Por primera vez, un documental nos lleva a la realidad innegable de África, centrándose en Tanzania y con la mirada puesta en ámbitos distintos pero interrelacionados como la pobreza, el hambre, el sida, la prostitución o el tráfico de armas.

Ver este documental es introducirse de lleno en ese gran vertedero del planeta Tierra llamado África, donde las personas son tratadas como verdaderas bolsas de basura por basusreros del primer mundo.

Esta película significó, para muchas personas, el fin de un ciclo que comenzó en la II Guerra Mundial. Me refiero a que, al ver este film, los millones de personas que sentían una profunda consternación por lo que el holocausto significó para sus vidas, pudieron llorar intensamente la pérdida y liberarse al fin de la carga que tantos años habían llevado a sus espaldas, completando así el proceso de duelo por los seres queridos. Así que, en cierto modo, se trata de una película terapéutica.

Para el resto de los mortales, como yo, es una de las películas más emotivas, fieles a la historia y con mayor calidad interpretativa que he visto en mi vida. El detalle de poner la película en blanco y negro hace el resto.

Una perfecta obra de convergencia entre lo onírico, lo real y lo fantástico, que puede dejar a quien ve la película pensando en ella durante mucho tiempo después del final de la misma.
Esto, aderezado con un DiCaprio cada vez menos icono y más intérprete y un reparto de lo más variopinto a la vez que selecto, dan a la película, a mi parecer, el subtítulo de "Mejor película del año 2010" y una de las mejores de la década.
Excelente y sutil final (tranquilos que no lo voy a contar).