo. Es una película tremendamente facciosa. El octogenario director proyecta lo peor de sí mismo en un personaje que le viene enorme. No hay más que ver a su mujer, paseada como trofeo poco apetecible ya por las alfombras rojas de medio mundo para darse cuenta de la incapacidad de Ridley para oler más allá de las bragas limpias o sucias de lo que en la vida de un gran hombre, es cosa anecdótica. La obsesión del entrañable viejo verde con las braguitas sólo es comparable a la de Chicho Terremoto o José Luis Torrente. Pregunten a Sigourney Weaver. Desde Alien el octavo pasajero, con una braga por bandera. ¡Claro que sí, Ridley! Y lo bien que te salió en esa ocasión con la teniente Rippley, sola y medio desnuda contra el Xenomorfo en la Nostromo. Igualito que en Napoleón. Casi, Ridley, casi.
Y encima quiere el tío que haya unanimidad en la crítica en aplaudirle con las orejas. Como Jesús (de Ubrique, no de Natharet, ¡qué más quisiera él!), Ridley reclama que le lancemos nuestras bragas al escenario. ¡TÓOA, TÓOA, TÓOA, Ridley, TE NECESITO, TÓOA,TÓÓÁ! Nos desnudamos las partes… ¡Mójanos, Ridley! La firma y su fama puede desatar a la groupie que llevamos todas dentro. O no.
¿Es Napoleón una película de las que hay que ver sí o sí? Esta sí es fácil: rotundamente no. Scott le pone un filtro sepia a la fotografía, que algo debe significar (¿sangre?, ¿destrucción?, ¿muerte?, ¿una braga usada…?), y deja todo el curro al espectador, que asiste a un desfile de personajes siniestros que aparecen y desaparecen sin ser presentados y que parecen importantes. Es que no se entiende ni por qué era tan grande el pequeño noble corso, ni lo que le llevó a serlo, ni nada de lo que hizo. No se entiende ni si es un genio militar. Todo pasa muy rápido y el único invariante de la peli es la cara de tonto despistado que pone Joaquín Fénix, entre muecas esporádicas desagradabilísimas, que parecen sacadas de otra película mucho mejor basada en un cómic. Eso, y los muertos incontables, bien contaditos (la mitad del presupuesto se fue en contar muertos).
Se nos presenta al dictador como un pagafantas, celoso y colérico. Un calzonazos, cuyo objetivo es dar placer a su amorcito matando a mucha gente por el camino. El olor a coño como brújula vital. ¿Eh, Ridley? En todo caso, en las cartas de Napoleón a Josefina, y viceversa, hay mucha más verdad, ternura, amor, política, sangre y sexo que en esta peliculilla reduccionista y vergonzante.
En Egipto, Napoleón dijo que él era un enviado de Alá, entre loas a Mahoma. En la película, se pelea a cañonazos con las pirámides y habla con una momia. EJEM. COUGH. COUGH. ¿Aceptamos psicópata de pocas luces como emperador de la Europa Moderna? Falta verosimilitud. ¿Es una sátira? Falta humor. ¿Es un intento de ridiculizar? Falta finura. ¿Qué coño es esto?
Nada de política. Nada de la política napoleónica, quiero decir. De la política de ahora, la peli va sobrada. Del código Napoleónico, por el que nos regimos todos los europeos continentales, le pese a quien le pese, nada.
¿Las batallas? Pues ni mucho menos tan espectaculares como dicen por ahí. Tres minutos Austerlitz y un poco más de recreo en la derrota en Waterloo (casualidades…). Son atropelladas, incomprensibles, peor que las de Marvel que tanto criticó en su día Scott, y demuestran pobreza de espíritu, mala fe o un asombroso desconocimiento de la Historia. Un deplorable cañonazo de falsedades, imprecisiones, mentiras épicas y sangrientas a la mayor gloria de sí mismo (de Ridley). Muchas bolas de cañón, todas dirigidas al hielo, a la nada. Basura. Que no les engañen, por las batallas tampoco merece la pena.
Un timo muy serio. La parte por el todo, olvidando el todo y muy de parte. No vayan al cine. Sólo para brexiteers, gente muy poco leída o fetichistas braguilófilos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dicen las malas lenguas que la escena en la que Napoleón “habla” con Ramsés, ¿Era Ramsés, ¿no?, está inspirada en una conversación de cama grabada entre Ridley y su Josefina, la costarricense Gianinna Facio, una lagarta que ni la presentada en la peli.
Suspiros de grandeza. De momia, a momio.
También se dice que el fotógrafo que tomó las instantáneas las quemó antes que venderlas, se ha hecho cartujo y se dedica a cavar su propia tumba en un monasterio de Badajoz. A cada palada, repite para sus adentros, pues también ha hecho voto de silencio: “No lo he visto. No lo he visto. No lo he visto.”
No la vean. ¡Peligro, Danger, Danger, Achtung!
