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5.6
400
4
26 de noviembre de 2013
26 de noviembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al francés Arnaud de Pallières le queda grande el proyecto. Tiene en sus manos una buena historia pero no sabe cómo aprovecharla. Como lo sabe, tonto no es, intenta suplir sus carencias explotando la personalidad de su protagonista en un film que pide a gritos sangre y luchas. Este Braveheart a la francesa tiene mucho tedio, pocas batallas y un héroe apático; la mezcla perfecta para "triunfar". El guión es lento, pesado y aburrido pese a basarse en un trasfondo con un filón extraordinario para explotarlo, pero se desarrolla pésimamente. Prevalece el carácter humano de Michael sobre el bélico, como si el humano interesara en un personaje tan plano como el presentado aquí. Además, las interpretaciones no ayudan. Michael (interpretado por el danés Mads Mikkelsen, que tuvo incluso que aprender francés para hacer este papel) como decía es un héroe apático y sin sangre. Sufridor al final sin rebelarse después de la que había montado. En definitiva, una actuación sin interés que hace que uno se aburra aún más en la sala. La banda sonora recrea estilos tardomedievales. Por lo demás, la fotografía me ha parecido muy correctiva, es decir, tenía que abrir o enfocar o modificar los planos porque se estaba perdiendo algo de la escena aunque gana enteros cuando rueda en exteriores. Por otra parte, la escenografía recrea con fidelidad la época en la que se desarrolla la acción. No obstante, es una película fallida que no interesa y en la que se desea sangre y muerte y no una perorata existencialista de parte del amigo Michael.
26 de noviembre de 2013
26 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a negar que el alemán posee un dominio de los recursos cinematográficos que apabulla y que firma, con la literariedad de una novela, una historia intensa. No obstante, Gröning me parece muy pretencioso en esta película, se ama demasiado a sí mismo y lo demuestra en su delirio narrativo y la técnica que utiliza. El guión es duro aun siendo básico, típico y ya explotado en otras películas; pero enseña el tema de una manera potente y cruda invitando al espectador a que forme parte de la tensión, a que sienta la desesperación pura de la situación. Desesperación que se alarga hasta la extenuación: 59 capítulos en tres horas de película (sale a una media de 20 capítulos por hora, unos tres minutos por capítulo aunque algunos son brevísimos como el tercero, y otro duran más).
El director invierte mucho tiempo para una historia que avanza irremediablemente lenta, jugando con el tempo y con la resistencia del espectador que desea que ocurra algo; pero, precisamente esa aterradora espera es la que mantiene en vilo. Sin embargo, no ha parecido funcionar con la mayoría de la sala, que entre risas de incredulidad entre tanto "anfang kapitel X" y "ende kapitel X" han salido huyendo de la sala, quedando al final de la proyección menos de la mitad del aforo (de 300 a menos de 150 personas). Si acaso sólo cinco capítulos contienen cosas interesantes, el resto es morralla.
Las interpretaciones son muy buenas. La mujer es la perfecta sufridora sometida al marido, alguien al que es un placer odiar. La niña (que en realidad son dos, gemelas, para un papel tan exigente) está muy bien para ser tan joven y es el punto amable dentro de la película pero que poco a poco se va transformando, en su inocencia, por la agresividad del padre. El montaje es original y la fotografía busca el encuadre imposible, el más enrevesado y el que visualmente quede más potente; de ahí tantos planos picados, del revés y su favorito, el cenital. Inusual y muy vistoso. Sin embargo, la película exige demasiado para tan poco y motiva una deserción en masa que podría haberse contenido con un recorte más que importante del montaje. Pero claro, entonces no sería Gröning.
El director invierte mucho tiempo para una historia que avanza irremediablemente lenta, jugando con el tempo y con la resistencia del espectador que desea que ocurra algo; pero, precisamente esa aterradora espera es la que mantiene en vilo. Sin embargo, no ha parecido funcionar con la mayoría de la sala, que entre risas de incredulidad entre tanto "anfang kapitel X" y "ende kapitel X" han salido huyendo de la sala, quedando al final de la proyección menos de la mitad del aforo (de 300 a menos de 150 personas). Si acaso sólo cinco capítulos contienen cosas interesantes, el resto es morralla.
Las interpretaciones son muy buenas. La mujer es la perfecta sufridora sometida al marido, alguien al que es un placer odiar. La niña (que en realidad son dos, gemelas, para un papel tan exigente) está muy bien para ser tan joven y es el punto amable dentro de la película pero que poco a poco se va transformando, en su inocencia, por la agresividad del padre. El montaje es original y la fotografía busca el encuadre imposible, el más enrevesado y el que visualmente quede más potente; de ahí tantos planos picados, del revés y su favorito, el cenital. Inusual y muy vistoso. Sin embargo, la película exige demasiado para tan poco y motiva una deserción en masa que podría haberse contenido con un recorte más que importante del montaje. Pero claro, entonces no sería Gröning.

