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8
24 de mayo de 2023
24 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las historias mas pequeñas muchas veces son las que mejor hablan de los temas mas grandes.
Recién termino de ver el último episodio de la primera temporada de esta dichosa serie y su última imagen, sobre la que volveré al final de esta review, se va a quedar conmigo varios días.
La premisa es concisa, contundente e interesante desde el vamos: Un cocinero de primerísimo nivel se ve obligado a ocuparse de una sandwichería que pertenecía a su hermano recientemente fallecido para tratar de salvar el negocio. Un regreso a las bases de un tipo que estaba en la cima de su carrera. Esa vuelta, ese "retroceso" profesional y en el tiempo no son gratuitos: su vida profesional y personal se ven obligadas a convivir en la cotidianeidad de un trabajo que se le presenta mas desafiante de lo que parece. Lo curioso acá es que esta mezcla de mundos que aparentemente transcurrían separados, en su génesis guardan una unión muy fuerte y es lo que le da corazón a la serie y un motor impresionante al andar del protagonista.
Argumentalmente si bien reúne las condiciones de un dramedy casi a lo Atlanta, por citar un caso reciente que guarde cierta relación esquemática: Un hilo principal que se diversifica sin perder esa línea. Comedia y drama jugando al ping pong con la narración y volviendo todo lo que sucede demasiado realista: porque a la vida se llega mezclando esas cosas. Carmen es un protagonista muy interesante y reúne una característica principal que se le parece a la de muchos pero tiene un sabor especial: es un tipo con un temple notable, alguien experto en lo que hace pero mas aún, alguien que utiliza métodos particulares para transmitir su conocimiento e ideas. Su firmeza sin dejar de ser sensible consigue algo muy interesante tanto en los demás personajes como en el espectador: rabia y admiración. Tampoco es de esos tipos de "lo amás o lo odias" creo que es un poco mas profundo que eso. Son de esos tipos que al final del día admirás profundamente y a pesar de sus defectos (como todos), es con quien elegís seguir caminando. Todo a su alrededor se potencia, aunque Carmen pase toda la serie lidiando con una inseguridad e insatisfacción que no solo se traduce en un estrés postraumático a causa de lo ocurrido con su hermano, sino que apunta a algo mas.
Los personajes que lo rodean, por favor.
Sydney es esa mujer desesperada por un sueño e incansable para conseguirlo pero su ansiedad muchas veces la apresuran a tener que obtener resultados y en su frustración no les da tiempo a que ocurran, como cuando no admite que su propuesta de plato aún no está lista. Y no por qué este mal, sino porque no es el momento. A su vez, es quizás el personaje que mejor se complementa con Carmen y el que quizás mejor lo entienda. Al igual que él, ella ve en "Beef" la oportunidad de éxito que tanto desea en su vida.
Richie es la antítesis necesaria a estos 2 personajes. Un tipo que aunque el negocio se venga a pique, nunca va a admitir que el problema son las formas de encararlo. Un tipo terco y que muere con la suya. Lo interesante del personaje es que uno cree mal que en los primeros 2 episodios se ve todo el diamante y hasta puede, si no es paciente, correr a encasillarlo. El llamado de su hija nos abre la persiana de un tipo que también está transitando un duelo y que lo agarra, a diferencia de Carmen y con mas urgencias que Sydney, en un muy mal momento. Un tipo enojado con la vida, al mismo tiempo que cansado de ella. No sabe como decir las cosas y siempre elige el peor camino. Tiende a equivocarse y su sentimiento de inutilidad lo acecha tanto que es suficiente con que alguien se lo diga (como sucede) para hacerlo explotar. Un personaje que crece en las sombras de los 2 anteriores pero que en el final de la serie entendemos que se parece mas de lo que uno cree a Carmen. A ambos les duele lo que pasó con Michael, a ambos les duele que el restaurant, último vestigio que lo mantiene vivo, se vaya también. Solo que la historia no la contamos desde su enfoque pero créanme que si así fuera, la serie no sería tan diferente a la que termino siendo.
Marcus es quizás uno de mis personajes preferidos. Un tipo que se presenta como un secundario obsecuente en la cocina, va ganando terreno gracias a un elemento precioso y poco trabajado en series que es el del personaje que no sabe pero quiere saber. En su humildad y en silencio admira a Carmen y lo usa como modelo. Él también se potencia a niveles que quizás el nunca imaginó.
El resto de los personajes en mayor o menor medida corren una suerte parecida. Tina, al igual que Richie es reacia a estos nuevos cambios pero ciertas demostraciones la hacen cambiar lentamente opinión.
The Bear es una serie que habla poco y hace mucho, ahí es donde dice lo que quiere decir. La conexión con la cocina es emocional. Muchas de las tramas avanzan literalmente, gracias a un plato. Una receta que es escuchada, un plato que es probado, una recomendación e incluso un recuerdo. Las emociones viajan con la comida y si prestamos atención es donde los personajes realmente sufren, lloran, respetan y en algún punto, aman. Los personajes rara vez lloran, rara vez se demuestran de manera directa afecto o admiración. Lo hacen cocinando. Lo único que expresan es enojo, emoción con la cual es imposible lograr esos platos brillantes que consiguen. Emoción que genera el cortocircuito que Carmen intenta solucionar.
The Bear es un dramedia de personajes conflictuados con una realidad que los hace sentir estancados y esta nueva posibilidad del restaurant es la que los invita a creer que se puede aspirar a algo mas que lo que creían cotidiano, casi sentenciado.
La banda sonora es notable. Se respira y se oye Chicago. En los temas elegidos también vibran lo que los personajes no se animan a decir. En lo visual, salvo algunos primerísimos planos impresionantes, no hay grandes hallazgos. Sigo en spoiler.
Recién termino de ver el último episodio de la primera temporada de esta dichosa serie y su última imagen, sobre la que volveré al final de esta review, se va a quedar conmigo varios días.
La premisa es concisa, contundente e interesante desde el vamos: Un cocinero de primerísimo nivel se ve obligado a ocuparse de una sandwichería que pertenecía a su hermano recientemente fallecido para tratar de salvar el negocio. Un regreso a las bases de un tipo que estaba en la cima de su carrera. Esa vuelta, ese "retroceso" profesional y en el tiempo no son gratuitos: su vida profesional y personal se ven obligadas a convivir en la cotidianeidad de un trabajo que se le presenta mas desafiante de lo que parece. Lo curioso acá es que esta mezcla de mundos que aparentemente transcurrían separados, en su génesis guardan una unión muy fuerte y es lo que le da corazón a la serie y un motor impresionante al andar del protagonista.
