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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
22 de agosto de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La calidad de la versión que he visto es bastante mala pero, a pesar de ello, la película no deja de ser interesante. La trama -basada en la novela de Leonardo Sciascia- es entretenida y Petri le pone empeño. No está a la altura de su "trilogia della neurosi" pero el inconfundible sello del director se refleja en la mirada social y política que este le estampa. Se trata de la primera obra en la que Petri trabaja con Ugo Pirro, guionista estrella de sus películas más destacadas. Gian María Volonté, como siempre, excelente -también en su primera colaboración con el director-, al igual que Irene Papas. Para pasar el rato no está mal.
26 de abril de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien rodada y con un buen despliegue técnico digno de aplaudir (el presupuesto que maneja la película no es para menos). Sin embargo, le falta contexto y desarrollo de personajes. La trama va a trompicones sin reparar en la relación entre los personajes, los porqués de cada uno, el escenario de crisis de posguerra en el que se enmarca... La esencia de la novela se pierde en un sinfín de imágenes efectistas y un sentido del humor que no termina de casar con las circunstancias de los protagonistas. Una pena ver esbozos de personajes tan maravillosos como Eduard, Albert o Madelaine totalmente desdibujados.

La película aborda una historia larga y compleja, díficil de adaptar. El resultado termina siendo un esquema simplificado: una puesta en escena muy trabajada y elegante que se despliega atropelladamente sobre una trama sin vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Recomiendo leer la novela homónima en la que está basada la película así como su continuidad (los colores del incendio). Además de tener un final diferente, es una narración que se disfruta mucho por lo bien construidos que están los personajes y el contexto.
11 de noviembre de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Retrato esperpéntico de una familia lumpen que malvive en un barrio marginal romano. Scola mezcla humor sádico, y hasta cierto punto caricaturesco, con dramatismo real. Hay escenas memorables -la cena, por ejemplo- que se inmortalizan gracias a sus excelentes primeros planos y a su atmósfera musical. Scola derriba desde los primeros minutos el concepto de familia que recoge la moralidad burguesa mientras desmonta el retrato ingenuizante, paternalista y simplón que se tiene frecuentemente del lumpenproletariado. La película está cargada de violencia, pero a través de las imágenes el director nos da una pista de hacia donde debemos mirar cuando nos aterrorice esta historia. Porque, como en la vida real, si miramos con atención, la verdadera violencia se origina más allá del arrabal: en sus perfectas y pulidas cúpulas manchadas de sangre.
3 de diciembre de 2015 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La angustia acompaña al espectador durante toda la película. La angustia de la protagonista, principalmente, pero también la de muchos de los compañeros de trabajo cuyas afligidas historias se nos van desvelando poco a poco. Una angustia que, se intuye, no va a desaparecer del todo con la resolución de la votación. Es una angustia que va más allá. La angustia de sentir que, como trabajador, puedes ganar una batalla, pero sigues estando a merced de esos "otros" que tienen intereses diametralmente opuestos a los tuyos. Y no, no me refiero a los compañeros de trabajo que, al fin y al cabo, en mejores o peores condiciones, sufren una explotación similar. Me refiero a los patrones que se forran a costa del sudor ajeno al tiempo que pretenden dividir y confrontar a sus trabajadores. En cualquier caso, es destacable que se evite mostrar personajes maniqueos: no hay trabajadores angelicales y jefes malvados y, sin embargo, la contraposición de intereses entre los unos y los otros es suficiente para representar un conflicto irreconciliable entre "capital" y "trabajo".

La película narra con crudeza (reforzada por la ausencia de música) una situación que mezcla lo social y lo emocional: social porque es común a todo aquel que dependa de su trabajo para vivir -es decir, la gran mayoría de la humanidad-, y emocional porque se adentra concretamente en un personaje depresivo. De este modo, no sólo se relacionan los estados anímicos con las circunstancias internas, sino también con las externas.