6.0
510
2
26 de noviembre de 2013
26 de noviembre de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no he visto ninguna película del taiwanés, pero sí que es cierto que se conoce al director por ser un cineasta peculiar de reconocido prestigio, por utilizar un estilo inconfundible y por su dominio de la técnica cinematográfica. Con semejantes referencias y al estar esta película aclamada por gran parte de la crítica, pues uno se hace ilusiones. Ilusiones que te haces si el amigo Tsai es un completo desconocido para ti (que era mi caso).
La película es mala hasta decir basta, por favor, matadme si tenéis compasión. La cosa es que a la crítica le gusta; no sé, a lo mejor soy yo, que no estoy hecho para del cine d'auteur... El caso, que la película es horrenda, sin sentido ni interés, lenta (eterna, más bien), aburrida. Dos horas y cuarto insoportables. Pero soy un profesional, hombre, si sufro me sacrifico hasta el final (no como la veintena de acreditados que salieron de puntillas durante la proyección y la espantada final cuando terminó el tormento). A mí me gustan las películas que cuentan historias y me parecen absurdas las producciones que intentan forzar una historia o crearla de la nada. He aquí otro caso.
Las interpretaciones logran salvarse algo no por el nivel, que son inexpresivas y sin atractivo, sino por su exigencia. El rodaje para ellos ha tenido que ser menudo y alabo a los dos protagonistas por haber soportado los devaneos de Ming-Liang. Por lo visto, este director se vanagloria de sus montajes llamémoslos excéntricos. Yo me excederé, como siempre, y los calificaré de insufribles. Los cambios de plano durante toda la película se pueden contar con los dedos de una mano y todavía nos sobrarían dedos, los planos secuencia son eternos y estáticos en los que el actor se encuentra inmutable o haciendo lo que quiera que el taiwanés le haya dicho que haga. Memorables son (nótese la ironía) la escena de más de diez minutos sin cortes en único plano de la pelea del protagonista con un repollo y los dos planos finales que entre ambos cuentan los últimos 25 minutos de la película.
Aún así, hay que reconocer la exigencia técnica de este despropósito. Digna de alabar ya que el rodar una secuencia en un plano durante más de 10 minutos exige mucho de los técnicos y del actor ya que cualquier fallo, error o interrupción por vaya usted a saber qué avatares del destino, supondría el comenzar nuevamente con el rodaje de la escena. En fin, insoportable. Se le exige demasiado al espectador para tan escasa o nula recompensa.
La película es mala hasta decir basta, por favor, matadme si tenéis compasión. La cosa es que a la crítica le gusta; no sé, a lo mejor soy yo, que no estoy hecho para del cine d'auteur... El caso, que la película es horrenda, sin sentido ni interés, lenta (eterna, más bien), aburrida. Dos horas y cuarto insoportables. Pero soy un profesional, hombre, si sufro me sacrifico hasta el final (no como la veintena de acreditados que salieron de puntillas durante la proyección y la espantada final cuando terminó el tormento). A mí me gustan las películas que cuentan historias y me parecen absurdas las producciones que intentan forzar una historia o crearla de la nada. He aquí otro caso.
Las interpretaciones logran salvarse algo no por el nivel, que son inexpresivas y sin atractivo, sino por su exigencia. El rodaje para ellos ha tenido que ser menudo y alabo a los dos protagonistas por haber soportado los devaneos de Ming-Liang. Por lo visto, este director se vanagloria de sus montajes llamémoslos excéntricos. Yo me excederé, como siempre, y los calificaré de insufribles. Los cambios de plano durante toda la película se pueden contar con los dedos de una mano y todavía nos sobrarían dedos, los planos secuencia son eternos y estáticos en los que el actor se encuentra inmutable o haciendo lo que quiera que el taiwanés le haya dicho que haga. Memorables son (nótese la ironía) la escena de más de diez minutos sin cortes en único plano de la pelea del protagonista con un repollo y los dos planos finales que entre ambos cuentan los últimos 25 minutos de la película.
Aún así, hay que reconocer la exigencia técnica de este despropósito. Digna de alabar ya que el rodar una secuencia en un plano durante más de 10 minutos exige mucho de los técnicos y del actor ya que cualquier fallo, error o interrupción por vaya usted a saber qué avatares del destino, supondría el comenzar nuevamente con el rodaje de la escena. En fin, insoportable. Se le exige demasiado al espectador para tan escasa o nula recompensa.

7.0
966
6
26 de noviembre de 2013
26 de noviembre de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora británica revisita algo que a los ingleses les gusta mucho en cine y televisión: hablar de los inglesitos pobrecitos, de los marginados, de los más desfavorecidos en una especie de autocrítica a la sociedad británica y al gobierno que no hace nada por ayudarles. Barrios bajos en horas decadentes que Clio Barnard filma con mirada crítica de intensidad creciente según avanza la película y que culmina en un final que me deja indiferente y un epílogo que en mi opinión sobraba.