Argumentalmente si bien reúne las condiciones de un dramedy casi a lo Atlanta, por citar un caso reciente que guarde cierta relación esquemática: Un hilo principal que se diversifica sin perder esa línea. Comedia y drama jugando al ping pong con la narración y volviendo todo lo que sucede demasiado realista: porque a la vida se llega mezclando esas cosas. Carmen es un protagonista muy interesante y reúne una característica principal que se le parece a la de muchos pero tiene un sabor especial: es un tipo con un temple notable, alguien experto en lo que hace pero mas aún, alguien que utiliza métodos particulares para transmitir su conocimiento e ideas. Su firmeza sin dejar de ser sensible consigue algo muy interesante tanto en los demás personajes como en el espectador: rabia y admiración. Tampoco es de esos tipos de "lo amás o lo odias" creo que es un poco mas profundo que eso. Son de esos tipos que al final del día admirás profundamente y a pesar de sus defectos (como todos), es con quien elegís seguir caminando. Todo a su alrededor se potencia, aunque Carmen pase toda la serie lidiando con una inseguridad e insatisfacción que no solo se traduce en un estrés postraumático a causa de lo ocurrido con su hermano, sino que apunta a algo mas.
Los personajes que lo rodean, por favor.
Sydney es esa mujer desesperada por un sueño e incansable para conseguirlo pero su ansiedad muchas veces la apresuran a tener que obtener resultados y en su frustración no les da tiempo a que ocurran, como cuando no admite que su propuesta de plato aún no está lista. Y no por qué este mal, sino porque no es el momento. A su vez, es quizás el personaje que mejor se complementa con Carmen y el que quizás mejor lo entienda. Al igual que él, ella ve en "Beef" la oportunidad de éxito que tanto desea en su vida.
Richie es la antítesis necesaria a estos 2 personajes. Un tipo que aunque el negocio se venga a pique, nunca va a admitir que el problema son las formas de encararlo. Un tipo terco y que muere con la suya. Lo interesante del personaje es que uno cree mal que en los primeros 2 episodios se ve todo el diamante y hasta puede, si no es paciente, correr a encasillarlo. El llamado de su hija nos abre la persiana de un tipo que también está transitando un duelo y que lo agarra, a diferencia de Carmen y con mas urgencias que Sydney, en un muy mal momento. Un tipo enojado con la vida, al mismo tiempo que cansado de ella. No sabe como decir las cosas y siempre elige el peor camino. Tiende a equivocarse y su sentimiento de inutilidad lo acecha tanto que es suficiente con que alguien se lo diga (como sucede) para hacerlo explotar. Un personaje que crece en las sombras de los 2 anteriores pero que en el final de la serie entendemos que se parece mas de lo que uno cree a Carmen. A ambos les duele lo que pasó con Michael, a ambos les duele que el restaurant, último vestigio que lo mantiene vivo, se vaya también. Solo que la historia no la contamos desde su enfoque pero créanme que si así fuera, la serie no sería tan diferente a la que termino siendo.
Marcus es quizás uno de mis personajes preferidos. Un tipo que se presenta como un secundario obsecuente en la cocina, va ganando terreno gracias a un elemento precioso y poco trabajado en series que es el del personaje que no sabe pero quiere saber. En su humildad y en silencio admira a Carmen y lo usa como modelo. Él también se potencia a niveles que quizás el nunca imaginó.
El resto de los personajes en mayor o menor medida corren una suerte parecida. Tina, al igual que Richie es reacia a estos nuevos cambios pero ciertas demostraciones la hacen cambiar lentamente opinión.
The Bear es una serie que habla poco y hace mucho, ahí es donde dice lo que quiere decir. La conexión con la cocina es emocional. Muchas de las tramas avanzan literalmente, gracias a un plato. Una receta que es escuchada, un plato que es probado, una recomendación e incluso un recuerdo. Las emociones viajan con la comida y si prestamos atención es donde los personajes realmente sufren, lloran, respetan y en algún punto, aman. Los personajes rara vez lloran, rara vez se demuestran de manera directa afecto o admiración. Lo hacen cocinando. Lo único que expresan es enojo, emoción con la cual es imposible lograr esos platos brillantes que consiguen. Emoción que genera el cortocircuito que Carmen intenta solucionar.
The Bear es un dramedia de personajes conflictuados con una realidad que los hace sentir estancados y esta nueva posibilidad del restaurant es la que los invita a creer que se puede aspirar a algo mas que lo que creían cotidiano, casi sentenciado.
La banda sonora es notable. Se respira y se oye Chicago. En los temas elegidos también vibran lo que los personajes no se animan a decir. En lo visual, salvo algunos primerísimos planos impresionantes, no hay grandes hallazgos. Sigo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El personaje de Michael es la vértebra de la serie y aparece menos de 2 minutos en pantalla. Su presencia fantasmagórica mueve la brújula de Carmen, de Richie y del negocio. Las cosas que hizo son la causa de las consecuencias que los personajes padecen a diario y a la vez es la generadora de varios de sus conflictos como las deudas con Cicero, los servicios sin pagar y el negocio de las drogas. A la vez y en parte, de Michael se desprende la génesis del personaje de Carmen. Por qué y para qué hizo el recorrido que hizo en su vida. Todo se reduce a algo elemental y muy potente: aceptación. Todo se reduce a un hermano que no pudo lidiar con el rechazo del otro y le quiso demostrar que estaba equivocado. Nunca pudo reencontrarse con él para comprobarlo. Esa cuenta pendiente la trasladó al negocio. Si el negocio fracasa, es porque realmente esto no es lo mío. Si el negocio fracasa, mi hermano termina de irse con él.
Por eso al final, cuando logra hacer las pases y entender esas cosas que no le cerraban, entre ellas un sublime final enterrado en el principio con las latas de salsa y como sutilmente nos lo van mostrando sin decirnoslo literalmente, el negocio parece encaminarse. El último capítulo sabe cerrar todas las líneas y dejarlas preparadas como cebolla cortada, para la próxima temporada.
Sydney con la frescura como para volver y entender que un mal día no es el fin de un objetivo. Marcus ante la validación de sus pruebas, aunque todavía no se entera. Richie que tras ir preso y saberse enteramente solo, se da cuenta que no tiene a nadie mas que Carmen y este último, leyendo esa carta necesaria donde puede hacer las pases con esa sensación atragantada de que quizás, la relación con su hermano nunca iba a ser la misma después de que este lo apartara. Carta que incluso destraba gran parte de los problemas de la temporada y allana el escenario para poder empezar de nuevo.
Y ese final, con ese cruce de miradas dice todo: él, de alguna manera, siempre va a estar para él y a la vez, está orgulloso por lo que está haciendo. Delante de él se forja una familia disfuncional que de alguna manera todos los personajes manifestaron estar necesitando. Serie notable pero que me presenta una dualidad. No quería que termine pero una vez finalizada, no sé si quiero que continúe. En una temporada vuelvo para actualizar ese estado.
PD: Algo flojo para mi fue el personaje de Sugar. Creo que si Carmen hubiese transitado este duelo sin la hermana y solo aportando otra visión con la de Richie hubiese sido suficiente. Quizás por el vínculo negador de estos 2, no existiese ese pinchazo constante para hablar de esas cosas pero creo que pudieron haberlo resuelto mejor. La verdad, no me sumó ni me restó. El personaje del cuñado ni siquiera es gracioso por rídiculo.
