Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Naroa Lopetegi
Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de abril de 2023
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Sandra, una joven viuda parisina, afronta la desgarradora experiencia de ver cómo su padre se va consumiendo víctima de una enfermedad neurodegenerativa. Al mismo tiempo, se reencuenta con un viejo amigo, que pronto se convierte en algo más, pese a estar casado. ¿Será esta relación un bálsamo para Sandra en un momento tan difícil, o contribuirá a incrementar la tristeza perenne que refleja su rostro?

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Desde que me agasajó con ‘El porvenir’, Mia Hansen-Love es un must para mí, así que no habría más que hablar. Pero si encima la actriz protagonista es Lea Seydoux, estamos ante uno de esos casos en que se juntan el hambre con las ganas de comer.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Ninguna de las películas de Hansen-Love que he ido viendo después de conocerla con ‘El porvenir’ habían provocado que la expulsara de mi olimpo de cineastas imprescindibles. Pero ni ‘Un amor de jeunesse’, ni ‘Todo está perdonado’, ni ‘La isla de Bergman’ habían alcanzado el grado superlativo de la cinta protagonizada en 2016 por Isabelle Huppert. Con ‘Una bonita mañana’, la directora francesa sí vuelve a alcanzar su máximo nivel, ya que aunque me hace sufrir mucho, y aplana mi alma por momentos, exhibe una sensibilidad admirable, y me llega a lo profundo. Cine de hondura.

Como queda claro en la sinopsis, la película no es la alegría de la huerta, ni estamos ante un relato de sucesos extraordinarios. Todo lo contrario, Hansen-Love nos cuenta la vida, una vida concreta, con sus vicisitudes, sus valles y sus picos, pero una vida plausible, jalonada por situaciones a las que quienes observamos la pantalla nos hemos enfrentado, o nos terminaremos enfrentando. Siendo el guión uno de los puntos fuertes de la película, no es lo que, a mi juicio, marca la diferencia. Una gran cantidad de directores habrían convertido ese texto en propuestas indigestas, algunos por lacrimógenas, otros por aburridas, muchos por morbosas. Mia demuestra que tiene una mano cinematográfica prodigiosa, y combina con infinita sapiencia los ingredientes de que dispone, para regalarnos un manjar exquisito. No disfrutón, ni mucho menos, pero de un sabor excelso.

A lo largo de las casi dos horas de entregada atención a las imágenes, me voy quedando cada poco rato con un elemento concreto, una especie de highlight cuya sucesión va componiendo este fresco cinéfilo. Más que un intento de análisis lineal, persiguiendo el flujo argumental, me apetece peroratar sobre la película estructurándome en base a esos inputs:

– Libros. La casa del padre de Sandra (extraordinario trabajo el de Pascal Greggory) es más una biblioteca que una vivienda, honrando la trayectoria vital de este profesor de filosofía jubilado. Ante el inminente ingreso del enfermo en una residencia, ¿qué hacer con tan vasta colección literaria? El respeto reverencial que el guión siente por ese tesoro me conmueve, me gana para la causa desde el principio. Y me emociono profundamente cuando Sandra le explica a su hija que siente mucho más próximo a su padre en esos libros que en el propio hombre extraviado que está en la residencia: ‘Allí está su corteza corporal, pero su alma está en estos libros’, lo verbaliza. Y la cámara nos muestra sublimes primeros planos de las plagadas estanterías. Y yo vibro.

– Un beso y un abrazo. Sandra y Clement dan distintos tumbos a lo largo de la narración, todos muy coherentes desde mi punto de vista poco (o nada) objetivo. La habilidad narrativa de la directora-guionista brilla especialmente en dos secuencias concretas de ese hilo argumental. Para empezar, en el primer beso que comparte la pareja, casi furtivo en el lugar de trabajo de él (“¿suelen empotrarte a menudo contra la pared?”); es un encuentro que colma no solo los anhelos de ambas bocas, sino los de quienes asistimos a la escena con expresión bobalicona. También me resulta muy significativo el abrazo, casto pero de poderoso sentimiento, en que se funden tras un par de semanas de vacaciones, cada cual por su lado, echándose de menos. Nos queda claro en ese emocionado reencuentro que algo poderoso y profundo, mucho más allá de lo carnal, une a la pareja. Pese a los obstáculos que van a tener que intentar saltar.

