Fascinante. Cuanto más la veo más me engancha la historia de cómo engañan al mayor cerebro británico. Romántica, divertida, intrigante y con una de las mejores partituras que compuso el gran Miklos Rozsa.
Y muy bonita por cierto (las escenas del paseo ciclista por Escocia).
Se habla mucho de lo que hubiera sido este film tal como lo pensó Wilder pero eso, desgraciadamente nunca lo veremos ni sabremos. No malgastemos tiempo en eso y disfrutemos de lo que sí quedó.
Qué bueno era Billy Wilder!!!!!!

... y le añadieran un toque de humor nórdico, podría salir algo parecido a esta película.

Empieza muy bien, pasan muchas cosas, aparecen personajes interesantes pero luego pierde fuelle pues esos personajes apenas cambian y las situaciones y conversaciones parecen repetirse. Además se hace difícil identificarse con el protagonista debido a que es ultraviolento, incluso con los suyos.

Eso sí, sorpresas, salidas de tono y algún qie otro giro inesperado amenizan la función.

Y más si es el caso de una figura como la de Napoleón y durante 30 años de su vida. Scott ha optado por contar muchos momentos del personaje lo que obliga a pocos minutos por escena y muchos saltos temporales y espaciales. Es muy complicado mantener la continuidad y el interés, y más, si dedica muchas (demasiadas) escenas a la compleja relación sentimental con Josefina (por cierto, algunas confusas, otras poco creíbles y otras repetidas).

Pero lo peor no es eso, sino que encara el personaje como si hubiera sido un ser anodino, apocado, un pelele y un poco tonto y torpe (p.ej. la escena en que la madre le anima a entrar en una habitación en la que una chica desnuda le espera para concebir un hijo). Así no se entiende que llegara a ser lo que fue Bonaparte (un tipo brillante, genial, muy ambicioso, despótico pero nunca vulgar).

A favor del film, las escenas de batallas (fantástica la de Waterloo aunque Napoleón no cargara con sus jinetes) o la coronación (inspirada en el cuadro de J.L. David)

Humor y crimen no suelen casar. Hay que ser muy bueno para conseguirlo y no es este el caso. Además los personajes principales se hacen pesados: pasado de vueltas Steiger, insulso Segal, simplona Reemick e insoportable la madre del policía.
De Jack Smight recuerdo una gran película, Harper. Pero en esta ... muy poco.

Bastante ignorado, sin embargo, Ralph Nelson firmó algunos títulos bastante conocidos en su momento (la sobrevalorada "Soldado azul") o apreciables ("Charly" con oscar para Clift Robertson, "Una tumba al amanecer" con Charlton Heston, o "Los pasos del destino" con Glenn Ford).
Aquí quiso hacer un film de denuncia política y contra el apartheid de Sudáfrica y contó con dos actores de primera: Michael Caine y Sidney Poitier. Todo a favor. Pero salió cruz. Está rodada de una manera muy torpe (la escena de la persecución en jeeps es digna de aficionados de segunda) y mezcló personajes y diálogos a medio camino entre la ironía y la imbecilidad que parecen ir contra la película: el dirigente indio de los diamantes o un absurdo-enloquecido-idiota militar sudafricano interpretado por el habitualmente brillante Nicol Williamson.
Lástima.