Una vez más, Gaspar Noé da una vuelta de tuerca al cine convencional. Si ya sorprendió en "Seul contra todos" contando una historia que se salía de las convenciones habituales del amor y la violencia, lo volvió a hacer en "Irreversible" pero, además, con una manera de filmar que recordaba al "Memento" de Nolan aunque - Noé - mucho más explícito y duro en el argumento de su historia.

"Enter the void" enseña la vida de dos hermanos llegados a Tokio con un trauma infantil y con la promesa de no separarse nunca. Los claroscuros de su vida - la de Brown y De la Huerta - se muestran de forma muy visual: Los claros, con la luminosidad nocturna de la ciudad nipona. Los oscuros, con el mundo interior de los protagonistas abocados al tráfico y consumo de drogas y a la prostitución como forma de supervivencia.

Destacables los "viajes lisérgicos" que propone Noé cuando la cámara simula ser el protagonista principal. Lo peor, la duración - 2 horas, 35 minutos - que si bien no te deja exhausto, te hace pensar al final que - quitando algunas escenas innecesarias - la película se podría haber digerido mejor.

El papel de Verdú y Barranco salvan la película. Una película sin pies ni cabeza dónde se cruzan las vidas de cuatro personajes sin que salten chispas.

Poco creíble el papel de Sanz que, siendo un macarra violento durante toda la película, en el momento crucial que se espera de él una interpretación poderosa, los guionistas deciden que se muestre dócil y perdedor.

Grandinetti, pasable.

El guión, la historia en sí, ridícula. Lo mejor, la duración que son 80 minutos.

Es innegable que Boyle le da a la historia de Aron el empuje suficiente para convertir algo - que sí, que está fuera de lo común por lo angustioso, por la mala suerte - que no tiene mayor importancia, en un espectáculo visual.

Es innegable que el manejo de la cámara, la fotografía, el montaje de la película es irreprochable y es lo que realmente merece la pena... Eso, y el papelón de James Franco que lleva el peso de la película - obviamente ya que no sale prácticamente nadie más.

Lo que es la historia en sí, lo que nos cuenta, no tiene nada que ver con "Viven" o con "La lista de Schindler" en la que el coraje y las ganas de vivir hacen ver que el ser humano es "grande" en determinados momentos cruciales.

Es dolorosa la secuencia que todo el mundo imagina si sabe de qué va el film pero, realmente y lejos de las interpretación de Franco - digna de premio - y del buen quehacer de Boyle, no tiene mayor interés.

Una Nicole Kidman en estado de gracia que me hacía recordar a su papel en "Las Horas" convierte lo que es una historia de dolor y redención en algo digno de ser visto y premiado.

Eckhart, más dado a papeles de acción, también tiene sus momentos en la película dando la réplica a Kidman - especialmente destacable la escena en la cocina y la discusión sobre el video.

Cameron Mitchell cambia de registro después de su Hedwig y Shortbus - rompedoras ambas en su momento - y acierta con la historia y los personajes. Quizás un poco fuera de tono el personaje de Blanchard para el que, en mi opinión, debería haber elegido a otra actriz más creíble.

La incomunicación y la soledad se hacen patentes en esta película rusa dónde los dos actores protagonistas apenas se dirigen unas palabras y la mayor parte de los diálogos se desarrollan a través de una radio y mediante códigos de mediciones.

El miedo que envuelve la incomunicación hace que los personajes se embarquen en dos viajes diferentes: mientras Grigoriy Dobrygin prefiere mantenerse ajeno a todo lo que ocurre en la estación climatológica y a las noticias que le llegan del exterior, Sergei Puskepalis lo hace de forma más física con una barcaza en busca de peces árticos.

El drama que vive cada uno de ellos se ve atenuado cuando encuentran un punto de conexión y comprenden y aceptan el destino de cada uno.

Crítica: Aunque la película es de metraje largo, no se te llega a hacer pesada porque se establece una atmósfera rara en la vida diaría de los personajes y una tensión que te incita a seguir con el visionado de la misma.