Por eso al final, cuando logra hacer las pases y entender esas cosas que no le cerraban, entre ellas un sublime final enterrado en el principio con las latas de salsa y como sutilmente nos lo van mostrando sin decirnoslo literalmente, el negocio parece encaminarse. El último capítulo sabe cerrar todas las líneas y dejarlas preparadas como cebolla cortada, para la próxima temporada.
Sydney con la frescura como para volver y entender que un mal día no es el fin de un objetivo. Marcus ante la validación de sus pruebas, aunque todavía no se entera. Richie que tras ir preso y saberse enteramente solo, se da cuenta que no tiene a nadie mas que Carmen y este último, leyendo esa carta necesaria donde puede hacer las pases con esa sensación atragantada de que quizás, la relación con su hermano nunca iba a ser la misma después de que este lo apartara. Carta que incluso destraba gran parte de los problemas de la temporada y allana el escenario para poder empezar de nuevo.
Y ese final, con ese cruce de miradas dice todo: él, de alguna manera, siempre va a estar para él y a la vez, está orgulloso por lo que está haciendo. Delante de él se forja una familia disfuncional que de alguna manera todos los personajes manifestaron estar necesitando. Serie notable pero que me presenta una dualidad. No quería que termine pero una vez finalizada, no sé si quiero que continúe. En una temporada vuelvo para actualizar ese estado.
PD: Algo flojo para mi fue el personaje de Sugar. Creo que si Carmen hubiese transitado este duelo sin la hermana y solo aportando otra visión con la de Richie hubiese sido suficiente. Quizás por el vínculo negador de estos 2, no existiese ese pinchazo constante para hablar de esas cosas pero creo que pudieron haberlo resuelto mejor. La verdad, no me sumó ni me restó. El personaje del cuñado ni siquiera es gracioso por rídiculo.

7.6
6,002
6
1 de mayo de 2022
1 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puedo serles sinceros? Llegué a este film con altísimas expectativas, un tanto por la historia en la que se basa, otro por varias criticas leídas aquí y bueno, aporté mi cuota por la fascinación que tengo sobre relatos acerca de educadores y personas que logran sobreponerse a las dificultades mas adversas. La película no podía fallar. Y falló. Pero al mismo tiempo no.
Desde la ejecución algo tosca, entiendo en parte porque la actuación de los 60 es muy diferente a la que conocemos hoy en día. El espectro pasó de la expresividad a veces irreal a la sutileza por momentos inaguantable. También cierta superficialidad en varios de los personajes, que mas que arquetipos se volvían estereotipos: el padre cuadrado, la madre sobreprotectora, la tía anticuada y el hermano insoportable. Incluso la historia, un poco condicionado por lo dicho en el primer párrafo, me terminó quedando algo renga. Me atrapó por completo pero increíblemente, me quedó corta. Como si hubiese presenciado un gran capitulo de este exhaustivo proceso...pero un capitulo al fin.
Dicho esto no puedo dejar pasar lo absorbente de la historia y creo que termina pesando mucho mas que un diálogo vacío o una sobreactuación o un lugar común. No hablé aún del dúo protagónico (Anna y Helen), porque en ellas radica la magia que transmite este film. Los terrores de la sordoceguera son inaguantables y sentimos la desesperación de Helen, como también la impotencia de Anna de no poder dar con la llave (gran juego pictórico/simbólico pone de manifiesto el film) para poder abrir esa alma impenetrable de una niña que vive encerrada en oscuridad y silencio sin poder comunicarse.
En esta película hay mucho, incluso mas que lo que trate de describir.
Esta la condición humana: el lenguaje como trampolín de lo salvaje hacia lo civilizado. La educación en la transmisión de conocimiento hasta las herramientas para acercarse a quien queremos enseñar y cual es la mejor forma para hacerlo. Invita a la reflexión, porque en esta película la dificultad es evidente y es rápidamente identificada para poder planificar la mejor estrategia con la cual poder disciplinar al otro, luego poder comunicarse y finalmente, enseñarle. Pero bien Helen, podrían ser miles de niños y adultos, ansiosos por conocer y aprender o frustrados por creerse incapaces o incomprendidos por los demás, incluso por ellos mismos. Muchas veces el problema de que eso no suceda no es exclusivo del que necesita aprender, sino también del que enseña. Es necesario que a las personas que les encomendemos el rol de educar, sepan hacerlo. Tienen en su manos un poder muy valioso y al mismo tiempo, frágil. No basta con saber sobre el tema en el que se especialicen: la docencia no es contarle a otro todo lo que sabes, sino saber como hacérselo comprender. La docencia es vocación. Como la que derrocha Anna a cada minuto del film. La docencia es perseverancia, es tenacidad y muchas veces paciencia. Y también es disciplina. Porque no solo se enseña a leer, a hacer cuentas o a dibujar, sino también a respetar al otro. En este film se libran muchas batallas, algunas de tamaña profundidad que esconden muchos de los dilemas que tenemos nosotros los seres humanos a la hora de cumplir distintos roles en esta sociedad: el del padre, el de madre, el de hermano, el de hijo, el de profesor, el de alumno, el de ciudadano, el de hombre, el de mujer, etc...
"The Miracle Worker" es poderosa en lo que siembra tras su visionado. Es tosca técnicamente, argumentalmente por momentos simplista (personajes que cambian rotundamente de parecer de una escena a otra, elipsis algo confusas que en pos de recortar plazos, no conectan bien algunas progresiones) pero narrativa y emocionalmente te lleva de la mano a momentos que difícilmente se vayan pronto de mi retina, mi oído y en especial, de mi piel.
Desde la ejecución algo tosca, entiendo en parte porque la actuación de los 60 es muy diferente a la que conocemos hoy en día. El espectro pasó de la expresividad a veces irreal a la sutileza por momentos inaguantable. También cierta superficialidad en varios de los personajes, que mas que arquetipos se volvían estereotipos: el padre cuadrado, la madre sobreprotectora, la tía anticuada y el hermano insoportable. Incluso la historia, un poco condicionado por lo dicho en el primer párrafo, me terminó quedando algo renga. Me atrapó por completo pero increíblemente, me quedó corta. Como si hubiese presenciado un gran capitulo de este exhaustivo proceso...pero un capitulo al fin.
Dicho esto no puedo dejar pasar lo absorbente de la historia y creo que termina pesando mucho mas que un diálogo vacío o una sobreactuación o un lugar común. No hablé aún del dúo protagónico (Anna y Helen), porque en ellas radica la magia que transmite este film. Los terrores de la sordoceguera son inaguantables y sentimos la desesperación de Helen, como también la impotencia de Anna de no poder dar con la llave (gran juego pictórico/simbólico pone de manifiesto el film) para poder abrir esa alma impenetrable de una niña que vive encerrada en oscuridad y silencio sin poder comunicarse.
En esta película hay mucho, incluso mas que lo que trate de describir.