– Serena amargura. Me impactó profundamente su incendiaria actuación en ‘Malditos bastardos’, y me ha seguido conquistando en todas sus apariciones desde entonces, ya sea en producciones mainstream como chica Bond o integrante de misiones imposibles, ya sea como iniciadora en el mundo del placer lésbico en ‘La vida de Adele’… Lea Seydoux me parece una de esas mujeres que llenan la pantalla, así que en manos de una prodigiosa directora de actores y actrices como Hansen-Love no podía sino ofrecernos una master-class. Más allá de su belleza, despojada de todo artificio, lo que más me subyuga de este papel de la intérprete francesa es su capacidad para transmitir exactamente lo que pide su personaje: una amargura profunda, insondable, pero al mismo tiempo serena y controlada. La tristeza que, inexorablemente, acompañaría a alguien que transita por el momento vital que le toca atravesar a Sandra. Incluso aunque, paralelamente, vea la luz en otros aspectos de su vida.

– Dramatismo sin artificios. En muchos momentos, ver ‘Una bonita mañana’ es todo un trago, que provoca un gordiano nudo en el estómago. Pero, ¿qué nos lleva a ese estado de agitación? La pura vida. Un realismo argumental desprovisto de todo artificio, carente de trampas multiplicadoras de la emoción. Por supuesto que asistir a la enfermedad de un ser querido nos lleva a una posición extrema, y el guión no ahorra detalles al respecto. Pero en ningún momento es obsceno, siempre guarda las distancias que exige el decoro, y no por eso pierde virulencia dramática. Igualmente, las cuitas sentimentales de Sandra y Clement se narran sin maniqueísmo, sin juicios de valor, sin escenitas. Que con tan contenidas maneras la trama sea capaz de revolvernos tanto como nos revuelve habla del talento de la autora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
– “Esto no volverá a pasar”. El padre de Sandra reserva uno de sus últimos momentos de lucidez para reflexionar en una libreta sobre lo que le está sucediendo, sobre el abismo al que se dirige contra su voluntad. Su hija halla ese texto, y en las butacas nos enfrentamos a su crudeza con una lograda técnica narrativa. El enfermo no elude detalles médicos, ni descripciones concretas sobre sus síntomas y sus progresivas limitaciones. Pero el aguijonazo más fuerte lo siento cuando el hombre reconoce abiertamente que es consciente de que está perdiendo, para siempre, algunos de los aspectos de su existencia que más valoraba. “Esto no volverá a pasar”, es como él lo deja por escrito. Y cuesta respirar al otro lado de la pantalla.

– Una maravilla muy poco recomendable. También la fotografía rema a favor de la película, alternando planos preciosos con un general tono de crudeza cromática acorde a los acontecimientos. La despedida, desde lo alto del Sacre Coeur, pone una estupenda guinda en ese sentido. Y la música, aún sin ser ubicua, es igualmente capaz de mantener el nivel general de la obra (estoy escuchando a Schubert mientras escribo). Incluso me ha encantado el personaje de la hija de Sandra, esa niña que me parece adorable por momentos, y que encuentro coherente, y no repelente, hasta cuando sufre rabietas o simula cojeras. Todos los elementos se suman, pues, en favor de una película que encuentro absolutamente redonda. Pero, ojo, no se la recomendaría ni a mi mayor enemistad. Creo que es una obra mayor, pero sé que es un artefacto ideado para hacernos sufrir, y cumple sobradamente su propósito. Así que no me gustaría tener que responsabilizarme del congojo que alguien pueda padecer merced a una recomendación mía. Yo he disfrutado con enorme intensidad de ‘Una bonita mañan’, sí; pero ero allá cada cual si decide someterse a este glorioso potro de tortura.
17 de abril de 2022
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Emilie necesita una nueva compañera de piso con la que compartir los gastos del alquiler, y espera la llegada de Camille, una candidata que se ha interesado. Pero resulta que Camille es un tío… No obstante, le acepta como compañero de piso, con el que no tarda en liarse. Más adelante conocemos también a Nora, una treintañera que decide retomar sus estudios de derecho… hasta que una peluca le juega una mala pasada.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Sabía perfectamente que esta película me iba a gustar. Todos y cada uno de los inputs que había recibido sobre ella me atraían poderosamente: la sinopsis, la temática, la apuesta por el blanco y negro, las alusiones a una actualización millenial de la novelle vague y el cine rohmeriano, mi anterior experiencia con monsieur Audiard… Iba sobre seguro, ni siquiera temía que un exceso de expectativas arruinara mi experiencia.

