Vista Érase una vez en Hollywood, puedo decir que es cine de Tarantino para Tarantino con homenajes a un tiempo y una época con Sharon Tate que igual no gusta a todo tipo de público. Si conoces directores y grupos de música de la época, puedes disfrutarla.
Quentin da rienda suelta a sus pasiones por los homenajes y el cine del que se ha ido alimentando día a día, llegando a completar la trama con una selección musical fabulosa y una trama ingeniosa pero excesiva en diversos aspectos.
Todas las referencias y guiños que hace al cine de la época en la que se desarrolla la trama, le permite ofrecer su peculiar visión de lo que es el cine de la época para él.
Tiene buenos momentos de humor y desparpajo, combinados con otros inquietantes y excesivos que no llegan a dar forma a un relato sólido y completamente satisfactorio.
Es una película plagada de guiños y homenajes al cine que apasiona a Tarantino, pero dudo mucho que sea cine para todos los públicos y creo que va a decepcionar a más de una persona.
Érase una vez en Hollywood, queda como un homenaje de Tarantino a Tarantino y sus pasiones personales, en lo que a cine, música y pies descalzos se refiere.

Es un producto de esos que se intuyen emocionantes y emotivos, pero que a mí me ha resultado cansino, monótono y reiterativo, haciendo que me haya llegado a decepcionar considerablemente.
Va buscando emocionar y tocar la fibra sensible del espectador, explotando las gesticulaciones de la protagonista que se va a recorrer mundo con un violento y desconsiderado personaje que puede llegar a incomodar.
La historia cae en la reiteración de situaciones y todo me resultó forzado, haciendo que cada vez me fuera distanciando más de lo que se pretendía contar.
No me ha emocionado, me ha cansado y por desgracia lo que le toca vivir a la protagonista, es algo que lo han podido vivir muchas mujeres en este mundo, por eso y por otras cosas, no me encuentro con ganas para recomendarla a nadie.
La Strada, me ha resultado una película forzada en todos los sentidos y verdaderamente decepcionante. Una mala y desagradable experiencia que no repetiré.

Correcta, sencilla, interesante, sólida, breve, concisa, irregular y plausible producción que desarrolla una trama de misterio y suspense al estilo de las novelas de Agatha Christie, pero en esta ocasión con la propia escritora como protagonista del relato desarrollado.
Correcto y ajustado reparto para una producción de televisión menor que cuida cada detalle, destacando su ambientación y estilo visual.
No es una gran producción, pero logra despertar el interés del público y ofrecer una trama medianamente interesante y coherente alrededor de una falsa herencia con la que destapar los engaños y mentiras que rodean a la muerte de una mujer.
Un asunto plagado de intereses, envidias, codicias que se pueden dar en todo un drama familiar lleno de sorpresas.
La película sigue los esquemas habituales de este tipo de producciones y lo hace con acierto y corrección. Sin ser una gran obra, deja buenas sensaciones.

Aunque suene a broma, esta Huellas imborrables deja todo menos huella, tiene un comienzo prometedor e interesante con la aparición de un hermano desconocido y la búsqueda por parte de la protagonista de la verdad, pero el interés suscitado inicialmente se desvanece a medida que avanza la película.

El desarrollo de la investigación que lleva la protagonista para descubrir sus raíces y lo que pasó en el pasado resulta atractivo, pero no termina de enganchar por completo.

La película tiene un aspecto visual poco cuidado en cuanto a imagen y las interpretaciones del reparto son bastante limitadas.

El esquema argumental y la forma de presentarlo no resultan convincentes, haciendo que todo se desarrolle a trompicones, sin verdadera cohesión.

Intenta ofrecer un relato de suspense acompañado por toques de drama, pero lo hace de una forma torpe.

Puede que en otras manos y con un mejor tratamiento del relato, la película hubiera funcionado mejor, pero por desgracia no funciona ni como relato de suspense, ni como drama.

Se ve con la facilidad que se olvida, tiene el mismo efecto que las huellas que se dejan en la orilla de una playa, se borran con facilidad.

He vuelto a sentir y a emocionarme con un viejo compañero de fatigas, el eterno Rocky Balboa vuelve a recorrer los caminos de la película original, acompañando en el entrenamiento al hijo de uno de sus grandes rivales y amigos, Apollo Creed. Vuelve con fuerza, con emoción y poderío, recordando que la vida golpea más fuerte de lo que podemos imaginar y que hay que luchar contra todo.
Creed recupera el espíritu y la esencia de Rocky, vuelve a las calles y recorre los mismos caminos, realizando un homenaje plausible y altamente recomendable. No solo no decepciona, sino que entusiasma. Stallone se merece todos los reconocimientos que le lleguen, me atrevo a apostar por el Oscar.