Esta la condición humana: el lenguaje como trampolín de lo salvaje hacia lo civilizado. La educación en la transmisión de conocimiento hasta las herramientas para acercarse a quien queremos enseñar y cual es la mejor forma para hacerlo. Invita a la reflexión, porque en esta película la dificultad es evidente y es rápidamente identificada para poder planificar la mejor estrategia con la cual poder disciplinar al otro, luego poder comunicarse y finalmente, enseñarle. Pero bien Helen, podrían ser miles de niños y adultos, ansiosos por conocer y aprender o frustrados por creerse incapaces o incomprendidos por los demás, incluso por ellos mismos. Muchas veces el problema de que eso no suceda no es exclusivo del que necesita aprender, sino también del que enseña. Es necesario que a las personas que les encomendemos el rol de educar, sepan hacerlo. Tienen en su manos un poder muy valioso y al mismo tiempo, frágil. No basta con saber sobre el tema en el que se especialicen: la docencia no es contarle a otro todo lo que sabes, sino saber como hacérselo comprender. La docencia es vocación. Como la que derrocha Anna a cada minuto del film. La docencia es perseverancia, es tenacidad y muchas veces paciencia. Y también es disciplina. Porque no solo se enseña a leer, a hacer cuentas o a dibujar, sino también a respetar al otro. En este film se libran muchas batallas, algunas de tamaña profundidad que esconden muchos de los dilemas que tenemos nosotros los seres humanos a la hora de cumplir distintos roles en esta sociedad: el del padre, el de madre, el de hermano, el de hijo, el de profesor, el de alumno, el de ciudadano, el de hombre, el de mujer, etc...
"The Miracle Worker" es poderosa en lo que siembra tras su visionado. Es tosca técnicamente, argumentalmente por momentos simplista (personajes que cambian rotundamente de parecer de una escena a otra, elipsis algo confusas que en pos de recortar plazos, no conectan bien algunas progresiones) pero narrativa y emocionalmente te lleva de la mano a momentos que difícilmente se vayan pronto de mi retina, mi oído y en especial, de mi piel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay escenas que me quiero guardar:
Ambas situaciones durante la comida. La primera que transcurre en un desayuno donde vemos a Helen tomar indiscriminadamente de los platos de su familia, como un animal voraz y desesperado, ante la atenta mirada de Anna quien observa no solo su comportamiento irrespetuoso sino la normalización de ese mal hábito por parte de sus padres y hermano. Y como eso desencadena en un enfrentamiento agotador entre ellas para lograr algo aparentemente tan simple como sentarse a comer su desayuno con el cubierto correspondiente. Esto termina con una servilleta doblada que permite establecer un punto de anclaje desde el cual poder empezar a dejar atrás a esa niña que creció entre algodones y se convirtió en un ser salvaje e incomprendido.
La segunda, cuando luego de ese retiro por 2 semanas en el que lograron avanzar en el tema de la disciplina y la comunicación, Helen decide medir a su familia y a Anna frente a ellos. Impresionante climax que se cocina a fuego lento y como con un gesto tan mínimo, decir tanto. Gran aporte de cada actor en esa escena. Ahí está todo. La madre que se desvive por su hija pero que la ignorancia no le permite ver que la sobreprotección no es el camino, el padre que no puede aceptar que algo escape a su poder patriarcal, el conservadurismo de la tía que aviva la llama al pinchar a los padres y desacreditar a Anna. La soga que se tensa y ella sostiene hasta las últimas consecuencias porque la titánica tarea de sacar de la oscuridad y el silencio a Helen podía quedar esparcida por el piso al igual que esa servilleta (otro símbolo, que en la primera escena es el objeto culmine de haber superado una etapa...en esta podía ser el que la derrumbara). Mención aparte para el hermano que ese rol burlon, poco creíble y se enfrenta de una vez a su padre para hacerle entender que podían llevar a la ruina a su hermana si seguían actuando de la manera que lo hacían. Impresionante escena. Incómoda y necesaria.
Ambas situaciones durante la comida. La primera que transcurre en un desayuno donde vemos a Helen tomar indiscriminadamente de los platos de su familia, como un animal voraz y desesperado, ante la atenta mirada de Anna quien observa no solo su comportamiento irrespetuoso sino la normalización de ese mal hábito por parte de sus padres y hermano. Y como eso desencadena en un enfrentamiento agotador entre ellas para lograr algo aparentemente tan simple como sentarse a comer su desayuno con el cubierto correspondiente. Esto termina con una servilleta doblada que permite establecer un punto de anclaje desde el cual poder empezar a dejar atrás a esa niña que creció entre algodones y se convirtió en un ser salvaje e incomprendido.
La segunda, cuando luego de ese retiro por 2 semanas en el que lograron avanzar en el tema de la disciplina y la comunicación, Helen decide medir a su familia y a Anna frente a ellos. Impresionante climax que se cocina a fuego lento y como con un gesto tan mínimo, decir tanto. Gran aporte de cada actor en esa escena. Ahí está todo. La madre que se desvive por su hija pero que la ignorancia no le permite ver que la sobreprotección no es el camino, el padre que no puede aceptar que algo escape a su poder patriarcal, el conservadurismo de la tía que aviva la llama al pinchar a los padres y desacreditar a Anna. La soga que se tensa y ella sostiene hasta las últimas consecuencias porque la titánica tarea de sacar de la oscuridad y el silencio a Helen podía quedar esparcida por el piso al igual que esa servilleta (otro símbolo, que en la primera escena es el objeto culmine de haber superado una etapa...en esta podía ser el que la derrumbara). Mención aparte para el hermano que ese rol burlon, poco creíble y se enfrenta de una vez a su padre para hacerle entender que podían llevar a la ruina a su hermana si seguían actuando de la manera que lo hacían. Impresionante escena. Incómoda y necesaria.

5.5
4,077
7
9 de abril de 2020
9 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La Cordillera” es un Thriller político contundente pero a la vez poco complaciente con el espectador, al que le exige de principio a fin y un poco más alla, el ejercicio mental de unir el rompecabezas que se construye a lo largo de esta película.
Una historia sencilla que con el correr de los minutos y la aparición de diversas tramas asume una complejidad que enriquece de sobremanera el relato. Por un lado, la principal que se rige por una cumbre internacional en Chile para discutir un nuevo plan energético en la región. Por el otro, la que involucra a la hija del protagonista (Ricardo Darín encarnando a Hernán Blanco, como el presidente argentino) y un pasado que vino a ajustar cuentas con el presente.
Ricardo Darín está muy bien, pero brilla aún más cuando se mezcla con los demás personajes que se complementan a la perfección y a la vez tienen luz propia. La escena inicial utilizando la “pluma” y la “voz” de los medios para definir al personaje y su situación actual, nos da un panorama clave para el entendimiento de lo que está en juego en esta cumbre y las motivaciones que tienen los distintos personajes. Hernán Blanco parece ser un personaje tan puro como su apellido, pero a medida que transcurren los minutos se nos vuelve lo suficientemente enigmático como para darnos cuenta que no es lo que aparenta ser, no solamente frente a la exposición pública sino también entre sus colegas.
