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6.4
1,730
8
18 de junio de 2018
18 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blithe Spirit (Un espíritu Burlón) (1945) Es una película dirigida por David Lean quien inició su andadura cinematográfica pasando por diferentes facetas entre las cuales: ayudante de cámara, montador y director. Su extensa y admirada producción internacional dejó para la historia del cine inolvidables páginas de carácter universal: Breve encuentro (1945), Oliver Twist (1948), El déspota (1953), El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) o la inmortal Doctor Zhivago (1965) entre una larga y fructífera realización cinematográfica.
El guionizado Blithe Spirit del propio Noel Coward, autor de la exitosa comedia teatral de mismo nombre, imprimió a los diálogos, incluso a las escenas de interior una más que aceptable similitud de ambientación teatral. A excepción de algunas escenas en exteriores, el desarrollo de los acontecimientos en interiores la no dispersión de las localizaciones imprime más carácter teatral si cabe, a las diferentes interpretaciones.
Edith (Jacqueline Clarke), en su deliciosa interpretación, es la atolondrada sirvienta de hogar dispuesta cumplir en sus funciones con toda rapidez, la magnífica escena inicial nos da una acertadísima muestra de tal afirmación ante los Condomine: Charles y Ruth Condomine (Rex Harrison y Constance Cummings respectivamente) enfrascados en la organización de una cena de trabajo de donde se pretende extraer la información necesaria para que Charles pueda completar con los datos que le puedan aportar la reunión, para su nueva novela.
Para la magnífica y magnética vidente Madame Arcati (Margaret Rutherford) era del todo imprescindible un número mínimo presentes para que el ritual de espiritismo finalizase con alguna garantía de éxito, motivo por el que había sido requerida su presencia bajo cierta criticable argucia por parte de los anfitriones, a los que se unen un segundo matrimonio: el Dr. George Bradman (Hugh Wakefield) y su esposa Violet (Joyce Carey); todos, y casi todo, estaba dispuesto tras el intercambio social de ideas y creencias sobre lo que estaba a punto de acontecer.
Con lo que no se contaba en la reunión de espiritismo era con el factor sorpresa: la visita ectoplásmica de la difunta Elvira Condomine (Kay Hammond), momento a partir del cual los celos, la confusión y algunas inoportunas corrientes de aire frio, se adueñan de la reunión arrastrándola al fracaso más absoluto: el escepticismo de los Bradman alejándose discretamente del lugar, el monumental enfado de la medium para la que todo ha significado una burla a su buen hacer profesional, para los Condomine el ridículo social más degradante que podían imaginar, y para la no invitada Elvira Condomine, un problema pendiente de solución después de haber aparecido su fantasmal cuerpo solo para los ojos de su querido Charles Condomine.
Desde la esperpéntica situación reinante entre vivos, médiums, vaporosas siluetas fantasmagóricas y aéreos espíritus, los escépticos personajes se sienten arrastrados a a recurrir nuevamente a Madame Arcati, en esta ocasión con resultados sorprendentemente distintos, cambiando la situación para algunos personajes del elenco, que unido a las malintencionadas tretas fantasmagóricas, convierte las relaciones sociales entre los Condomine en algo ligeramente normal y volátil junto a las frías formas espectrales.
La comedia perfecta con un toque de espiritismo nocturno, entre reconfortantes tazas de té (y algún más que reconfortante licor), junto a sombras espectrales revoloteando por la casa, alguna traviesa psicofonía que unida a transformaciones corpóreas, nos lleva de viaje a través de los volátiles fluidos, los sonidos espectrales y el arreglo de cuentas entre fantasmas creando además fuertes lazos de amistad entre veteranos y nuevos aparecidos. Un delicioso metraje para verlo y disfrutarlo entre vaporosos, amables y traslucidos ectoplasmas.
El guionizado Blithe Spirit del propio Noel Coward, autor de la exitosa comedia teatral de mismo nombre, imprimió a los diálogos, incluso a las escenas de interior una más que aceptable similitud de ambientación teatral. A excepción de algunas escenas en exteriores, el desarrollo de los acontecimientos en interiores la no dispersión de las localizaciones imprime más carácter teatral si cabe, a las diferentes interpretaciones.
