Los guionistas Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patelliére han encontrado en la figura de Alejandro Dumas la ocasión perfecta para adaptar a la GRANDIOSA pantalla los clásicos del escritor francés. Con Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan y Los Tres Mosqueteros: Milady (ya preparan una tercera parte) firmaron unos guiones que sirvieron para dar lustre al género de capa y espada, y ahora que también se encargan de la dirección, han llevado la obra del gran maestro francés de la literatura de aventuras a un nivel superior con su adaptación para la gran pantalla de EL CONDE DE MONTECRISTO.
La película es de una factura impecable, academicista como se espera que lo sea, hecha para que guste y atrape al gran público independientemente de que se haya leído o no el libro original, revisa, renueva y actualiza todos los tropos que encontrábamos en las páginas de Dumas y lo hace respetando su espíritu original. El cine francés se ha propuesto, en definitiva, honrar a Alejandro Dumas y tenerlo como referente para su GENUINO cine de aventuras. Así, en mayúsculas.
La película tiene una estructura clásica dividida en tres actos claramente diferenciados que bien podrían titularse El hombre, el cautivo, el vengador. Las tres horas de metraje se pasan en un suspiro y es que, además, yo me quedé con cierta sensación de vacío. Me explico.
El único ‘pero’ de la película’ es que recurre con reiteración narrativa a la ‘elipsis’, más temporal que secuencial, bajo la fórmula de ‘2 años después, ‘5 años después’, ’10 años después’. Hay excesivos huecos, paréntesis, saltos temporales durante el metraje en los cuales intuimos que han ocurrido demasiadas cosas importantes que no se nos cuentan, cambios dramáticos esenciales en la psique de los personajes y situaciones que tenemos que dar por supuestas, y al menos a mí me hubiera gustado ser testigo de esa evolución global en el ‘plan de venganza’ pergeñado por este Edmundo Dantés (magníficamente interpretado por Pierre Niney. Pero es el precio a pagar por una adaptación en una sola película aunque esta dure 3 horas. Quizás los guionistas, como hicieron con los Mosqueteros, deberían haber dividido la película en dos partes, quizás haya una versión extendida…no lo sé.
Dicho lo cual, todo emerge grandioso, emocionante, épico y apabullante en la adaptación que nos ocupa. La historia tiene como referencia al original literario, pero varía los suficientes elementos como para resultar sorprendente, y a la vez respeta la esencia del Monte Cristo original como para no subvertirlo o agraviarlo. Lo reinventa desde el clasicismo formal y actualiza los valores que colocaron al prisionero del Castillo de If entre los máximos representantes del romanticismo en su vertiente más exótica, oscura y violenta.
Hay escenas magníficamente rodadas, dinámicamente editadas, acompañadas por esa música épica que tan bien funciona (cuando se ensambla adecuadamente) que, en mi caso, alcanzan el absoluto arrebato y emoción.
Si podéis disfrutar de ese clásico remozado para la GRANDIOSA PANTALLA, con el respeto y el toque inimitable y genuinamente francés, no os perdáis este BRUTAL CONDE DE MONTECRISTO. Me encanta que Francia haya logrado adaptar a uno de los suyos de la forma en la que jamás lo podría hacer Hollywood.
Sólo me cabe decir, ‘Magnifique’ !!

225 minutos ( 3 h y 45 min) para una historia que perfectamente se podría haber contado en unos canónicos 120 minutos, a lo sumo 150. Excesiva e innecesariamente larga.
Se trata de un 'biopic apócrifo' sobre un periplo de la vida del personaje ficticio László Toth, construido, eso sí, sobre retazos de diferentes personas reales e históricas.
La película es pulcra y académica/academicista. Y por lo tanto, también fría y distante. Gélida. Como las gigantescas construcciones funerarias del arquitecto protagonista. La película denota/connota una serie de tropos. Los lugares comunes son perfectamente reconocibles y recurrentes: persecución del pueblo judío, victimismo, sentido de pertenencia, drogadicción, obsesión, asistimos incluso a 'violaciones simbólicas' (una cultura que se folla a otra, o una clase social, o una nacionalidad, etc...)
El montaje hace que el metraje transcurra fluido y armonioso, sin altibajos en la historia ni tampoco parones en el ritmo. Una película de casi 4 horas en la que no te aburres no es fallida, pero no me emociona en ningún momento.
No me parece que sea, ni vaya a ser, la gran obra épica del cine americano del siglo XXI.
Un (larguísimo) culto a la muerte a través de la arquitectura para recordarnos que somos una civilización construida sobre cadáveres.
Adrien Brody/Guy Pearce disfrutan de un guion para lucirse, y lo hacen. Establecen su peculiar/particular tour de force.