Esto lo podemos ver a través del personaje que encarna Erica Rivas, su mano derecha, quién al principio parece conocerlo más de lo que se conoce él mismo y hacia el final padece el mismo desconcierto que el espectador. Se complementa muy bien esta transformación con su forma de vestir: al principio viste sumamente formal y estructurada, como quién tiene hasta el mínimo detalle bajo control. Al final lo hace de una forma más casual y ligeramente desarreglada, otorgándole esa perdida del orden que tenía en relación a su labor como la “secretaria” del presidente.
Otro personaje que lo acompaña es el de Gerardo Romano, quién responde a las expectativas que uno puede llegar a tener acerca de un Jefe de Gabinete. Al igual que Erica Rivas, le está encima al presidente pero de una forma distinta: no está ahí para recordarle lo que se le olvida sino para aconsejarlo en la toma de decisiones. Consigue manipularlo a su manera en gran parte la película, e incluso llegamos a pensar que es él quien va a tomar las determinaciones que no se atreve el protagonista, pero no es así. A partir del encuentro de Darín con el representante Estadounidense, magistralmente interpretado por Christian Slater, se nos muestra como su poder sobre él se desvanece completamente. Esto nos lleva a preguntar si alguna vez lo tuvo o simplemente el presidente se lo hizo creer mientras le fuera funcional.
En otro lugar también está su hija Marina (interpretada por Dolores Fonzi), con quién se desarrolla un vínculo algo perverso, donde no sabemos con certeza si las consecuencias del desorden psicológico que ella tiene son ciertas, o él lo utiliza para manejar la verdad a su gusto. Verdad, mentira y especulación son las armas que ejecutan el destino de nuestros personajes. Un juego sumamente estrategico no solo en el ámbito público y político, sino en el privado y familiar. Entre él y su equipo, los demás representantes y su propia familia. Esta división que busca establecer, lo convierte en su propia cordillera. Esa que separa su intimidad y sus secretos de los demás.
La intervención por partida doble de una periodista española, le saca aún más jugo al personaje de Darín. Durante la segunda parte de la entrevista en donde le pregunta acerca del bien y el mal, da lugar a una anécdota por parte del presidente argentino altamente metafórica, a diferencia de su par brasileño, que dice odiarlas en una entrevista con la misma periodista. Esta diferencia que trazan desde algo tan simple, de alguna forma sirve para entender lo distintos que son estos 2 personajes, a pesar de que en gran parte de la película se insinua ubicarlos del mismo lado.
Esta anécdota en cuestión, habla acerca de su primer encuentro con los conceptos del diablo y el infierno a partir de un sueño que tuvo, que se conecta magistralmente con el momento previo a su encuentro con el representante Estadounidense que fue enviado hasta Chile para interceder en este plan que se está desarrollando. “Nadie llega hasta acá sin haber visto el mal un par de veces al menos” y “Me lo he vuelto a encontrar algunas veces” referido a ese diablo con el que soñó, recita Darín interpelando directamente al espectador, anticipandole lo que se avecina y dotando de un nuevo significado al encuentro clandestino que va a realizar. Pero no solo a partir de lo que dice y simboliza se hace alusión a su encuentro con el “diablo”, sino también a partir del espacio, otro personaje fundamental de la historia. Toda esta cumbre transcurre literalmente entre las que conforman la cordillera y los 4000 mts no son más que una alegoría del poder de quienes asisten a esta cumbre, a los cuales su condición de clase los ubica “más cerca del cielo”, sumado a los asuntos de “alta” importancia que ponen en discusión.
Sigo en la zona spoiler que llegué al límite de caracteres.
Una historia sencilla que con el correr de los minutos y la aparición de diversas tramas asume una complejidad que enriquece de sobremanera el relato. Por un lado, la principal que se rige por una cumbre internacional en Chile para discutir un nuevo plan energético en la región. Por el otro, la que involucra a la hija del protagonista (Ricardo Darín encarnando a Hernán Blanco, como el presidente argentino) y un pasado que vino a ajustar cuentas con el presente.
Ricardo Darín está muy bien, pero brilla aún más cuando se mezcla con los demás personajes que se complementan a la perfección y a la vez tienen luz propia. La escena inicial utilizando la “pluma” y la “voz” de los medios para definir al personaje y su situación actual, nos da un panorama clave para el entendimiento de lo que está en juego en esta cumbre y las motivaciones que tienen los distintos personajes. Hernán Blanco parece ser un personaje tan puro como su apellido, pero a medida que transcurren los minutos se nos vuelve lo suficientemente enigmático como para darnos cuenta que no es lo que aparenta ser, no solamente frente a la exposición pública sino también entre sus colegas.
Esto lo podemos ver a través del personaje que encarna Erica Rivas, su mano derecha, quién al principio parece conocerlo más de lo que se conoce él mismo y hacia el final padece el mismo desconcierto que el espectador. Se complementa muy bien esta transformación con su forma de vestir: al principio viste sumamente formal y estructurada, como quién tiene hasta el mínimo detalle bajo control. Al final lo hace de una forma más casual y ligeramente desarreglada, otorgándole esa perdida del orden que tenía en relación a su labor como la “secretaria” del presidente.
Otro personaje que lo acompaña es el de Gerardo Romano, quién responde a las expectativas que uno puede llegar a tener acerca de un Jefe de Gabinete. Al igual que Erica Rivas, le está encima al presidente pero de una forma distinta: no está ahí para recordarle lo que se le olvida sino para aconsejarlo en la toma de decisiones. Consigue manipularlo a su manera en gran parte la película, e incluso llegamos a pensar que es él quien va a tomar las determinaciones que no se atreve el protagonista, pero no es así. A partir del encuentro de Darín con el representante Estadounidense, magistralmente interpretado por Christian Slater, se nos muestra como su poder sobre él se desvanece completamente. Esto nos lleva a preguntar si alguna vez lo tuvo o simplemente el presidente se lo hizo creer mientras le fuera funcional.
En otro lugar también está su hija Marina (interpretada por Dolores Fonzi), con quién se desarrolla un vínculo algo perverso, donde no sabemos con certeza si las consecuencias del desorden psicológico que ella tiene son ciertas, o él lo utiliza para manejar la verdad a su gusto. Verdad, mentira y especulación son las armas que ejecutan el destino de nuestros personajes. Un juego sumamente estrategico no solo en el ámbito público y político, sino en el privado y familiar. Entre él y su equipo, los demás representantes y su propia familia. Esta división que busca establecer, lo convierte en su propia cordillera. Esa que separa su intimidad y sus secretos de los demás.
La intervención por partida doble de una periodista española, le saca aún más jugo al personaje de Darín. Durante la segunda parte de la entrevista en donde le pregunta acerca del bien y el mal, da lugar a una anécdota por parte del presidente argentino altamente metafórica, a diferencia de su par brasileño, que dice odiarlas en una entrevista con la misma periodista. Esta diferencia que trazan desde algo tan simple, de alguna forma sirve para entender lo distintos que son estos 2 personajes, a pesar de que en gran parte de la película se insinua ubicarlos del mismo lado.