Y no me equivocaba ni un ápice.

El personaje de Emilie me conquista desde el primer fotograma, me encantan tanto su versión dura y distante como su esporádica pero irresistible sonrisa. Tiene las ideas clarísimas, tanto como para cambiarlas sobre la marcha si es menester, y sintonizo con su filosofía vital, con su desparpajo, con su capacidad de adaptación. Ella es la que me acoge en la película en la primera escena, y me lleva de la mano. El primer capítulo, que transcurre en ese piso compartido tan fogoso al principio como gélido después, es dinamita. Y se cierra de manera majestuosa, con ese súbito oscurecimiento de la imagen que acompaña al anuncio de la decisión que toma Camille.

Asistimos entonces a la primera escena en color de la película. La protagoniza Amber-Sweet, y el color refleja postureo, adorno, falsedad. La vida real es eso que sucede en blanco y negro, sin alaracas. Y el relevo de Amber lo toma Nora, con su ilusionado intento por volver a la universidad. Hay que reconocerle actitud y entusiasmo, ningún complejo por ser provinciana y treintañera, aunque sus primeras tentativas amistosas caigan en saco roto. Cuando dobla la apuesta, en plan femme fatale, se estrella con todo el equipo. No lo merece, pero la vida es así. En blanco y negro.

Confluyen entonces los destinos de Nora y de Camille, reunidos por sendos desengaños profesionales. Inician juntos un proyecto que, aunque parece abocado a ser meramente empresarial, va a ir más allá, con Camille en el papel de burlador burlado. Todo transcurre con gran fluidez en pantalla, es divertido y parece ligero, pero encierra grandes cargas de profundidad. El guión es un triunfo, la puesta en escena brillante, y las interpretaciones impecables. Cine del bueno.

El nivel no baja en ningún momento. Hay circunstancias imprevistas, otras que se dejan ver venir. Y así hasta que llegamos a un doble desenlace que le aporta colorido a la realidad, esperanzando nuestras perspectivas sobre las grises existencias que vivimos. La película se cierra como empezaba, con Emilie llenando la pantalla en una última secuencia memorable en torno al portero automático del piso.

Llegamos así al final de un viaje gozoso, pero no tramposo ni condescendiente. Echando la vista atrás, y pese a haber devorado el metraje con una enorme sonrisa en la boca por el puro disfrute, detecto que el guión me ha puesto muchas piedras en el camino, me ha hecho sufrir en varios momentos. También ha girado varias veces, presentando a personajes cambiantes, un poco veletas, como somos todos en nuestras vidas. El tránsito ha sido gozoso por la suma de los ingredientes, tanto los narrativos como los ornamentales. Todo está bien medido, no encuentro peros. Me lo he pasado estupendamente, y elevo a Jacques Audiard en mi escalafón de cineastas de referencia.

