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5.2
1,226
7
16 de diciembre de 2012
16 de diciembre de 2012
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me apetece mencionar en primer lugar la magnífica charla que nos obsequiaron en forma de diálogo espontáneo y fresco el director, Óscar Aibar, y el guionista de lujo, Albert Sánchez Piñol en la sesión del sábado 15 de diciembre al espacio Funàtic de Lleida. Fueron quince minutos de sonrisas y confidencias sin corsés llenos de autenticidad.
La cinta se basa en un cuento breve de Albert y que transcurre en una masia aislado de la comarca del Matarranya (Teruel) entre el estallido y el final de la guerra civil española. Si pensáis que ya habéis visto todas la versiones posibles de esta guerra fratricida os equivocáis. En "el bosque" se muestra una guerra en un lugar donde la épica no es posible ("por no tener no tienen ni caciques"), se aleja del retrato simplista y políticamente correcto mezclándolo todo con elementos fantasiosos que le dan un tono lleno de magia estrafalaria, fresca y, porque no?, divertida. Estamos ante una propuesta atrevida y arriesgada que merece toda nuestra benévola comprensión para dejar de lado errares en el tempo y ensamblaje del guion para lograr apreciar una visión particular y bastante interesante.
También hay que destacar la intencionada y trabajada versión en catalán con acento marcadamente occidental (o "matarranyenc" como decía el director) como un valor añadido poco apreciado incluso dentro del ámbito catalanoparlante. Tal y cómo se afirma en una escena: "no hacemos lo que queremos, hacemos lo que podemos".
Las interpretaciones son bastante dignas con la "curiosidad", comentada en la introducción, de la participación estelar de Tom Sizemore ("Salvar al soldado Ryan" entre otros)
Recomendada para el que quiera entrar en un relato lleno de fantasía juguetona, sin engaños ni caretas fingidas en medio de una época dramática. Por todo esto se merece mucho màs.
La cinta se basa en un cuento breve de Albert y que transcurre en una masia aislado de la comarca del Matarranya (Teruel) entre el estallido y el final de la guerra civil española. Si pensáis que ya habéis visto todas la versiones posibles de esta guerra fratricida os equivocáis. En "el bosque" se muestra una guerra en un lugar donde la épica no es posible ("por no tener no tienen ni caciques"), se aleja del retrato simplista y políticamente correcto mezclándolo todo con elementos fantasiosos que le dan un tono lleno de magia estrafalaria, fresca y, porque no?, divertida. Estamos ante una propuesta atrevida y arriesgada que merece toda nuestra benévola comprensión para dejar de lado errares en el tempo y ensamblaje del guion para lograr apreciar una visión particular y bastante interesante.
También hay que destacar la intencionada y trabajada versión en catalán con acento marcadamente occidental (o "matarranyenc" como decía el director) como un valor añadido poco apreciado incluso dentro del ámbito catalanoparlante. Tal y cómo se afirma en una escena: "no hacemos lo que queremos, hacemos lo que podemos".
Las interpretaciones son bastante dignas con la "curiosidad", comentada en la introducción, de la participación estelar de Tom Sizemore ("Salvar al soldado Ryan" entre otros)
Recomendada para el que quiera entrar en un relato lleno de fantasía juguetona, sin engaños ni caretas fingidas en medio de una época dramática. Por todo esto se merece mucho màs.
9
20 de diciembre de 2022
20 de diciembre de 2022
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El techo amarillo" nace a partir de un artículo de investigación elaborado en el diario Ara por los periodistas Albert Llimós y Núria Juanico. Después de leerlo y en colaboración con ellos, la directora de cine Isabel Coixet decide contactar con las 9 chicas ––una parte de ellas pertenecientes al colectivo “Dones a escena”–– las cuales, superando sus miedos iniciales, se atreven a contar a cámara y colaborar con el proyecto. Se inicia así un camino el cual, a pesar de algunas renuncias y obstáculos, llegará a buen puerto. El proceso queda muy bien explicado en la rueda de prensa del Festival de Cine de Donostia que se puede encontrar fácilmente en la web del mismo festival y en el portal "Youtube". Esta presentación es un documento que vale la pena revisar porque permite deducir perfectamente cuáles son impedimentos que surgen a la hora de explicar los hechos i concluir con aquella máxima que siempre hay que recordar en los casos de abusos: "el encubrimiento es delito" y más teniendo en cuenta lo que cuesta demostrarlo en los numerosos casos penales abiertos en todo el estado. Tal y como dijo acertadamente una persona asistente en el preestreno que tuvo lugar en la sala Screenbox de Lleida, hay muchos "Antonios" al acecho y hay que permanecer vigilantes incluso en el ámbito doméstico.