Esta anécdota en cuestión, habla acerca de su primer encuentro con los conceptos del diablo y el infierno a partir de un sueño que tuvo, que se conecta magistralmente con el momento previo a su encuentro con el representante Estadounidense que fue enviado hasta Chile para interceder en este plan que se está desarrollando. “Nadie llega hasta acá sin haber visto el mal un par de veces al menos” y “Me lo he vuelto a encontrar algunas veces” referido a ese diablo con el que soñó, recita Darín interpelando directamente al espectador, anticipandole lo que se avecina y dotando de un nuevo significado al encuentro clandestino que va a realizar. Pero no solo a partir de lo que dice y simboliza se hace alusión a su encuentro con el “diablo”, sino también a partir del espacio, otro personaje fundamental de la historia. Toda esta cumbre transcurre literalmente entre las que conforman la cordillera y los 4000 mts no son más que una alegoría del poder de quienes asisten a esta cumbre, a los cuales su condición de clase los ubica “más cerca del cielo”, sumado a los asuntos de “alta” importancia que ponen en discusión.
Sigo en la zona spoiler que llegué al límite de caracteres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El único momento en que el escenario cambia es durante este encuentro clandestino entre Ricardo Darín y Christian Slater. Está obligado a “descender” hacia la ciudad situada en el valle, como quién se dirige hacia el infierno a encontrarse con el diablo, en la que en mi opinión es la mejor escena de la película. Una conversación que muestra la omnipresencia de un país como EEUU en los asuntos internacionales. Y cómo elabora una estrategia sumamente inteligente para entrar en este nuevo plan de la región sin tener que pedirlo. Al contrario, para lograr que los terminen invitando a participar. Una escena imperdible a la altura de los que estos 2 grandes actores pueden dar. Esta propuesta no es aceptada de inmediato por el protagonista, quién elabora una contrapropuesta y se inicia una negociación, de la cual no sabemos con certeza como se resuelve, pero una vez que empiezan los créditos es tarea del espectador atar ese cabo e interpretar lo que realmente sucedió.
Esto es lo mejor que tiene “La Cordillera”: transita la ambiguedad casi sin tropezarse y deja demasiadas cosas aparentemente abiertas e inconclusas, que requieren de una participación activa para cerrarlas y sacar sus propias conclusiones. Una película que al espectador que gusta de un cierre envuelto con moño, le puede resultar incompleta e incluso decepcionante. Santiago Mitre apunta a un espectador activo que acepte el desafío de que no todas las respuestas están servidas en bandeja ni que todo es lo que aparenta ser. Pasa en las películas, pasa en la política, pasa en la vida.
Esto es lo mejor que tiene “La Cordillera”: transita la ambiguedad casi sin tropezarse y deja demasiadas cosas aparentemente abiertas e inconclusas, que requieren de una participación activa para cerrarlas y sacar sus propias conclusiones. Una película que al espectador que gusta de un cierre envuelto con moño, le puede resultar incompleta e incluso decepcionante. Santiago Mitre apunta a un espectador activo que acepte el desafío de que no todas las respuestas están servidas en bandeja ni que todo es lo que aparenta ser. Pasa en las películas, pasa en la política, pasa en la vida.

5.6
1,339
3
6 de abril de 2020
6 de abril de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me imagino al director sintetizando lo mayor posible su idea para que quede clara y concluir en lo siguiente: ¿Qué pasaría si la sociedad se recupera de un apocalipsis zombie y logran curar a mucha de gente, solo que estos van a recordar lo que hicieron cuando estaban infectados? A mi me vendés esa idea y compro. En tiempos donde la fórmula Z se exprimió casi hasta el hartazgo, un soplo de aire fresco como este se agradece. Y más cuando le añaden una coyuntura política y dramas personales, 2 topicos que son los que más nutren al género.
Entro a ver The Cured y lo primero que veo es un tipo atormentado por ese pasado al que debe tratar de sobreponerse, porque llegó el momento de reinsertarse a la sociedad para seguir con su vida. Por si fuera poco, se va a encontrar con una sociedad que lo discrimina y lo acusa por haber sido algo de lo que él no tuvo control. Sin quererlo, pasa a ser un tipo casi marginado y mal visto por los demás. Para sumarle más drama, se aloja en lo de su cuñada (la novia de su hermano) y su sobrino. El tema acá es que su hermano murió...a manos de él. Ella no lo sabe.
Probablemente me lees y decís: Ya me pongo a verla (Si tengo Amazon Prime Video) o a descargarla, porque las cartas que pone sobre la mesa son muy jugosas. Bueno, yo contaba con la misma emoción durante los primeros 10/15 minutos. Creo que ese fue su pico. Todo lo interesante que presenta la película se va lentamente a pique hasta llegar a un punto donde se vuelve una más de zombies e incluso ahí queda pagando (Coreografías toscas, momentos de tensión mal construidos, una lógica en su comportamiento qué esta buena pero muy desaprovechada)
La coyuntura política pasa de ser un "¿Cómo saltamos esta grieta que se formó?" a una lucha de poder entre los militares que una vez más, rozan los límites éticos con sus acciones, y los curados a los que tienen en observación y un poco que los maltratan, que de repente parecen convertirse en una célula terrorista o un culto satánico liderados por un personaje que llegado un momento, se torna insoportable verlo en pantalla. Cuando te querés dar cuenta pasa de ser un estudio social a una de acción con tiros, bombas, personajes planos y violencia desproporcionada. Y los que no se pudieron curar (porque la cura no fue 100% efectiva) pasan de ser una discusión pública sobre como encararlo a un arma terrorista sin ningún tipo de implicancia moral. Pareciera que a los curados les importan menos que a los militares, ya que los terminan liberando solo por "venganza".
El drama personal tiene 2 o 3 escenas interesantes en las que agotan el único juego dramático que existe: la presencia en ausencia del hermano y el secreto que le esconde el protagonista a su cuñada. No se construye nada más en el transcurso como para que esto evolucione y es por eso que agota y rápidamente se filtra la trama que mencioné más arriba en la historia. Por si fuera poco, pareciera que este drama y la realidad no convivieran en el mismo espacio temporal, más cuando sueltan a los zombies y el grado de descuido que tienen los personajes, en especial el que interpreta Ellen Page, es increíble. Momentos extraños de pausa entre la vorágine, donde parecen olvidarse que la amenaza está ahí y hacen como si nada, dejando puertas abiertas, saliendo a la calle casi sin precaución, etc..
Ellen Page pasa de ser una periodista de investigación que parece tener un corpus ético pacifista a una mujer impulsiva con la facilidad para empuñar un arma y sin titubear ni errar, cargarse algunos zombies. A ver, entiendo que hay un deja vu del anterior brote en el cual seguramente aprendió a no ser tan "inocente", pero la peli casi que ni lo menciona ni nos explica como se comportó ella en aquel momento. Cada conversación que tiene con el protagonista es sobre el hermano, ¿Es de lo único que hablan?. Eso es lo que me da rabia: una película que tenía una premisa muy pero muy buena y edificó la historia solo con eso: casi que no hay una evolución, solo un alargamiento de lo que se propuso al principio. Por eso termina como termina. Se deshace sobre el final y se agarra de lo único que pudo a cuentagotas mantener en pie: el vínculo tío-sobrino. Ni siquiera así logra generar algo.