Según dice la película, la historia está inspirada en el relato homónimo de Oscar Wilde. Ejem. Esta señora no se ha leído una palabra del relato de Wilde seguro, porque de lo contrario no afirmaría tamaña tontería, toda vez que el relato, así a grandes rasgos, trata de un gigante que prohibe a los niños jugar en su jardín, su jardín se muere de pena porque no disfruta de los niños, después de un tiempo vuelven los niños y el gigante les permite quedarse y se encariña especialmente de uno; después no lo encuentra más hasta que aparece para llevárselo al paraíso. La verdad, que no cuente mentiras esta señora, que no por intentar literarizar su historia le va a quedar mejor.
El guión es directo, correcto, sin grandes devaneos filosóficos y mira que podría haber entrado, pero como se trata de dos niños que son unos cafres pues ¿para qué vamos a filosofar? Después de leer la sinopsis, yo esperaba ver a un Arbor más egoísta y con más mala leche pero no llega ni a la suela de los zapatos de Daniel el Travieso. Las interpretaciones son buenas, sobre todo en los niños. Es agradable ver ese contraste entre la hiperactividad y cafrería de uno y la tranquilidad y lo bonachón que es el otro. No obstante, con tanto fuck off y acento garrulo me sangraban los oídos durante la proyección. La fotografía es correcta, muy básica y anglosajona aunque tiene momentos muy inteligentes al dotar de algo más de inestabilidad los planos del personaje hiperactivo y de más estabilidad al bonachón. El marco de marginalidad que domina la escenografía le viene que ni pintado a la historia. Entre chatarreros, prefiero el de Tanovic ya que esta historia tiene flaquezas en algunas de sus partes que no llegan a convencerme del todo.
Según dice la película, la historia está inspirada en el relato homónimo de Oscar Wilde. Ejem. Esta señora no se ha leído una palabra del relato de Wilde seguro, porque de lo contrario no afirmaría tamaña tontería, toda vez que el relato, así a grandes rasgos, trata de un gigante que prohibe a los niños jugar en su jardín, su jardín se muere de pena porque no disfruta de los niños, después de un tiempo vuelven los niños y el gigante les permite quedarse y se encariña especialmente de uno; después no lo encuentra más hasta que aparece para llevárselo al paraíso. La verdad, que no cuente mentiras esta señora, que no por intentar literarizar su historia le va a quedar mejor.
El guión es directo, correcto, sin grandes devaneos filosóficos y mira que podría haber entrado, pero como se trata de dos niños que son unos cafres pues ¿para qué vamos a filosofar? Después de leer la sinopsis, yo esperaba ver a un Arbor más egoísta y con más mala leche pero no llega ni a la suela de los zapatos de Daniel el Travieso. Las interpretaciones son buenas, sobre todo en los niños. Es agradable ver ese contraste entre la hiperactividad y cafrería de uno y la tranquilidad y lo bonachón que es el otro. No obstante, con tanto fuck off y acento garrulo me sangraban los oídos durante la proyección. La fotografía es correcta, muy básica y anglosajona aunque tiene momentos muy inteligentes al dotar de algo más de inestabilidad los planos del personaje hiperactivo y de más estabilidad al bonachón. El marco de marginalidad que domina la escenografía le viene que ni pintado a la historia. Entre chatarreros, prefiero el de Tanovic ya que esta historia tiene flaquezas en algunas de sus partes que no llegan a convencerme del todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia es la de un chatarrero que explota a dos chavales que son unos prendas y uno de ellos es muy bueno con los caballos y va a ganarse unas libras corriendo ilegalmente para el chatarrero.

5.6
32,080
6
26 de noviembre de 2013
26 de noviembre de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de Tres bodas de más, Javier Ruiz Caldera, se va convirtiendo en garantía de entretenimiento (el mismo de Spanish Movie) al presentarnos, con grandes dotes narrativas muy dinámicas, una comedia romántica al estilo anglosajón pero llena de golpes y puntos con elementos patrios. Personalmente, no me gustan las romanticonas por su previsibilidad, su falta de innovación y su empalagosidad, defectos de los que, como comedia romántica que es, sufre la película. Su humor es básico y español de pura cepa, con demasiada incidencia, para mi gusto, en lo soez y en lo escatológico, elementos que provocan la risa fácil (salvo algún despropósito burro). No obstante, eso no quiere decir que la cinta no funcione. Es entretenida y cumple esa función: distrae (aunque reconozco que me he reído muy poco). La interpretación es correcta en la que destaca, porque es la protagonista, Inma Cuesta como la pusilánime gafapastas. Los secundarios juegan bien sus papeles y sobresale Rossy de Palma (¡la de años que no la veía!) como madurita todoterreno. La música es la típica romanticona, con baladas anglosajonas aunque alabo la inclusión de música clásica para adornar las situaciones: la obertura de la ópera de Mozart Le nozze di Figaro o el Bolero de Maurice Ravel. El montaje de la película es dinámico y fresco, muy comedia americana con abrumadora narrativa visual que no cae en el tedio. Pero eso, se trata de una película que únicamente entretiene y que sigue la tónica de las de su clase con muy poca o nula innovación en el género.
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