Rammstein nos presentan un psicodrama en forma de videoclip que abarca desde la derrota del Imperio Romano frente a los bárbaros germanos en la batalla de Teutoburgo hasta un futuro indefinido en donde una civilización humana extraterrestre porta el códice que almacena la esencia germana. Tal punto de partida sirve de excusa para visualizar(nos) de manera anti academicista y alegórica la Historia de Alemania en los últimos 2000 años. Una historia marcada por la violencia y la crueldad, la forma en la que Alemania ha perpetuado su cultura y rasgos de identidad distintivos, en un examen de conciencia de su propia memoria histórica.
En el videoclip se resumen los momentos más controvertidos o repudiables de la historia alemana en donde aparece siempre un personaje recurrente, una mujer de raza negra omnipresente en cada uno de esos periodos históricos clave para entender esa ‘’deutche leite’’ o esencia germana. Indogermanismo con sonido metálico.
Las leyendas atávicas, las tradiciones y las epopeyas de un cuento para adultos, recreado como memoria, que forjan todas ellas el relato cultural compartido de un pueblo, el alemán, sumido en el desconcierto actual. Un informe visual crítico ( o acrítico) pero no negacionista. Y es que Rammstein son 6 tipos que se han definido a menudo a sí mismos como ideología ‘de izquierda patriótica’ (rasgo que la actual izquierda española ni sabe, ni conoce porque está marcada por el profundo desprecio a la idea de España y dicho absurdo prejuicio se fundamenta en una incultura enciclopédica, y también wikipédica…así nos va)
Así pues el Deutchland! Deine liebe, Ist Fluch und Segen (Alemania, mi amor no puedo darte, eres maldición y bendición) constituye el verdadero ‘leit motiv’ de una generación actual que no puede entenderse sin las cientos de miles que la han precedido, pero que tampoco sabe cómo cambiar su paulatina desnaturalización cultural para no suprimir definitivamente ese legado. Y es por ello que al final, como una suerte de redención o de capitulación, se elige como solución a la controversia el ‘’ Du - Übermächtig, überflüssigIch - Übermenschen, überdrüssigWir - Wer hoch steigt, der wird tief fallenIhr - Deutschland, Deutschland über allen (Tu - Abrumadora, prepotente Yo - Superhombre, cansado Nosotros - Quien sube alto, caerá profundo Vosotros - Alemania, Alemania por encima de todo) No es casual que Rammstein adopten para sí el primer verso del himno alemán, como forma de solaz. “Deutschland, Deutschland über alles” (Alemania, Alemania por encima de todo – y de todos -);
Alemania por encima de todo…y de todos. Y es que patriotismo, patrioterismo, salvapatrias y directamente, vendepatrias, son conceptos recurrentes, nebulosos en muchas ocasiones, pero muy diferentes, antagónicos los unos con los otros, o mejor dicho, uno con respecto a todos los demás. .
"La banda cruzó el límite", dijo Charlotte Knobloch, sobreviviente del Holocausto y expresidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, al diario Bild. "La forma en que Rammstein abusa del sufrimiento y la muerte de millones de personas para fines de entretenimiento es frívola y repulsiva".
¿Banalización del sufrimiento, del Holocausto? En el momento en el que la libertad creativa queda coaccionada por la ‘corrección política’, aquella muere y da paso a una suerte de remedo estilístico rechazable e insulso. O sea, el panorama cultural actual en España.
Tenemos a Mordred, el hijo ilegítimo y bastardo de Arturo, la reforma de Martín Lutero, la revolución industrial con el espíritu de Karl Marx presente, los felices años 20 y sus peleas a muerte con puño americano – o alemán, el fenómeno terrorista de las Brigadas rojas o el nazismo ( con la famosa y siniestra quema de libros por parte de la (NSDStB), la federación nazi de estudiantes, en la Plaza de la Ópera en Berlín en 1933) en donde una cabeza decapitada y una mujer de raza negra forman un extravagante matrimonio para que ella alumbre al final…6 pastores alemanes, la más famosa de las razas de perros existente. ¿Casualidad?
PD. La modelo negra que aparece en el videoclip es la actriz alemana Ruby Commey

La película nos narra el ataque aéreo que perpetró la aviación británica RAF sobre el edificio que servía de sede para la Gestapo en la ciudad de Copenhage, el 21 de Marzo de 1945. Aledaño a la sede de la Gestapo se encontraba un colegio católico, Den Franske Skole, gestionado por monjas. El bombardeo se produjo en horario escolar por lo que el colegio se encontraba con las aulas a rebosar de alumnas y profesorado. Murieron 86 niñas y 19 adultos. Al final de la película aparecen los nombres y fotografías de las 86 niñas que sacrificaron sus vidas en pos de ‘la libertad’.
El cine danés vuelve su mirada a la II Guerra Mundial evitando el maniqueísmo simplista de ‘buenos y malos’ como si el tratamiento de los personajes, situaciones y conflictos tuvieran la claridad del blanco o negro, sin más.
Los ingleses eran los buenos y los nazis los malos. Hasta ahí todo correcto. El problema surge cuando los buenos, para imponerse a los malos, llevan a cabo actos, de grado o por la fuerza de un estado de necesidad sobrevenido, que les igualan en crueldad y brutalidad a los malos. Entonces surgen las dudas.
