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6.0
812
8
19 de febrero de 2015
19 de febrero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de los hermanos Goetz es un excelente film que se enmarca en el género «survival». En muchas ocasiones, este tipo de películas no llega a alcanzar un gran interés y se basa sobretodo en las mil y una visicitudes que tendrán que superar el/los protagonistas para salir airosos del embrollo.
Scenic route se aleja del «mcgiverismo» ingenioso para sobrevivir y se centra mucho más en el desarrollo emocional de la propia lucha por la vida, y las consecuencias que acarrea esa tensión en los individuos que la padecen.
Este es el gran acierto de la película. Centrada en los dos personajes protagonistas, Josh Duhamel (Turistas, Transformers) y Dan Folger (actor de carácter más cómico), y rodada en su mayor parte en una cuneta. Ambos actores están genial, dotando a las escenas de un crudo realismo, al instante el espectador necesita saber por qué el guaperas cojo ese va a acabar como la foro de la portada.
Aquí es donde la pareja de directores hace un gran trabajo, pues logra crear un ambiente de tensión perfectamente acorde al gran guión y su brillante interpretación. Vemos como la relación de ambos personajes esconde problemas que vienen de lejos, que a todos nos resultan suficientemente cercanos como para empatizar rápidamente con la situación.
Hay algún momento en que la trama decae con algún que otro altibajo, pero compensado con creces por los momentos más intensos y desfortunados por los que pasan los protagonistas. Si bien se puede cuestionar alguna decisión que pueden tomar en algún momento y las exageradas coincidencias que hacen que se conviertan en pésimas, la propuesta tiene originalidad y solvencia, haciendo que en todo momento mantenga el interés al otro lado de la pantalla.
Quizás el momento final sea el más discutido, innecesario para algunos, brillante para otros, a mi me pareció muy acertado, para una cinta que tiene una gran calidad, te mantiene pegado a la pantalla y te deja un gran sabor de boca.
El nivel técnico también es destaclabe, sobresaliendo la fotografía y el maquillaje. ¡Espectacular la escena de la sesión de peluquería en mitad de la nada!
Muy aconsejable.
Rul T.
www.diasdeterror.com
Scenic route se aleja del «mcgiverismo» ingenioso para sobrevivir y se centra mucho más en el desarrollo emocional de la propia lucha por la vida, y las consecuencias que acarrea esa tensión en los individuos que la padecen.
Este es el gran acierto de la película. Centrada en los dos personajes protagonistas, Josh Duhamel (Turistas, Transformers) y Dan Folger (actor de carácter más cómico), y rodada en su mayor parte en una cuneta. Ambos actores están genial, dotando a las escenas de un crudo realismo, al instante el espectador necesita saber por qué el guaperas cojo ese va a acabar como la foro de la portada.
Aquí es donde la pareja de directores hace un gran trabajo, pues logra crear un ambiente de tensión perfectamente acorde al gran guión y su brillante interpretación. Vemos como la relación de ambos personajes esconde problemas que vienen de lejos, que a todos nos resultan suficientemente cercanos como para empatizar rápidamente con la situación.
Hay algún momento en que la trama decae con algún que otro altibajo, pero compensado con creces por los momentos más intensos y desfortunados por los que pasan los protagonistas. Si bien se puede cuestionar alguna decisión que pueden tomar en algún momento y las exageradas coincidencias que hacen que se conviertan en pésimas, la propuesta tiene originalidad y solvencia, haciendo que en todo momento mantenga el interés al otro lado de la pantalla.
Quizás el momento final sea el más discutido, innecesario para algunos, brillante para otros, a mi me pareció muy acertado, para una cinta que tiene una gran calidad, te mantiene pegado a la pantalla y te deja un gran sabor de boca.
El nivel técnico también es destaclabe, sobresaliendo la fotografía y el maquillaje. ¡Espectacular la escena de la sesión de peluquería en mitad de la nada!