Edith (Jacqueline Clarke), en su deliciosa interpretación, es la atolondrada sirvienta de hogar dispuesta cumplir en sus funciones con toda rapidez, la magnífica escena inicial nos da una acertadísima muestra de tal afirmación ante los Condomine: Charles y Ruth Condomine (Rex Harrison y Constance Cummings respectivamente) enfrascados en la organización de una cena de trabajo de donde se pretende extraer la información necesaria para que Charles pueda completar con los datos que le puedan aportar la reunión, para su nueva novela.
Para la magnífica y magnética vidente Madame Arcati (Margaret Rutherford) era del todo imprescindible un número mínimo presentes para que el ritual de espiritismo finalizase con alguna garantía de éxito, motivo por el que había sido requerida su presencia bajo cierta criticable argucia por parte de los anfitriones, a los que se unen un segundo matrimonio: el Dr. George Bradman (Hugh Wakefield) y su esposa Violet (Joyce Carey); todos, y casi todo, estaba dispuesto tras el intercambio social de ideas y creencias sobre lo que estaba a punto de acontecer.
Con lo que no se contaba en la reunión de espiritismo era con el factor sorpresa: la visita ectoplásmica de la difunta Elvira Condomine (Kay Hammond), momento a partir del cual los celos, la confusión y algunas inoportunas corrientes de aire frio, se adueñan de la reunión arrastrándola al fracaso más absoluto: el escepticismo de los Bradman alejándose discretamente del lugar, el monumental enfado de la medium para la que todo ha significado una burla a su buen hacer profesional, para los Condomine el ridículo social más degradante que podían imaginar, y para la no invitada Elvira Condomine, un problema pendiente de solución después de haber aparecido su fantasmal cuerpo solo para los ojos de su querido Charles Condomine.
Desde la esperpéntica situación reinante entre vivos, médiums, vaporosas siluetas fantasmagóricas y aéreos espíritus, los escépticos personajes se sienten arrastrados a a recurrir nuevamente a Madame Arcati, en esta ocasión con resultados sorprendentemente distintos, cambiando la situación para algunos personajes del elenco, que unido a las malintencionadas tretas fantasmagóricas, convierte las relaciones sociales entre los Condomine en algo ligeramente normal y volátil junto a las frías formas espectrales.
La comedia perfecta con un toque de espiritismo nocturno, entre reconfortantes tazas de té (y algún más que reconfortante licor), junto a sombras espectrales revoloteando por la casa, alguna traviesa psicofonía que unida a transformaciones corpóreas, nos lleva de viaje a través de los volátiles fluidos, los sonidos espectrales y el arreglo de cuentas entre fantasmas creando además fuertes lazos de amistad entre veteranos y nuevos aparecidos. Un delicioso metraje para verlo y disfrutarlo entre vaporosos, amables y traslucidos ectoplasmas.
7
16 de junio de 2018
16 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The climax (Misterio en la ópera) (1944) es una película producida y dirigida por George Waggner, con guión de Curt Siodmak y Lynn Starling sobre la obra de George Wagner y Edward Locke; la música de Edward Ward y la fotografía de W. Howard Greene y Hal Mohr en un brillante tecnicolor que mereció la nominación artística a los Oscar por su gran belleza estética, complementan un reparto técnico que nos dejó este brillante y colorido film junto a los protagonistas principales Susanna Foster que venía de interpretar su gran éxito cinematográfico Phantom of the opera (1943) de Arthur Lubin junto al gran Claude Rains; de Boris Karloff y sus múltiples y terroríficas historias, y de Turhan Bey de exóticas películas como Las mil y una noches (1942).
