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Voto de Sebastián :
10
Voto de Sebastián :
10
7.7
4,243
Drama. Fantástico. Terror
En el Japón medieval, la madre y la esposa de un guerrero esperan su vuelta del frente. Sobreviven engañando a los soldados perdidos en los campos, a los que asesinan para luego vender sus pertenencias... (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2025
14 de mayo de 2025
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El director Kaneto Shindô nos ofreció grandes obras maestras a lo largo de su filmografía, películas que todo amante del séptimo arte debería ver al menos una vez en la vida. Entre ellas destacan:
Los niños de Hiroshima (1952), La zanja (1954), La isla desnuda (1960), Humano (1962), Madre (1963), El gato negro (Kuroneko) (1968), El árbol sin hojas (1986) y La extraña historia de Oyuki (1992).
Sin embargo, fue en el año 1964 cuando el director dio un giro trascendental a su carrera, presentando la que muchos consideran su obra cumbre: Onibaba.
Aunque sus películas anteriores ya eran auténticas joyas cinematográficas, el cambio de registro que ofreció en Onibaba fue espectacular. La fusión de los géneros de terror y lo sobrenatural, ambientados en el Japón feudal y combinados con el drama y elementos fantásticos, resultó en un éxito rotundo.
La atmósfera que se respira en la película sumerge al espectador en un clima de agonía y tensión constante. El guion y el desarrollo de la historia son extraordinarios; la música y el maquillaje constituyen el alma de la cinta, mientras que las escenas de lucha y la violencia son su sello distintivo.
La temática fantasmagórica y la presencia constante de la muerte son, sin duda, los elementos más atrayentes de esta obra maestra.
Recomiendo encarecidamente a todos los amantes del cine que vean esta joya del séptimo arte.
Los niños de Hiroshima (1952), La zanja (1954), La isla desnuda (1960), Humano (1962), Madre (1963), El gato negro (Kuroneko) (1968), El árbol sin hojas (1986) y La extraña historia de Oyuki (1992).
Sin embargo, fue en el año 1964 cuando el director dio un giro trascendental a su carrera, presentando la que muchos consideran su obra cumbre: Onibaba.
Aunque sus películas anteriores ya eran auténticas joyas cinematográficas, el cambio de registro que ofreció en Onibaba fue espectacular. La fusión de los géneros de terror y lo sobrenatural, ambientados en el Japón feudal y combinados con el drama y elementos fantásticos, resultó en un éxito rotundo.
La atmósfera que se respira en la película sumerge al espectador en un clima de agonía y tensión constante. El guion y el desarrollo de la historia son extraordinarios; la música y el maquillaje constituyen el alma de la cinta, mientras que las escenas de lucha y la violencia son su sello distintivo.
La temática fantasmagórica y la presencia constante de la muerte son, sin duda, los elementos más atrayentes de esta obra maestra.
Recomiendo encarecidamente a todos los amantes del cine que vean esta joya del séptimo arte.