Suspiros de grandeza. De momia, a momio.
También se dice que el fotógrafo que tomó las instantáneas las quemó antes que venderlas, se ha hecho cartujo y se dedica a cavar su propia tumba en un monasterio de Badajoz. A cada palada, repite para sus adentros, pues también ha hecho voto de silencio: “No lo he visto. No lo he visto. No lo he visto.”
No la vean. ¡Peligro, Danger, Danger, Achtung!
2
31 de marzo de 2025
31 de marzo de 2025
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se sabe que las pelis de vampiros son, a lo sumo, visibles. Creo que no hay ninguna que supere el aprobado raspado, como la novelita de Bram Stoker, el estúpido mito y sus estúpidos seguidores (de los que formo parte avergonzada). Miedo no dan, por supuesto. Me llega que hay entes del género femenino que se ponen cachondas con el tema.
El caso es que esta es de las malas malísimas. Pánico en el túnel con Stallone ya decrépito funcionaba mejor que este engendro de vampiros claroscuros. Se ve que querían hacer un Vladblackwashening o no sé qué pollas dice la crítica mejor posicionada en la página. El caso es que no salió bien este truño de la factoría Murphy, un Eddie que debería pagar Royalties eternas al compositor del temazo de superdetective en Hollywood. ¡Se lo debe todo!
Yo la fui a ver con 11 años al cine y ya me pareció digna de espanto.
El caso es que esta es de las malas malísimas. Pánico en el túnel con Stallone ya decrépito funcionaba mejor que este engendro de vampiros claroscuros. Se ve que querían hacer un Vladblackwashening o no sé qué pollas dice la crítica mejor posicionada en la página. El caso es que no salió bien este truño de la factoría Murphy, un Eddie que debería pagar Royalties eternas al compositor del temazo de superdetective en Hollywood. ¡Se lo debe todo!
Yo la fui a ver con 11 años al cine y ya me pareció digna de espanto.
31 de marzo de 2025
31 de marzo de 2025
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*En pocas palabras
Si el primer acto conseguía introducir la idea más gore posible en la peli más asquerosa y extrañamente disfrutona, el segundo acto es la evolución cutre, barata y nauseabunda del género échate unas risas fecoterroríficas.
*Ampliación
Hay que verla después de la 1 porque como la veas como peli independiente igual te mareas y todo. Da mucho asco. Si la primera es una pirada de pinza brutal, pero con una estructura de slasher de toda la vida, esta Full Sequence es una peli originalísima. Se siguen explotando los recursos del género de terror, pero la actuación de Laurence R. Harvey es morrocotuda y la explosión de depravación, mierda y risas puede ser del agrado de una minoría. Muy convincente este vigilante de Parking y muy adecuada la ambientación subterránea.
*Síntesis
No la vean. Es una peli que puede llegar a agobiar
Escrito por Mariano Riego Rino
Si el primer acto conseguía introducir la idea más gore posible en la peli más asquerosa y extrañamente disfrutona, el segundo acto es la evolución cutre, barata y nauseabunda del género échate unas risas fecoterroríficas.
*Ampliación
Hay que verla después de la 1 porque como la veas como peli independiente igual te mareas y todo. Da mucho asco. Si la primera es una pirada de pinza brutal, pero con una estructura de slasher de toda la vida, esta Full Sequence es una peli originalísima. Se siguen explotando los recursos del género de terror, pero la actuación de Laurence R. Harvey es morrocotuda y la explosión de depravación, mierda y risas puede ser del agrado de una minoría. Muy convincente este vigilante de Parking y muy adecuada la ambientación subterránea.
*Síntesis
No la vean. Es una peli que puede llegar a agobiar
Escrito por Mariano Riego Rino

6.5
6,026
3
6 de agosto de 2024
6 de agosto de 2024
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elena Martín guioniza, interpreta y dirige una película que parece autobiográfica. Traumas sexuales nacidos en la infancia, aumentados en la adolescencia y consolidados en la madurez. Mejor os lo cuenta ella misma:
Me pica el coño una barbaridad y la gente no me deja rascármelo a gusto. Si por mí fuera me tiraría toda la vida frota que te frota. El problema es que empecé con esto de la vulva demasiado pronto y ahora necesito un rastrillo para sacarme la calentura.
En la peli os cuento mi vida. Es un coñazo, literal. Pero es mi coñazo así que me da gustito comentaros por qué es particular, por qué no se moja cuando llueve, como el de las demás.
Mi coño está conectado a mi piel, a mis padres, al mar y al mundo en general, así que, si os hablo mucho de él, acabaréis por comprenderlo todo. Comprenderéis que es el falocentrismo lo que me tiene jodida. Todos y cada uno de los tíos de mi vida han pensado sólo en su rabo y nada en lo mío y, francamente, me parece injusto. ¿Qué hay de lo mío?