El Dr. Friedrich Hohner (Boris Karloff), es el médico del Royal Theater, responsable en el cuidado de las voces que intervienen en él. Refugiado en su pasado recuerda con profunda melancolía la admiración que sentía hacia su adorada Marcellina (June Vincent), convirtiéndose en el drama que arrastrará hasta las puertas del caos las irrevocables pasiones de su desequilibrada y larga desazón arrastrada largamente; un hermoso flashback nos retrotrae en el tiempo, en el que George Waggner nos muestra el origen y la causa del indisimulado abatimiento en el que el doctor vive instalado y apresado.
El solo hecho de volver a oír después de tantos años, lo que cree que es la resucitada voz de Marcellina, le hace entrar en crisis emocional, intentando encontrar explicación al misterio, que no es otro que la aparición de nuevas voces, nuevos talentos colmados de ilusiones por hacerse un hueco en la música: Angela Klatt (Susanna Foster) es una de las voces que junto a su pareja Franz Munzer (Turhan Bey), busca su oportunidad artística, llegando hasta los oídos del doctor las posibilidades vocales de esta.
Las malas artes empleadas por Friedrich Hohner solo tienen un fin: impedir a toda costa la actuación de Angela, no estando dispuesto a que nadie ocupe su espacio y menos sobre el mismo escenario donde triunfara en vida su querida Marcellina empujado por el ilimitado delirio posesivo de su propio pasado. Toda esta situación no ha de durar mucho.
Desde la silenciosa y lejana actitud de Luise (Gale Sondergaard) doncella en la casa del doctor que podría prestarse a confusión, siempre sospechó de él y de su implicación en la incompresible desaparición de la recordada Marcellina, desvelando así su discreta hostilidad contra Friedrich Hohner después de percatarse que unos objetos particulares de la desaparecida, se hallan en su posesión.
En los trágicos acontecimientos que acaecen finalmente, se producen los necesarios desenlaces donde el pasado se queda atrás, y el presente se reinventa tras liberarse la voluntad retenida de Angela Klatt, lo opuesto al personaje oscuro, vengativo e intransigente del maléfico Dr. Friedrich Hohner, en la línea de las magnéticas interpretaciones de Boris Karloff que siempre cautivo el misterio del alma desde el miedo incontenible a su posterior liberación de las garras del pánico.
El Dr. Friedrich Hohner (Boris Karloff), es el médico del Royal Theater, responsable en el cuidado de las voces que intervienen en él. Refugiado en su pasado recuerda con profunda melancolía la admiración que sentía hacia su adorada Marcellina (June Vincent), convirtiéndose en el drama que arrastrará hasta las puertas del caos las irrevocables pasiones de su desequilibrada y larga desazón arrastrada largamente; un hermoso flashback nos retrotrae en el tiempo, en el que George Waggner nos muestra el origen y la causa del indisimulado abatimiento en el que el doctor vive instalado y apresado.
El solo hecho de volver a oír después de tantos años, lo que cree que es la resucitada voz de Marcellina, le hace entrar en crisis emocional, intentando encontrar explicación al misterio, que no es otro que la aparición de nuevas voces, nuevos talentos colmados de ilusiones por hacerse un hueco en la música: Angela Klatt (Susanna Foster) es una de las voces que junto a su pareja Franz Munzer (Turhan Bey), busca su oportunidad artística, llegando hasta los oídos del doctor las posibilidades vocales de esta.
Las malas artes empleadas por Friedrich Hohner solo tienen un fin: impedir a toda costa la actuación de Angela, no estando dispuesto a que nadie ocupe su espacio y menos sobre el mismo escenario donde triunfara en vida su querida Marcellina empujado por el ilimitado delirio posesivo de su propio pasado. Toda esta situación no ha de durar mucho.
Desde la silenciosa y lejana actitud de Luise (Gale Sondergaard) doncella en la casa del doctor que podría prestarse a confusión, siempre sospechó de él y de su implicación en la incompresible desaparición de la recordada Marcellina, desvelando así su discreta hostilidad contra Friedrich Hohner después de percatarse que unos objetos particulares de la desaparecida, se hallan en su posesión.