Muy aconsejable.
Rul T.
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5.0
6,526
6
3 de febrero de 2015
3 de febrero de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kevin Smith vuelve a la carga después de su controvertido premio en Sitges 2011 con Red State en otra locura pasada de rosca con bichejos más o menos simpáticos que acaban pervertidos por la calenturienta y enfermiza mente humana: véase castores, ovejas, ciempiés...
Tusk es una comedia bizarra que narra las desventuras de Wallace Bryton (Justing Long), al que le dan a probar una dosis tremenda de su propia medicina por dedicarse a burlarse del mal rollo ajeno.
Sabía que era una película de aquellas que no dejan indiferentes, o bien lees críticas que la dejan por los suelos, o en otras bitácoras la ponen por los cielos. A mí, desgraciadamente, me dejó bastante indiferente, sin saber a ciencia cierta por qué (espero descubrirlo al finalizar este post).
La primera parte de la cinta nos presenta a los personajes principales, un Justing Long en el papel de chico sobrado, cabroncete y pasota total con la vida; Haley Joel, el niño de El Sexto Sentido, que nos recuerda que nos hacemos viejos al verlo convertido en un tiparraco que se ha pasado un pelo con las hamburguesas y Génesis Rodríguez, que hace el pobre papel de novia apaleada.
Tras unos cuantos chistes que explotan los tópicos Canada-USA, nos encontramos con Wallace Bryton enfrentado al personaje de la obra, un fantástico Michael Parks que encarna a Howard Howe, un misterioso personaje con una suculenta historia que contar.
Aquí empieza la mala leche. Entramos entonces en el desarrollo de la historia en sí, en base a un buen guión y a una gran actuación de sus dos protagonistas, que rápidamente consiguen que el espectador se "divierta" en cierto grado con lo que está viendo.
Hasta aquí la cosa funciona más o menos bien. Los diálogos son buenos y Kevin Smith sabe transmitir muy bien la sensación enfermiza de agobio y tortura a la que el listillo de Justin Long se ve sometido, mientras se nos explica el motivo de tanta locura a base de innecesarios flashback.
Todo va bastante bien hasta la aparición de un irreconocible Johnny Depp en el papel de un absurdo policía que corta mucho el rollo de la acción. Este punto, junto al exceso de la transformación de Wallace hace que la película pierda bastante de la fuerza ganada hasta entonces, ganada a pulso en las escenas entre los dos personajes principales.
Se ha comparado Tusk con The Human Centipede, aunque para mí son dos opciones que poco tienen que ver una con la otra, además de que Tusk no llega ni por asomo a los niveles de desagrado de la locura del ciempiés.
Los excesos de su tramo final hacen que me pregunte sobre las pretensiones reales de su director, al decantarse por una especie de comedia negra, en una cinta que para mí habría funcionado mucho mejor en el ámbito del torture porn más alocado y enfermo; una especie de Misery mucho más demente, en el se desarrollara únicamente la historia de Wallace y Howard.
Rul T.
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Tusk es una comedia bizarra que narra las desventuras de Wallace Bryton (Justing Long), al que le dan a probar una dosis tremenda de su propia medicina por dedicarse a burlarse del mal rollo ajeno.
Sabía que era una película de aquellas que no dejan indiferentes, o bien lees críticas que la dejan por los suelos, o en otras bitácoras la ponen por los cielos. A mí, desgraciadamente, me dejó bastante indiferente, sin saber a ciencia cierta por qué (espero descubrirlo al finalizar este post).
La primera parte de la cinta nos presenta a los personajes principales, un Justing Long en el papel de chico sobrado, cabroncete y pasota total con la vida; Haley Joel, el niño de El Sexto Sentido, que nos recuerda que nos hacemos viejos al verlo convertido en un tiparraco que se ha pasado un pelo con las hamburguesas y Génesis Rodríguez, que hace el pobre papel de novia apaleada.
