No creo que a Paco Rabal le hiciera mucha falta prepararse el papel de Azarías. Seguramente algún día conoció a alguien que se le pareciera y tomó nota. Esta película la ví en la Gran Vía de Madrid en 1984, y fué la primera vez que, al terminar la sesión, todos los allí presentes irrumpimos en un gran aplauso. No se ha vuelto a repetir. En mi época escolar conocí un poco el mundo de la caza (año 1972 aproximadamente), y si bien no había marqueses ni condes, fuí testigo de una gran bronca por parte del organizador al guarda de la zona. Si recuerdo los trajes, todo en verde y marrón y el sombrero con la plumita. Bueno, pues todo sigue igual. Esta película retrata con un realismo feroz algo que como tantas otras cosas, no deberían darse nunca. Y para terminar darle las gracias al señor Camus y a todo el elenco de ésta obra de arte. Comparo éste papel de Paco Rabal con el de Dustin Hoffman en Rainman. No hay color.

Una puerta al principio y otra al final, oye, igualito igualito que Centauros del desierto, ja, ja. Me lo temía, una vez más salgo escarmentado por husmear en el muy bien vendido cine francés de la época. Porque vaya paquete que nos envía el señor Rohmer. Debe ser que no me he enterado bien de la "elaboradísima" historia que nos regala el afamado director. Una patochada.

La historia de un perdedor, filmada con cámara al hombro por un paciente de Parkinson, y el éxito de crítica está casi asegurado. Si no hay presupuesto para una steadicam, seguramente se pueda alquilar una por un precio razonable. Resumiendo, me ha aburrido y no entiendo el éxito alcanzado.
Por cierto, cualquiera que haya visto dos o tres mil películas sabe que el final no es muy venturoso.

No puedo entender que se acepte la interpretación de Anthony Perkins, puro Actors Studio, al lado de todos los actores y actrices que participan en ésta película. Está desatado, con movimientos compulsivos, con la mirada baja para no cruzar sus ojos con la cámara. Y resulta que esa forma de actuar, la más antinatural que existe, está muy bien considerada. Pues yo no la soporto. Wiliam Wyler para mí es una eminencia total, aunque esta película me parece un poco floja.

Parece que algunos cómicos tengan la obligación de hacer cine, no sé muy bien por qué. Pero mi mayor incógnita es de donde sale el alma cándida que pueda creer en un proyecto como éste, inexplicable.