En los trágicos acontecimientos que acaecen finalmente, se producen los necesarios desenlaces donde el pasado se queda atrás, y el presente se reinventa tras liberarse la voluntad retenida de Angela Klatt, lo opuesto al personaje oscuro, vengativo e intransigente del maléfico Dr. Friedrich Hohner, en la línea de las magnéticas interpretaciones de Boris Karloff que siempre cautivo el misterio del alma desde el miedo incontenible a su posterior liberación de las garras del pánico.
27 de abril de 2018
27 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Columbo: Caution, murder can be hazardous to your health (Colombo: Cuidado, el asesinato puede ser perjudicial para la salud (1991), es un telefilm dirigido por Daryl Duke, segundo de la decima temporada y cincuenta y siete de la serie, anteriormente había dirigido La falsa alarma en 1990. En ocasiones el pasado vuelve sin previo aviso, rotundo en sus formas, junto a un inesperado y serio consejo de dimisión traído de la mano de George Budd Clarke (Peter Haskell), profesional de los medios resentido por un pasado de dudosa honestidad a cargo del protagonista Wade Anders (George Hamilton) profesional de los medios al igual que él, decide actuar.
Presentado el entorno profesional de nuestros protagonistas entre significativos planos generales, americanos y los importantes plano contraplano, nos ubicamos con otros profesionales del medio televisivo entre los cuales Maxine Jarrett (Penny Johnson Jerald) directora de programas, o el Asistente de Producción (Jim Jarrett). Entre las noticias y los temas propios en el espacio de Anders, trata de solucionar el viejo rencor, no llegando a ningún acuerdo, por lo que el presentador de éxito ha de encontrar una solución para liberarse de las amenazas de su colega Clarke quien al descubrir y conocer el material muy sensible decide actuar.
Arnie (Robert Donner) amigo de Budd Clarke, encontró la trastienda de su negocio, en una caja, el secreto del comprometido pasado de Anders. Al agravarse la preocupación y las alarmas, se aceleran los acontecimientos irremediablemente para uno de ellos reflejado en interesantes primeros planos del preocupado rostro del amenazado presentador con diversas tomas desde diferentes ángulos reflejando el creciente y alarmante grado de intranquilidad.
Así las cosas, como es de rigor, los ávidos espectadores asistimos entre diferentes planos junto al imprescindible, plano detalle, a la preparación y puesta en escena de la mortal acción, convirtiéndose en el germen que hace entrar en acción a Colombo (Peter Falk), quien con su desgarbada cotidianeidad visita al presentador de fama y protagonista Wade Anders que, a partir de alguna información conseguida lo relaciona con el deceso del vengativo George Budd Clarke.
El veterano olfato de Colombo le lleva a conocer diversos entornos de ambos personajes lo cual le aporta nuevas y valiosas informaciones que arrojará luz no solo en el caso del perjudicial asesinato, sino que también sobre el desconocido pasado de Wade Anders oculto durante tanto tiempo, para lo que el detective pone en práctica su insuperable plan de acción sobre el sospechoso principal. Los motivos y los hechos que se ponen al descubierto por las acciones de nuestro teniente de policía,llevan al descubrimiento de la inconfesable acción por la que tanto temía ser descubierto.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en siete ocasiones, otros personajes lo hacen en tres ocasiones, también cita Colombo a un sobrino suyo en una ocasión.
Presentado el entorno profesional de nuestros protagonistas entre significativos planos generales, americanos y los importantes plano contraplano, nos ubicamos con otros profesionales del medio televisivo entre los cuales Maxine Jarrett (Penny Johnson Jerald) directora de programas, o el Asistente de Producción (Jim Jarrett). Entre las noticias y los temas propios en el espacio de Anders, trata de solucionar el viejo rencor, no llegando a ningún acuerdo, por lo que el presentador de éxito ha de encontrar una solución para liberarse de las amenazas de su colega Clarke quien al descubrir y conocer el material muy sensible decide actuar.
Arnie (Robert Donner) amigo de Budd Clarke, encontró la trastienda de su negocio, en una caja, el secreto del comprometido pasado de Anders. Al agravarse la preocupación y las alarmas, se aceleran los acontecimientos irremediablemente para uno de ellos reflejado en interesantes primeros planos del preocupado rostro del amenazado presentador con diversas tomas desde diferentes ángulos reflejando el creciente y alarmante grado de intranquilidad.
