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7.8
5,502
10
15 de mayo de 2025
15 de mayo de 2025
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Obra maestra de Jean Vigo, un director que, con solo cuatro películas y antes de morir a los 29 años, logró cautivar a generaciones.
Jean Vigo dirigió apenas tres películas completas: dos de ellas fueron documentales y una un mediometraje. Su obra cumbre fue L'Atalante (1934), su última película, ya que fallecería ese mismo año.
L'Atalante (1934) representa la cima del cine de autor. Con ella, Vigo alcanzó la excelencia y la inmortalidad en el séptimo arte. Su fusión de drama, romance y viaje en barco forma el alma de una obra profundamente poética.
El uso de la cámara, los silencios que dicen más que las palabras, los encuadres y la historia de amor crean una experiencia cinematográfica envolvente. Su visionado permanece en la memoria: es imposible olvidar sus escenas.
Con una duración de apenas 82 minutos, L'Atalante logra una perfección que quizás se perdería si su metraje se extendiera a 240 minutos. Parte de su magia e inmortalidad reside en su brevedad y precisión.
El guion, sencillo y sincero, junto a una producción alejada de presupuestos excesivos, se combina con una música que logra una sinergia perfecta con cada plano, ángulo y escena.
Si amas el séptimo arte, L'Atalante es una película que debes ver al menos una vez en la vida.
Jean Vigo dirigió apenas tres películas completas: dos de ellas fueron documentales y una un mediometraje. Su obra cumbre fue L'Atalante (1934), su última película, ya que fallecería ese mismo año.
L'Atalante (1934) representa la cima del cine de autor. Con ella, Vigo alcanzó la excelencia y la inmortalidad en el séptimo arte. Su fusión de drama, romance y viaje en barco forma el alma de una obra profundamente poética.
El uso de la cámara, los silencios que dicen más que las palabras, los encuadres y la historia de amor crean una experiencia cinematográfica envolvente. Su visionado permanece en la memoria: es imposible olvidar sus escenas.
Con una duración de apenas 82 minutos, L'Atalante logra una perfección que quizás se perdería si su metraje se extendiera a 240 minutos. Parte de su magia e inmortalidad reside en su brevedad y precisión.
El guion, sencillo y sincero, junto a una producción alejada de presupuestos excesivos, se combina con una música que logra una sinergia perfecta con cada plano, ángulo y escena.
Si amas el séptimo arte, L'Atalante es una película que debes ver al menos una vez en la vida.

8.1
3,403
10
14 de mayo de 2025
14 de mayo de 2025
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El director Hiroshi Teshigahara nos dejó en su filmografía dos películas inolvidables. Ambas deberían ser de visión obligada para todo aquel que diga: “Me gusta el cine”.
La mujer de la arena (1964) es, sin duda, una de las más grandes obras de la historia del cine. Esta no es una crítica convencional, sino un acto de reivindicación: sus 147 minutos son una experiencia cinematográfica magistral, absorbente y única.
Lejos de las superproducciones, de los grandes presupuestos y del desfile de actores de renombre, esta película nos entrega un guion impecable y un tema que, hasta hoy, sigue siendo inexplorado con semejante profundidad. Aunque su planteamiento es aparentemente sencillo, su contenido es de una riqueza visual y conceptual que la convierte en una obra maestra. La fotografía en blanco y negro no le resta, sino que le otorga una belleza hipnótica: las arenas parecen tener color propio, textura, vida.
Teshigahara logra crear un universo claustrofóbico y envolvente, donde uno queda atrapado —como su protagonista— entre las dunas, la rutina, el deseo y la angustia existencial. La película es valiente, tanto por sus escenas cargadas de violencia y humanidad, como por su tratamiento sugestivo de temas tabú como el sexo.
La música, minimalista y absorbente, potencia aún más esa atmósfera onírica e inquietante.
Recomiendo esta obra a todos los verdaderos amantes del cine. Es una experiencia que deja huella y que, una vez vista, no se puede olvidar.
Y ya que estamos, no dejen pasar El rostro ajeno (1966), otra joya de Teshigahara, semi desconocida, pero igualmente imprescindible. Un relato profundamente perturbador sobre la identidad, la máscara social y la despersonalización en la modernidad. Si La mujer de la arena es un viaje al encierro físico y emocional, El rostro ajeno es una exploración filosófica de lo que somos cuando dejamos de ser nosotros mismos.
Ambas películas son dos pilares de un cine que no se conforma con contar una historia, sino que nos lanza a preguntas esenciales sobre el ser humano.
La mujer de la arena (1964) es, sin duda, una de las más grandes obras de la historia del cine. Esta no es una crítica convencional, sino un acto de reivindicación: sus 147 minutos son una experiencia cinematográfica magistral, absorbente y única.