Sospechaba que la idea de trasladar a nuestro tiempo las bases narrativas y formales de una revolución cinematrográfica como la de la novelle vague puede dar magníficos réditos si quien se pone manos a la obra tiene talento. Y lo mismo sucede con esa temática rohmeriana, ligera pero profunda, tonta tonta mierda mierda.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2022/04/17/critica-de-cine-paris-distrito-13/
18 de abril de 2022
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Laura exhibe cara de palo durante una fiesta en casa de su novia, Irina. Ambas habían planeado un viaje en el Transiberiano hasta Murmansk, ya que Laura tiene mucho interés en ver los petroglifos rupestres de esa ciudad. Pero Irina al final no va a acompañarle, y a cambio nuestra viajera tendrá que lidiar en el compartimento nº 6 del mítico tren con un ruso impresentable que en la primera noche le pregunta si “vende su almeja”.

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?

La retahíla de nominaciones y premios de esta película finlandesa independiente es abrumadora, incluyendo el Gran Premio del Jurado de Cannes. Las críticas apoyan la moción, con valoraciones unánimemente positivas. Y la sinopsis y el trailer no vaticinaban una de esas joyas áridas que hay que loar por postureo. Descubrir si tantas alabanzas eran merecidas resultaba, pues, imperativo.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Me sumo con entusiasmo al ejército de fans de ‘Compartimento nº 6’. Me atrapa desde el principio, disfruto cada etapa del viaje, y en todo momento tengo la sensación de estar en manos de un cineasta brillante. Veo que en Filmin tengo disponible ’El día más feliz en la vida de Oli Maki’, su anterior obra, y me la apunto para recuperarla.

Empatizo con Laura, la futura arqueóloga finlandesa, muy rápidamente. De hecho, en la primera secuencia de la película, cuando cae en la trampa que le tiende Irina, y queda en evidencia al atribuir a una sesuda autora rusa una frase que en realidad pronunció Marilyn Monroe. Luego descubrimos que Irina es su novia, pero que la jugarreta mayor que le ha preparado es reservar juntas un viaje en tren hasta la punta ártica de Rusia, y luego borrarse.

Como milito en el equipo de Laura, hablo en primera persona al decir que, pese a la deserción de Irina, nos subimos al Transiberiano (estamos en los años 90) para llegar hasta tierras siberianas con el objetivo de ver unos petroglifos pintados en el amanecer del arte humano. Cuando algo me gusta, soy lo suficientemente friki como para comprender sin ningún esfuerzo hacer semejante viaje con un objetivo tan pintoresco.

Ya en el tren, llegamos a nuestro compartimento, y nos toca compartirlo con Lioha, un auténtico patán. El primer fogonazo que me hace incrementar mi valoración del director llega en ese momento: nuestro vecino de litera es un impresentable, un zumbao… pero me cae bien. Y tengo la convicción de que eso es, exactamente, lo que el cineasta quería. Me tiene a su merced.

Arranca así una road movie difícil de comparar con cualquier otra que haya visto, pero que compite en buena lid con las mejores de su género. Y lo digo el mismo día en que he visto otra película itinerante, ’Las uvas de la ira’, que también ha entrado por la puerta grande en mi panteón de grandes experiencias cinéfilas. No pueden ser más distintas entre sí, pero, cada una con sus virtudes, ambas me han parecido sublimes. Hoy ha sido un gran día, no cabe duda…

Volviendo al Transiberiano, he de glosar un aspecto contradictorio de ’Compartimento nº 6’ que, en mi opinión, simboliza el éxito de la propuesta: analizados uno a uno, los diferentes episodios que nos narra la cinta tienen siempre una sombra de absurdo, de esperpento, de rareza. Pero, contra pronóstico, van calando poco a poco en mi ánimo no como boutades, sino como gotas malayas de un viaje inolvidable. Lioha no para de hacer memeces a lo largo de todo el metraje, pero resulta sorprendentemente adorable. Y Laura se desinhibe de un modo que no casaría con el personaje al que conocemos en Moscú, pero su transformación no chirría, la asumimos como un efecto del viaje, lo cual demuestra cómo nuestro Kuosmanen maneja con maestría el género que tiene entre manos.