Tras unos cuantos chistes que explotan los tópicos Canada-USA, nos encontramos con Wallace Bryton enfrentado al personaje de la obra, un fantástico Michael Parks que encarna a Howard Howe, un misterioso personaje con una suculenta historia que contar.
Aquí empieza la mala leche. Entramos entonces en el desarrollo de la historia en sí, en base a un buen guión y a una gran actuación de sus dos protagonistas, que rápidamente consiguen que el espectador se "divierta" en cierto grado con lo que está viendo.
Hasta aquí la cosa funciona más o menos bien. Los diálogos son buenos y Kevin Smith sabe transmitir muy bien la sensación enfermiza de agobio y tortura a la que el listillo de Justin Long se ve sometido, mientras se nos explica el motivo de tanta locura a base de innecesarios flashback.
Todo va bastante bien hasta la aparición de un irreconocible Johnny Depp en el papel de un absurdo policía que corta mucho el rollo de la acción. Este punto, junto al exceso de la transformación de Wallace hace que la película pierda bastante de la fuerza ganada hasta entonces, ganada a pulso en las escenas entre los dos personajes principales.
Se ha comparado Tusk con The Human Centipede, aunque para mí son dos opciones que poco tienen que ver una con la otra, además de que Tusk no llega ni por asomo a los niveles de desagrado de la locura del ciempiés.
Los excesos de su tramo final hacen que me pregunte sobre las pretensiones reales de su director, al decantarse por una especie de comedia negra, en una cinta que para mí habría funcionado mucho mejor en el ámbito del torture porn más alocado y enfermo; una especie de Misery mucho más demente, en el se desarrollara únicamente la historia de Wallace y Howard.
Rul T.
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4
2 de junio de 2015
2 de junio de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de confesar que me ha costado bastante acabar con esta tercera temporada de una de las mejores series realizadas en los últimos años. La primera entrega de la saga fue un auténtico bombazo, que mezclaba misterio, terror y erotismo y en la que Jessica Lange estaba que se salía en su personaje.La segunda temporada, Assylum fue incluso mejor, llegando a la excelencia en todos sus aspectos y subiendo el umbral de calidad a un nivel muy difícil de superar. No era de extrañar que todos estuviéramos esperando con ansiedad esta nueva temporada.
Y es bien sabido que cuando algo se espera con ganas y luego resulta que no alcanza las espectativas creadas, pues la sensación que deja se ve acrecentada. Ésto es lo que me ha pasado a mí con AHS: Coven.
La historia escogida para la temporada esta vez es un aquelarre venido a menos desde la gloriosa época en la que la brujería vivía su apogeo, lo cual conllevaba sus peligros. De ahí la necesidad de crear una institución que sirviera de soporte a todas las aprendices a bruja.
A partir de aquí, la serie vuelve a engancharse a aquellas señas que le ha permitido alcanzar grandes dosis de calidad y originalidad. En primer lugar, parte del elenco de artistas repite aparición, aunque como pasaba con Assylum en un rol totalmente diferente.
En la segunda entrega fue algo que me gustó, pues tras el esfuerzo necesario (que no es mucho) para asociar al nuevo personaje, la empatía o antipatía que pueda generar el personaje, se ve reflejada y aumentada en cada nueva entrega.
La serie se basa en gran medida en la increíble actuación de Jessica Lange, pletórica de forma a pesar de sus 64 años de edad. Es brutal la fuerza que imprime esa mujer a su papel de Fiona, la Suprema del aquelarre.
El resto de personajes, si bien presentan una actuación más coral, como no podía ser de otra manera, también tienen una presencia destacable, aunque dependen en gran medida del protagonismo de su personaje en la serie.