Así las cosas, como es de rigor, los ávidos espectadores asistimos entre diferentes planos junto al imprescindible, plano detalle, a la preparación y puesta en escena de la mortal acción, convirtiéndose en el germen que hace entrar en acción a Colombo (Peter Falk), quien con su desgarbada cotidianeidad visita al presentador de fama y protagonista Wade Anders que, a partir de alguna información conseguida lo relaciona con el deceso del vengativo George Budd Clarke.
El veterano olfato de Colombo le lleva a conocer diversos entornos de ambos personajes lo cual le aporta nuevas y valiosas informaciones que arrojará luz no solo en el caso del perjudicial asesinato, sino que también sobre el desconocido pasado de Wade Anders oculto durante tanto tiempo, para lo que el detective pone en práctica su insuperable plan de acción sobre el sospechoso principal. Los motivos y los hechos que se ponen al descubierto por las acciones de nuestro teniente de policía,llevan al descubrimiento de la inconfesable acción por la que tanto temía ser descubierto.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en siete ocasiones, otros personajes lo hacen en tres ocasiones, también cita Colombo a un sobrino suyo en una ocasión.
29 de septiembre de 2017
29 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los más de 40 largometrajes de José María Elorrieta (1921-1974) encontramos diferentes géneros cinematográficos: western, vampiros, aventuras, policiaco, o comedia, género este último en el que haría debutar como coprotagonista a Conchita Velasco en el metraje Muchachas en vacaciones (1958), película donde se alternan comedia e intriga de manera ágil, a lo que contribuyó el guión escrito por José Manuel Iglesias, Manuel Sebares y el mismo Elorrieta, que junto a la fotografía de Alfonso Nieva y la música de Fernando García Morcillo dan como resultado la entretenida película donde no faltan los ingredientes necesarios para crear tensión y misterio pasado por el filtro de la comedia, ofreciéndonos además la breve aparición de José Álvarez “Lepe” en la secuencia de la parada del bus.
Carmen Cerezo (Concha Velasco), Elena Pérez (Maria Piazzai) e Isabel Martín (Bárbara Varena), son tres dependientas de un centro comercial sobre las que recaen las ofertas de ejercer como modelos de pasarela en Mallorca. Don Luis (Conrado San Martín) director ejecutivo, y su tío Don Abelardo (Aníbal Vela), son los responsables de la idea, lo que acarrearán enredos y confusiones entre los protagonistas, además de los problemas creados por la torpe banda de lo ajeno: Enrique González (Antonio Casas) y sus dos compinches, dispuestos a todo para eliminar a una de las dependientas que pudo ver el rostro de uno de los atracadores del robo producido en el centro comercial.
Trasladada la acción a Mallorca y, tras alojarse en el hotel con la ayuda del Botones (José Mª Tasso “Tachela”, se nos presenta un idílico entorno social donde el glamour rodea y engatusa a las improvisadas modelos y al Modisto (Pastor Serrador), ignorando la presencia de sus maléficos perseguidores que consiguen introducirse en el acomodado mundo social. La suplantación, la irreal visión e incomprensibles confusiones que Carmen tiene de los atracadores, hacen dudar al grueso de la expedición sobre la cordura de Carmen Cerezo convencida de haber visto al maleante perseguidor que la quiere eliminar librándose así de testigos.
La vida social transcurre entre fiestas, pasarelas y convites, situaciones que facilitarán además, conocer a los futuros pretendientes de nuestras tres modelos. El desenlace de la situación se presenta de forma casual por medio de Emilio García (Manuel Zarzo), ayudante de Carmen en la sección de fotografía, acelerando así la solución al problema del robo en el centro comercial entre arriesgadas situaciones y el arreglo sentimental de algunos enamoramientos.