Cuando el tren llega a su destino, todo el esfuerzo parece baldío, pero el guión nos reserva todavía unas últimas y estupendas sorpresas. Los petroglifos se hacen de rogar para luego defraudar cualquier expectativa, pero eso no altera en absoluto la importancia del viaje, no nos arrepentimos de haber llegado hasta allí. Hemos disfrutado tanto el camino, que el destino termina siendo lo de menos. Otro premio para el autor de la película, que le pone el broche definitivo a su triunfo con un final tan ligero como brillante.

Señor Kuosmanen: le reservo un sitio en mi lista de directores a seguir atentamente. Será un placer.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2022/04/17/critica-de-cine-compartimento-no-6/
3 de diciembre de 2023
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO:
Nos situamos en una aldea polaca, siglo y medio atrás en el tiempo. Allí vive Jagna, una belleza en edad casadera, que es objeto de deseo tanto de los jóvenes del pueblo como de los terratenientes viudos… Incluso su madre ve en ella un buen negocio, por los pingües beneficios que ha de deparar su boda.

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Porque sentí un flechazo cuando vi el trailer. Así de simple. No podía privar a mis ojos de la contemplación de esas preciosas imágenes. Husmeando, vi que la pareja de cineastas que firman esta cinta crearon hace unos años ‘Loving Vincent’, una de esas películas que siempre he querido ver, pero que nunca he visto. Tuve claro que, esta vez, no podía dejar pasar esta película de animación con protagonistas de carne y hueso, y aunque tuve que recorrer más de 150 kilómetros para plantarme en el cine más cercado que la programaba en versión original, cogí el coche sin ningún remordimiento.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Y si hubieran sido 300, también debería haberlos recorrido, so pena de privar a mis pupilas de dos horas de masaje.

Y es que, tal y como recuerdo que me sucedió con ‘El callejón de las almas perdidas’ de Guillermo del Toro o ‘Retrato de una mujer en llamas’ de Celine Sciamma, mi disfrute con ‘En nombre de la tierra’ no provino tanto del aspecto narrativo, preponderante al máximo en el 99% de mis experiencias cinéfilas, sino que me llegó desde lo visual. En este caso, de forma aún más intensa y acusada que en los otros dos precedentes. De hecho, durante el visionado tuve que auto-recordarme varias veces que no podía olvidarme de degustar la continua sucesión de obras de arte pictóricas que desfilaban por la pantalla. Y es que, claro, al cabo de media hora, de una hora, de hora y media… tu cerebro deja de registrarlo todo con el pasmo inicial. Y sentía así cierta culpabilidad por no excitarme más con determinadas composiciones que, a buen seguro, debieron requerir un titánico esfuerzo del equipo de la película.

He de aclarar, no obstante, que no salí del cine sintiendo que había estado en un museo. Tal y como me había parecido en el trailer, también la trama suscitó mi atención, y fue esa conjunción narrativo-visual la que, perfectamente maridada, logró satisfacer las altas expectativas que me había creado. La historia, basada en la novela ‘Los campesinos’ (firmada en 1956 por el nobel W. S. Reymont), arranca en el otoño de esa aldea polaca marcada por los ciclos del trabajo de la tierra. Conocemos entonces a Jagna, y comprendemos rápidamente el entorno en el que le toca vivir, la presión social que recaía sobre una joven casadera como ella. Las tradiciones, costumbres, ritos y disfunciones del mundo rural más profundo son el hilo conductor de la narración, y al subirnos a los zapatos de la protagonista, nos toca enfrentarnos a las dificultades e injusticias que tanto limitaban (quizá emplear el tiempo pasado sea de un optimismo naif) las vidas de las mujeres de esas aldeas recónditas. Al ya reseñado carácter pecuniario de su condición de eventual esposa hay que añadir muchos otros aspectos, siendo los más reflejados en la película los del chismorreo del vecindario y las envidias de otras mujeres del pueblo. Sin que el guión pretenda, en absoluto, beatificar a Jagna, consigue que empaticemos profundamente con ella, sobre todo en sus momentos más peliagudos. Personalmente, ese postrero gesto que protagoniza, cuando desnuda, embarrada y magullada se pone en pie y levanta la cabeza, me pareció un maravilloso ejemplo de empoderamiento.