Lejos de las superproducciones, de los grandes presupuestos y del desfile de actores de renombre, esta película nos entrega un guion impecable y un tema que, hasta hoy, sigue siendo inexplorado con semejante profundidad. Aunque su planteamiento es aparentemente sencillo, su contenido es de una riqueza visual y conceptual que la convierte en una obra maestra. La fotografía en blanco y negro no le resta, sino que le otorga una belleza hipnótica: las arenas parecen tener color propio, textura, vida.
Teshigahara logra crear un universo claustrofóbico y envolvente, donde uno queda atrapado —como su protagonista— entre las dunas, la rutina, el deseo y la angustia existencial. La película es valiente, tanto por sus escenas cargadas de violencia y humanidad, como por su tratamiento sugestivo de temas tabú como el sexo.
La música, minimalista y absorbente, potencia aún más esa atmósfera onírica e inquietante.
Recomiendo esta obra a todos los verdaderos amantes del cine. Es una experiencia que deja huella y que, una vez vista, no se puede olvidar.
Y ya que estamos, no dejen pasar El rostro ajeno (1966), otra joya de Teshigahara, semi desconocida, pero igualmente imprescindible. Un relato profundamente perturbador sobre la identidad, la máscara social y la despersonalización en la modernidad. Si La mujer de la arena es un viaje al encierro físico y emocional, El rostro ajeno es una exploración filosófica de lo que somos cuando dejamos de ser nosotros mismos.
Ambas películas son dos pilares de un cine que no se conforma con contar una historia, sino que nos lanza a preguntas esenciales sobre el ser humano.

7.7
4,243
10
14 de mayo de 2025
14 de mayo de 2025
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El director Kaneto Shindô nos ofreció grandes obras maestras a lo largo de su filmografía, películas que todo amante del séptimo arte debería ver al menos una vez en la vida. Entre ellas destacan:
Los niños de Hiroshima (1952), La zanja (1954), La isla desnuda (1960), Humano (1962), Madre (1963), El gato negro (Kuroneko) (1968), El árbol sin hojas (1986) y La extraña historia de Oyuki (1992).
Sin embargo, fue en el año 1964 cuando el director dio un giro trascendental a su carrera, presentando la que muchos consideran su obra cumbre: Onibaba.
Aunque sus películas anteriores ya eran auténticas joyas cinematográficas, el cambio de registro que ofreció en Onibaba fue espectacular. La fusión de los géneros de terror y lo sobrenatural, ambientados en el Japón feudal y combinados con el drama y elementos fantásticos, resultó en un éxito rotundo.
La atmósfera que se respira en la película sumerge al espectador en un clima de agonía y tensión constante. El guion y el desarrollo de la historia son extraordinarios; la música y el maquillaje constituyen el alma de la cinta, mientras que las escenas de lucha y la violencia son su sello distintivo.
La temática fantasmagórica y la presencia constante de la muerte son, sin duda, los elementos más atrayentes de esta obra maestra.
Recomiendo encarecidamente a todos los amantes del cine que vean esta joya del séptimo arte.
Los niños de Hiroshima (1952), La zanja (1954), La isla desnuda (1960), Humano (1962), Madre (1963), El gato negro (Kuroneko) (1968), El árbol sin hojas (1986) y La extraña historia de Oyuki (1992).
Sin embargo, fue en el año 1964 cuando el director dio un giro trascendental a su carrera, presentando la que muchos consideran su obra cumbre: Onibaba.
Aunque sus películas anteriores ya eran auténticas joyas cinematográficas, el cambio de registro que ofreció en Onibaba fue espectacular. La fusión de los géneros de terror y lo sobrenatural, ambientados en el Japón feudal y combinados con el drama y elementos fantásticos, resultó en un éxito rotundo.
La atmósfera que se respira en la película sumerge al espectador en un clima de agonía y tensión constante. El guion y el desarrollo de la historia son extraordinarios; la música y el maquillaje constituyen el alma de la cinta, mientras que las escenas de lucha y la violencia son su sello distintivo.
La temática fantasmagórica y la presencia constante de la muerte son, sin duda, los elementos más atrayentes de esta obra maestra.
Recomiendo encarecidamente a todos los amantes del cine que vean esta joya del séptimo arte.
7 de mayo de 2025
7 de mayo de 2025
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El actor Toshirô Mifune, fetiche del director Akira Kurosawa, tuvo una destacada trayectoria fuera del cine japonés con películas como La sombra del lobo (1992), El reto del samurái (1982), La espada del samurái (1981), Inchon (1981), la miniserie Shogun (1980), 1941 (1979), Emboscada en Extremo Oriente (1975), La batalla de Midway (1976), Sol rojo (1971) y Grand Prix (1966).
Pero mucho antes de todas estas producciones, Mifune tuvo su primera incursión en el país azteca: México. Allí interpretó a Pío en Ánimas Trujano (El hombre importante) (1961). La apuesta fue arriesgada: un japonés haciendo el papel de un mexicano. Esta película es semi desconocida para muchos y olvidada por otros.