Película con secundarios de lujo para la época entre los cuales: Ángel Álvarez en la facturación de equipajes; Laura Valenzuela en la brevísima aparición como compañera de apartamento junto a Elena, los mencionado Lepe, Pastor Serrano, y José María Tasso, Erasmo Pascual como el tímido cliente, o Pepita Serrador como Miss Alicia Stanton, sin olvidarnos de Santiago y José Luis Moro, responsables de los animados títulos de crédito de este delicioso y urbanita metraje. Película entretenida con los ingredientes propios para la comedia de enredo y pasarela, de intriga, amor y aventuras, bien resuelta por su director José María Elorrieta.
Carmen Cerezo (Concha Velasco), Elena Pérez (Maria Piazzai) e Isabel Martín (Bárbara Varena), son tres dependientas de un centro comercial sobre las que recaen las ofertas de ejercer como modelos de pasarela en Mallorca. Don Luis (Conrado San Martín) director ejecutivo, y su tío Don Abelardo (Aníbal Vela), son los responsables de la idea, lo que acarrearán enredos y confusiones entre los protagonistas, además de los problemas creados por la torpe banda de lo ajeno: Enrique González (Antonio Casas) y sus dos compinches, dispuestos a todo para eliminar a una de las dependientas que pudo ver el rostro de uno de los atracadores del robo producido en el centro comercial.
Trasladada la acción a Mallorca y, tras alojarse en el hotel con la ayuda del Botones (José Mª Tasso “Tachela”, se nos presenta un idílico entorno social donde el glamour rodea y engatusa a las improvisadas modelos y al Modisto (Pastor Serrador), ignorando la presencia de sus maléficos perseguidores que consiguen introducirse en el acomodado mundo social. La suplantación, la irreal visión e incomprensibles confusiones que Carmen tiene de los atracadores, hacen dudar al grueso de la expedición sobre la cordura de Carmen Cerezo convencida de haber visto al maleante perseguidor que la quiere eliminar librándose así de testigos.
La vida social transcurre entre fiestas, pasarelas y convites, situaciones que facilitarán además, conocer a los futuros pretendientes de nuestras tres modelos. El desenlace de la situación se presenta de forma casual por medio de Emilio García (Manuel Zarzo), ayudante de Carmen en la sección de fotografía, acelerando así la solución al problema del robo en el centro comercial entre arriesgadas situaciones y el arreglo sentimental de algunos enamoramientos.
Película con secundarios de lujo para la época entre los cuales: Ángel Álvarez en la facturación de equipajes; Laura Valenzuela en la brevísima aparición como compañera de apartamento junto a Elena, los mencionado Lepe, Pastor Serrano, y José María Tasso, Erasmo Pascual como el tímido cliente, o Pepita Serrador como Miss Alicia Stanton, sin olvidarnos de Santiago y José Luis Moro, responsables de los animados títulos de crédito de este delicioso y urbanita metraje. Película entretenida con los ingredientes propios para la comedia de enredo y pasarela, de intriga, amor y aventuras, bien resuelta por su director José María Elorrieta.

6.4
23,517
7
17 de septiembre de 2017
17 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irrational man (2015) gira en torno a Abe Lucas (Joaquin Phoenix) y de su desmotivada existencia como profesor de filosofía. En su nuevo destino y con la mayor de las desganas, recibe la información necesaria para arrancar en su nueva universidad. Tras las presentaciones protocolarias conoce a la profesora Rita Richards (Parker Posey) insatisfecha en su matrimonio y claramente receptiva hacia Abe. El alumnado que asiste a sus clases es variopinto, todos con el propósito de estudiar y entender la vida desde la filosofía y su afectación al común de los mortales.
Jill Pollard (Emma Stone), es una de sus mejores alumnas con la que no tardará en tener dialogo y amistad a partir de los trabajos presentados por Jill, estableciéndose una relación en constante evolución emocional y afectiva. Roy (Jamie Blackley) es el novio de Jill, a quien le desagrada la creciente amistad de Jill con Abe, convirtiéndose en tema de conversación entre la comidilla del campus.