Lo narrativo, pues, sirvió de correcto acompañamiento. La película, empero, no me habría dejado un poso especialmente duradero solo desde ese prisma. Si volví del cine con ganas de peroratar sobre ‘En nombre de la tierra’ es por esa belleza visual que, desde el primer hasta el último fotograma, me aturdió. Por momentos, me cortó la respiración. No estamos ante meros dibujos animados, obviamente. Aquí hay actrices y actores reales, localizaciones físicas verdaderas. Pero lo que asoman finalmente a la pantalla son las versiones gráficas de esas realidades, pasadas por el tamiz de la rotoscopia y la pintura al óleo. Hasta 40.000 «cuadros» han sido necesarios para componer esta obra de arte, que responde a tal denominación con todas las de la ley. Y es que quienes vemos la película no debemos fundamentar nuestro reconocimiento al equipo autor por el esfuerzo que han hecho, por el tiempo empleado, por la minuciosidad que con toda seguridad ha caracterizado hasta el más mínimo detalle del metraje… Lo bueno, lo verdaderamente valioso, es que todo ese titánico trabajo tiene el efecto de agasajar al espectador, de crear un producto disfrutable, precioso, bello hasta la extenuación.

Quien cometa la torpeza de ver ‘En nombre de la tiera’ en la tele de casa (no digamos ya en una tablet, o peor aún en un puto teléfono móvil) difícilmente podrá calibrar la magnitud de la obra que está consumiendo. Para el argumentario de quienes defendemos a capa y espada la insondable diferencia que existe entre ver una película en el cine o en casa, esta propuesta polaca es todo un regalo. Pagar solo 8 euros por estas dos horas de desparrame artístico es indecoroso, deberían incluir en el ticket un número de cuenta por si queremos hacer una contribución post-visionado. Prometo que, por mi parte, no tardaré en compensar a los Welchman: corregiré mi dislate de tener pendiente, seis años después, ‘Loving Vincent’.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2023/12/03/critica-de-cine-en-nombre-de-la-tierra
20 de octubre de 2024
34 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Durante una firma de libros en la librería Rizzoli, Ingrid se entera de que Martha, una amiga a la que hace años que no ve, está enferma de cáncer. Acude a visitarla, y no lo hace por cumplir el expediente: va a demostrar que está dispuesta a comprometerse hasta el punto que haga falta con tal de acompañar a Martha en el trance que tiene por delante.

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Si las críticas hubieran sido feroces; si en vez del León de Oro su película trajera consigo toda una colección de razzies; si en vez de Julianne Moore y Tilda Swinton los papeles protagonistas hubieran recaído en Virginie Efira y Santiago Segura... también habría acudido con total fidelidad, caiga quien caiga, al estreno de lo nuevo de Almodóvar.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Quienes padecemos de cinefilia debemos sentir un inmenso privilegio por que sea contemporáneo nuestro un director como Pedro Almodóvar. Por poder disfrutar cada x tiempo de una nueva propuesta suya, por poder ir apreciando su evolución vital trasladada al séptimo arte, por habernos reído tanto con sus películas frívolas, haber saboreado luego sus intrincadas melodramedias, y poder paladear ahora unas obras de madurez de tono amargo, pero cada vez más sublimes. Esta inmersión que hace en el siempre peliagudo tema de la muerte es una de las cumbres de su filmografía, y solo podemos congraturarnos por haberla podido ver antes de que se termine su tiempo… o el nuestro.