El caso es que yo no tengo la culpa de nada. Ni soy una salida, ni una guarra, ni una zorra, casi ni soy. Si acaso un pececillo arrastrado por las olas, o, más bien, florecilla al albur de la Tramontana...
Creatura es una película que algunos califican de intimista, sensible y hasta necesaria. Lo cierto es que el espectador no empatiza con los traumas sexuales de la Mila/Elena, no se cree su somatización enfermiza y falsa (desconocida en el manual de enfermedades mentales) y sospecha que va dirigida a alimentar el resquemor entre hombres y mujeres, aprovechando que el concepto vende y capta subvenciones. Ver creatura es una experiencia desagradable, aburrida y autolítica.
Gustará (hasta mucho porque técnicamente es buena: actuaciones excelentes, buena fotografía, buen montaje a base de flashbacks que nos retrotraen a la infancia y adolescencia de la protagonista) a gente que apuesta por la coñocracia, una Sociedad de Responsabilidad Limitada, en la que las mujeres están a verlas venir y a merced de sus circunstancias. En el debate nurture/nature,100% nurture y 100% mala educación (en este caso sexual).
Así como quien no quiere la cosa, Elena nos presenta a unos gorilas franquistas que se ve que son la fantasía última de las catalanas de pura cepa, novios que no miran a su novia a los ojos cuando follan, incluso cuando son requeridos para ello insistentemente y un chaval al que no tocaría nadie ni con un palo partiendo el bacalao en la pista del peor garito del mundo y que cree que el mundo femenino le debe unas pajillas, por lo menos.
Si eres hombre, no imites los comportamientos masculinos de esta peli. Está feo no, lo siguiente. Si eres mujer, pues tampoco. Vamos, digo yo que no habrá que copiar lo feo ¿no?
Y hablando de copias, todo lo bueno de esta creatura estaba ya en Persona de Bergman y a mí, particularmente, no me gusta el sucedáneo de caviar.
Si me apuran, se aprende más sobre sexualidad femenina con la mítica “La galaxia del terror (1981)”. Sí, la del pulpo espacial más cariñoso y golosón.
Me pica el coño una barbaridad y la gente no me deja rascármelo a gusto. Si por mí fuera me tiraría toda la vida frota que te frota. El problema es que empecé con esto de la vulva demasiado pronto y ahora necesito un rastrillo para sacarme la calentura.
En la peli os cuento mi vida. Es un coñazo, literal. Pero es mi coñazo así que me da gustito comentaros por qué es particular, por qué no se moja cuando llueve, como el de las demás.
Mi coño está conectado a mi piel, a mis padres, al mar y al mundo en general, así que, si os hablo mucho de él, acabaréis por comprenderlo todo. Comprenderéis que es el falocentrismo lo que me tiene jodida. Todos y cada uno de los tíos de mi vida han pensado sólo en su rabo y nada en lo mío y, francamente, me parece injusto. ¿Qué hay de lo mío?
El caso es que yo no tengo la culpa de nada. Ni soy una salida, ni una guarra, ni una zorra, casi ni soy. Si acaso un pececillo arrastrado por las olas, o, más bien, florecilla al albur de la Tramontana...
Creatura es una película que algunos califican de intimista, sensible y hasta necesaria. Lo cierto es que el espectador no empatiza con los traumas sexuales de la Mila/Elena, no se cree su somatización enfermiza y falsa (desconocida en el manual de enfermedades mentales) y sospecha que va dirigida a alimentar el resquemor entre hombres y mujeres, aprovechando que el concepto vende y capta subvenciones. Ver creatura es una experiencia desagradable, aburrida y autolítica.
Gustará (hasta mucho porque técnicamente es buena: actuaciones excelentes, buena fotografía, buen montaje a base de flashbacks que nos retrotraen a la infancia y adolescencia de la protagonista) a gente que apuesta por la coñocracia, una Sociedad de Responsabilidad Limitada, en la que las mujeres están a verlas venir y a merced de sus circunstancias. En el debate nurture/nature,100% nurture y 100% mala educación (en este caso sexual).
Así como quien no quiere la cosa, Elena nos presenta a unos gorilas franquistas que se ve que son la fantasía última de las catalanas de pura cepa, novios que no miran a su novia a los ojos cuando follan, incluso cuando son requeridos para ello insistentemente y un chaval al que no tocaría nadie ni con un palo partiendo el bacalao en la pista del peor garito del mundo y que cree que el mundo femenino le debe unas pajillas, por lo menos.
Si eres hombre, no imites los comportamientos masculinos de esta peli. Está feo no, lo siguiente. Si eres mujer, pues tampoco. Vamos, digo yo que no habrá que copiar lo feo ¿no?
Y hablando de copias, todo lo bueno de esta creatura estaba ya en Persona de Bergman y a mí, particularmente, no me gusta el sucedáneo de caviar.
Si me apuran, se aprende más sobre sexualidad femenina con la mítica “La galaxia del terror (1981)”. Sí, la del pulpo espacial más cariñoso y golosón.
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