Allen centra la película en la casual escucha de una dolorosa conversación entre un grupo de desconocidos sobre la custodia de los hijos que por decisión de un juez concederá al marido por amistad de este con el abogado que lo defiende, un cúmulo de decisiones que sublevan los principios morales de Abe, tomando una severa decisión que afectará a todos.
La duda, la sospecha, la razón o la justificación se convierten repentinamente en temas capitales cargando las consciencias involucradas de diferente manera, poniendo en duda los juicios morales y filosóficos que merodean las clases de Abe.
Una trama bien hilvanada por Woody Allen donde juega con el azar, consiguiendo introducir la ironía de la suerte desde la fortuna y desde la desgracia. Las casualidades convierte las sospechas crecientes de Jill sobre Abe en algo sustancial y definitivo después de haber mantenido conversaciones con el padre y la madre de Jill (Ethan Phillips y Betsy Aidem), así como con su amiga April (Sophie von Haselberg), casual testigo de importantes incidentes en la enredada trama que Jill trata de desentrañar.
Los afectos y los buenos modales desaparecen de la oscura personalidad del profesor de filosofía dejando salir al acorralado Abe. La solución a la incógnita, la sospecha y la confirmación de los peores temores de Jill sobre Abe, brotan repentinamente con la suerte como protectora del inesperado aunque sospechado final ético y moral Abe versus Jill.
Pocas veces hemos visto a un Allen tan comprometido con los planteamientos filosóficos y tan distantes de sus aseveraciones como en Irrational man, anteponiendo el primitivismo humano a la razón. Lejos, muy lejos quedan bufones, enamorados conquistadores, indecisos personajes, guerreros pacifistas, cobardes oportunistas o, indecisos amantes entre un largo, largo desfile de personajes que como en Zelig mutan por empatía en los que le rodean. Así mutó Jill, solo que de forma insospechadamente negativa.
Jill Pollard (Emma Stone), es una de sus mejores alumnas con la que no tardará en tener dialogo y amistad a partir de los trabajos presentados por Jill, estableciéndose una relación en constante evolución emocional y afectiva. Roy (Jamie Blackley) es el novio de Jill, a quien le desagrada la creciente amistad de Jill con Abe, convirtiéndose en tema de conversación entre la comidilla del campus.
Allen centra la película en la casual escucha de una dolorosa conversación entre un grupo de desconocidos sobre la custodia de los hijos que por decisión de un juez concederá al marido por amistad de este con el abogado que lo defiende, un cúmulo de decisiones que sublevan los principios morales de Abe, tomando una severa decisión que afectará a todos.
La duda, la sospecha, la razón o la justificación se convierten repentinamente en temas capitales cargando las consciencias involucradas de diferente manera, poniendo en duda los juicios morales y filosóficos que merodean las clases de Abe.
Una trama bien hilvanada por Woody Allen donde juega con el azar, consiguiendo introducir la ironía de la suerte desde la fortuna y desde la desgracia. Las casualidades convierte las sospechas crecientes de Jill sobre Abe en algo sustancial y definitivo después de haber mantenido conversaciones con el padre y la madre de Jill (Ethan Phillips y Betsy Aidem), así como con su amiga April (Sophie von Haselberg), casual testigo de importantes incidentes en la enredada trama que Jill trata de desentrañar.
Los afectos y los buenos modales desaparecen de la oscura personalidad del profesor de filosofía dejando salir al acorralado Abe. La solución a la incógnita, la sospecha y la confirmación de los peores temores de Jill sobre Abe, brotan repentinamente con la suerte como protectora del inesperado aunque sospechado final ético y moral Abe versus Jill.
Pocas veces hemos visto a un Allen tan comprometido con los planteamientos filosóficos y tan distantes de sus aseveraciones como en Irrational man, anteponiendo el primitivismo humano a la razón. Lejos, muy lejos quedan bufones, enamorados conquistadores, indecisos personajes, guerreros pacifistas, cobardes oportunistas o, indecisos amantes entre un largo, largo desfile de personajes que como en Zelig mutan por empatía en los que le rodean. Así mutó Jill, solo que de forma insospechadamente negativa.
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