Dicho esto, poca duda queda respecto a mi valoración de ‘La habitación de al lado’. Para explicar por qué me ha encandilado, puedo exponer un primer argumento: el manchego se remanga para contarnos cómo se muere el personaje de Tilda Swinton. Sabemos, por tanto, a lo que nos exponemos si decidimos entrar a la sala de cine. Y el director nos receta pocos paliativos, entra a saco en harina, y no ahorra detalles. Bueno, pues, pese a todo, encuentro mucha luz en la película, son numerosas las secuencias que me recuerdan la suerte que tenemos de vivir, lo poco conscientes que a menudo somos de ello. Esas sacudidas vitalistas proceden de distintos ángulos: a veces, de lo paisajístico, pese a tratarse de una película filmada casi exclusivamente en interiores; en otras ocasiones, por todo lo que Martha está perdiendo, y quienes vemos su calvario podemos seguir teniendo (y que dure); y, en muchos casos, porque el mero hecho de que aparezcan reflejados en un metraje que nos pone cara a cara con el final hace que nos demos cuenta de que eso de ir a una librería, tomar el sol en una tumbona, comer fruta o beber vino blanco, son milagros de la existencia. Quién me iba a decir a mí que iba a soltar estas proclamas vitalistas en la reseña de la obra mortuoria de Almodóvar…

Otra recompensa que cobramos quienes acudimos a la llamada del cineasta es el gozo de dos actrices del calibre de Tilda Swinton y Julianne Moore. La primera se come el marrón de enfermar, padecer y morirse ante nuestros ojos, pero voy a ir contra corriente, y voy a loar aquí sobre todo a su contraparte, a esa Ingrid a quien quisiera tener de compañera en todos mis momentos, no solo en los postreros. Me encanta el personaje, su empatía, su calor humano, su determinación… Y me maravilla la interpretación. Me confirma, de paso, el buen tino que tiene Almodóvar dirigiendo a sus elencos.

Mi entrega hacia el cine de este hombre viene motivada en un 97% por razones puramente cinematográficas. Pero no puedo negar que, aunque limite su peso a un mero 3%, la afinidad política también rema a su favor. Sobre todo, porque se moja siempre, aún sabiendo las fobias que su posicionamiento le genera. Recuerdo que ya aludía a este aspecto en la única crítica que tenía escrita hasta ahora de sus películas, la de ‘Madres paralelas‘; en aquel caso, pese a que no era en absoluto imperativo para su guión, se metía en el charco de la memoria histórica, y lo hacía sin dobleces ni equidistancias. Vuelve a hacerlo ahora, en este caso con estrellas de Hollywood como portavoces, y posiciona sin ambages al personaje de John Turturro contra el neoliberalismo y la extrema derecha, responsabilizándoles a pachas de convertir al planeta en otro enfermo terminal. Por supuesto, toda la película es un canto en favor de la muerte digna, y nos causa un respingo iracundo ese policía interrogador que alude a su condición de creyente para condenar la eutanasia. Pero si he de quedarme con un matiz político de ‘La habitación de al lado’, recurro nuevamente a Turturro, y ovaciono en pie su afilada predicción: el derecho a una muerte digna será definitivamente reconocido cuando el sistema sanitario termine de colapsar. Se hará de la necesidad virtud…

Aunque más que una crítica esto me está quedando como un canto, no tengo la menor intención de levantar el pie del acelerador laudatorio en mi último párrafo. Doblando la apuesta, cierro con la referencia a tres fogonazos que han elevado mi karma cinéfilo durante la proyección: ese plano, creo que en indisimulado tributo a la ‘Persona’ de Bergman, en que Ingrid comprueba que la puerta sigue abierta, y para celebrarlo se acuesta en la cama de Martha, y vemos en primer plano compartido sus rostros tranquilos y sus ojos coordinados; el acongojante momento en que un grifo se abre, un vaso se llena, y un desenlace se evidencia; y ese final nevado, poético, profundo y melancólico, en memoria de la madre que se ha rehabilitado, y de la amiga que se fue.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2024/10/20/critica-de-cine-la-habitacion-de-al-lado/
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para