En este particular a mí me gustaron mucho Katthy Bates en su papel de Delphine LaLaurie, una esclavista del siglo XIX, que destila un odio implacable hacia los negros. También cabe destacar a Sarah Paulson como Cordelia Foxx, que hace que tengas ganas de abofetear a la tontería de personaje que representa. En menor medida destacan los personajes de Mirtle Snow, Marie Laveau y Jaime Brewer. El resto tiene un papel menos interesante.
El punto fuerte de la saga ha sido siempre su cuidada y potente estética. Es en esta temporada cuando sus creadores se han ganado a pulso la excelencia. Desde la espectacular intro, dominada por escenas de vudú que desafortunadamente apenas pasan de allí, hasta el más cuidado de los detalles. Fotografía y vestuario son espectaculares, dotando algunas secuencias de una brutalidad aterradora.
Papa Legba es en sí mismo el paradigma de lo espeluznante… y la mejor muestra de lo desaprovechado de algunas de las ideas que podían dar mayor profundidad a la serie.
¿Estamos pues ante la coronoación de AHS? Pues desgraciadamente, no. El principal problema de Coven es su débil e intermitente guión, que echa por tierra todo el trabajo desarrollado por el reparto y la gran propuesta estética.
Y es que la trama se pierde en demasiadas ocasiones en apuestas que parecen pensadas para quinceañeras fanáticas de Crepúsculo, en vez del público adulto al que parece destinada la obra. Dejando de lado temás tan potentes y que podían haber enriquecido la propuesta como la sucia guerra entre bujas negras y blancas, los cazadores de brujas, apenas aprovechados y la mismísima lucha interina dentro del aquelarre; la trama se decanta en demasiadas ocasiones por amoríos adolescentes demasiado simples y absurdas escenas más propias de Embrujada.
Desde el jovencito Kyle-Frankenstain zurzido con tanto cariño y perfección, pese a tener trozos de todo cristo, los zombies, personajes que no pintan nada como los nuevos vecinos, la tonteria de Stevie Nicks por ahí cantando porque ella lo vale, Misty y su comportamiento de “me he fumado todo lo verde que había en el pantano”, y un sin fin de cosas por el estilo.
Otro de los grandes errores, patentes sobretodo hacia el final de la serie, cuando se busca avanzar hacia la resolución de la trama es la falta de concordancia de los poderes de las brujas, con parte de los hechos que se narran. Esto sucede de forma estrepitosa en el último capítulo, donde una bruja con poder mental para doblegar a otra, por ejemplo, es incapaz de evitar que la maten.
Esperemos que en su cuarta temporada, sus creadores vuelvan a estrujarse los sesos en presentar una historia de la categoría de las dos primeras entregas, dejando de lado reminiscencias teenagers.
Rul T
www.diasdeterror.com
Y es bien sabido que cuando algo se espera con ganas y luego resulta que no alcanza las espectativas creadas, pues la sensación que deja se ve acrecentada. Ésto es lo que me ha pasado a mí con AHS: Coven.
La historia escogida para la temporada esta vez es un aquelarre venido a menos desde la gloriosa época en la que la brujería vivía su apogeo, lo cual conllevaba sus peligros. De ahí la necesidad de crear una institución que sirviera de soporte a todas las aprendices a bruja.
A partir de aquí, la serie vuelve a engancharse a aquellas señas que le ha permitido alcanzar grandes dosis de calidad y originalidad. En primer lugar, parte del elenco de artistas repite aparición, aunque como pasaba con Assylum en un rol totalmente diferente.
En la segunda entrega fue algo que me gustó, pues tras el esfuerzo necesario (que no es mucho) para asociar al nuevo personaje, la empatía o antipatía que pueda generar el personaje, se ve reflejada y aumentada en cada nueva entrega.
La serie se basa en gran medida en la increíble actuación de Jessica Lange, pletórica de forma a pesar de sus 64 años de edad. Es brutal la fuerza que imprime esa mujer a su papel de Fiona, la Suprema del aquelarre.