En el apartado más técnico, cabe mencionar la experiencia i buen hacer de la directora para crear una tensión dramática lo suficientemente intensa como para mantener la atención sin abusar lo más mínimo de los aspectos más morbosos, consiguiendo, de este modo, adentrarnos en las estrategias y excesos de un abusador convertido en un auténtico embaucador a partir de su situación de poder evidenciado, por ejemplo, en una propuesta de actividades no apropiadas, que sólo sirvieron para fomentar la competitividad entre las participantes y así obtener la aprobación del "gurú".
La directora, al margen de hacer una excelente exposición de los hechos y de los testigos como documento de denuncia, consigue, al mismo tiempo, que todo se convierta en un acto creativo en cierta medida sanador para las víctimas sin abusar de una sobreexposición peligrosa. En este sentido, el haber establecido un grupo de apoyo mutuo ha sido sin duda una garantía de éxito y aceptación.
Como persona que vive en Lleida, el asunto me provoca cierta angustia y malestar hasta el punto de que no puedo dejar de mostrar cierta satisfacción por las nuevas denuncias no prescritas que ya están en manos de la fiscalía. Esperemos que el documental que nos ocupa consiga despertar conciencias personales e institucionales con el fin de avanzar en la prevención y detección de estos delitos, en especial en los ámbitos de las instituciones y entidades educativas y de ocio.
Estamos ante un documental valiente y necesario que debería tener un recorrido didáctico y que logra mostrar y alentar a la vez a partir de una realización dramática muy lograda y meticulosa. (9)
En el apartado más técnico, cabe mencionar la experiencia i buen hacer de la directora para crear una tensión dramática lo suficientemente intensa como para mantener la atención sin abusar lo más mínimo de los aspectos más morbosos, consiguiendo, de este modo, adentrarnos en las estrategias y excesos de un abusador convertido en un auténtico embaucador a partir de su situación de poder evidenciado, por ejemplo, en una propuesta de actividades no apropiadas, que sólo sirvieron para fomentar la competitividad entre las participantes y así obtener la aprobación del "gurú".
La directora, al margen de hacer una excelente exposición de los hechos y de los testigos como documento de denuncia, consigue, al mismo tiempo, que todo se convierta en un acto creativo en cierta medida sanador para las víctimas sin abusar de una sobreexposición peligrosa. En este sentido, el haber establecido un grupo de apoyo mutuo ha sido sin duda una garantía de éxito y aceptación.
Como persona que vive en Lleida, el asunto me provoca cierta angustia y malestar hasta el punto de que no puedo dejar de mostrar cierta satisfacción por las nuevas denuncias no prescritas que ya están en manos de la fiscalía. Esperemos que el documental que nos ocupa consiga despertar conciencias personales e institucionales con el fin de avanzar en la prevención y detección de estos delitos, en especial en los ámbitos de las instituciones y entidades educativas y de ocio.
Estamos ante un documental valiente y necesario que debería tener un recorrido didáctico y que logra mostrar y alentar a la vez a partir de una realización dramática muy lograda y meticulosa. (9)

7.3
623
8
13 de noviembre de 2024
13 de noviembre de 2024
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Amal" no es para quienes buscan una dosis de buenismo cinematográfico. Esta obra dirigida por el marroquí afincado en Bélgica Jawad Rhalib, especialista en documental, no se esconde detrás de ningún discurso acomodado o de medio pelo. Aquí, los protagonistas no son héroes de manual, ni las soluciones que se plantean llegan envueltas en lazos de colores. "Amal" es un puñetazo directo a las conciencias que a menudo miran hacia otro lado o practican la hipocresía.
