Joya de la ciencia-ficción que hará las delicias de los aficionados al género. Efectos analógicos 100%: maquetas, actores disfrazados de androides y de mutantes, trajes futuristas con diseños típicos de la primera mitad de los sesenta, trucajes visuales exclusivos del formato en celuloide... Y un guion muy bien trabado, que no deja huecos y consigue mantener el interés dutante toda la cinta.

El reparto, con actores y actrices poco conocidos, cumple con creces aunque siguiendo, eso sí, los cánones de interpretación de las producciones de serie B, o de las series de SciFi típicas de la época, en cuya categoría sin duda cabe encuadrar "Los viajeros del tiempo".

En definitiva, una película ideal para seguir mientras se sestea apaciblemente un sábado por la tarde; o para convertir cualquier noche de insomnio en un dulce sueño inolvidable. Y es que "Los viajeros del tiempo", al igual que la estatuilla de "El halcón maltés", está hecha con la materia de la que se hacen los sueños.

¡Es una locura! Sí, puede parecer una locura, pero se hizo realidad. Y es maravilloso ver como el pequeño cómico judío octogenario, con todos sus tics, manías y su humor absurdo, profana el templo del Gran Imperio Comercial-Mediático-Online del primer cuarto de siglo.

Y es que ahí está Woody Allen, contando para Amazon una historia de hace 50 años, en el mismo tono que hubiera empleado un antropólogo al narrar las peripecias de una familia de Neardenthales en Altamira. Los humanos somos eso, monos evolucionados. Pero monos, al fin y al cabo.

Un 10, le doy un 10 como un castillo. Le doy el 10 más grande que he puesto en mi vida.

Y me quedo tan ancho. Por algo soy doctor en Metafísica (pero no le digan a nadie que me dictó la tesis el fantasma de un antiguo catedrático finado. Homenaje a Caparrós :·)

Los documentales sobre figuras del deporte constituyen un subgénero del que "El último partido" es un excelente ejemplo. Bien narrado a partir de entrevistas, con personajes relevantes y con el propio Johan Cruyff, constituye un certero testimonio de lo que significó este futbolista y entrenador genial, y de la enorme influencia que ejerció en un club y en un pueblo.

Con momentos de humor, otros emotivos y algunos, no pocos, de reflexión política y social, el conjunto del documental transmite en gran medida la personalidad humana de Cruyff, haciendo accesibles muchos de los aspectos más sorprendentes de su filosofía de vida.

Recomendable no solo para los aficionados del Barça, sino para todo cinéfilo que esté abierto a tratar de comprender los nuevos senderos por los que discurre el audiovisual contemporáneo.

Pieza cumbre de la cinematografía de Pedro Almodóvar, digna de pertenecer al club de las obras maestras que en el momento espacio-temporal de su realización vieron confluir una pluralidad de elementos únicos, irrepetibles, que la convierten en una experiencia sin igual. Gana con cada nuevo visionado, enganchando al espectador con su ritmo perfectamente equilibrado y la brillantez de su puesta en escena. Y el reparto, conjurado en una suerte de estado de gracia al servicio de un Almodóvar convertido en testimonio de la España postfranquista, de la Movida Madrileña y del diseño que configuró la Marca España para toda una generación, a nivel nacional e internacional.

Te atrapa desde el primer título de crédito y el primer acorde del "Soy infeliz", de Lola Beltrán. Sus colores son como las gomas Milán de Nata. Dan ganas de comértelos. Y después aparece Carmen Maura, en plan diva de Hollywood, marcándose una intepretación que te deja boquiabierto. Y Fernando Guillén, haciéndote recordar en un segundo a todos los grandes nombres de la mejor tradición de los comediantes españoles del mundo del teatro. Y María Barranco, en el mejor papel de su vida. Y Banderas, demostrando que es el mejor actor de su generación. Y Rossy de Palma, más guapa que nunca. Y Loles León, mascando chiclé y mirándote de arriba a abajo, con descaro.

Sí, yo fui uno de aquellos adolescentes que iban a ver una y otra vez "Pepi, Luci y Bom..." en las primeras sesiones golfas de los 80, los viernes a las 00:30 hs. de la noche, en el cine Casablanca del Paseo de Gracia de Barcelona. Aquellos jóvenes catalanes que mirábamos con sana envidia hacia la capital, contagiándonos del hedonismo que se vivía en el Madrid de la Movida, sintiéndonos partícipes de una explosión de creatividad que abarcaba la música, la pintura, el cine, el cómic, la literatura, el periodismo, el diseño... Una Edad de Oro que encumbró a Paloma Chamorro, Pedro Almodóvar, Miquel Barceló, Gabinete Caligari, Alaska, Santiago Auserón, etc. en el Olimpo del Arte y de la Experiencia de Saborear la Vida así, con mayúsculas.

La película contiene siete historias en las que Baichwal entrevista a personas sobre sus experiencias con los rayos. Habla con el novelista y guionista estadounidense Paul Auster, el dramaturgo canadiense James O'Reilly, y el autor y veterano de la Marina estadounidense Dannion Brinkley. También entrevista a un cazador de tormentas en Francia, y a un grupo de madres mexicanas que aceptan la pérdida de sus hijos a manos de un rayo en una fiesta religiosa como "la voluntad de Dios". También investiga una comunidad religiosa Yoruba en Ruanda que adora al dios del rayo Shango. Las reacciones en cada uno de los sujetos de varían considerablemente, desde considerar el suceso como un "acto de Dios" hasta contemplarlo como la "mecánica de la realidad".