El resto de personajes, si bien presentan una actuación más coral, como no podía ser de otra manera, también tienen una presencia destacable, aunque dependen en gran medida del protagonismo de su personaje en la serie.
En este particular a mí me gustaron mucho Katthy Bates en su papel de Delphine LaLaurie, una esclavista del siglo XIX, que destila un odio implacable hacia los negros. También cabe destacar a Sarah Paulson como Cordelia Foxx, que hace que tengas ganas de abofetear a la tontería de personaje que representa. En menor medida destacan los personajes de Mirtle Snow, Marie Laveau y Jaime Brewer. El resto tiene un papel menos interesante.
El punto fuerte de la saga ha sido siempre su cuidada y potente estética. Es en esta temporada cuando sus creadores se han ganado a pulso la excelencia. Desde la espectacular intro, dominada por escenas de vudú que desafortunadamente apenas pasan de allí, hasta el más cuidado de los detalles. Fotografía y vestuario son espectaculares, dotando algunas secuencias de una brutalidad aterradora.
Papa Legba es en sí mismo el paradigma de lo espeluznante… y la mejor muestra de lo desaprovechado de algunas de las ideas que podían dar mayor profundidad a la serie.
¿Estamos pues ante la coronoación de AHS? Pues desgraciadamente, no. El principal problema de Coven es su débil e intermitente guión, que echa por tierra todo el trabajo desarrollado por el reparto y la gran propuesta estética.
Y es que la trama se pierde en demasiadas ocasiones en apuestas que parecen pensadas para quinceañeras fanáticas de Crepúsculo, en vez del público adulto al que parece destinada la obra. Dejando de lado temás tan potentes y que podían haber enriquecido la propuesta como la sucia guerra entre bujas negras y blancas, los cazadores de brujas, apenas aprovechados y la mismísima lucha interina dentro del aquelarre; la trama se decanta en demasiadas ocasiones por amoríos adolescentes demasiado simples y absurdas escenas más propias de Embrujada.
Desde el jovencito Kyle-Frankenstain zurzido con tanto cariño y perfección, pese a tener trozos de todo cristo, los zombies, personajes que no pintan nada como los nuevos vecinos, la tonteria de Stevie Nicks por ahí cantando porque ella lo vale, Misty y su comportamiento de “me he fumado todo lo verde que había en el pantano”, y un sin fin de cosas por el estilo.
Otro de los grandes errores, patentes sobretodo hacia el final de la serie, cuando se busca avanzar hacia la resolución de la trama es la falta de concordancia de los poderes de las brujas, con parte de los hechos que se narran. Esto sucede de forma estrepitosa en el último capítulo, donde una bruja con poder mental para doblegar a otra, por ejemplo, es incapaz de evitar que la maten.
Esperemos que en su cuarta temporada, sus creadores vuelvan a estrujarse los sesos en presentar una historia de la categoría de las dos primeras entregas, dejando de lado reminiscencias teenagers.
Rul T
www.diasdeterror.com

5.8
69,230
3
20 de enero de 2015
20 de enero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Una precuela de Alien dirigida por Ridley Scott? ¡Nos ponemos palote al instante! Y es que ahondar en las entrañas del mejor alienígena creado en la historia del cine hasta la fecha no es moco de pavo. Además han pasado quince años desde entonces y la tecnología ha evolucionado a pasos agigantados. Lo tenemos todo para babear ácido y quemarnos el ombligo.
Entonces, ¿Qué pasó para que Prometheus sea una pésima película y ni siquiera se me ocurra tildarla como precuela de la gran obra maestra?
Pues debe ser que a Ridley Scott le está patinando las neuronas, porque si no no hay quien pueda entender que después de visionar el resultado final de Prometheus no se retirara a un monasterio para el resto de sus días.
Se puede echar tierra en todas y cada una de las parcelas de la cinta, quitando los primeros cinco minutos en los que aún no nos han mostrado nada, y un enigmático personaje albino se destruye en el prólogo, para pasar a una nave espacial en la que un personaje al estilo Moon deambula por ahí pasando el tiempo como se puede.