La película orbita en torno a la prodigiosa interpretación protagonista de Lubna Azabal, una profesora de literatura francesa en un instituto de Bruselas. Ella, que es musulmana y laica, comprueba cómo el fanatismo religioso penetra en su centro y en su entorno. El conflicto estalla cuando Monia, una adolescente aparentemente lesbiana, es brutalmente asediada por sus compañeros de clase, seguidores radicalizados por el salafismo.
Desde el primer plano, la película nos lanza directamente a una realidad brutal e incómoda: el rechazo visceral hacia la homosexualidad en ciertos círculos religiosos. Pero ésta no será una clase magistral de tolerancia y diálogo interreligioso; no, aquí "Amal" se planta con firmeza y clama que "Alá no tiene ni voz ni voto" en el aula.
Se utiliza una estética de cámara al hombro con un estilo que recuerda a los hermanos Dardenne, pero añadiendo una tensión que nos mantiene enganchados a la butaca. Este enfoque combina el realismo desnudo con momentos de intensidad que corta el aliento. Las diferentes escenas bien encadenadas y cuidadosamente trabajadas, aportan un dinamismo visual que subraya la crudeza del relato.
Pero, ¿qué hace que la película sea una obra tan impactante? Su valentía por señalar con el dedo, sin miedo, hacia los responsables del sectarismo intransigente. En tiempos donde la corrección política a menudo limita las narrativas, "Amal" rompe con estos moldes y se adentra en las aguas turbias del debate religioso, social y cultural. Aquí no hay sitio para soluciones fáciles ni para discursos apaciguadores.
El desenlace, inesperado y desgarrador, es la guinda de un pastel que nos deja con más preguntas que respuestas, pero también con la sensación y el privilegio de haber asistido a una auténtica lección de coraje cinematográfico. Porque "Amal" no sólo nos cuenta una historia; nos sacude, nos hace reflexionar y, sobre todo, nos recuerda la urgente necesidad de más voces como la de Jawad Rhalib.
Esta película que no debe verse con el ánimo de ligero entretenimiento, sino con la voluntad de comprenderla mejor, por mucho que esto nos incomode. Regálese un viaje intenso e incómodo que despierta conciencias para combatir fanatismos radicalizados de cualquier tendencia. (8)
La película orbita en torno a la prodigiosa interpretación protagonista de Lubna Azabal, una profesora de literatura francesa en un instituto de Bruselas. Ella, que es musulmana y laica, comprueba cómo el fanatismo religioso penetra en su centro y en su entorno. El conflicto estalla cuando Monia, una adolescente aparentemente lesbiana, es brutalmente asediada por sus compañeros de clase, seguidores radicalizados por el salafismo.
Desde el primer plano, la película nos lanza directamente a una realidad brutal e incómoda: el rechazo visceral hacia la homosexualidad en ciertos círculos religiosos. Pero ésta no será una clase magistral de tolerancia y diálogo interreligioso; no, aquí "Amal" se planta con firmeza y clama que "Alá no tiene ni voz ni voto" en el aula.
Se utiliza una estética de cámara al hombro con un estilo que recuerda a los hermanos Dardenne, pero añadiendo una tensión que nos mantiene enganchados a la butaca. Este enfoque combina el realismo desnudo con momentos de intensidad que corta el aliento. Las diferentes escenas bien encadenadas y cuidadosamente trabajadas, aportan un dinamismo visual que subraya la crudeza del relato.
Pero, ¿qué hace que la película sea una obra tan impactante? Su valentía por señalar con el dedo, sin miedo, hacia los responsables del sectarismo intransigente. En tiempos donde la corrección política a menudo limita las narrativas, "Amal" rompe con estos moldes y se adentra en las aguas turbias del debate religioso, social y cultural. Aquí no hay sitio para soluciones fáciles ni para discursos apaciguadores.
El desenlace, inesperado y desgarrador, es la guinda de un pastel que nos deja con más preguntas que respuestas, pero también con la sensación y el privilegio de haber asistido a una auténtica lección de coraje cinematográfico. Porque "Amal" no sólo nos cuenta una historia; nos sacude, nos hace reflexionar y, sobre todo, nos recuerda la urgente necesidad de más voces como la de Jawad Rhalib.