La interpretación de Marion Cotillard le queda como anillo al dedo a la sufrida protagonista. Destacan principalmente su forma de andar, su expresión corporal, los gestos faciales y, entre tantas otras, el intercalo continuo entre una voz viva o una voz ahogada que indican los constantes cambios emocionales del personaje. Cambios emocionales que, como vemos, cabalgan entre la desesperación, la ansiedad, la apatía, la angustia y cierto rayo de optimismo ocasional (provocado por las muestras de apoyo y solidaridad de compañeros y familiares). El resto de actuaciones no destacan demasiado.

En líneas generales es una película que retrata una realidad social demasiado habitual. Sin embargo, en medio de tanto derrotismo, la propia narración nos da un mensaje claro: la lucha conjunta nos hace fuertes y, por eso, ellos, los que parasitan y viven a costa del trabajo de otros, nos quieren divididos y enfrentados. Ante un panorama negro y desolado, se alumbra una esperanza para la lucha común: la solidaridad de clase entre los trabajadores.
16 de octubre de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irrational man es una película muy del estilo Allen, con ese tono tan intelectualoide como vacío con el que suele impregnar sus obras. En este caso, plagada de prescindibles discursos filosóficos que pretenden ser trascendentes en las vidas de unos personajes llanos que solo parecen reales en un rodaje hollywoodense. Como en otras ocasiones, parece querer simplificar la filosofía hasta el absurdo para adaptarla, desde un individualismo exacerbado, a las agrandadas problemáticas de una clase media que busca algo que hacer con su monótona existencia. La verdad, si hay que profundizar sobre cuestiones como la moral, la culpa o la vida misma... adelante, profundicemos; pero la repetición explícita de citas de grandes autores despojadas de su significado y su significante, cansa. Y es lo que pasa cuando se quiere hacer una película que aparente tener cierta profundidad pero que no diga nada esencial finalmente: la gente sale del cine como si le acabaran de revelar las claves para desentramar la verdad sobre la naturaleza humana, cuando en realidad lo más interesante de Woody Allen no es el mensaje ambiguo y poco cocinado que suele intentar crear sino la trama en sí misma.

Más allá de todo, la película entretiene. No es la obra maestra de Allen, pero tampoco pretende serlo. Presenta, enreda y resuelve la trama, desarrollando personajes pintorescos que, a pesar de parecerme poco interesantes, mantienen una coherencia propia. Por otro lado, también destacan las buena actuaciones por parte de los tres protagonistas principales.
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De nuevo, los personajes femeninos quedan relegados a perseguir los pasos del personaje masculino, muy en la tónica, por cierto, de la alusión que hacen Abe y Jill a las reflexiones de Simone de Beauvoir. La principal inquietud de Abe es él mismo, y las subtramas en las que se deselvuelve no son tanto de tinte amoroso sino que se desarrollan en un ámbito más trascendental: asesinato, vida profesional, etc. Por su parte, las aspiraciones académicas y profesionales de Jill quedan eclipsadas por el cuelgue amoroso de Abe, mientras que la principal preocupación de Rita es ser rescatada de su matrimonio infeliz. Por suerte, el giro final que da el personaje de Joaquin Phoenix pone en evidencia en forma extrema algo que se venía "normalizando" durante toda la película: al tipo le importan un carajo las idas y venidas de las dos mujeres. Su prioridad es él, sus teorías, sus sensaciones y su bienestar. Por eso, me ha sorprendido gratamente la forma en la que se desenmascara esa actitud egoísta e individualista que se esconde detrás del discurso "progre" de Abe. Por desgracia, al mismo tiempo que se desnaturaliza la actitud de él, se evidencian las reacciones condicionadas de ellas: Rita sólo se atreve a dejar a su marido cuando Abe se lo propone y Jill se tira a los brazos de su ex en cuanto descubre que Abe es culpable. La perspectiva de género de Woody Allen, en cualquier caso, nunca ha dado para mucho más.
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