The Cured es esa idea que tiene las primeras 15 páginas pensadas y carburadas hace mucho tiempo y que gustó a quien se la mostraron, este les puso un plazo para entregar la historia completa, lo cual llevó a escribir las 80 siguientes a contrarreloj y salió lo que salió.
Por suerte tengo otra oportunidad con "In the Flesh" y sino, ojalá que alguien siga por este camino y nos traiga algo que le pueda dar brillo a esta interesante veta que se abre dentro del subgénero zombie.
Entro a ver The Cured y lo primero que veo es un tipo atormentado por ese pasado al que debe tratar de sobreponerse, porque llegó el momento de reinsertarse a la sociedad para seguir con su vida. Por si fuera poco, se va a encontrar con una sociedad que lo discrimina y lo acusa por haber sido algo de lo que él no tuvo control. Sin quererlo, pasa a ser un tipo casi marginado y mal visto por los demás. Para sumarle más drama, se aloja en lo de su cuñada (la novia de su hermano) y su sobrino. El tema acá es que su hermano murió...a manos de él. Ella no lo sabe.
Probablemente me lees y decís: Ya me pongo a verla (Si tengo Amazon Prime Video) o a descargarla, porque las cartas que pone sobre la mesa son muy jugosas. Bueno, yo contaba con la misma emoción durante los primeros 10/15 minutos. Creo que ese fue su pico. Todo lo interesante que presenta la película se va lentamente a pique hasta llegar a un punto donde se vuelve una más de zombies e incluso ahí queda pagando (Coreografías toscas, momentos de tensión mal construidos, una lógica en su comportamiento qué esta buena pero muy desaprovechada)
La coyuntura política pasa de ser un "¿Cómo saltamos esta grieta que se formó?" a una lucha de poder entre los militares que una vez más, rozan los límites éticos con sus acciones, y los curados a los que tienen en observación y un poco que los maltratan, que de repente parecen convertirse en una célula terrorista o un culto satánico liderados por un personaje que llegado un momento, se torna insoportable verlo en pantalla. Cuando te querés dar cuenta pasa de ser un estudio social a una de acción con tiros, bombas, personajes planos y violencia desproporcionada. Y los que no se pudieron curar (porque la cura no fue 100% efectiva) pasan de ser una discusión pública sobre como encararlo a un arma terrorista sin ningún tipo de implicancia moral. Pareciera que a los curados les importan menos que a los militares, ya que los terminan liberando solo por "venganza".
El drama personal tiene 2 o 3 escenas interesantes en las que agotan el único juego dramático que existe: la presencia en ausencia del hermano y el secreto que le esconde el protagonista a su cuñada. No se construye nada más en el transcurso como para que esto evolucione y es por eso que agota y rápidamente se filtra la trama que mencioné más arriba en la historia. Por si fuera poco, pareciera que este drama y la realidad no convivieran en el mismo espacio temporal, más cuando sueltan a los zombies y el grado de descuido que tienen los personajes, en especial el que interpreta Ellen Page, es increíble. Momentos extraños de pausa entre la vorágine, donde parecen olvidarse que la amenaza está ahí y hacen como si nada, dejando puertas abiertas, saliendo a la calle casi sin precaución, etc..
Ellen Page pasa de ser una periodista de investigación que parece tener un corpus ético pacifista a una mujer impulsiva con la facilidad para empuñar un arma y sin titubear ni errar, cargarse algunos zombies. A ver, entiendo que hay un deja vu del anterior brote en el cual seguramente aprendió a no ser tan "inocente", pero la peli casi que ni lo menciona ni nos explica como se comportó ella en aquel momento. Cada conversación que tiene con el protagonista es sobre el hermano, ¿Es de lo único que hablan?. Eso es lo que me da rabia: una película que tenía una premisa muy pero muy buena y edificó la historia solo con eso: casi que no hay una evolución, solo un alargamiento de lo que se propuso al principio. Por eso termina como termina. Se deshace sobre el final y se agarra de lo único que pudo a cuentagotas mantener en pie: el vínculo tío-sobrino. Ni siquiera así logra generar algo.
The Cured es esa idea que tiene las primeras 15 páginas pensadas y carburadas hace mucho tiempo y que gustó a quien se la mostraron, este les puso un plazo para entregar la historia completa, lo cual llevó a escribir las 80 siguientes a contrarreloj y salió lo que salió.
Por suerte tengo otra oportunidad con "In the Flesh" y sino, ojalá que alguien siga por este camino y nos traiga algo que le pueda dar brillo a esta interesante veta que se abre dentro del subgénero zombie.

7.6
64,793
8
21 de abril de 2020
21 de abril de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prisoners (Llamarla por su traducción "La Sospecha" le quita el verdadero peso a lo que su título quiere transmitir) es una de las joyitas que nos regaló uno de los directores más relevantes de la década pasada: Denis Villeneuve (Arrival, Blade Runner 2049, Sicario, Incendies, Enemy).
Con toques que recuerdan mucho a David Fincher, vuelve interesante una premisa simple y repetida en donde se disparan un montón de temas: la religión, la moral, la familia, la ausencia y la libertad. Insisto con llamar a esta película por su verdadero nombre, ya que ahí está el silbato rojo que nos activa las ideas que pone en juego el film: todos somos prisioneros de alguna manera. En algunos casos ese carácter es literal (las niñas desaparecidas, el principal sospechoso por partida doble, el hombre que captura el cura) o en otros se vuelve más simbólico y/o espiritual: una mujer prisionera de una pérdida que le hará cuestionarse hasta su propia fe, un policía como prisionero de sus actos impulsivos, que muchas veces lo llevan a cometer errores irreversibles. Un padre de familia preso de su desesperación, llegando a cruzar límites morales en sus acciones. Hasta me puedo permitir jugar con la idea planteada desde la definición: algo que coarta tu libertad. Padres que no te dejan salir sin supervisión, familias que no pueden seguir adelante por el dolor, religiones que te delimitan el camino. También esta idea de prisión como laberinto: un espacio que posee una salida pero uno tiene que ganársela para no permanecer en el encierro.
Cada pieza juega un papel en su debido momento: una nota, una media, un objeto, historias alternativas que luego cobran importancia (la mujer que solo conservaba un video de su hijo desaparecido hace más de 20 años, que resulta ser Alex. El cura que conserva un cadáver en su sótano, que resulta ser el marido y cómplice de la señora que secuestraba niños.) hasta incluso planos en donde nosotros sabemos algo que los demás no y en un principio parecen complementar una idea luego reforzada, pero resultan ser elementos que posibilitan un giro. Me refiero a las 2 escenas del joven que se inmiscuye en las casas de las familias, en la que quizás, uno piensa que va en busca de algo más para sus prisioneras (suponiendo que pudiera ser el secuestrador) y termina siendo la llave para reflotar el caso en un momento donde se daba por muertas a las niñas, a partir de una nota que había hecho el policía cuando fue avisado de esa intromisión en una de las casas.