Esta película que no debe verse con el ánimo de ligero entretenimiento, sino con la voluntad de comprenderla mejor, por mucho que esto nos incomode. Regálese un viaje intenso e incómodo que despierta conciencias para combatir fanatismos radicalizados de cualquier tendencia. (8)

7.0
48,432
8
7 de octubre de 2017
7 de octubre de 2017
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la primera "Blade Runner" es una película matrícula de honor. Es normal que con 35 años nadie se haya atrevido a hacer una secuela porque el listón era casi insuperable.
Denis Villenueve (con las destacadas "La llegada" y "Prisoners") supera la prueba con una valentía previa reconocida y con un resultado final cargado de elegancia y marca propia. El reto no era fácil para la sistemática comparativa que de forma inevitable tenía que soportar.
Vayamos por partes. El guión y la trama tienen su parte sorpresiva pero tampoco estamos ante diálogos ingeniosos o complejos. No hay en ningún momento enigmas indescifrables que nos obliguen a estrujar el cerebro. Con personajes que hablan más a través de los silencios y actitudes que con la conversación se muestra todo el entramado sin subterfugios ni engaños. La intención va más encaminada a mostrar ambientaciones densas y opresivas en un futuro distópico al tiempo que, de forma bien sugerida, se nos van presentando aquellas preguntas existenciales en torno a los recuerdos, lo que nos diferencia como humanos de unos androides que están fabricados y no nacidos, la conciencia de finitud o la complejidad de las emociones. Una intención que se consigue con creces y que supera con nota el obstáculo de tener una duración desmedida. Efectivamente, en algún momento parece que se atasca todo, pero siempre nos sale a socorrer una fotografía espléndida en unos entornos enigmáticos y llenos de detalles que, además, se configuran como un universo particular huyendo de una estricta imitación de la primera parte .
De todas formas he echado de menos el atrevimiento y la capacidad de seducción de los personajes secundarios además de la música singular de Vangelis sin desmerecer un Hans Zimmer que, cuando aparece, cumple perfectamente la función de inquietar poderosamente.
Ante la pregunta si es necesario ver la primera parte para aquel que todavía no lo haya hecho la respuesta es un si contundente en el caso de que queramos disfrutar de todos los espejos y homenajes que podremos encontrar en la película que nos ocupa.
Dos horas y cuarenta minutos que merecen pasar por taquilla para dejarnos inundar de un cine meritorio por su espectacularidad, su capacidad de transmitir trascendencia sin agobiar a pesar de que la lucha por superar el original ya estuviera perdida de entrada. (8,5/10)
http://bit.ly/2y6qmbX
Denis Villenueve (con las destacadas "La llegada" y "Prisoners") supera la prueba con una valentía previa reconocida y con un resultado final cargado de elegancia y marca propia. El reto no era fácil para la sistemática comparativa que de forma inevitable tenía que soportar.
Vayamos por partes. El guión y la trama tienen su parte sorpresiva pero tampoco estamos ante diálogos ingeniosos o complejos. No hay en ningún momento enigmas indescifrables que nos obliguen a estrujar el cerebro. Con personajes que hablan más a través de los silencios y actitudes que con la conversación se muestra todo el entramado sin subterfugios ni engaños. La intención va más encaminada a mostrar ambientaciones densas y opresivas en un futuro distópico al tiempo que, de forma bien sugerida, se nos van presentando aquellas preguntas existenciales en torno a los recuerdos, lo que nos diferencia como humanos de unos androides que están fabricados y no nacidos, la conciencia de finitud o la complejidad de las emociones. Una intención que se consigue con creces y que supera con nota el obstáculo de tener una duración desmedida. Efectivamente, en algún momento parece que se atasca todo, pero siempre nos sale a socorrer una fotografía espléndida en unos entornos enigmáticos y llenos de detalles que, además, se configuran como un universo particular huyendo de una estricta imitación de la primera parte .
De todas formas he echado de menos el atrevimiento y la capacidad de seducción de los personajes secundarios además de la música singular de Vangelis sin desmerecer un Hans Zimmer que, cuando aparece, cumple perfectamente la función de inquietar poderosamente.
Ante la pregunta si es necesario ver la primera parte para aquel que todavía no lo haya hecho la respuesta es un si contundente en el caso de que queramos disfrutar de todos los espejos y homenajes que podremos encontrar en la película que nos ocupa.