El director Ole Bornedal nos presenta dos mundos medianamente diferenciados durante la trama, el de los adultos y el de las niñas. El de los adultos turbio, frío, distante, violento, cruel, deshumanizado. El de las niñas, puro, inocente, ilusionante, sincero, tan cristalino como los ojos de la niña de la portada. La colisión de ambos mundos será brutal, cruel y trágica. Se entrelazan varias historias de forma dinámica y con un nexo común que les hará coincidir en el día del ataque aéreo.
La película explora el concepto de ‘daño colateral’ y las consecuencias que este provoca en aquellos que lo sufren con la perplejidad añadida de haberse tratado de ‘un error’.
Dinamarca es un país, sigue siendo, un país extremadamente religioso. Más del 90% de la población se declara cristiana.
Una vez más sobrevuela sobre el metraje, la historia, los personajes, la idea de redención, de perdón, como única arma para luchar contra el mal, el mal en mayúsculas. ¿El gran logro de la película? Que todos nos sintamos identificados con los personajes en liza, de ideas y actitudes en ocasiones antagónicas. La monja que alberga dudas sobre su propia fe, la angustia de los padres cuando participan en el rescate sobre los escombros del colegio, el colaboracionista nazi en busca de redención participando activamente en ese mismo rescate…y la inocencia de las niñas víctimas de ‘una acción de guerra perpetrada por los buenos’.
Llevar a cabo un ataque aéreo en territorio urbano sobre un objetivo no tan esencial sabiendo que su destrucción va a acarrear asimismo la afectación de edificios anexos en donde se encuentran niños recibiendo clases, ¿es moralmente aceptable como acción de guerra?
La película rinde homenaje a aquellas almas inocentes, lo hace de una manera muy respetuosa, evitando tremendismos y efectismos gratuitos, y profundiza en la idea del bien y el mal en el ser humano desde una perspectiva cristiana y redentora.

El director de esta (gran) película es danés de ascendencia iraní, como la actriz protagonista Zar Amin-Ebrahimi.
Por lo tanto ambos son voces autorizadas para hablar del Islam y de Irán.
El Islam denigra a la mujer. Denigra al ser humano pero especialmente a la mujer. El Corán le priva hasta de nombre, justifica palizas pero sin darle un azote más del que se merezca, establece que su testimonio vale menos que el de un hombre, que ha de percibir menos herencia que un hombre…no lo digo yo, lo dice el Corán y así está escrito. Punto.
A partir de ahí el Islam construye un sistema legal, penal, administrativo, judicial en el que se desarrolla e interioriza toda esa discriminación y humillación hacia la mujer.
La película nos cuenta la historia real de un asesino en serie de prostitutas que actuó a principios de los 2000 en la ciudad de Mashhad. Rápidamente las autoridades locales se percatan de que no se trata de delitos comunes, sino rituales, religiosos. El que rápidamente será (re)conocido como la Araña Sagrada mata mujeres deshonestas, impuras, por motivos religiosos, para preservar la pureza del Islam. Es un ángel vengador. De este modo se produce la gran paradoja: ¿Cómo las autoridades policiales y judiciales van a perseguir a un hermano musulmán con el que están de acuerdo?
El número de asesinadas cobra tal relevancia que una periodista de Teherán, la capital, decide colocarse ella misma como conejillo de indias para desenmascarar al psicópata. Una posición peligrosísima que contará con el rechazo y el desprecio de policías, jueces, fiscales…
La película es por ello terrorífica y hasta heroica.
Refleja ese sistema judicial que ha incluido de manera tautológica todos los preceptos del Corán para incidir en el desprecio y humillación hacia las mujeres, esta vez sí, POR EL MERO HECHO DE SERLO.
La película además nos muestra la cara B de una gran ciudad de un Estado musulmán. Prostitución, drogadicción, iconoclastia pero a niveles de clandestinidad exagerados para tapar, ocultar toda la hipocresía de un sistema teocrático patriarcal de intolerable control social.
La pregunta es, ¿Ese sistema es el que queremos exportar de los países musulmanes?, ¿Qué sentido tiene favorecer una inmigración proveniente de países musulmanes donde su cosmovisión del Mundo y de la vida es antagónica a la nuestra?, ¿Por qué?, ¿Cuál es el objetivo final?
Directores como Ali Abbasi sí demuestran integración en el país de acogida y sí valoran los cánones de libertad que les han permitido desarrollarse como personas y, en el caso que nos ocupa, también como cineasta, y que les hubiera resultado imposible de haber nacido y crecido en Irán, por ejemplo.
La dirección elige un estilo frisando el docudrama para denunciar todo ese aparato de opresión e hipocresía institucionalizadas. Pronto se nos descubre la identidad del asesino en serie. Se nos muestra su vida familiar, social, la forma en la que acecha y mata a sus víctimas y es entonces cuando la película alcanza niveles insoportables de terror. Al no tratarse de ficción.