Entonces empieza el despropósito. La nave encuentra su destino y sus tripulantes despiertan de un letargo de dos años; un nutrido grupo de científicos se enfrentan al mayor desafío de la humanidad: entablar contacto con nuestros creadores.
A partir de aquí, el guión es un mero despropósito de sinsentidos enlazados uno tras otro para inentar justificar las estúpidas decisiones de los personajes, la mayor parte de ellas impropias de lo que en teoría son, eminencias en diversos temas, y toda una serie de escenas que rayan la gilipollez extrema. ¿De verdad Ridley dirigía esta película?
Los personajes son absurdos, nada creíbles y exceptuando a Charlize Theron por lo guapa que está y lo morboso de su personaje; el resto pasa sin pena ni gloria por nuestra retina, sin llegar a empatizar en ningún momento con el espectador.
Visualmente hace alarde de haberse gastado una millonada en efectos técnicos que no sirven para enmascarar el pobre trabajo del guión. Los actores poco pueden hacer ante tanto desacierto.
Si querías ver la precuela de Alien y aún no has visto Prometheus, evitate un desengaño como la copa de un pino. Si te gusta ver explosiones, naves y tortas a porrillo con un guión digno de la hoguera, adelante. Además, están preparando la segunda parte, por si no ha sido suficiente delito la primera.
Rul T.
www.diasdeterror.com
Entonces, ¿Qué pasó para que Prometheus sea una pésima película y ni siquiera se me ocurra tildarla como precuela de la gran obra maestra?
Pues debe ser que a Ridley Scott le está patinando las neuronas, porque si no no hay quien pueda entender que después de visionar el resultado final de Prometheus no se retirara a un monasterio para el resto de sus días.
Se puede echar tierra en todas y cada una de las parcelas de la cinta, quitando los primeros cinco minutos en los que aún no nos han mostrado nada, y un enigmático personaje albino se destruye en el prólogo, para pasar a una nave espacial en la que un personaje al estilo Moon deambula por ahí pasando el tiempo como se puede.
Entonces empieza el despropósito. La nave encuentra su destino y sus tripulantes despiertan de un letargo de dos años; un nutrido grupo de científicos se enfrentan al mayor desafío de la humanidad: entablar contacto con nuestros creadores.
A partir de aquí, el guión es un mero despropósito de sinsentidos enlazados uno tras otro para inentar justificar las estúpidas decisiones de los personajes, la mayor parte de ellas impropias de lo que en teoría son, eminencias en diversos temas, y toda una serie de escenas que rayan la gilipollez extrema. ¿De verdad Ridley dirigía esta película?
Los personajes son absurdos, nada creíbles y exceptuando a Charlize Theron por lo guapa que está y lo morboso de su personaje; el resto pasa sin pena ni gloria por nuestra retina, sin llegar a empatizar en ningún momento con el espectador.
Visualmente hace alarde de haberse gastado una millonada en efectos técnicos que no sirven para enmascarar el pobre trabajo del guión. Los actores poco pueden hacer ante tanto desacierto.
Si querías ver la precuela de Alien y aún no has visto Prometheus, evitate un desengaño como la copa de un pino. Si te gusta ver explosiones, naves y tortas a porrillo con un guión digno de la hoguera, adelante. Además, están preparando la segunda parte, por si no ha sido suficiente delito la primera.
Rul T.
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10 de noviembre de 2014
10 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa cinta de serie B que parece rodada por un grupo de colegas a los que se le ocurre la idea tras una una tarde de cervezas y canutos y que intenta homenajear al famoso escritor de best-sellers.
Es casi imposible que ningún fan del género de terror no haya leído o no haya visto alguna de las innumerables películas que han surgido de las páginas de sus novelas, por lo que no es de extrañar el que una película así haya salido a la luz, aunque sí que sea en plan tan amateur.