Dos horas y cuarenta minutos que merecen pasar por taquilla para dejarnos inundar de un cine meritorio por su espectacularidad, su capacidad de transmitir trascendencia sin agobiar a pesar de que la lucha por superar el original ya estuviera perdida de entrada. (8,5/10)
http://bit.ly/2y6qmbX
7
22 de agosto de 2023
22 de agosto de 2023
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diego (un Alberto Ammann perfecto) es un urbanista de origen venezolano y Elena (una Bruna Cusí excepcional) es bailarina que suben a un típico taxi barcelonés para tomar un vuelo a Nueva York con la intención de iniciar un nuevo proyecto vital los dos juntos. Dentro de una primera escena de una extraordinaria cotidianidad pero que ya nos anticipa algo e inicia una temprana angustia, Diego busca el pasaporte y no lo encuentra hasta después de unos segundos. Se trata de una clara anticipación del interrogatorio minucioso e inhumano que tendrán que soportar precisamente en el control de pasaportes de entrada a los EEUU.
Una pequeña y sencilla película, con una duración de sólo 77 minutos, alcanza dos hitos que en cine son fundamentales. En primer lugar mantener una tensión dramática de thriller con un guión, una cámara y un montaje hecho como si de una pieza de artesanía se tratara. Cada una de las frases, cortes o planos están comunicando algo o incrementando el crescendo de sospechas e incógnitas que se van planteando. La segunda pata que sustenta todo el entramado es la idea y el mensaje que se está transmitiendo de una forma sutil y suficientemente explícita: la fragilidad del individuo o de una relación ante la aparición forzada o no de la duda , la incertidumbre o el mismo miedo. Fragilidad que se acentúa exponencialmente si a las personas en cuestión se les coloca la etiqueta "de extranjeros con dudosas intenciones".
La fuerza de la película te impregna sin piedad para transmitirte con acierto una inquietud mezclada de tenebrosas sospechas que desmenuzan sin contemplaciones la percepción inicial de inocencia absoluta de la pareja, mientras los dos protagonistas nos muestran desde la excelencia interpretativa su desesperación ante el absurdo que están viviendo. Absurdo que no deja de ser una metáfora bien llevada de un tiempo en el que la desconfianza inducida y el control nos abocan a una angustiosa incertidumbre permanente.
Ópera prima a cuatro manos de dos realizadores (Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez) que desde una austeridad evidente firman una propuesta atractiva, entretenida y reflexiva en torno a unos hechos que, por rutinarios, los convertimos en insustanciales cuando en realidad son un síntoma maléfico de unos tiempos de furia. (7)
Una pequeña y sencilla película, con una duración de sólo 77 minutos, alcanza dos hitos que en cine son fundamentales. En primer lugar mantener una tensión dramática de thriller con un guión, una cámara y un montaje hecho como si de una pieza de artesanía se tratara. Cada una de las frases, cortes o planos están comunicando algo o incrementando el crescendo de sospechas e incógnitas que se van planteando. La segunda pata que sustenta todo el entramado es la idea y el mensaje que se está transmitiendo de una forma sutil y suficientemente explícita: la fragilidad del individuo o de una relación ante la aparición forzada o no de la duda , la incertidumbre o el mismo miedo. Fragilidad que se acentúa exponencialmente si a las personas en cuestión se les coloca la etiqueta "de extranjeros con dudosas intenciones".
La fuerza de la película te impregna sin piedad para transmitirte con acierto una inquietud mezclada de tenebrosas sospechas que desmenuzan sin contemplaciones la percepción inicial de inocencia absoluta de la pareja, mientras los dos protagonistas nos muestran desde la excelencia interpretativa su desesperación ante el absurdo que están viviendo. Absurdo que no deja de ser una metáfora bien llevada de un tiempo en el que la desconfianza inducida y el control nos abocan a una angustiosa incertidumbre permanente.
Ópera prima a cuatro manos de dos realizadores (Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez) que desde una austeridad evidente firman una propuesta atractiva, entretenida y reflexiva en torno a unos hechos que, por rutinarios, los convertimos en insustanciales cuando en realidad son un síntoma maléfico de unos tiempos de furia. (7)
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