Recientemente he tenido la oportunidad de verla, y sin duda es una de las mejores películas en la historia del cine mexicano. El director Ismael Rodríguez nos ofreció una obra sencilla, pero con un guion sólido, lleno de escenas cargadas de crítica social.
Toshirô Mifune entregó una interpretación poderosa, con carácter. Aunque algunos de sus gestos japoneses se perciben en su actuación, resulta totalmente creíble en su papel.
Es una película digna de ser vista y recordada, especialmente por representar el inicio de la carrera internacional de este gran actor fuera de Japón.
Pero mucho antes de todas estas producciones, Mifune tuvo su primera incursión en el país azteca: México. Allí interpretó a Pío en Ánimas Trujano (El hombre importante) (1961). La apuesta fue arriesgada: un japonés haciendo el papel de un mexicano. Esta película es semi desconocida para muchos y olvidada por otros.
Recientemente he tenido la oportunidad de verla, y sin duda es una de las mejores películas en la historia del cine mexicano. El director Ismael Rodríguez nos ofreció una obra sencilla, pero con un guion sólido, lleno de escenas cargadas de crítica social.
Toshirô Mifune entregó una interpretación poderosa, con carácter. Aunque algunos de sus gestos japoneses se perciben en su actuación, resulta totalmente creíble en su papel.
Es una película digna de ser vista y recordada, especialmente por representar el inicio de la carrera internacional de este gran actor fuera de Japón.
Serie

7.3
2,739
5
26 de abril de 2025
26 de abril de 2025
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El creador Taylor Sheridan nos ofrece la segunda temporada de su serie 1923 (2022).
Con esto, Sheridan cierra la trilogía de series compuesta por Yellowstone (2018) y 1883 (2021). Aunque no fueron rodadas cronológicamente, el éxito del universo Yellowstone nos ha fascinado.
Aunque 1923 (2022) me parece la más floja de las tres series, no deja de ser buena. Esperaba más de Harrison Ford, mientras que Helen Mirren, como siempre, está por encima de lo que se espera de ella.
Por otro lado, los actores Brandon Sklenar y Julia Schlaepfer nos sorprenden y nos regalan interpretaciones muy por encima de lo esperado. También destaco a Timothy Dalton como el villano de la serie: un papel muy bien logrado.
Lamentablemente, la segunda temporada es más débil que la primera. El guion es simple y no logra sorprender, aunque cumple con su función.
Grandes paisajes, violencia, sangre y la precuela del inmortal Yellowstone (2018).
Pudo haber sido mejor, pero con lo que nos han ofrecido, al menos para mí, cumple con lo esperado.
Juzguen ustedes.
Critica de la temporada 1
El creador Taylor Sheridan nos ofrece la continuación de 1883, la serie continúa la historia de la familia y del poderoso rancho. Aunque la segunda serie pierde la esencia de la primera propuesta. La primera temporada nos presenta un guión y una historia que a veces es difícil de seguir y entender, aunque sigue teniendo algo atrayente. La serie tiene una segunda temporada qué habrá que esperar a verla, espero que en ella se resuelvan algunas preguntas que no logra contestar la primera temporada. Harrison Ford y Helen Mirren nos ofrecen una espectacular intervención.
La segunda serie de está trilogia pierde fuerza, y sobre todo no tiene ese toque épico de la serie anterior
Con esto, Sheridan cierra la trilogía de series compuesta por Yellowstone (2018) y 1883 (2021). Aunque no fueron rodadas cronológicamente, el éxito del universo Yellowstone nos ha fascinado.
Aunque 1923 (2022) me parece la más floja de las tres series, no deja de ser buena. Esperaba más de Harrison Ford, mientras que Helen Mirren, como siempre, está por encima de lo que se espera de ella.
Por otro lado, los actores Brandon Sklenar y Julia Schlaepfer nos sorprenden y nos regalan interpretaciones muy por encima de lo esperado. También destaco a Timothy Dalton como el villano de la serie: un papel muy bien logrado.
Lamentablemente, la segunda temporada es más débil que la primera. El guion es simple y no logra sorprender, aunque cumple con su función.
Grandes paisajes, violencia, sangre y la precuela del inmortal Yellowstone (2018).
Pudo haber sido mejor, pero con lo que nos han ofrecido, al menos para mí, cumple con lo esperado.
Juzguen ustedes.
Critica de la temporada 1
El creador Taylor Sheridan nos ofrece la continuación de 1883, la serie continúa la historia de la familia y del poderoso rancho. Aunque la segunda serie pierde la esencia de la primera propuesta. La primera temporada nos presenta un guión y una historia que a veces es difícil de seguir y entender, aunque sigue teniendo algo atrayente. La serie tiene una segunda temporada qué habrá que esperar a verla, espero que en ella se resuelvan algunas preguntas que no logra contestar la primera temporada. Harrison Ford y Helen Mirren nos ofrecen una espectacular intervención.
La segunda serie de está trilogia pierde fuerza, y sobre todo no tiene ese toque épico de la serie anterior
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