Rodada bajo la etiqueta de comedia de terror, nos presenta un slasher con todos los tópicos del género, aunque esta vez buscados deliberadamente para hacernos reír un rato y poca cosa más. Así tenemos al grupo tipo de toda la vida, aunque en su presentación los directores ya se encargan de encasillarlos en los estereotipos: el friki, la guarrilla, el "simbólico amigo negro", el colgado, etc...
Desde el buen punto de partida, la visita a Maine en busca de conocer en persona a King, la película intenta plasmar algunos de los momentos y personajes más emblemáticos del escritor a la par que aparece un misterioso asesino que mata a los personajes emulando alguna las escenas de los libros. Referencias a Christine, El Resplandor, It, Carrie, y otras de las obras no tan clásicas de las que he de reconocer que perdí el interés hace años, se cuelan entre las escenas, con mayor o menor éxito, aunque nunca con demasiada genialidad.
Los personajes del lugar donde presuntamente se esconde Stephen King está repleto de personajes de la América profunda, tan típicos en la obra del estadounidense y crean un ambiente desenfadado en el que desarrollar el guión, buscando siempre la ocasión propicia para agasajar a su creador. Atentos al cocinero de la cafetería; a mí consiguió confundirme.
No se le puede pedir mucho más (puesto que tampoco es su pretensión), que pasar un buen rato con las muertes de los personajes, exentas del gore y el componente sexual que sí está presente en las novelas, y pasar por alto todo las evidentes carencias de la cinta, que como ofrenda al maestro del terror se queda bastante corta.
En resumen, una película que dejará insatisfechos a los seguidores de King por la poca intensidad con la que recrea el universo del escritor y que aunque resultará simpática a los no tan fanáticos, no dejará impronta alguna más allá de los créditos finales.
Rul T.
www.diasdeterror.com
Es casi imposible que ningún fan del género de terror no haya leído o no haya visto alguna de las innumerables películas que han surgido de las páginas de sus novelas, por lo que no es de extrañar el que una película así haya salido a la luz, aunque sí que sea en plan tan amateur.
Rodada bajo la etiqueta de comedia de terror, nos presenta un slasher con todos los tópicos del género, aunque esta vez buscados deliberadamente para hacernos reír un rato y poca cosa más. Así tenemos al grupo tipo de toda la vida, aunque en su presentación los directores ya se encargan de encasillarlos en los estereotipos: el friki, la guarrilla, el "simbólico amigo negro", el colgado, etc...
Desde el buen punto de partida, la visita a Maine en busca de conocer en persona a King, la película intenta plasmar algunos de los momentos y personajes más emblemáticos del escritor a la par que aparece un misterioso asesino que mata a los personajes emulando alguna las escenas de los libros. Referencias a Christine, El Resplandor, It, Carrie, y otras de las obras no tan clásicas de las que he de reconocer que perdí el interés hace años, se cuelan entre las escenas, con mayor o menor éxito, aunque nunca con demasiada genialidad.
Los personajes del lugar donde presuntamente se esconde Stephen King está repleto de personajes de la América profunda, tan típicos en la obra del estadounidense y crean un ambiente desenfadado en el que desarrollar el guión, buscando siempre la ocasión propicia para agasajar a su creador. Atentos al cocinero de la cafetería; a mí consiguió confundirme.
No se le puede pedir mucho más (puesto que tampoco es su pretensión), que pasar un buen rato con las muertes de los personajes, exentas del gore y el componente sexual que sí está presente en las novelas, y pasar por alto todo las evidentes carencias de la cinta, que como ofrenda al maestro del terror se queda bastante corta.
En resumen, una película que dejará insatisfechos a los seguidores de King por la poca intensidad con la que recrea el universo del escritor y que aunque resultará simpática a los no tan fanáticos, no dejará impronta alguna más allá de los créditos finales.
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