La película sorprende pero no lo hace por novedosa o dando algún giro inesperado, sino por el impacto emocional que genera en muchas de las escenas que construye. En términos narrativos y dramáticos, uno espera lo mejor y al mismo tiempo lo peor. Uno esta preparado, al igual que el protagonista, ante estas eventualidades. Pero hay cosas que inevitablemente uno no puede prever por más que te abastezcas con todo lo necesario o compres un silbato de alarma o reces 20 padres nuestros.
Continúo en spoiler.
Con toques que recuerdan mucho a David Fincher, vuelve interesante una premisa simple y repetida en donde se disparan un montón de temas: la religión, la moral, la familia, la ausencia y la libertad. Insisto con llamar a esta película por su verdadero nombre, ya que ahí está el silbato rojo que nos activa las ideas que pone en juego el film: todos somos prisioneros de alguna manera. En algunos casos ese carácter es literal (las niñas desaparecidas, el principal sospechoso por partida doble, el hombre que captura el cura) o en otros se vuelve más simbólico y/o espiritual: una mujer prisionera de una pérdida que le hará cuestionarse hasta su propia fe, un policía como prisionero de sus actos impulsivos, que muchas veces lo llevan a cometer errores irreversibles. Un padre de familia preso de su desesperación, llegando a cruzar límites morales en sus acciones. Hasta me puedo permitir jugar con la idea planteada desde la definición: algo que coarta tu libertad. Padres que no te dejan salir sin supervisión, familias que no pueden seguir adelante por el dolor, religiones que te delimitan el camino. También esta idea de prisión como laberinto: un espacio que posee una salida pero uno tiene que ganársela para no permanecer en el encierro.
Cada pieza juega un papel en su debido momento: una nota, una media, un objeto, historias alternativas que luego cobran importancia (la mujer que solo conservaba un video de su hijo desaparecido hace más de 20 años, que resulta ser Alex. El cura que conserva un cadáver en su sótano, que resulta ser el marido y cómplice de la señora que secuestraba niños.) hasta incluso planos en donde nosotros sabemos algo que los demás no y en un principio parecen complementar una idea luego reforzada, pero resultan ser elementos que posibilitan un giro. Me refiero a las 2 escenas del joven que se inmiscuye en las casas de las familias, en la que quizás, uno piensa que va en busca de algo más para sus prisioneras (suponiendo que pudiera ser el secuestrador) y termina siendo la llave para reflotar el caso en un momento donde se daba por muertas a las niñas, a partir de una nota que había hecho el policía cuando fue avisado de esa intromisión en una de las casas.
La película sorprende pero no lo hace por novedosa o dando algún giro inesperado, sino por el impacto emocional que genera en muchas de las escenas que construye. En términos narrativos y dramáticos, uno espera lo mejor y al mismo tiempo lo peor. Uno esta preparado, al igual que el protagonista, ante estas eventualidades. Pero hay cosas que inevitablemente uno no puede prever por más que te abastezcas con todo lo necesario o compres un silbato de alarma o reces 20 padres nuestros.
Continúo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo esto desencadena en un final particularmente agridulce: ambas niñas son encontradas pero el padre de una de ellas, que incansablemente las buscó, es capturado por la secuestradora y pasa a ser el desaparecido. En la última escena, el policía a escasos metros de donde estaba encerrado escucha un silbato sin saber con certeza si este es real o está alucinando: recordemos el daño que sufrió recientemente, sumado a que habló justamente de ese silbato perdido horas antes, podría hacerle procesar ese sonido como un engaño de su mente. Además el viento que corre podría reforzar aún más esa impresión. Incluso si uno se quiere poner quisquilloso puede suponer que efectivamente ese silbatazo no ocurre porque pasaron 24hs y no sabemos si el protagonista muere desangrado como dijo la mujer o efectivamente pudo controlar la herida, sumado a las muy bajas temperaturas del suelo en ese momento.
Esa ambigüedad resulta interesante no por dejar el final abierto caprichosamente sino porque hay elementos que da previamente la película para de alguna manera, justificar una posible escena inmediatamente después a ponerse la placa en negro y luego recordandonos el título "Prisoners", dar paso al concepto que el film nos quiere recordar: ¿En que momento somos libres? ¿Cuándo empezamos o dejamos de serlo?
LonelyRubik notes: Quiero destacar un momentazo que me parece sintetiza el trabajo minucioso que hay en esta película. Escena del personaje de Hugh Jackman en una casa abandonada (perteneciente a su difunto padre), lugar donde va a emborracharse mientras mantiene cautivo y torturado al personaje de Paul Dano, el principal sospechoso. Se encuentra sentado tras enterarse de una pista que puede indicar la confirmación de que su hija esta muerta. Abatido, comienza a rezar un padre nuestro y no puede terminarlo. No logra reproducir la frase..."Y nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Un tipo que ya no se cree diciendo esas palabras. Un tipo al que le parece imperdonable lo que le hicieron. Un golpe al centro de sus creencias. En ese instante uno ve tambalear su fe, demostrando la posibilidad del punto que luego textualiza en otra escena la secuestradora: Nuestra manera de vengarnos de dios por la muerte de nuestro hijo es secuestrando niños de otras familias para que estos pierdan la fe y de alguna manera, dios se debilite. Una maravilla.
Esa ambigüedad resulta interesante no por dejar el final abierto caprichosamente sino porque hay elementos que da previamente la película para de alguna manera, justificar una posible escena inmediatamente después a ponerse la placa en negro y luego recordandonos el título "Prisoners", dar paso al concepto que el film nos quiere recordar: ¿En que momento somos libres? ¿Cuándo empezamos o dejamos de serlo?
LonelyRubik notes: Quiero destacar un momentazo que me parece sintetiza el trabajo minucioso que hay en esta película. Escena del personaje de Hugh Jackman en una casa abandonada (perteneciente a su difunto padre), lugar donde va a emborracharse mientras mantiene cautivo y torturado al personaje de Paul Dano, el principal sospechoso. Se encuentra sentado tras enterarse de una pista que puede indicar la confirmación de que su hija esta muerta. Abatido, comienza a rezar un padre nuestro y no puede terminarlo. No logra reproducir la frase..."Y nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Un tipo que ya no se cree diciendo esas palabras. Un tipo al que le parece imperdonable lo que le hicieron. Un golpe al centro de sus creencias. En ese instante uno ve tambalear su fe, demostrando la posibilidad del punto que luego textualiza en otra escena la secuestradora: Nuestra manera de vengarnos de dios por la muerte de nuestro hijo es secuestrando niños de otras familias para que estos pierdan la fe y de alguna manera, dios se debilite. Una maravilla.
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